Robots de Todo a Cien: El mundo del legendario Yasui Tomohiro
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Productos de uso diario con formas inusuales
Patos de goma, marcas de conductor principiante, neumáticos, martillos sonoros de broma, bombas de succión de queroseno... Artículos cotidianos familiares y juguetes que todo el mundo conoce cobran vida en el libro Hyakkin guzzu kaizō hīrō daishūgō (Gran recopilación de héroes creados modificando artículos a cien yenes), como si cobraran vida. El autor es Yasui Tomohiro, el creador de todas esas figuras. Probablemente son muchos los que en su día vieron en las redes sociales y los medios un traje confeccionado con veinticuatro conos de tráfico. El vídeo, de tan solo siete segundos, en el que Yasui caminaba por un espacio solitario entre maleza escasa, con el traje puesto, se ha reproducido más de dos millones y media de veces, y ha recibido más de 170.000 “me gusta” en Twitter (datos de abril de 2022).
Si solo contara con estas obras Yasui podría parecer un simple artista tierno que se dedica a hacer muñecos para entretener a la gente. Pero su trabajo no se limita a eso. Algunas de sus obras, después de todo, se han llegado a vender en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, y ha sido seleccionado como uno de los 100 japoneses más respetados del mundo por la revista Newsweek. ¿Qué tipo de persona es Yasui? Empecemos por presentar el kami-robo (“Robot de papel”), quizá la clave para contestar a la pregunta.
Kami-robo y Ganpura
El kami-robo es un robot de papel de entre 15 y 20 cm que Yasui lleva fabricando desde que era estudiante de tercer curso de primaria. El cuerpo entero del robot puede moverse libremente gracias a un mecanismo de movimiento conjunto denominado Yasui jime, que ideó él mismo. El creador, aficionado de niño a la diversión de poder moverlos con mucha mayor libertad que en el caso de los modelos de plástico comunes, comenzó a idear y producir uno tras otro, y a jugar con ellos como si fueran luchadores profesionales. De ese modo cada uno de estos kami-robos fue desarrollando y mostrando, dice Yasui, su propia personalidad y antecedentes de forma natural. En la actualidad hay más de seiscientos kami-robos.
En un mundo ideal cualquier persona que realice un trabajo creativo debería recibir una dosis de reputación mundial por su trabajo. Sin embargo, Yasui ha experimentado sentimientos encontrados al respecto.
“En principio creé los kami-robos solo para poder jugar yo solo. Me daba bastante vergüenza que la gente me viera”.
Yasui cuenta que los comienzos de esos sentimientos se remontan a sus días en la escuela primaria: la base de todo fue darse cuenta de que sus amigos no tenían ningún interés en los kami-robos, pese a que se habría alegrado mucho si hubiera creado para ellos un buen modelo de plástico del anime Mobile Suit Gundam, de gran fama en todo el mundo (modelo que normalmente se denomina Ganpura, de “Gundam plastic”).
“Me dolió mucho la reacción de un amigo que vio un kami-robo y se rio de él. Quería tener productos ya hechos, como los ganpuras, pero no le interesaban los robots hechos a mano con papel. Me di cuenta de que ahí trazaba una clara línea...”
Cuando entró a la escuela secundaria dejó de fabricar kami-robos. Luego, al unirse al club de fútbol, se lanzó al mundo exterior.
Sin embargo, a medida que se alejaba del mundo de los kami-robos y pasaba sus días de instituto tratando de encubrir su “pasatiempo de otaku”, se fue dando cuenta de que algo no iba bien. No sabía cómo encontrar algo con lo que se identificara. Y cuando estaba en tercer año del instituto, sintió ganas de volver a probar su mano con los kami-robos. Sacó sus robots, que tenía sellados, y comenzó a crear otros nuevos. Cuenta que experimentó una nueva sensación cuando enfrentó los kami-robos recién hechos con los que había creado en el pasado.
“Había una clara diferencia entre los viejos y nuevos, como la diferencia que existe entre estudiantes de distintos cursos; se veía una clara línea de tiempo real. Cada uno de los robots vivía en un mundo propio. Desde el instante en que tuve esa sensación, la historia de cada kami-robo comenzó a expandirse, y su mundo creció aún más”.
Kami-robo Fight, un éxito internacional
Después de graduarse en la universidad y trabajar para una empresa que fabricaba disfraces para héroes de películas de tokusatsu, así como para una empresa que producía máscaras para la lucha libre profesional, Yasui continuó haciendo kami-robos mientras realizaba trabajos de modelismo por cuenta propia. La visión de Yasui de un mundo de “lucha libre de los kami-robos”, que hace que los robots deban pelear entre sí, se fue expandiendo sin parar. Y cuando Yasui cumplió treinta años, llegó un punto de inflexión.
Yasui le mostró sus robots en cierta ocasión al director de arte Aoki Katsunori, a quien había conocido a través de su trabajo; Aoki le sugirió tras un tiempo que anunciara ese producto: había quedado fascinado por aquella visión del mundo de los kami-robos, y sintió, según dice, que aquello era verdadera creatividad.
Yasui se sintió muy feliz por el entusiasmo de Aoki, pero todavía sentía vergüenza por su afición. Pese a no tener las cosas claras, decidió anunciar sus robots. Además de algunas presentaciones en exposiciones nacionales e internacionales, Yasui realizó también un evento en directo bajo el título Kami-robo Fight, en el que hizo una demostración de lucha libre con sus creaciones.
Como consecuencia los robots lograron una gran popularidad, y una respuesta mucho mayor de lo que Yasui esperaba. Su reputación se extendió más allá de las fronteras, hasta que comenzaron a llegar críticas de lugares que el creador no esperaba, como el MoMA o la revista Newsweek, además de que sus imágenes se habían publicado en su libro de texto de arte que usaban en el instituto.
También comenzó en las redes sociales una serie audiovisual de kami-robo, la cual generó una rabiosa afición; su entusiasmo ha continuado, inagotable, durante años. Posteriormente los aficionados comenzaron a converger gradualmente. En 2013 Yasui decidió detener la producción de Kami-robo Fight tras una fatídica confrontación final con la que resolvía la historia.
Cómo hacer frente a la vergüenza
Han pasado casi diez años desde entonces.
Las oportunidades de sacar al público los kami-robos han disminuido, pero el mundo creado por Yasui ha seguido evolucionando. Uno de los nuevos desarrollos consiste en que los robots se pueden ahora fabricar con materiales diferentes al papel. Como consecuencia de ese proceso nacieron los “muñecos de artículos diarios”, y este libro.
“Se me ocurrió subir a Twitter una foto de un pato de goma que había completado, y se llevó unos 250.000 ‘me gusta’. Nunca habría imaginado una respuesta así. Durante la pandemia muchas personas sufren y se sienten deprimidas; ya que hay gente que disfruta de este tipo de cosas, voy a intentar hacer más y publicarlas, pensé”.
Los “muñecos de artículos diarios” están hechos a base de productos familiares que todos conocemos. Yasui parte también del deseo, por otro lado, de mostrar externamente su propio mundo interior, y aún siente cierta vergüenza, como en el caso de los kami-robos. En ese sentido, para él es una sensación a caballo entre el ganpura y los kami-robos.
“En realidad poseo también algo parecido al punto de vista de un adulto tranquilo, que piensa que si hago las cosas de esta manera, puedo sacar al exterior el mundo de los kami-robos que llevo dentro... Sigo sintiendo la misma vergüenza ante la idea de mostrarme a mí mismo, pero creo que recientemente he aprendido un poco más sobre cómo manejarla (risas)”.
“Este también tiene su personalidad y su pasado.”
Yasui se ríe a menudo de sí mismo, mientras asegura que le da vergüenza su propia visión interna del mundo, pero cuanto más habla más se entusiasma y se adentra en lugares profundos de su mente. Las historias de dos de sus kami-robos, en particular, revisten fuertes sentimientos para él: Birdman (hombre-pájaro), que se planta al frente del escenario con su pose estelar, y Madronek Sun, que vive en un mundo al que el sol no alcanza.
“En cierta ocasión una persona que vino para una entrevista me preguntó si podía, para la foto final, sacar una imagen del robot rojo (Birdman) y el amarillo (Madronek Sun) peleando. En ese momento me puse a pensar… Este tipo también tiene su personalidad, tiene un pasado. Madronek Sun no es nada sociable, así que nunca haría eso; yo sé perfectamente que no querría. Pensé que no debíamos enfrentarlos…”
Yasui relata ese recuerdo con un suspiro de emoción. Mientras le oía hablar como si los sentimientos de Madronek Sun se hubieran convertido en los suyos propios, empecé a sentirme confundido acerca de la historia por un momento, pero al notar su pasión me sentí conmovido. Cuando terminó de hablar, Yasui se echó a reír como si acabara de volver en sí.
Al mismo tiempo que se sumerge en lo profundo de su propio mundo interior, mantiene una línea de visión objetiva para observarse a sí mismo desde el exterior. Por eso sentí que Yasui había podido transmitirme los sentimientos de Madronek Sun como si fueran algo real.
Durante las dos horas que duró la entrevista me vi completamente absorto por el mundo de Yasui. Espero que el lector eche un vistazo a una parte del mismo a través de esos cien productos del libro Hyakkin guzzu kaizō hīrō daishūgō. Le aseguro que querrá saber más sobre el profundo mundo de Yasui, aún en expansión.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Yasui Tomohiro sonríe ante los robots que ha creado con su visión única del mundo. Queda en mi memoria la pasión con la que habla sobre ese mundo, como si quisiera profundizar en su comprensión – Imagen del autor)
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