20 oros olímpicos, el éxito de los entrenadores extranjeros y la crisis que aguarda a ciertos deportes

Deporte

París 2024 ha dado a Japón buenos réditos: 20 medallas de oro y un total de 45 incluyendo platas y bronces. En muchos de los deportes en que los japoneses han triunfado, se ha hecho un buen trabajo en torno a la figura de un entrenador extranjero. Paralelamente, vemos que el descenso de la población practicante está planteando serios desafíos en deportes donde Japón ha sido siempre fuerte.

El número de medallas, una plasmación de la diversidad de Japón

Los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido un gran éxito para Japón.

Se ha llevado 20 medallas de oro, una cifra sin precedentes en las ediciones celebradas en el extranjero, siendo el tercer país con más preseas doradas después de Estados Unidos y China, con 40 cada uno. A sus 20 oros suma Japón 12 platas y 13 bronces, para un total de 45 medallas repartidas en 16 disciplinas, lo que indica la amplitud de su presencia olímpica. Por cierto, en Tokio 2020, juegos disputados en 2021, obtuvo 27 oros, 14 platas y 17 bronces.

Medallas de oro obtenidas por Japón en los últimos cuatro juegos olímpicos

París 2024
20 medallas (tercero en el ranking)
Lucha: 8   Judo: 3   Gimnasia: 3   Skateboard: 2   Esgrima: 2   Breaking: 1   Atletismo: 1
Tokio 2020 (2021)
27 medallas (tercero en el ranking)
Judo: 9   Lucha: 5   Skateboard: 3   Gimnasia: 2   Natación: 2   Tenis de mesa: 1   Karate: 1   Boxeo: 1   Esgrima: 1   Béisbol: 1   Softball: 1
Río de Janeiro 2016
12 medallas (sexto en el ranking)
Lucha: 4   Judo: 3   Natación: 2   Gimnasia: 2   Bádminton: 1
Londres 2012
7 medallas (undécimo en el ranking)
Lucha: 4   Judo: 1   Gimnasia: 1   Boxeo: 1

Nota: Ranking por países y territorios.
Fuente: Datos procedentes del Ministerio de Educación y Ciencia y otras fuentes.

Entre los deportistas japoneses que consiguieron medallas de oro, merece una mención especial la lanzadora de jabalina Kitaguchi Haruka, que se ha convertido en la primera olímpica japonesa en subir a lo más alto del podio en una prueba de atletismo, si exceptuamos el maratón.

Kitaguchi nació en Hokkaidō en 1998. Siendo alumna de primaria practicó el bádminton y la natación, deportes en los que participó en campeonatos nacionales. Pasó a la jabalina siendo ya alumna de bachillerato, pero su progresión fue increíblemente rápida y ganó el campeonato nacional de institutos cuando estaba todavía en el segundo curso. En 2016 ingresó en la Universidad Nihon, pero su gusto por la indagación y afán de superación la llevaron a buscar nuevos horizontes. En 2019, durante unos entrenamientos en Europa, se interesó por los métodos del entrenador checo David Sekerák. Sin la mediación de nadie, Kitaguchi se las arregló para ponerse bajo su tutela dirigiéndole mensajes de correo electrónico en inglés. Es precisamente esta iniciativa, un don que ha sido muy poco común en los atletas japoneses, la actitud básica que le ha reportado la medalla de oro.

En una entrevista anterior, Kitaguchi hizo este comentario acerca de sus entrenamientos en la República Checa: “En el campo del lanzamiento de jabalina, la lengua checa tiene términos que no tenemos en japonés. Hay métodos e ideas con los que solo puedes ponerte en contacto entrenándote in situ”.

Entrenadores extranjeros, un trabajoso camino hasta el éxito

Este comentario nos hace pensar en el caso de la selección nacional masculina de voleibol. Antes de inaugurarse los juegos, se había encaramado hasta el segundo puesto de la clasificación mundial y creado muchas expectativas de medalla, algo que ya se consiguió en Múnich 1972. Finalmente, quedó eliminada en cuartos de final, pero su actuación ha marcado un nuevo pico de popularidad en este deporte.

Una de las claves del gran momento del voleibol japonés ha sido la contratación del entrenador francés Philippe Blain. Partiendo ya con experiencia de haber dirigido equipos en varios países, al tomar las riendas de la selección japonesa en 2017 Blain aplicó teorías de vanguardia avaladas por el análisis de datos. Además, supo conjugar inteligentemente ese soporte teórico con las habilidades personales de los jugadores hasta conseguir que Japón se tratara de igual a igual con los más fuertes.

El entrenador de la selección masculina de voleibol Philippe Blain da instrucciones a sus jugadores durante el partido de cuartos de final que terminó con la derrota japonesa ante Italia, el 5 de agosto de 2024 en París. (Jiji Press)
El entrenador de la selección masculina de voleibol Philippe Blain da instrucciones a sus jugadores durante el partido de cuartos de final que terminó con la derrota japonesa ante Italia, el 5 de agosto de 2024 en París. (© Jiji Press)

Pero sus primeros tiempos como entrenador estuvieron marcados por no pocas vacilaciones en la forma de tratar a sus pupilos japoneses. “Me había entrevistado con cada uno, les había explicado lo que quería de ellos y todos habían dicho hai (sí), pero ninguno cambió su forma de jugar. Al principio, pensé que no había sido bien traducido. El asunto me sacó de quicio y en mi tercera ronda de entrevistas les dije que ya bastaba de explicaciones por mi parte, y que ahora eran ellos los que tenían que expresar lo que yo les requería con sus propias palabras. Les dejé muy sorprendidos (risas). Los deportistas japoneses pueden estar diciéndote que sí a todo, aunque en su fuero interno sientan que no. Así es esta sociedad. Aprendí mucho”.

Al cabo de un proceso que incluyó estos y otros episodios, la comunicación mejoró y la competitividad del equipo en el ámbito internacional recibió un fuerte impulso. En los juegos de Tokio, disputados en 2021, el equipo llegó hasta los cuartos de final y ello fue posible gracias a que los jugadores eran ya capaces de comprender las ideas de su entrenador y de llevarlas a la práctica.

Aunque parte del éxito de Blain se debe a que el equipo tenía jugadores de la calidad de Ishikawa Yūki o Takahashi Ran, en estos juegos se ha visto que en muchos de los deportes en los que se ha conseguido un cierto éxito, se había buscado un refuerzo con la inclusión de un entrenador extranjero.

La representación masculina de esgrima, que por primera vez en la historia ha conseguido el oro en la competición por equipos, contaba como entrenador desde 2021 con el floretista francés Erwann Le Péchoux, ganador del oro en Tokio 2020. Le Péchoux no tardó en percatarse de que los esgrimistas japoneses no tenían la seguridad en sí mismos que correspondería a su nivel deportivo, y de que los entrenamientos eran largos pero de escasa dureza, puntos flacos que pueden encontrarse también en las representaciones japonesas de otros deportes. La superación de estas “taras” condujo al oro en florete.

El entrenador Erwann Le Péchoux (cuarto por la izquierda) celebra con sus pupilos japoneses la victoria en la competición de florete por equipos el 5 de agosto de 2024 en París. Junto a él, también de rojo, el director técnico Aoki Yūsuke. (Kyōdō Press)
El entrenador Erwann Le Péchoux (cuarto por la izquierda) celebra con sus pupilos japoneses la victoria en la competición de florete por equipos el 5 de agosto de 2024 en París. Junto a él, también de rojo, el director técnico Aoki Yūsuke. (© Kyōdō)

Deportes en los que Japón da lo mejor de sí

Aunque la presencia de un entrenador extranjero se ha traducido en buenos resultados en muchos deportes olímpicos, también ha habido disciplinas, como la gimnasia, el judo o la lucha, en las que se han cosechado resultados igualmente notables bajo la dirección de entrenadores japoneses, siguiendo el modelo tradicional. Todos ellos son deportes en los que Japón ha brillado siempre muy alto.

En Tokio 1964, Japón consiguió cinco oros en gimnasia y otros cinco en lucha. En judo, dominó en tres de las cuatro categorías. En París 2024 han sido tres oros en gimnasia y otros tres en judo. En cuanto a la lucha, la cosecha ha sido de ocho oros. Aunque a lo largo de estos 60 años ha habido altibajos, los resultados confirman el éxito de esta otra línea de trabajo más propiamente japonesa, que se ha seguido sin interrupción.

Gimnasia masculina: Un momento del ejercicio de Oka Shinnosuke en la barra fija, durante la competición general individual, en la que obtuvo la medalla de oro, el 31 de julio de 2024 en París. Oka se llevó, además, el oro en la general por equipos y en barra fija individual, y el bronce en las paralelas. (Reuters)
Gimnasia masculina: Un momento del ejercicio de Oka Shinnosuke en la barra fija, durante la competición general individual, en la que obtuvo la medalla de oro, el 31 de julio de 2024 en París. Oka se llevó, además, el oro en la general por equipos y en barra fija individual, y el bronce en las paralelas. (© Reuters)

En el campo de la gimnasia, desde la década de 1970 se ha hecho un gran esfuerzo en la formación de gimnasias generalistas y actualmente se sigue esa misma directriz. Cuando en la mayor parte de los países se tiende a formar especialistas en cada disciplina, entendiendo que, por ejemplo, en anillas es fundamental la potencia física mientras que en el caballo con arcos hay que cuidar al mismo tiempo el equilibrio, Japón ha seguido hasta el final la formación de gimnastas fuertes en las seis disciplinas. No es casualidad que Japón se haya llevado el oro en el concurso completo individual en las cuatro últimas citas olímpicas (Uchimura Kōhei, Hashimoto Daiki y, esta vez, Oka Shinnosuke). Esta preparación de sus gimnastas como generalistas y un perfeccionismo que no descuida el menor detalle son las claves del dominio japonés en este deporte.

En el judo se ha visto un fuerte descenso en el número de medallas de oro, pues de las nueve de Tokio se ha pasado a las solo tres de París, pero, como país de origen de este deporte, Japón sigue revestido de un halo de autoridad en el ámbito internacional. El judo japonés no lo sacrifica todo a la victoria: concede importancia también a la corrección y a la belleza. Ōno Shōhei, que consiguió el oro en Río de Janeiro y lo revalidó cuatro años después en Tokio, lo explica así: “Hay que tumbar al contrario y encandilar al público. Siempre hemos tenido mucho celo en tener un comportamiento modélico en los Juegos Olímpicos, desde el inicio del combate hasta el saludo final”.

Es cierto también que en estos juegos ha habido alguna decisión arbitral muy dudosa y deplorable desde la perspectiva japonesa, que ha puesto de manifiesto una vez más la discrepancia de criterios existente entre el judo japonés y el internacional, una diferencia que no será fácil reducir.

Nagayama Ryūjū (categoría de menos de 60 kilos) durante su combate del 27 de julio en París. Nagayama fue víctima de una incomprensible decisión arbitral y salió derrotado en los cuartos de final, pero finalmente se rehizo y consiguió el bronce. (Reuters)
Nagayama Ryūjū (categoría de menos de 60 kilos) durante su combate del 27 de julio en París. Nagayama fue víctima de una incomprensible decisión arbitral y salió derrotado en los cuartos de final, pero finalmente se rehizo y consiguió el bronce. (© Reuters)

Es muy interesante también lo que ha ocurrido con la lucha. Hasta ahora Japón era fuerte en lucha libre, pero esta vez ha destacado también en grecorromana, llevándose dos oros. Este es el análisis de Akaishi Kōsei, que ha dirigido el programa de refuerzo de la representación japonesa. “En la lucha libre, pensé que era posible reforzar el equipo en Japón. En la grecorromana, hice que los luchadores participasen en concentraciones en otros países con luchadores extranjeros, y así es como han aprendido nuevas técnicas y conseguido estos resultados”.

Lucha grecorromana masculina: Kusaka Nao, medalla de oro en la categoría de los 77 kilogramos, celebra su victoria el 7 de agosto en París. Se convierte en el luchador japonés que ha conseguido el oro olímpico en una categoría de peso más alta. (Jiji Press)
Lucha grecorromana masculina: Kusaka Nao, medalla de oro en la categoría de los 77 kilogramos, celebra su victoria el 7 de agosto en París. Se convierte en el luchador japonés que ha conseguido el oro olímpico en una categoría de peso más alta. (© Jiji Press)

Una reducción imparable en la población practicante

Paralelamente, estos deportes en los que Japón es tradicionalmente fuerte están afrontando una difícil situación, pues su población practicante en el nivel de competición júnior se está reduciendo. Comparemos el número de practicantes registrados en 2013 y 2023 en los respectivos clubes deportivos de los institutos de bachillerato del país.

Gimnastas masculinos

  • 2013: 2.455
  • 2023: 1.689

Judocas masculinos

  • 2013: 18.719
  • 2023: 10.825

Luchadores masculinos

  • 2013: 2.343
  • 2023: 1.722

Japón se enfrenta a una persistente escasez de nacimientos que es la causa de que, si comparamos las cifras actuales con las de hace 10 años, en casi todos los deportes el número de muchachos de ambos sexos que los practican en los clubes de los institutos de bachillerato se haya reducido en un 10 % aproximadamente. Pero este porcentaje sube hasta más del 40 entre los practicantes masculinos de judo y hasta el 30 % entre los gimnastas y luchadores masculinos, deportes que eran ya mucho más minoritarios que el judo. Esta situación es una bomba de tiempo. Es inevitable sentir preocupación sobre la capacidad futura de Japón para seguir brillando a la altura actual en el escenario internacional.

Si hablamos de competitividad, conviene conocer el caso del citado Oka, ganador de tres oros en gimnasia. Para tener acceso a un entorno de entrenamiento ideal, Oka dejó su instituto de bachillerato cuando tenía 15 años y siguió estudiando mediante cursos a distancia, lo que le permitió ingresar en el prestigioso Club Gimnástico Tokushūkai. Desde ese momento, ha recibido una educación de elite. En el futuro es muy probable que surjan otros jóvenes con aptitudes reconocidas que sigan ese mismo camino.

En el judo y en la lucha, vemos muchos deportistas olímpicos de segunda generación. Saitō Hitoshi, el padre del judoca Saitō Tatsuru (categoría de más de 100 kilogramos), fue oro en Los Ángeles 1984 y en Seúl 1988. Motoki Yasutoshi, el padre de la luchadora Motoki Sakura (oro en la categoría femenina de los 62 kilogramos en estos Juegos de París), fue uno de los representantes de Japón en Sídney 2000.

Lucha femenina: Motoki Sakura, medalla de oro en la categoría de los 62 kilogramos, celebra su triunfo en París el 10 de agosto. Un magnífico debut olímpico. (Reuters)
Lucha femenina: Motoki Sakura, medalla de oro en la categoría de los 62 kilogramos, celebra su triunfo en París el 10 de agosto. Un magnífico debut olímpico. (© Reuters)

Pese al decreciente número de practicantes, al parecer el Japón actual es pródigo en deportistas que llegan a la elite mundial tras haber sido formados desde edades tempranas en ambientes familiares muy propicios.

Y dado que la tendencia al declive demográfico prácticamente continuará, si queremos que Japón continúe siendo fuerte en estos deportes, es posible que sea necesario seguir promoviendo una educación de elite similar a la que reciben estos deportistas olímpicos de segunda generación. Simultáneamente, habrá que seguir contando con entrenadores que sepan transmitir las últimas tendencias del mundo, y habrá también que adaptarse a los criterios imperantes entre los jueces o árbitros. Mantener alto el pabellón japonés requerirá inversiones en todos los frentes.

Fotografía del encabezado: La lanzadora de jabalina Kitaguchi Haruka comparte su alegría con su entrenador, el checo David Sekerák, tras el lanzamiento que le dio la medalla de oro el 10 de agosto de 2024 en Saint Denis (Francia). (Jiji Press)

(Traducido al español del original en japonés.)

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