‘Black Jack’, la visionaria y universal obra maestra de Tezuka, cumple 50 años
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Un hito en los mangas de medicina con una gran repercusión posterior
“¿No te parece presuntuoso que el ser humano pretenda manejar la vida y muerte de los seres vivos a su antojo?”
Esta famosa frase es una cita de Black Jack, manga que celebra el 50.º aniversario del inicio de su serialización en noviembre de 2023.
Esta serialización comenzó, pues, en 1973, el mismo año en que George Lucas estrenó American Graffiti, y el año de la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam, poniendo así fin a la guerra homónima. En Japón, el segundo baby boom alcanzó su punto álgido ese año y desde entonces el número de nacimientos ha seguido disminuyendo hasta nuestros días. Este manga apareció en un momento que el historiador Eric Hobsbawm ha descrito como “el punto de inflexión entre la edad de oro y la de la crisis”.
Black Jack apareció en Shōnen Champion, una revista de manga publicada por Akita Shoten. Se trata de una prestigiosa revista semanal de manga que ha producido numerosas obras maestras, entre ellas Dokaben (Mizushima Shinji) y Gakideka (Yamagami Tatsuhiko), y también éxitos como Grappler Baki (Itagaki Keisuke) y Yowamushi Pedal (Watanabe Wataru) en tiempos más recientes.
El protagonista es un médico que se hace llamar Black Jack. Su verdadero nombre es Hazama Kuroo, un joven cirujano japonés que hace gala de una habilidad artística con el bisturí y que salva a pacientes con operaciones milagrosas. Sin embargo, no tiene licencia médica y cobra una gran suma de dinero por sus operaciones. Hay rumores maliciosos de que realiza cirugías que rozan la experimentación humana, e incluso su existencia es ignorada en el mundo médico oficial.
Tales rumores son ciertos, en sentido general. Pero Black Jack posee, al mismo tiempo, una personalidad compleja con una contradicción: un fuerte deseo de salvar más vidas que nadie.
Su autor, Tezuka Osamu, es el mangaka que introdujo las técnicas cinematográficas en el manga, que creó la metodología del manga narrativo y que publicó obras maestras históricas como Tetsuwan Atom (Astroboy), Adorufu ni tsugu (Adolf) y Hi no tori (Fénix). Es un gran creador al que se suele llamar el “dios del manga”.
Tezuka nació en Toyonaka, Osaka, en 1928. Eran tiempos oscuros, previos a la guerra, pero él pasó su infancia apasionado por el teatro y el cine. También le gustaba la astronomía y era un fanático de los insectos.
Con el tiempo, el joven Tezuka ingresó en un prestigioso instituto de secundaria (del antiguo sistema escolar) conocido por su estricta disciplina. Comenzaba, sin embargo, la época de la Guerra del Pacífico, y Tezuka fue enviado a un centro de entrenamiento destinado a las personas no aptas para el servicio militar debido a su condición física, donde fue sometido a una severa disciplina (Boku wa mangaka / “Yo soy mangaka”, la autobiografía de Tezuka Osamu).
Estas experiencias se convirtieron en un motivo presente en toda la obra de Tezuka como reacción contra la guerra y el totalitarismo. De niño, Black Jack también resultó herido en la explosión de una bomba intacta enterrada en una antigua instalación militar.
Debido a ese terrible descuido por parte de los militares, su madre pierde las extremidades y la voz, y su padre se marcha de casa con una amante, dejando atrás a su esposa e hijo. El propio Black Jack sufre una lesión aparentemente irremediable, ante la que todos los médicos se dan por vencidos salvo el doctor Honma Jōtarō, que nunca se rinde y trata de curarlo por todos los medios. El propio Jack también aspira a convertirse en alguien semejante a ese admirado doctor. La cita del principio de este artículo son palabras que el alma de Honma dirige a Black Jack.
El propio Tezuka tuvo una experiencia similar en un centro de entrenamiento, donde sufrió una lesión en el brazo y estuvo en peligro de perderlo debido a una septicemia. Dice que se dio cuenta entonces de lo admirable que era la profesión del médico que lo atendió, y decidió seguir él mismo la carrera de medicina.
En 1945 ingresó en la Facultad de Medicina adjunta a la Universidad Imperial de Osaka. Cuando aún estaba en la facultad debutó como dibujante profesional de manga, pero continuó con sus estudios. Tras un periodo de prácticas obtuvo la licencia médica y también el doctorado en Medicina por sus investigaciones sobre el esperma de caracol de agua dulce.
Tezuka cuenta que, como médico, sentía siempre la tentación de dibujar retratos de sus pacientes porque le parecían tener caras de manga, y de anotar ideas al azar en un papel durante las consultas.
Tezuka tenía una imagen ideal del tipo de médico que quería ser y esto se materializó en Black Jack.
El dilema humano descrito por el gigante del manga
Las historias de Black Jack son autoconclusivas. En un episodio, recibe una gran suma de dinero para curar la herida de guerra del hijo de una famosa familia; en otro, salva la vida de un anciano cuyo único propósito en este mundo era cuidar de un árbol de zelkova, sin que nadie se diera cuenta. También hay un dinámico episodio en el que compra un hospital entero para realizar una operación a su benefactor. En algunos casos se hace cargo de enfermedades difíciles de tratar, y en otros aparece una extraña enfermedad de causa desconocida, como un árbol que brota del cuerpo humano, por ejemplo.
La obra también describe casos que la ciencia no puede explicar, como tumores con rostro humano, un quiste deformante que utiliza un poder paranormal para interferir en los intentos que se realizan para extirparlo. Una vez extirpado el quiste se convierte en ayudante de Black Jack, y en la única persona a la que puede llamar familia.
También hay varias ocasiones en las que Black Jack desempeña un papel secundario. En el episodio “Memorias de una anciana”, la protagonista es una enfermera común y corriente. Deja su trabajo y empieza a cuidar de un niño. El niño experimenta una sorprendente transformación, y el episodio se convierte en una demostración contundente del tema de la obra: “Salvando a la gente puedes llegar a cambiar la historia”.
El dibujo del manga no es realista, y su protagonista no deja de ser un “personaje” hecho de líneas. Por eso precisamente se caracteriza por ser más fiel a los deseos humanos que a la realidad. En otras palabras, no se ve maniatado por el realismo (si uno quiere atenerse al realismo, el dibujo realista es, claro, más adecuado), y su fuerza reside más bien en los saltos de imaginación que permite.
Hoy en día se comprende mejor la naturaleza de este tipo de expresión, pero en la época de Tezuka aún existían fuertes prejuicios contra el manga. Dado que trataba el delicado campo de la medicina, era criticado también desde esa perspectiva por su falta de realismo. Además, la tecnología médica utilizada en sus obras estaba básicamente anticuada.
Sin embargo, Tezuka también afirmó que su objetivo al dibujar Black Jack no era “presentar la tecnología médica”. Su tema es más universal, es un dilema al que se enfrentan los seres humanos.
Tezuka, en Garasu no chikyū wo sukue (Salvad esta Tierra de cristal), una colección de ensayos sobre cuestiones medioambientales globales, dejó escrito lo siguiente:
“Black Jack cura a cualquier paciente, lo que, por supuesto, prolonga su vida. No solo él, sino los centros de atención médica avanzada también salvan cada vez a más pacientes y prolongan sus vidas. Supongo, entonces, que el mundo tendrá cada vez menos gente que muere, cada vez más ancianos, y tenderá hacia una sociedad envejecida”.
Black Jack siempre ha sufrido este tipo de problemas, afirma Tezuka. Solo con prolongar la vida no se consigue necesariamente la felicidad. Pero como deseo e instinto humano, queremos salvar la vida que tenemos delante, cueste lo que cueste. Aunque nos pregunten si no nos parece un poco presuntuoso.
Una obra universal que atrae a las nuevas generaciones
Debido a estos temas que sacuden la existencia humana, Black Jack no ha perdido vigencia en absoluto, al leerla hoy en día. Resulta asombrosa la previsión del futuro de esta obra, y el hecho de que sea un “manga para niños” al tiempo que mantiene una profundidad que conmueve incluso cuando la leen adultos, universal en su significado, y por eso trascendente. Es tan interesante que incluso los niños de primaria pueden leerla con fascinación.
Yo mismo, de hecho, leí Black Jack por primera vez cuando estaba en la escuela primaria. Estaba tan absorto leyendo el manga en una librería (no es algo digno de elogio, pero algunas tiendas lo pasan por alto) que perdí la noción del tiempo, sentí que el corazón me latía con fuerza y, de repente, cuando me di cuenta, fuera ya había oscurecido. Y volví a casa en bicicleta, pedaleando a toda velocidad.
Es comprensible que los adultos dibujen cómics de temática médica para adultos. Sin embargo, cuando se dibuja un manga para niños, estos lo leen con entusiasmo. Estoy profundamente convencido de que Tezuka Osamu fue una persona asombrosa debido al valor universal que consiguió con su obra.
Como profesión que enfrenta a las personas con la vida y la muerte, el campo de la medicina está lleno de dramatismo. Las posibilidades que Black Jack abrió las desarrolló después el mundo del manga, y en las décadas de los ochenta y noventa se crearon varias obras, como Super Doctor K (Mafune Kazuo), Godhand Teru (Yamamoto Kazuki) y Iryū Team Medical Dragon (historia original de Nagai Akira, ilustraciones de Nogizaka Tarō), en las que médicos expertos desempeñaban un papel protagonista.
También apareció un manga con el propio nombre de la creación de Tezuka en el título, Black Jack ni yoroshiku (Saludos para Black Jack), de Satō Shūhō, mientras que otros médicos retroceden en el tiempo hasta finales del periodo Edo (Jin, de Murakami Motoka).
Se trata de cirujanos, como su predecesor (el protagonista de Black Jack ni yoroshiku sigue siendo un interno, pero su primer puesto fue en cirugía), aunque el campo se ha ampliado desde entonces para incluir medicina de catástrofes, obstetras, médicos escolares, radiólogos y otros diversos “médicos sucesores”. Hoy, cincuenta años después de que comenzara la serialización de Black Jack, incluso los psiquiatras infantiles aparecen en el mundo del manga.
Salvar una vida puede, quizá, cambiar la historia; pero una sola obra de arte puede lograrlo también. Ese ha sido el caso de Black Jack. Sin duda seguirá atrayendo a nuevos lectores y, como Sherlock Holmes, se convertirá en un personaje querido incluso después de cien años.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: un panel de la exposición Black Jack de Tezuka Osamu celebrada en Tokyo City View del 6 de octubre al 6 de noviembre de 2023 © Tezuka Productions)