El rejuvenecimiento de la ciencia-ficción en la nueva era: 60 años de ciencia-ficción japonesa
Literatura Cultura- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Continuación de “El Club de Escritores de Ciencia-Ficción y Fantasía cumple sesenta años.”
Intentos de reforma con el cambio de milenio
Tras su lanzamiento, en 1963, el Club de Escritores de Ciencia-Ficción y Fantasía de Japón (SFWJ, por sus siglas en inglés) dio grandes pasos bajo la guía de sus once fundadores, sobre todo los “tres maestros” del panorama japonés de la ciencia-ficción: Komatsu Sakyō, Hoshi Shin’ichi y Tsutsui Yasutaka, que se unió al grupo poco después de su fundación. En las últimas décadas del siglo XX, no obstante, la publicación de este género en Japón entró en una época difícil que se pasaría a denominar el “invierno de la ciencia-ficción japonesa”.
Este periodo invernal hizo que muchos autores tuvieran unas finanzas mucho más inestables que en los tiempos más idílicos del género, y obligó al SFWJ a replantearse su propósito. Como señala el profesor emérito de la Universidad Keiō Tatsumi Takayuki en su historia del quincuagésimo aniversario del SFWJ, publicada en el número de enero de 2013 de la revista SF Magazine, mientras que la Asociación de Escritores de Japón proporcionaba todo tipo de servicios a los autores, desde seguros médicos y gerencia de la propiedad intelectual hasta el cuidado de sus tumbas, y los Escritores de Misterio de Japón proporcionaban una red de seguridad a sus miembros, el SFWJ seguía funcionando sobre todo como club social. Además de administrar el Gran Premio y organizar las asambleas de miembros, sus únicas actividades dignas de mención eran fiestas y excursiones ocasionales a centros de aguas termales. El principal incentivo para ser miembro era la proximidad a autores reverenciados de antaño.
Como respuesta a los problemas del mercado editorial, algunos miembros comenzaron a ver la necesidad de un cambio. Una era la autora feminista de cyberpunk Ōhara Mariko, la primera mujer en ocupar la presidencia del SFWJ en 1999, junto a la crítica Kotani Mari, quien actuaría como vicepresidenta. Según Kotani, Ōhara era una ardua defensora de la idea de transformar el SFWJ en una corporación, con una junta de directores y sistemas de apoyo palpable para sus miembros, pero tendrían que pasar casi veinte años antes de que su visión se hiciera realidad.
Mientras tanto, la presidencia de Ōhara impulsó una serie de esfuerzos para revigorizar la asociación y la comunidad de la ciencia-ficción en su conjunto. Para generar beneficios, el SFWJ comenzó a seleccionar libros para su publicación, empezando por una introducción a la ciencia-ficción y una antología, en 2001. Para superar la escasez de neófitos en el género, fundó el Premio a los Nuevos Escritores de Ciencia-Ficción de Japón (1999-2009) y el Premio de la Crítica a la Ciencia-Ficción de Japón (2006-2014), que comenzó a administrar junto al Gran Premio de la Ciencia-Ficción de Japón. En 2012 también creó la revista digital SF Prologue Wave.
Nippon 2007 y reconocimiento internacional
Salvo por los esfuerzos de la autora canadiense Judith Merril y otras personas por promocionar las obras de ciencia-ficción japonesa, estas entraron en el nuevo milenio apenas sin traducciones al inglés u otros idiomas europeos. Esto empezaría a cambiar en 2007, cuando Japón se convirtió en la primera región de Asia en acoger la Convención Mundial de Ciencia-Ficción. Celebrada en la ciudad de Yokohama, Kanagawa, Nippon 2007 fue testigo del primer encuentro entre pesos pesados del género de ambos lados del Pacífico.
El SFWJ desempeñaría un papel central en la organización de la convención, recuerda Kotani, cuando los aficionados experimentaron ciertas dificultades internas y solicitaron la ayuda de la asociación. Inicialmente los miembros expresaron sus reservas, ya que preferían celebrar una convención profesional en las cercanías más que trabajar con los amateurs de la ciencia-ficción. Pero al final prevaleció la opinión de que el SFWJ tenía una obligación para con la ciencia-ficción global.
“Fue un milagro ver cómo todo el mundo trabajaba junto como un equipo, para lograr que el evento se celebrara”, dice Kotani, quien considera Nippon 2007 uno de los momentos más felices de su vida.
“Fue una experiencia muy enriquecedora, con tantos creadores prominentes en Japón y muchos eventos y fiestas vibrantes”, cuenta el laureado autor Tobi Hitotaka. “La convención se celebró justo después del debut de los autores Toh Enjoe (Enjō Tō) y Project Itoh (Itō Satoshi), autores que revolucionarían el género en la década de 2010. Sus obras pronto se traducirían al inglés, y ambas ganarían importantes premios. Fue especialmente memorable una charla entre ambos, Sakurazaka Hiroshi, autor de Ōru yū nīdo izu kiru (Todo lo que necesitas es matar), novela que se adaptaría al cine bajo el título Edge of Tomorrow (Al Filo del mañana), el eminente filósofo Azuma Hiroki y el escritor estadounidense Ted Chiang”.
En Nippon 2007 se lanzó la primera edición de Speculative Japan (Japón especulativo), una serie de antologías de historias cortas publicadas por la pequeña imprenta Kurodahan, con sede en Kyūshū. A esta primera tanda de nuevas traducciones al inglés la siguió en 2011 la fundación de Haikasoru, una marca de la corporación multimedia Viz dedicada a la publicación de ciencia-ficción japonesa. Dos de los títulos de Haikasoru, Harmony (Armonía) de Itoh y Self-Reference Engine (La máquina autorreferencial) de Enjoe, llegarían a ganar sendas menciones especiales para el Premio Philip K. Dick, en 2010 y en 2013, respectivamente. Otras obras publicadas en el mismo periodo, incluyendo la novela corta de Tobi Jisei no yume (“El sueño autógeno”), captaría la atención tanto del mundo académico como de los críticos.
La agitación de la década de 2010
En 2012, cuando Japón aún luchaba por recuperarse del terremoto, tsunami y desastre nuclear del 11 de marzo, la editorial Tokuma Shoten decidió retirar su apoyo al Gran Premio de Ciencia-Ficción, tras 33 años como patrocinadora.
“Hubo un punto crítico en el que parecía que el Gran Premio de la Ciencia-Ficción no sobreviviría”, dice el editor Kusaka Sanzō. “Tuvimos un debate vigoroso sobre qué hacer, porque no era realista cubrir la ceremonia de entrega, el dinero de los premios y otros gastos solo con las cuotas de los miembros. Algunos decían que teníamos que resignarnos a dejar de dar el premio”.
En medio de esta crisis llegó el autor Fujii Taiyō, recién reclutado para la asociación por los méritos de su primera novela, Gene Mapper – full build (publicada en inglés como Gene Mapper, “Cartógrafo de genes”). Él contactó con varias empresas y encontró nuevos patrocinadores, con lo que se aseguró que el Gran Premio de Ciencia-Ficción pudiera administrarse sin interrupciones en 2013.
Ese mismo año, el SFWJ celebró su quincuagésimo aniversario con una serie de números especiales de revistas y eventos, el más significativo de los cuales fue el segundo Simposio Internacional de Ciencia-Ficción, celebrado entre el 19 y el 29 de julio.
Aunque quizá no llegara a ser tan pionero como su predecesor de 1970, durante la Guerra Fría, sí que logró un patetismo simbólico similar dado que comenzaba en Hiroshima, donde cayó en su día la primera bomba atómica, y terminaba en Fukushima, donde los reactores de la central Fukushima Dai-ichi se habían fundido tan solo dos años antes, con paradas en Osaka, Kioto, Nagoya y Tokio. Los participantes incluían muchos grandes nombres de la ciencia-ficción japonesa, además de los escritores estadounidenses Pat Murphy y Paolo Bacigalupi.
En tan solo un año, el SFWJ había preservado la continuidad de su premio insignia, y concluido con éxito sus celebraciones de medio siglo. No obstante, el alivio y el júbilo no durarían.
El escándalo de la política de admisiones
El 21 de mayo de 2014 el periódico Asahi Shimbun publicaba un artículo bajo el título “La ciencia-ficción japonesa en apuros: libros que fracasan en Japón pese a las alabanzas del extranjero” que criticaba el SFWJ por su insularidad. La queja se centraba en el rechazo a aceptar como miembro al prolífico editor, antologista y traductor Ōmori Nozomi. Este rechazo llegaba a pesar de que un jurado del SFWJ había otorgado a Ōmori el Gran Premio de 2013 por la décima edición de su serie de antologías de relato corto Nova.
Muchos miembros renunciaron a sus puestos en el SFWJ como protesta, entre ellos Azuma Hiroki, el principal accionista de la escuela de escritura de ciencia-ficción Genron (la versión japonesa del famoso taller estadounidense Clarion Workshop), donde Ōmori trabaja como profesor.
“Si no quieres contribuir a la insularidad del club”, escribió Azuma en redes sociales, “creo que la única conclusión racional es dejarlo o rehusar sus invitaciones”.
Pese a que este fue el caso más divulgado de rechazo, a pesar de las impresionantes credenciales de ciencia-ficción del editor, no era el primero. Esta tendencia parecía provenir de la política de admisiones de la asociación.
“En el periodo antes de que me aceptaran, un nuevo miembro requería que la asamblea entera estuviera de acuerdo de forma unánime sobre su membresía, y de hecho a mí me rechazaron varias veces”, dice Takano Fumio, ganadora de múltiples premios y autora que ha derribado las barreras entre géneros, cuya novela Hakuchō no kishi (El caballero del cisne) la editorial Luna Press publicará en inglés en 2024 como Swan Knight. “Al parecer le caía mal a alguien por haber hecho una leve crítica de la tarea de algunos miembros del SFWJ, y de cómo se llevaba a cabo el Gran Premio”.
Las reglas del club se revisaron en 2005 para que cualquier persona que hubiera recibido tres recomendaciones de miembros o el Gran Premio pudiera ser sometida a votación para incluirla como miembro, con dos tercios de los votos requeridos para su aceptación. Sin embargo, la admisión de Ōmori se rechazó de todos modos.
“El SFWJ era una organización que representaba el género, y al mismo tiempo se trataba de un grupo más pequeño, creado dentro del género, y esta característica se toleraba por el hecho de ser un club social”, dice Tobi. “No obstante, como la entidad central para ciertos proyectos que acarreaban significación pública, como el Gran Premio de Ciencia-Ficción de Japón, la asociación se debe manejar según un sistema robusto que asegure la confianza y el reconocimiento de la gente normal, sin conexiones con el género, e incluso de gente hostil hacia el mismo”.
Incorporación y diversificación
Fue Fujii quien de nuevo llegó al rescate. Durante su periodo como presidente del SFWJ, en 2015 y 2016, actuó como la fuerza motriz tras el impulso para, por fin, constituir la sociedad el 24 de agosto de 2017. Según Fujii, también miembro de la asociación estadounidense SFWA (Escritores de Ciencia-Ficción y Fantasía de América, siglas en inglés), sacó ideas de varias reuniones de negocios de esta asociación durante el proceso de reforma del SFWJ.
“El SFWA acababa de mudarse a la Costa Oeste de Estados Unidos y constituir como organización sin ánimo de lucro, de modo que había muchas discusiones sobre crear nuevas funciones para ella”, recuerda Fujii. “Estaba claro que muchos de sus esfuerzos beneficiarían a los escritores, y pensé que deberíamos imitarlos”.
Ahora la admisión de futuros miembros que reciben tres recomendaciones o un Gran Premio la decide una junta elegida tras consultar con todos los miembros.
La diversidad de dichos miembros también se ha incrementado desde entonces. Mi solicitud, tras publicar mi primera novela, Cash Crash Jubilee, en 2015 también fue rechazada (aunque para ser justos no tenía ninguna recomendación), pero se me aceptó en 2020 y soy ahora el único miembro que escribe novelas en inglés. Otro miembro, Lu Qiucha, escribe en chino. El SFWJ también ha establecido vínculos con la recién creada Unión de Escritores de Ciencia-Ficción de la República de Corea (SFWUK, por sus siglas en inglés).
El propio Ōmori fue aceptado como miembro en enero de 2021. Azuma y otros candidatos aún no han vuelto a entrar, pero solo el tiempo dirá si logran hacerlo.
“Quizá haya habido luchas cuando éramos un club social, pero ahora todos podemos perseguir nuestros propios objetivos, aglutinados por la asociación”, dice Takano. “Lo que me gustaría ver en el futuro es que todo el mundo siga su propio rumbo, sin interferir con aquellos que no les gustan. Este es el significado de la diversidad”.
El futuro, y más allá
Muchos autores que han realizado importantes contribuciones a la ciencia-ficción japonesa tienen poco o nada que ver con el SFWJ. Para algunos, esto se debe a que clasificaban su obra más como literaria que como ciencia-ficción. En este grupo se incluyen Murakami Ryū, Murakami Haruki, Ogawa Yōko, Murata Sayaka y Hirano Keiichirō. Otro grupo de escritores ganó el Gran Premio pero nunca se unió a la asociación, como Furukawa Hideo, Toh Enjoe y Morimi Tomihiko.
Sin embargo, el SFWJ sigue siendo un vórtice para el talento japonés de la ciencia-ficción. Con más de 400 miembros, número que sigue creciendo, expandirá sin duda su alcance e importancia a lo largo del siglo XXI.
(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado © Pixta.)