Un luchador de sumo venido desde Egipto
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El atractivo del sumo, un deporte en el que no se puede vencer sólo con fuerza
ENTREVISTADOR ¿Qué fue lo que te atrajo del sumo?
ŌSUNAARASHI En el gimnasio de culturismo al que solía ir me decían: “El sumo es un tipo de lucha de gran popularidad en Japón; tú tienes un cuerpo robusto, perfecto para el sumo”. En mi primer combate mi contrincante fue el tipo más delgado del gimnasio. Él pesaba 75 kilos, y yo, 120; pensé que podría vencerlo con una sola mano, pero en dos segundos ya había perdido. Lo intenté cinco veces, y las cinco perdí. “El sumo no se basa en la fuerza, sino en la técnica”, me decían. Aunque fue algo humillante, así logré experimentar el atractivo del sumo.
Cuando lo investigué en Internet, comprendí que el sumo japonés existe como carrera profesional. Y los luchadores de ese mundo dedican las veinticuatro horas del día, su vida entera al sumo... No tardé nada en decidir que yo también quería entrar en ese mundo.”
ENTREVISTADOR ¿Qué clase de dificultades superaste hasta poder convertirte en luchador de sumo?
ŌSUNAARASHI Pensaba cómo poder ir a Japón, y tras darme de alta en un chat de sumo, un miembro de la Asociación Europea de Sumo me dijo: “Si estás pensando seriamente en hacer sumo, podemos ayudarte.” Sin embargo también me advirtieron que la relación entre sempai y kōhai (los dos términos que se usan para referirse a la veteranía en cualquier ámbito, académico, laboral, etc.; el sempai ha comenzado antes la actividad -o es mayor que el kōhai, en algunos casos-) es muy dura, y el kōhai siempre debe cuidar y respetar al sempai. “Seguramente habrá veces en las que tengas problemas por tu religión”, me dijeron. Yo le contesté con decisión: “Pase lo que pase, quiero realizar mi sueño. La religión es algo personal, de modo que no se interpondrá. Quiero ir a Japón cuanto antes.” Así fue como empezamos a hablar de cosas más concretas.
ENTREVISTADOR ¿Cuándo viniste finalmente a Japón?
ŌSUNAARASHI Llegué a Japón en septiembre de 2011. Pensaba que había preparado todo lo necesario para encontrar dōjō (lugar de entrenamiento para luchadores de sumo), pero al parecer casi no hubo respuestas a mi carta de presentación. Me vi obligado a ir a buscar dōjō, y participé en el entrenamiento de cada uno que visité. Ōtake-beya fue el séptimo lugar en el que pregunté. Cuando el maestro Ōtake me aceptó, lloré de alegría, por haber podido dar un paso en mi camino hacia la realización de mi sueño.
La presión hacia uno mismo y la fuerza motriz de las expectativas
ENTREVISTADOR ¿Notas una presión especial por ser el primer luchador de sumo de Oriente Medio?
ŌSUNAARASHI Por supuesto; el hecho de ser el único me hace sentir una gran presión. Al mismo tiempo esa presión se convierte en una fuerza motriz, la de saberme representante de Oriente Medio, y me hace esforzarme. Quiero que la gente de todo el mundo conozca más sobre el sumo. Y en cuanto a las personas de Oriente Medio, pese a que existe la idea preconcebida de que son problemáticas, me gustaría mostrar al mundo que también pueden hacer bien las cosas.
ENTREVISTADOR Desde tu debut (hasta noviembre de 2012) has conseguido veinticuatro victorias, tres derrotas y un “descanso”; unos resultados admirables.
ŌSUNAARASHI Para mí lo importante no es cuántas veces he ganado, sino cuántas he perdido. Siempre me pregunto el porqué de mis derrotas. Pero de momento no voy a rendirme hasta convertirme en yokozuna (gran campeón, el grado más alto en el sumo). Nunca he pensado en dejarlo, pero sí que he pensado un montón de veces “Qué cansado estoy”, o “Qué duro es esto” (risas).
ENTREVISTADOR ¿Qué sientes acerca de la especial jerarquía que se da en el recinto del sumo?
ŌSUNAARASHI Fue una verdadera sorpresa. En Egipto, siendo el campeón, me trataban como una especie de rey; pero aquí todos me usan como si fuera un esclavo (risas). Pero para poder hacer realidad este sueño tengo que aguantar.
Hasta el día en que se valore a Ōsunaarashi como luchador y como persona
ENTREVISTADOR ¿Qué tal llevas la comida japonesa?
ŌSUNAARASHI Si no contiene carne de cerdo, no hay problema. Hablé con el maestro y los encargados de preparar la comida acerca de mi religión, y me preparan comida sin cerdo, así que estoy tranquilo.
ENTREVISTADOR ¿Tienes problemas por el ramadán?
ŌSUNAARASHI Más que el ramadán, lo que me da problemas es el calor húmero de Japón. Por su culpa caí enfermo.
ENTREVISTADOR ¿Qué sientes cuando paseas por la ciudad en yukata (bata de verano)?
ŌSUNAARASHI Me siento orgulloso. La gente piensa: “Un luchador de sumo; qué porte”. Aunque en el pasado no conocían el mundo del sumo, hay personas que se han interesado a raíz de verme a mí. Por eso camino con mi yukata con el orgullo de ser un luchador.
ENTREVISTADOR ¿Qué es para ti lo bueno y lo malo de Japón?
ŌSUNAARASHI La sociedad está firmemente constituida, y todos trabajan de forma sistemática según reglas establecidas. Cuando se decide hacer algo no se deja a medias. La gente de Oriente Medio suele darse por vencida, y no son pocas las veces que abandonan todo sin terminar. Por eso me gustaría que conocieran esa cualidad de los japoneses. Aunque a veces existen demasiadas reglas y completar algo se complica.
Cuando voy a Shibuya y sitios así, como hay mucha gente con pelo y ropa a los que no estoy acostumbrado, me da la impresión de hallarme dentro de un manga. En el mundo en el que yo vivía casi todos los que se teñían el pelo eran homosexuales; por eso al principio me llevé una impresión equivocada (risas).
ENTREVISTADOR ¿Cuál es tu objetivo como luchador de sumo?
ŌSUNAARASHI Quiero lograr ser valioso por mi capacidad, independientemente de mi nacionalidad, religión o raza. Por eso quiero convertirme en yokozuna. Quiero que aumente el número de aficionados, no porque haya venido de Oriente Medio, sino porque les gusta mi forma de practicar el sumo y mi personalidad. En las relaciones entre las personas no importa la nacionalidad, la religión o el color de la piel. Quiero que, a través de mi esfuerzo, se cree un intercambio entre las personas de Oriente Medio y las de Japón con el que se superen las diferencias.
(Traducido al español del original en japonés)
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