Un retrato del diplomático japonés que salvó las vidas de 6.000 judíos
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Un reparto de japoneses y polacos reunido por un estadounidense
Sugihara Chiune fue un diplomático japonés que, durante la Segunda Guerra Mundial, salvó las vidas de cerca de 6.000 refugiados judíos extendiéndoles personalmente visados para que pudieran escapar de Lituania, ocupada por los nazis alemanes, vía Japón. Tras la Guerra el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón lo exhortó a abandonar su puesto, y su existencia fue olvidada durante mucho tiempo en el país. En 1985 Sugihara fue nombrado uno de los Justos entre las Naciones por el Gobierno de Israel (la única ocasión en que un japonés recibió ese honor) como muestra de agradecimiento por sus acciones durante la Guerra; Sugihara falleció el año siguiente. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón realizó una ceremonia de restitución de su nombre como diplomático cinco años después de su muerte, en 1991.
La película Sugihara Chiune (estrenada en Japón el 5 de diciembre de 2015) gira en torno a los días en los que Sugihara -a quien en el extranjero se conoce con el sobrenombre de Sempo- libró su lucha silenciosa para poder firmar los visados; el diplomático ha ganado una gran estima internacional, y recientemente se suele hablar de él como “el Schindler japonés”. El reparto cuenta con grandes actores japoneses de la talla de Karasawa Toshiaki, quien encarna a Sugihara en su época como cónsul en funciones en Kaunas, Lituania, o Koyuki en el papel de la esposa de Sugihara, Sachiko, así como con actores polacos de vanguardia que añaden un gran realismo y peso a la historia. La película se rodó en su totalidad en Polonia, y el estadounidense Cellin Gluck, nacido en Japón, estuvo al mando de la dirección.
Gluck, de padre con ascendencia judía y madre con ascendencia japonesa, aporta a la historia un trasfondo multicultural y un complejo punto de vista; podría decirse que es el “protagonista en la sombra”.
La decisión de un hombre, no un superhéroe
Lo que Gluck pretendía expresar con su obra no era la historia de un superhéroe o un japonés admirable, sino de un hombre normal que toma una decisión importante, y de lo que sucede como consecuencia.
“Se suele decir que las cosas extraordinarias les ocurren a las personas comunes; es decir, que el héroe de una historia nace porque, pese a ser alguien normal, debe hacer frente a circunstancias que no son normales”, dice el director. “Sugihara tomó la decisión que tomó porque, en aquel momento, le parecía que era lo que debía hacer. No lo hizo para demostrar nada a nadie, sino porque era lo correcto, y como resultado salvó las vidas de miles de personas, y por extensión, las de las decenas de miles de descendientes que tuvieron. Por eso lo consideramos un héroe.”
Al principio Gluck no sabía demasiado sobre Sugihara. Sus conocimientos consistían básicamente en una mención al “Schindler de Japón” en un libro que leyó hace años, llamado Fugu keikaku (El plan Fugu, un proyecto de los años treinta que no llegó a realizarse, con el que el Gobierno Imperial Japonés pensaba instalar a judíos exiliados de Europa en zonas controladas por Japón).
Sin embargo enfatiza que “No debemos comparar a Sugihara con Schindler”. Oskar Schindler, inmortalizado para la fama mundial gracias a Schindler’s List (La lista de Schindler, 1993), de Steven Spielberg, “Salvó a las personas que trabajaban en su fábrica. Schindler, que salvó a sus conocidos, y Sugihara, que salvó a gente que no conocía de nada, son muy diferentes”.
El significado de “persona non grata”
Por otro lado, el director también señala que en muchos lugares del mundo existen personas como Chiune. “El cónsul chino en Viena y el cónsul estadounidense en Marsella también salvaron a muchos judíos”.
El título de la película en inglés, Persona Non Grata (término que denota a un extranjero no aceptado en un determinado país), muestra también los prejuicios que el director quiere señalar. Debido a su labor en los servicios de inteligencia antes de la Guerra, la Unión Soviética declaró a Sugihara persona non grata y le negó la entrada al territorio, con lo que el diplomático no pudo incorporarse a su trabajo en la embajada japonesa en Moscú. Si no hubiera experimentado ese nivel de desprecio Chiune no habría podido comprender cómo se siente una persona discriminada por su procedencia; durante la Guerra tuvo que haber otras personas que llevaran a cabo acciones como las de Chiune, algo que se transmite con el título en inglés.
Este punto de vista múltiple puede quizá estar fundamentalmente ligado a la posición del director, quien buscaba evitar la sobreactuación, algo que coincidía con las intenciones de Karasawa en su papel de Chiune.
En 1940 Lituania fue absorbida por la Unión Soviética y se cerraron sucesivamente las embajadas y consulados de todos los países en su territorio. Los refugiados judíos no tenían otra vía de escape salvo avanzar hasta el Extremo Oriente vía Transiberiano, cruzar el mar hasta Japón y después huir hacia Estados Unidos y otros países. Por ese motivo los refugiados acudieron en masa al consulado japonés en Kaunas. Chiune ya había recibido órdenes de la Unión Soviética de cerrar las puertas del consulado; sin embargo, durante el mes anterior al cierre y tras el mismo, hasta que abandonó Lituania, el diplomático extendió visados sin descanso. Las imágenes de los otros trabajadores que se unieron a él y continuaron su trabajo de forma desinteresada a pesar de la opresión soviética resulta sobrecogedora.
El estreno mundial de la película se llevó a cabo en octubre en Kaunas, Lituania, y durante cinco minutos tras la proyección hubo una tremenda ovación por parte del público. El director recuerda con humor que una abuela (del público) se enfadó con él: “¿Por qué no la rodaste aquí? ¡No se parece a Kaunas!”, pero también dice sentirse bendecido por la influencia de Polonia, un país con raíces cinematográficas muy profundas. “La mayoría de las personas a las que Chiune salvó eran polacas. Me alegro mucho de haber podido rodar la película en Polonia, y además con actores polacos de tal calidad.”
Una madre que experimentó un campo de concentración para japoneses
El eje de esta película lo forman recuerdos e historias de los sufrimientos de los judíos y de otras muchas personas. Dichos recuerdos y sufrimientos son fundamentales en las vidas tanto del propio director Gluck como de sus padres.
“Cuando mi padre tenía 17 años mintió sobre su edad para entrar en el ejército y ‘castigar a los alemanes’; mi madre estaba en Rohwer Arkansas, un campo de concentración para descendientes de japoneses. Las historias de la época de la Guerra que me contaron ambos forman parte de mi ‘base de datos’ interna.” Esas historias le ayudaron a proporcionar contexto y consejos específicos a los actores para mejorar su actuación.
Según el director, lo más inolvidable de todo fue algo que le escuchó decir a su madre cuando él era estudiante de instituto. Aunque su experiencia en el campo de concentración fue muy dura, según ella “En nuestras vidas puede surgir la buena suerte incluso en los peores momentos”. Durante la Guerra muchos jóvenes descendientes de japoneses podían abandonar los campos de concentración para unirse al ejército, trabajar en granjas cercanas o entrar en la universidad. El Gobierno los enviaba a estudiar a las universidades, bajo la lógica condición de que juraran lealtad a los Estados Unidos. La madre de Gluck, que había sido mecanógrafa antes de la Guerra, estudió corte y confección en una universidad de Nueva York, y en esa ciudad conoció al que sería su marido. “Si no se hubieran conocido, yo nunca habría nacido”.
Un estadounidense de educación japonesa que tiende puentes entre diferentes culturas
Gluck nació en la prefectura de Wakayama, y pasó su juventud en Hiroshima y Kobe. Tras la Guerra, su familia también había vivido un tiempo en Irán debido a las investigaciones de su padre, arqueólogo experto en la antigua Persia. En Japón no era más que un gaikokujin (extranjero), al igual que el propio Gluck, quien a pesar de haber crecido en Japón y hablar japonés con fluidez se consideraba a sí mismo estadounidense, sin lugar a dudas. Por eso se extrañó mucho cuando, ya como universitario en Estados Unidos, lo invitaron a unirse al club de estudiantes asiático-americanos. “Antes de ir a Estados Unidos nunca me había visto a mí mismo como asiático-americano.”
En el pasado a Gluck le gustaba hablar de sí mismo como uno de los third culture kids (hijos de tercera cultura), chicos que actúan como puentes entre la cultura del país de sus padres y la del país en el que viven durante su infancia. Sin embargo, “Ahora creo que las personas como yo somos ‘hijos multiculturales’, o ‘hijos globales’.”
Sugihara Chiune también describe la liberación de los supervivientes del campo de concentración alemán de Dachau por parte de un batallón del ejército estadounidense, compuesto por descendientes de la segunda generación de japoneses, un episodio real que relataron por escrito algunos supervivientes. El batallón, cuyos integrantes habían experimentado la vida en un campo de concentración como nacionales de un país enemigo, se lanzaba a la batalla con fiereza para demostrar su lealtad a los Estados Unidos, y contaba con el porcentaje de bajas más alto del ejército estadounidense. Gluck volcó esos impactantes recuerdos en una breve pero poderosa escena de la película en la que el batallón rescata a un joven judío.
Conocer algo de la historia personal de Gluck puede hacer del visionado de la película una experiencia mucho más significativa y profunda.
(Artículo basado en una entrevista realizada en Tokio el 24 de noviembre, y traducido al español del original en japonés)
Imagen del título: Expidiendo visados en el consulado de Lituania / Cellin Gluck rodando en Polonia ©2015 Comité de Producción de Sugihara Chiune
Entrevistador: Harano Jōji, director de Nippon Communications Foundation / Texto: Itakura Kimie / Imágenes de la entrevista: Ōtani KiyohideIsrael cine refugiados Sugihara Chiune Judíos Schindler Cellin Gluck