La pandemia frena la reconstrucción en Minamisanriku

Sociedad

Abe Tadayoshi, exfuncionario del ayuntamiento de Minamisanriku, creó la mascota de la localidad y está involucrado en proyectos relacionados con la reconstrucción, tales como un centro de capacitación. Sus esfuerzos comenzaban a dar frutos cuando llegó la pandemia. Hoy trabaja para proteger los empleos de los habitantes de la comunidad.

Un pisapapeles de pulpo que se convirtió en amuleto para aprobar exámenes

El distrito de Iriya se encuentra en una zona montañosa a unos cinco kilómetros al noroeste del Centro Comercial Sun Sun de Minamisanriku-Shizugawa, en el centro de Minamisanriku (prefectura de Migayi). El símbolo del lugar es el santuario de Iriya Hachiman. Ahí, en medio de una atmósfera fría y silenciosa, tras subir unas largas escaleras empedradas, se encuentra una llamativa estatua de un pulpo rojo de bronce consagrada junto al pabellón principal.

Abe Tadayoshi, de 63 años, director del Centro de Capacitación de Minamisanriku y oriundo de Iriya, dice que jamás imaginó ver consagrado este pulpo en un santuario. Su nombre es Octopus-kun (Pulpito). Esta mascota, representativa de Minamisanriku, fue creada por Abe y se la puede encontrar en todos los rincones de la ciudad.

La estatua de bronce de Octopus-kun consagrada en el santuario de Iriya Hachiman.
La estatua de bronce de Octopus-kun consagrada en el santuario de Iriya Hachiman.

Octopus-kun nació en 2009. Abe trabajaba como funcionario del ayuntamiento en un área relacionada con el turismo cuando se percató de que la ciudad era conocida por algunos de sus productos alimentarios, pero que casi no había artesanías o recuerdos de la zona, así que creó un pisapapeles con forma de pulpo, un producto famoso del lugar. El pisapapeles empezó a venderse como amuleto para aprobar exámenes y se convirtió en un recuerdo muy popular debido al juego de palabras entre la pronunciación de octopus y su parecido con la frase en japonés oku to pasu, una frase que podría ser traducida como “si lo colocas (en el escritorio), aprobarás”.

Para comenzar su producción en masa, Abe convirtió la fábrica de su padre en un taller en el que elaboraba regularmente los pisapapeles durante sus días libres. Desgraciadamente, nos cuenta, el tsunami provocado por el Gran Terremoto del Este de Japón arrasó hasta con los cimientos del edificio.

Octopus-kun se convierte en un aliciente

Octopus-kun se convirtió en un aliciente para la ciudad cuando intentaban resurgir de las cenizas. También ha aumentado la variedad de productos de este personaje y se siguen fabricando en el Taller YES, establecido en el distrito de Iriya.

Abe pensó que mientras pasaba el tiempo suficiente para que la industria local se reabriera, este taller serviría para dar trabajo a los habitantes de lugar. En ese entonces, creyó que dos años bastarían, pero los productos de Octopus-kun fueron muy bien recibidos por el público, en parte por el apoyo que recibían las zonas afectadas por el desastre, y le fue imposible dejarlo. Hasta la fecha continúa con su labor en el taller.

Además de esto, también administra el centro de capacitación con alojamiento Minamisanriku Manabi no Sato Iriyado y está a cargo de iniciativas para experimentar la agricultura, entre otras cosas.

Tanto en el taller como en el centro de capacitación contrata personal. Abe está convencido de la necesidad de apoyar a sus vecinos para devolver la vitalidad a la ciudad. Han pasado 11 años desde el desastre y Abe ha visitado cada uno de los rincones de Minamisanriku sin tomarse un respiro.

En el letrero del Centro Comercial Sun Sun de Minamisanriku-Shizugawa también se encuentra Octopus-kun.
En el letrero del Centro Comercial Sun Sun de Minamisanriku-Shizugawa también se encuentra Octopus-kun.

Dar prioridad a la realización de los demás

Aproximadamente a las 3:25 p. m. del 11 de marzo de 2011, 40 minutos después del terremoto, un tsunami azotó la ciudad de Minamisanriku. Inmediatamente después del terremoto, Abe huyó junto con cerca de 200 habitantes a un espacio verde en una zona elevada. Sin embargo, le preocupaba la situación en el ayuntamiento, su lugar de trabajo, y decidió volver a la ciudad. Cuando llegó a un puente que cruza el río Hachiman, el miedo se apoderó de él y desistió. Justo después de regresar a la zona alta donde se refugiaba, el tsunami arrastró consigo el edificio del ayuntamiento y a todos los trabajadores que estaban ahí.

Poco después, tuvo la impresión de que la zona donde se refugiaba tampoco era totalmente segura y guio a los habitantes para cruzar la montaña y llegar a un lugar con una mayor altitud, la escuela primaria de Shizugawa. Se vieron obligados a vivir en el refugio unos días. En una de esas noches, a pesar de que en el gimnasio de la escuela había cerca de mil personas de todas las edades, el silencio era sepulcral. Abe dice que en ese momento experimentó algo que jamás había sentido: de pronto tuvo la impresión de que cada persona era una célula y que todas juntas se convertían en un solo organismo.

En el refugio, las personas se ayudaban mutuamente para sobrevivir. Incluso los niños pequeños sobrellevaban la situación tranquilos, sin llorar. Esa imagen en la que todos se convertían en uno solo quedó grabada en su memoria.

Conforme avanzaba la reconstrucción, las personas comenzaron a trasladarse a casas prefabricadas o a sus nuevas residencias, por lo que el organismo se fue desarticulando. Las personas dieron prioridad a su bienestar individual sobre el grupal. Aunque era algo natural, esto le entristeció.

“La realización de los demás prevalece sobre la autorrealización” se convirtió en su lema y comprendió que para lograrlo era necesario que existiera un espacio y empleos en los que todos pudieran vivir en comunidad.

Tras el desastre, la altitud de la ciudad se elevó unos diez metros y se reconstruyó el puente sobre el río Hachiman. Al fondo a la derecha se observan las obras del monumento conmemorativo 311 Minamisanriku, diseñado por el arquitecto Kuma Kengo.
Tras el desastre, la altitud de la ciudad se elevó unos diez metros y se reconstruyó el puente sobre el río Hachiman. Al fondo a la derecha se observan las obras del monumento conmemorativo 311 Minamisanriku, diseñado por el arquitecto Kuma Kengo.

Octopus-kun se convierte en un negocio

El 1 de abril, pocas semanas después del desastre, Abe fue reubicado como director del Centro Comunitario de Iriya. Ya que la zona de Iriya, en la parte interior de la ciudad, sufrió relativamente pocos daños, se convirtió en la puerta de llegada de los voluntarios. Mientras trabajaba como responsable de la zona para las labores de recuperación y reconstrucción, conoció a cerca de 140 estudiantes, profesores y empleados de la Universidad Taishō que habían llegado desde Tokio como voluntarios. Este encuentro fue crucial tanto para Abe como para Minamisanriku.

Un día de abril, una persona que había comprado un recuerdo de Octopus-kun antes del desastre se acercó a Abe para decirle que había sentido la necesidad de entregárselo. Unos estudiantes de la Universidad Taishō que atestiguaron el encuentro le preguntaron sobre el origen de la mascota y le propusieron la idea de resucitarla después del desastre. Abe consideraba que era inapropiado hacer algún proyecto ligero con Octopus-kun. Sin embargo, las palabras de los estudiantes fueron el impulso que necesitaba para llevarlo a cabo. Habló con una empresa manufacturera en la ciudad de Takaoka (prefectura de Toyama), con la que tenía relación, para encargarle el trabajo. En mayo, se celebró un mercadillo en la escuela secundaria de Shizugawa para apoyar la reconstrucción y se vendieron aproximadamente 500 recuerdos de Octopus-kun.

Entonces pensó que podía hacer de esto un negocio para revitalizar la ciudad. Al siguiente mes se estableció la asociación para la revitalización Minamisanriku Fukkō Dako no Kai, y en julio se inauguró el Taller YES, en una antigua escuela remodelada. En noviembre, se consagró la estatua de bronce en el santuario de Hachiman. Gracias a las personas que apoyaron la reconstrucción de la zona, las ventas anuales de Octopus-kun alcanzaron los 100 millones de yenes.

El Taller YES, que se encuentra en la antigua Escuela Secundaria de Iriya, una construcción de madera, y Octopus-kun. (Imagen de la asociación para la revitalización Minamisanriku Fukkō Dako no Kai)
El Taller YES, que se encuentra en la antigua Escuela Secundaria de Iriya, una construcción de madera, y Octopus-kun. (Imagen de la asociación para la revitalización Minamisanriku Fukkō Dako no Kai)

Conforme la ciudad recobraba su vitalidad, el señor Abe pensó que Octopus-kun podría convertirse en un símbolo de la zona. Para conseguir que más gente lo conociera empezó a considerar convertirlo en una mascota yurukyara de la zona y elaborar una botarga para que alguien la vista. Algunas personas opinaron que era inadecuado pensar en una mascota de ese tipo tras del desastre, pero Abe no desistió y Octopus-kun se convirtió en yurukyara en julio de 2012.

Además, al mismo tiempo, creó un proyecto para establecer un centro de capacitación en Minamisanriku. Este pudo avanzar rápidamente gracias al apoyo financiero de la Universidad Taishō.

En marzo de 2013 se completó la construcción del centro de capacitación con alojamiento Minamisanriku Manabi no Sato Iriyado. Desde su inauguración, más de 30 agrupaciones, provenientes de universidades y empresas, hacen uso de sus instalaciones al año, además de que está cobrando popularidad entre particulares, que suman más de 8.500 visitas al año.

Minamisanriku Manabi no Sato Iriyado, en el distrito de Iriya.
Minamisanriku Manabi no Sato Iriyado, en el distrito de Iriya.

Esfuerzos ensombrecidos por la pandemia

Tanto el Taller YES como el centro de capacitación Iriyado comenzaban a rendir frutos. Los ingresos eran relativamente estables hasta que la pandemia puso un freno a todo.

Iriyado se vio particularmente afectado. En el año fiscal 2020, el número de huéspedes se redujo en un 52 % con respecto al año anterior y los ingresos cayeron 36 millones de yenes. Pudo mantenerse a flote gracias a fondos de la municipalidad y colaboraciones financieras por Internet, pero la situación continúa siendo difícil para este centro. El atractivo principal del lugar eran el aprendizaje experimental y el trabajo en campo del desarrollo regional, algo que ahora es imposible de ofrecer. Actualmente, el centro se ha puesto manos a la obra para proporcionar experiencias virtuales.

Además, las ventas de los productos de Octopus-kun también se han reducido a casi la mitad de lo que alcanzaron en su mejor momento en la reconstrucción.

Para Abe, lo más complicado ha sido conseguir los fondos y siente que tiene que arreglárselas por sí mismo para proteger el sustento de cerca de 30 personas.

Chocolates Kit Kat de Nestlé con la imagen de Octopus-kun. A la venta desde febrero de 2022.
Chocolates Kit Kat de Nestlé con la imagen de Octopus-kun. A la venta desde febrero de 2022.

Abe nos confiesa que pensaba retirarse cuando el negocio se estabilizara. Pero sus planes se vieron frustrados por la pandemia. En estas circunstancias, considera que sería imprudente dejarle la responsabilidad a alguien.

También nos dice que la gente lo anima a no desistir, pero él considera que esforzarse es la parte más fácil. Inmediatamente después del desastre, pasó varios días sin dormir sin ningún problema. Lo realmente difícil no es esforzarse, sino conseguir resultados, asegura.

Eso es justamente lo que más anhela en este momento: resultados. Le gustaría que el negocio mejorara incluso en medio de las difíciles condiciones que supone una pandemia. Para lograrlo sigue trabajando con su objetivo en mente, pero a veces se pregunta si sus esfuerzos realmente traen beneficios a la ciudad.

Volviendo a la comparación que hizo con un organismo, dice que quizás él es una célula cancerosa y que sus acciones podrían ser contraproducentes para la ciudad. También nos revela que un compañero que lo apoyó se esforzó tanto que cayó enfermo y que sospechó de su responsabilidad en lo sucedido.

En contraste, dice, también quiere hacer algo por las personas que perdieron la vida.

Algunos de sus compañeros de la municipalidad murieron en el tsunami y ellos, en el pasado, habían calificado positivamente su trabajo y lo apoyaron. Un amigo de la infancia de Abe, que murió por una enfermedad hace unos años, al ver su trabajo en la reconstrucción de Minamisanriku, lo animó diciéndole que la ciudad estaría bien porque él estaba ahí.

Muchos jóvenes admiran a Abe por su larga lucha. Algunos estudiantes de la Universidad Taishō que conocieron la zona cuando fueron como voluntarios se han mudado a Minamisanriku. Abe confía en que en el futuro podrá entregarles el testigo.

Fotografía del encabezado: Abe Tadayoshi, un hombre ingenioso de Minamisanriku. Incluso después de dejar su puesto en la municipalidad en 2015, continúa estando a cargo de proyectos como el Centro de Capacitación de Minamisanriku.

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