La era del ‘Boogie Woogie’: la revolución de Kasagi Shizuko y Hattori Ryōichi
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El impacto del Jungle Boogie
En Yoidore tenshi (El ángel ebrio), de Kurosawa Akira, una mujer baila y canta con un melódico rugido: “¡U-uao, uao, uaooo, soy una pantera!”. El film, estrenado en 1948, lanzó al estrellato a un joven y salvaje Mifune Toshirō, e inmortalizó el desbordante carisma de una Kasagi Shizuko (1914-1985) en la cúspide de su carrera.
Mifune, que interpreta el papel de un yakuza, baila un jitterbug al son de Jungle Boogie, una pieza compuesta por Hattori Ryōichi con letra de Kurosawa. Y Kasagi —la “cantante de boogie”—, ataviada con un exótico vestido con una enorme pluma de adorno, destila un aura cargada de energía con su pequeña figura.
“Esta conocida obra transmite con gran vivacidad el fuerte impacto de Jungle Boogie décadas después de su lanzamiento. Es también una película de valor histórico y cultural, ya que constituye uno de los pocos documentos que se conservan de Kasagi Shizuko cantando y bailando”, explica Wajima.
Wajima bautiza como rizumu ongyoku este “arte que combina canción, baile, instrumentos y risas”, que triunfó entre antes y después de la Segunda Guerra Mundial y que es una fusión de novedades foráneas y sensibilidad oriunda. El investigador considera que Kasagi y Hattori son los máximos exponentes del género.
Atendiendo a la trayectoria de ambos artistas, Wajima se opone a la idea generalmente aceptada de la historia de la música popular nipona: “Quisiera cambiar la creencia de que la música japonesa renació de forma radical con la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial y la posterior ocupación estadounidense. Mi enfoque cuestiona también la perspectiva histórica de la música moderna que prioriza lo occidental y deja de lado manifestaciones como la música y los bailes de entretenimiento, y pone en duda la perspectiva histórico-cultural centrada en Tokio”.
Los inicios en la compañía Shōjo Kagekidan
Kasagi Shizuko nació en la prefectura de Kagawa en 1914 y se crio como hija adoptiva de una familia que regentaba unos baños públicos en un barrio popular (shitamachi) de Osaka. El primer arte que aprendió fue la danza tradicional japonesa. Se inició en ella cantando y bailando en los vestuarios de la casa de baños familiar y se hizo un nombre en el vecindario.
Después de terminar la educación primaria, en 1927, se presentó a la prueba de acceso para la Escuela Musical de Takarazuka, pero, según cuenta en su autobiografía, la descalificaron en el último chequeo físico y terminó ingresando en la compañía teatral Ōsaka Shōchiku Gakugekibu (predecesora de la Ōsaka Shōjo Kagekidan)
La compañía teatral de Takarazuka, que actuó por primera vez en 1914, estaba formada exclusivamente por graduadas de la Escuela de Música de Takarazuka y tenía la reputación de ofrecer espectáculos interpretados por “niñas de buena familia”. Por el contrario, la Shōchiku Gakugekibu, fundada en 1922 imitando la primera, contaba con muchos miembros de clase modesta entre sus filas y demostró un sólido profesionalismo desde el principio ofreciendo un entretenimiento adaptado a los gustos e intereses del público asistente.
Kasagi, que empezó su carrera artística como intérprete de nichibu (danza japonesa), se formó en canto de forma “casi autodidacta” y empezó a destacar como actriz cómica con dotes vocales.
Hattori Ryōichi: el profesor Mettel y el Dōtonbori jazz
Hattori Ryōichi nació en 1907 en un barrio popular de Osaka. Su padre recitaba naniwabushi y su madre destacaba en el Kawachi ondo, un estilo de canción para el baile bonodori. Aunque no nadaban en la abundancia, tenían un gramófono en casa. El compositor aprendió a interpretar naniwabushi y kouta ya de niño por imitación.
A los 15 años arrancó su carrera artística uniéndose como saxofonista a una banda musical de jóvenes formada por un restaurante especializado en anguila de Dōtonbori. Su primera actuación tuvo lugar el 1 de septiembre de 1923, el día del Gran Terremoto de Kantō. Dos años después, cuando empezaron las emisiones de radio en Japón, Hattori se unió a la orquesta montada por la Cadena de Emisión de Osaka (posteriormente, Orquesta Filarmónica de Osaka). Estudió armonía, orquestación y dirección en la residencia de Kōbe del director ucraniano exiliado Emmanuel Metter, que era el director titular.
El compositor también se vio muy influenciado por el jazz callejero, conocido como Dōtonbori jazz. A finales de la era Taishō (1912-1926), el jazz sonaba en los cafés (así se llamaban entonces los bares que servían bebidas alcohólicas y comida occidentales) y salones de baile del barrio de ocio de Dōtonbori, y había grupos de jazz que tocaban en barcas en el río del mismo nombre. Triunfaba especialmente un grupo llamado Kawai Dance, que tenía bailarines de claqué y geishas que tocaban el saxo, el clarinete y otros instrumentos.
El refuerzo de las regulaciones a finales de 1927 obligó a cerrar todos los salones de baile de la ciudad de Osaka, con lo cual la zona que flanquea la carretera nacional de Hanshin en Amagasaki (prefectura de Hyōgo) pasó a ser la meca de la cultura del baile. Hattori reunió a un grupo de músicos filipinos para montar una banda de jazz llamada Ryoichi Hattori and His Manila Red Hat Stompers y se curtió en el género con sus actuaciones por los salones de Amagasaki. A partir de entonces, tocó en orquestas y grupos de jazz, participando en una amplia variedad de actividades en cafés, salones de baile, radio, teatro, grabaciones de discos y cine.
Osaka, cuna de la cultura de los revue
Osaka fue la mayor ciudad de Japón —superando a Tokio— en población y economía desde finales de la era Taishō hasta principios de la era Shōwa (1926-1989), época que vio nacer allí un panorama cultural del entretenimiento propio en el que continuaron también las artes escénicas que venían existiendo desde los albores de la era moderna. Una manifestación representativa de esta cultura fueron los revue, espectáculos más centrados en la canción y el baile que en el argumento y los diálogos.
“Aquella tendencia se originó a partir del teatro Takarazuka de chicas y terminó engendrándose un nuevo formato interpretativo con una fusión japonesa y occidental que integraba elementos del kabuki, los espectáculos de barrio rojo y el vodevil de Dōtonbori”, apunta Wajima.
“Cada ciudad —Tokio, Osaka, Nagoya, Hakata, etc.— generó su propia cultura musical y escénica. El dúo entre Kasagi y Hattori se formó en la capital, pero sus talentos se forjaron y florecieron en la cultura de los barrios modestos de Osaka”.
“Si nos ponemos a comparar, podemos decir que en Tokio predominaba la tendencia —especialmente entre intelectuales— de considerar la música occidental, importada en forma de partituras, libros y discos, como la única música ‘buena’ y juzgar la música japonesa en función de cuánto lograra asemejársele. Los defensores de esta idea eran quienes dominaban el panorama musical”.
“En cambio, en Osaka se hacía más hincapié en lo divertido o interesante que resultara para el público que en seguir unas ciertas pautas. Quienes llevaban la voz cantante en la cultura no eran intelectuales ni burócratas, sino comerciantes prósperos, y se aceptaba mucho más la mezcla heterogénea de entretenimiento nuevo, de lo occidentalizado y lo local. Reinaba un ambiente de no hacer mucho caso a lo ortodoxo”.
Tanto Kasagi como Hattori procedían de familias modestas de Osaka y no recibieron una formación musical especializada enmarcada en la aceptación de la cultura occidental. Adquirieron sus habilidades a base de esfuerzo y práctica, decantándose por actuar para entretener al público sin someterse a ninguna regla. Fue esta actitud lo que los catapultó al éxito como dúo.
La reina del swing y su voz natural
El Gran Terremoto de Kantō, ocurrido en 1923, supuso un antes y un después en la historia de la música popular en Japón: “En el proceso de reconstrucción posterior, las compañías de Shōchiku, Tōei y Yoshimoto Kōgyō se expandieron a Tokio, con lo que la cultura escénica de Osaka, que mezclaba el estilo japonés y el occidental, se adoptó en la capital y se difundió por el resto del país a través del cine. El éxito a nivel nacional de Kasagi y Hattori, que se dedicaban principalmente al revue, fue posible gracias a la ‘expansión hacia el este’ de la cultura y el capital de Osaka”.
En 1932, la fusión de varios municipios creó la zona del “Gran Tokio” y al año siguiente Hattori decidió mudarse a la metrópolis. Kasagi fue a parar allí seis años después como miembro fundador del Shōchiku Gakugekidan, una compañía formada por hombres y mujeres para representar revue para adultos. Hattori, que se había dedicado a componer para Nippon Columbia en exclusiva, asumió también el puesto de director en el Shōchiku Gakueidan, donde conoció a la artista.
“El carisma de Kasagi floreció después de conocer a Hattori. Antes de eso, era una cantante autodidacta entregada al estilo del bel canto. Cuando Hattori vio que intentaba forzarse para sacar un tono más agudo, le aconsejó que cantara con su voz natural”.
Hattori sostenía la teoría de que el swing jazz con una big band solo podía interpretarse con la voz natural. Kasagi acabó siendo popularmente nombrada Reina del Swing por el tono y el color de voz “rotundos” y su “despreocupación natural”, típica de Osaka.
La prioridad del directo respecto al álbum
A partir de 1928, cuando discográficas de capital extranjero como Columbia y Victor Records se establecieron en Japón, se acuñó el término ryūkōka para designar la música popular en disco y las discográficas empezaron a acaparar a los artistas. El vinilo se convirtió en el formato musical por excelencia. Kasagi y Hattori, en cambio, componían sus piezas para interpretarlas en escenarios o películas; la grabación era un paso que se daba a posteriori.
Rappa to musume (La trompeta y la chica), de 1939, fue la obra maestra del dúo antes de la guerra. Hattori compuso esta pieza, caracterizada por la espléndida llamada y respuesta entre la trompeta y el scat de Kasagi, que emplea la voz como instrumento, pensando en el estilo de la cantante y su interpretación en revue.
“En las discográficas, las canciones populares se creaban dividiendo las fases del proceso (componer la letra, componer la melodía, hacer los arreglos). Lo normal era componer primero la letra en versos de 5 y 7 sílabas, y luego añadirle la música. Casi no existía la idea de componer una canción adaptándola al estilo particular del cantante. Al escribir las letras y hacer los arreglos él mismo para crear temas originales que pusieran de relieve el estilo de Kasagi, Hattori hizo algo revolucionario”.
Kasagi se convierte en la Reina del Boogie en la posguerra
Al declararse la guerra entre Japón y Estados Unidos a finales de 1941, se desterró la “música del enemigo” y se limitaron los repertorios de estilo estadounidense. Las canciones populares en disco y la música de baile pasaron a sonar en los actos de apoyo y los teatros del frente y de las fábricas. A pesar de que a Kasagi la tildaron de “cantante enemiga”, nunca dejaron de llegarle ofertas para actuar.
La canción Tokyo Boogie Woogie del dúo, lanzada después del fin de la guerra, en 1947, fue un auténtico bombazo. Los éxitos se fueron sucediendo en años posteriores con canciones como Jungle Boogie y Kasagi se consagró como cantante icónica con el apodo de la Reina del Boogie.
“El término swing abarcaba todos los estilos de jazz interpretados por una big band; uno de ellos era el boogie woogie, un estilo con un ritmo básico sin interrupciones para ser bailado. Las canciones y el estilo interpretativo de Kasagi no cambiaron significativamente de antes a después de la guerra, pero el ánimo con el que se acogió su música en la posguerra le otorgó un nuevo significado”.
“La democratización de Japón en la posguerra y la admiración por la cultura estadounidense también influyeron, pero creo que la imagen de Kasagi cantando y bailando era como una oda a la liberación. La sensación de afirmar el propio cuerpo y permitirse mostrar expresiones que salen de dentro no se consigue solo con escuchar un disco”.
Kaimono Boogie, una fusión de rakugo, dialecto de Osaka y ritmo
Wajima considera que la mayor obra maestra del dúo Kasagi-Hattori fue su último gran éxito: Kaimono Boogie (El boogie de las compras), de 1950.
La canción toma como tema la historia Nai mon gai (Compra de lo que no hay) de Kamigata rakugo y en ella la cantante explica en dialecto de Osaka que, con lo ocupada que está, le han encargado comprar un montón de cosas; pero, cuando va corriendo a la pescadería y la verdulería, no tienen nada de lo que necesita. Cada parte de la canción se enlaza con la siguiente con el verso “Wate honma ni yō iwan wa!” (¡Es que me quedo sin palabras!). Hay una llamada y respuesta con la banda que dice “Ossan, ossan” (Señor, señor) y termina con un Aa, shindo (Ay, no puedo más).
“Es un magnífico exponente de canción rítmica con una expresión única e inimitable que transmite la diversión que ofrecen al público los intérpretes de rakugo, naniwabushi y manzai explotando su carácter propio con el estilo de la música popular que bebe del jazz estadounidense”.
Wajima espera que la serie matinal Boogie Woogie de la cadena NHK vuelva a poner de relieve los logros del dúo y que se convierta en una buena oportunidad para replantearse la historia de la música popular japonesa.
Enlaces de YouTube
- Rappa to musume (La trompeta y la chica)
- Tokyo Boogie Woogie
- Jungle Boogie (El boogie de la selva)
- Kaimono Boogie (El boogie de las compras)
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Archivo Documental de Kasagi Shizuko.)