Las lecciones de la embajadora Nakatani Yoshie sobre la diplomacia y el empoderamiento femenino

Política Mundo Intercambio internacional

En Japón, las embajadoras representan todavía una minoría. De hecho, son solo cinco y Nakatani Yoshie es una de ellas. La embajadora de Japón en Paraguay comparte las lecciones que ha aprendido a lo largo de su carrera diplomática.

Nakatani Yoshie NAKATANI Yoshie

Embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de Japón en Paraguay. Después de licenciarse en Filología Española y Relaciones Internacionales por la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, ingresó en el Ministerio de Asuntos Exteriores. En 1986, se diplomó en Relaciones Internacionales en la Escuela Diplomática de España. Entre 1988 y 1992 participó en las negociaciones para superar las disputas comerciales surgidas entre Japón y Estados Unidos, como miembro de la División II de Norteamérica (asuntos económicos con EE. UU. y Canadá) del referido ministerio. Entre 1996 y 1998 fue subdirectora del Centro de Información y Cultura de la Embajada de Japón en Estados Unidos. Entre 2009 y 2013 fue representante de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en Tokio. Posteriormente y hasta ocupar la posición que ostenta desde septiembre de 2020, se ha desempeñado como Consejera de la Embajada de Japón en México, ministra consejera en la de Paraguay, negociadora en convenios económicos de la División de Políticas Europeas dentro del Departamento de Asuntos Europeos, y directora de la División de Pesca del Departamento de Asuntos Económicos del citado ministerio. Su esposo, Ōtsuka Umio, que ha sido almirante de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón, es el actual embajador en Yibuti.

Simultáneamente al nombramiento de Nakatani Yoshie como nueva embajadora de Japón en Paraguay, su marido, el exalmirante de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón Ōtsuka Umio, era nombrado embajador en Yibuti, convirtiéndose así en el primer exoficial de dicho cuerpo de autodefensa en hacerse cargo de una embajada. Dos destinos, el uno en Sudamérica, en África el otro, que imponen la separación física en este matrimonio. “Yo fui la primera diplomática del ministerio que se casó con un ‘uniformado’. Formamos una de esas parejas que no puede parar quieta en un mismo sitio”, confiesa Nakatani, acompañando sus palabras de una franca sonrisa.

El ajetreo ronda las vidas de esta pareja, pues si los altos mandos de las Fuerzas de Autodefensa están expuestos a continuos cambios de destino, los diplomáticos son enviados a distintos países. La experiencia de vivir separados durante largos periodos de tiempo ya la tenían. Nakatani sabe también lo que es cumplir un destino en el extranjero llevándose a una hija. Por eso valora mucho el escaso tiempo que los cuatro miembros de la familia pueden pasar juntos. Ha debido de ser muy duro, pero ella se siente, y así lo dice con toda humildad, una privilegiada, por haber podido realizar su sueño.

Una muchacha soñadora que toma el camino de la diplomacia

Fueron espacios televisivos como la popular telenovela Attention Please! o el programa de viajes Kanetaka Kaoru sekai no tabi los que despertaron en la joven Nakatani, que nació y se crio en Hiroshima, el ansia de conocer otros países. Estudió inglés empeñosamente, porque quería hacerse azafata y recorrer el mundo, pero cuando comenzó a pensar en qué carrera seguir, sintió que necesitaría algún otro idioma, además del inglés.

“Pensé que el español me abriría puertas, pues es idioma oficial en muchos países. Y además, es que yo quería estudiar en Tokio. Como éramos tres hermanos y yo era la única chica, mi padre insistía en que me quedase a estudiar en la Universidad de Hiroshima. Pero al presentarme a los exámenes de admisión de distintas universidades, yo no incluí ninguna de mi región ni siquiera en mis planes alternativos”.

Consiguió entrar en el Departamento de Español de la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio y al llegar el momento de decidirse por una carrera profesional, se le ocurrió que le gustaría trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores. “Eso también me vino por influencia televisiva. La telenovela Mariko, de la NHK, me marcó. Me leí la novela original y me convencí de que a mí también me gustaría servir a mi país como diplomática”.

La obra de no-ficción de Yanagida Kunio describe la singular vida de un personaje real, Mariko, nacida en vísperas del inicio de la guerra entre Japón y Estados Unidos del diplomático japonés Terasaki Hidenari y de una mujer norteamericana. Mariko y su padre cumplen la función de nexo entre ambos países.

Las mujeres de la generación de Nakatani accedieron a un puesto de trabajo cuando en Japón todavía no estaba vigente la Ley de Igualdad de Oportunidades de Empleo para los Sexos. “Los hombres, aunque hubieran sido malos estudiantes, enseguida conseguían posiciones en empresas comercializadoras y de otros campos, mientras que para una mujer, así hubiera sido la primera de la clase, apenas había oportunidades. Además, en los principales bancos solo solía emplearse a personas que podían trabajar viviendo en el domicilio familiar, así que las que llegábamos de provincias quedábamos excluidas. Yo me concentré en el Ministerio de Asuntos Exteriores, pero el examen de admisión me pareció muy difícil y estaba convencida de que lo había suspendido, así que a toda prisa me puse a buscar trabajo por otro lado. Resultó que lo aprobé y fue por los pelos, pero parece que logré transmitir el entusiasmo que tenía”.

Viviendo las disputas comerciales con EE. UU. en primera persona

Después de ingresar en el ministerio, en 1983, Nakatani continuó su formación en España, durante dos años. Explica que ahí estudió derecho internacional, economía e historia codo con codo con sus compañeros latinoamericanos de la Escuela Diplomática, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Posteriormente, fue secretaria en la Embajada de Japón en Panamá, y fue en este país donde conoció al que sería su marido. Ōtsuka, entonces un joven oficial, se encontraba allí participando en un ejercicio marítimo de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón. “La primera impresión que nos llevamos mutuamente no fue demasiado buena”, dice Nakatani. Pero en Japón tuvieron nuevas oportunidades para conocerse más a fondo.

En 1988, cuando Nakatani concluyó su periodo en Panamá, fue destinada a la División II de Norteamérica. Allí, estaba rodeada de funcionarios expertos en los asuntos norteamericanos. Por aquella época, cuestiones como el acceso al mercado de las telecomunicaciones o las exportaciones de vehículos japoneses a Estados Unidos causaban preocupantes disputas entre ambos países y Japón era objeto de frecuentes ataques y críticas. Nakatani fue asignada a las conversaciones sobre construcción. “El primer día me dijo mi jefe que por la tarde vendría el encargado de esos temas de la Embajada de Estados Unidos para mantener una reunión. Me puse muy nerviosa, porque no acababa de enterarme de qué iba todo el asunto”.

“Era un trabajo muy exigente, con muchas horas extraordinarias. A mí debieron de verme físicamente fuerte y por eso me contratarían, supongo”, recuerda con humor. “Se quería obtener resultados y te juzgaban con dureza, pero aprendí muchísimo luchando en la primera línea del Ministerio de Asuntos Exteriores. Hasta entonces, confiaba vagamente en que a mí me bastaría con especializarme en Latinoamérica, pero fui entendiendo que me convenía curtirme en otros muchos campos para adquirir experiencia”.

Responsable de prensa durante la toma de la residencia del embajador en Lima

En 1996 fue destinada a Washington, adonde fue con su primera hija, de un año de edad. Acababa de reintegrarse al trabajo después de tomarse la baja de maternidad. Precisamente aquel año su marido lo pasó estudiando en la Universidad Jonhs Hopkins de Estados Unidos, así que la familia pudo reunirse. Ese diciembre ocurrió en Lima la toma de la residencia del embajador japonés y tuvo que desplazarse de urgencia a Perú para ayudar en las relaciones con la prensa. Llegó dos días después de comenzar el incidente.

“Mi función era hacer frente al asedio de la prensa japonesa llegada al Perú y asistir a mi jefe en las reuniones informativas, pero estaba en juego la vida de muchas personas y la tensión era enorme. Los guerrilleros estaban también al tanto de las informaciones que servíamos y cualquier error de nuestra parte podía tener consecuencias para los rehenes. Cuando en las negociaciones diplomáticas hay una ruptura, por muy duras que hayan sido pueden interrumpirse para retomarlas más tarde. Pero en el caso de la toma de rehenes no se veía ningún final, y era muy duro no saber hasta cuándo duraría toda aquella tensión”, rememora. En abril de 1997, por orden del entonces presidente de Perú Alberto Fujimori, los cuerpos especiales del ejército entraron en la residencia. La táctica, llevada en el más estricto de los secretos, no fue comunicada previamente al Gobierno de Japón. Murieron todos los guerrilleros, dos militares y un rehén. Nakatani tuvo que hacer los preparativos para la rueda de prensa convocada por el recién liberado embajador Aoki Morihisa, y luego le quedó todo el pesado trabajo de atender a la prensa, que preguntaba insistentemente por el estado del resto de los liberados.

Es difícil juzgar si la decisión tomada por el presidente peruano fue acertada o no lo fue. Y como esposa de un oficial de la Fuerza Marítima japonesa, para Nakatani esa decisión tenía implicaciones especialmente difíciles. “Después de haber visto cómo soldados perdían la vida a consecuencia de la decisión tomada por su superior, me planteaba qué sentirían los familiares de un subordinado de mi marido, si ocurriera eso mismo. Aquello me hizo comprender dolorosamente toda la responsabilidad que entraña estar en posiciones de mando”.

La crianza de los niños, responsabilidad del conjunto de la sociedad

Luego, tras desempeñarse como representante de la OCDE en Tokio y en otros cargos, en 2013 recibió un nuevo destino en México, adonde se desplazó acompañada de su segunda hija, que entonces cursaba la secundaria, y en 2015 tuvo que asumir otro cargo, esta vez sola en Paraguay, donde estuvo hasta 2018.

En su carrera ha ocupado, pues, muchos e importantes puestos, pero para ella lo que realmente marcó un antes y un después fue la maternidad.

“Hasta entonces pensaba que cualquier cosa, por dura que fuese, podía superarse con esfuerzo y energía. Pero con un bebé no sirven las palabras y las cosas no siempre marchan según una quiere. Cuando más ocupada estás al bebé le da fiebre, y cuando menos quieres que llore, se pone a llorar. La lección fue que en este mundo hay cosas que quedan fuera del control de una misma. A través de los hijos y de la amistad con otras madres de mi edad, he podido obtener otra visión de las cosas. Por poner un ejemplo, he comprendido hasta qué punto es duro encontrarte con espacios sin la necesaria accesibilidad cuando estás embarazada o cuando empujas tu carrito de bebé”.

Nakatani considera que la labor de formar a los miembros jóvenes del staff tiene mucho que ver con la crianza de los hijos. “Cuando en el personal joven echas en falta algo, o sientes que no te estás entendiendo con ellos, tienes que ser tolerante y formarlos, dándoles un papel dentro del grupo, eso es la formación de personal. Y me parece que, en cierto sentido, para llevar una empresa, más que un hombre sin ninguna experiencia de crianza puede servir una madre que sabe lo que todo eso significa”.

La crianza la obligó a tener que ocuparse ella misma de una pluralidad de funciones durante mucho tiempo, pero también su marido participó en ella incluso cuando más cargado de trabajo estaba, acudiendo a observar las clases de la escuela el día convenido o a animar en los festivales deportivos escolares, todo lo cual hacía de buen grado. Tampoco olvidaba dedicar tiempo a la familia cuando llegaba un cumpleaños, alguna festividad tradicional japonesa o la Navidad. “Aunque no siempre pudiéramos reunirnos todos, yo creo que mis hijas guardarán muchos buenos recuerdos de la familia”.

En 2019 Japón quedó situado en el puesto 121 entre los países del mundo por la amplitud de la brecha de género, marcando así el peor registro de su historia. Todavía no puede decirse que sean muchas las mujeres activas en el campo de la diplomacia. Es indudable que son pocas las que pueden desempeñarse con libertad total, pues el peso de las labores domésticas y de la crianza suelen recaer sobre ellas. Nakatani cree necesario que todos nos concienciemos de que especialmente la crianza es algo que debe hacer la sociedad en su conjunto.

“A mí lo ideal me parece una comunidad similar a la de aquellas nagaya de la era Edo. Cuando tienes que salir a hacer algo, sería una maravilla poder endosarle tu hijo a un vecino con toda confianza. Últimamente, cuando se habla de construir en el barrio un jardín de infancia o una escuela de primaria, siempre hay alguien que se opone alegando que traerá ruidos y jaleo, pero yo creo que el vocerío de los críos hay que entenderlo como una señal de prosperidad. Mientras no se extienda, entre hombres y mujeres, la idea de que los niños son un patrimonio de la sociedad, no creo que sea posible acabar con la brecha entre los sexos”.

Que no te atrape la comodidad del mundo virtual

Como diplomática, uno de los puntos fuertes de Nakatani es la red de contactos que ha sabido tejer a lo largo de su experiencia en campos como las negociaciones comerciales nipo-estadounidenses, la cooperación económica con países en desarrollo o las actividades de comunicación y relaciones públicas. “Aunque yo misma pueda carecer de conocimientos especializados, entre las personas con quienes he trabajado las hay procedentes de diversos campos y en caso de no saber algo siempre puedo recurrir a alguna de ellas. En las negociaciones internacionales, cuando conoces a alguien y entablas con él una relación de confianza, es más fácil saber cómo y cuándo propiciar el acuerdo. La red de relaciones es un gran activo para un diplomático”.

Precisamente porque conoce la importancia de tener una experiencia directa, y conocer y tratar a la gente, a Nakatani le preocupa esta última generación de jóvenes que tienden a ser introvertidos y a conformarse con un mundo puramente virtual.

“Hay muchos que no se animan a estudiar en el extranjero, pero los encuentros humanos que uno tiene fuera de su país te enriquecen mucho. Y la experiencia de conocer directamente otros países es siempre sorprendente, está siempre llena de olores y sonidos desconocidos, a los que no se tiene acceso en el mundo virtual. Sin ir más lejos, en la gastronomía se pueden hacer grandes descubrimientos. Por ejemplo, cosas como el jamón o el vino españoles pueden degustarse en Japón, pero son mucho más sabrosas cuando se toman allí, en su propio ambiente. Hay muchas cosas que solo se conocen experimentándolas”.

Estamos en tiempos del nuevo coronavirus y las posibilidades de viajar al extranjero son limitadas, pero a Nakatani le gustaría que los jóvenes siguieran teniendo interés en otros países y curiosidad por las otras culturas del mundo. 

Paraguay, un país con importante presencia nikkei

Nakatani, que ya conoció Paraguay durante su periodo como ministra consejera, ha vuelto ahora como embajadora.

“En un territorio que es 1,1 veces el de Japón, Paraguay tiene una población de siete millones de habitantes. Asunción vive un boom de la construcción y es ya una gran ciudad, pero hay campos de soya (soja) que se pierden en el horizonte, y contemplando ese paisaje se siente una gran paz. La comunidad nikkei (de origen japonés) en Paraguay es de unas 10.000 personas pero su participación social es muy activa y es vista con gran respeto. En los primeros tiempos, los inmigrantes japoneses cultivaban soja para poder abastecerse de miso (pasta de soja fermentada) y de shōyu (salsa de soja). Se ha introducido la agricultura de siembra directa (sin arar la tierra) con gran éxito. Hoy en día Paraguay es el cuarto exportador mundial de soya y a los agricultores nikkei se les agradece el esfuerzo que han hecho, pues con él han sentado las bases para el desarrollo del país. Y los japoneses tampoco olvidan su gratitud hacia el país que les permitió asentarse y los acogió”.

En 2016 se celebraron los 80 años de la llegada de los primeros colonos japoneses con varios actos, entre ellos un “festival japonés”. Junto a los nikkei, participaron en estas animadas celebraciones muchos otros paraguayos. “Existe ya un ambiente de gran simpatía por Japón, yo me siento muy afortunada. Mucha gente me dijo que se alegraba de recibirme otra vez en este mi segundo destino en el país”, dice Nakatani con gran satisfacción.

“Entre mis funciones está la de ser altavoz de Paraguay. Por ahora solo hay unas 20 empresas japonesas radicadas en el país y me gustaría trabajar para que lleguen más. Por otra parte, está la carne roja paraguaya, que es muy sabrosa. Me gustaría contribuir a que sea posible exportarla a Japón. Quiero contribuir a todo lo que haga igualmente felices a los dos pueblos”.

El día de la entrevista, Nakatani llevaba un vestido hecho con la tela de otro, de estilo japonés, que solía llevar su madre, bien conjuntado con un cinturón rojo que ponía la nota de color. “Discretamente, yo reivindico lo japonés también en mi forma de vestir”, explica. La fotografía fue tomada en la azotea del edificio de la Fundación Sasakawa para la Paz en septiembre de 2020.
El día de la entrevista, Nakatani llevaba un vestido hecho con la tela de otro, de estilo japonés, que solía llevar su madre, bien conjuntado con un cinturón rojo que ponía la nota de color. “Discretamente, yo reivindico lo japonés también en mi forma de vestir”, explica. La fotografía fue tomada en la azotea del edificio de la Fundación Sasakawa para la Paz en septiembre de 2020.

Fotografías de la entrevista: Fujiwara Atsuko.

(Traducido al español del original en japonés.)

diplomacia mujer Maternidad Embajadas Paraguay