El ‘boshi techō’, un sistema japonés implantado en 50 países del mundo
Familia Intercambio internacional Vida- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Todo empezó en Indonesia
El manual de salud maternoinfantil (boshi techō) nació en 1948, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial. La pequeña cartilla, que empezó como un registro del embarazo y luego pasó a incluir la información sanitaria del niño desde su nacimiento hasta el ingreso en la escuela primaria, ha protegido la vida de un sinfín de madres e hijos, contribuyendo al buen desarrollo de los pequeños.
“Habiendo sido pediatra en Japón durante tantos años, daba por sentada la existencia del boshi techō. Pero, cuando me fui a trabajar a Indonesia, vi que allí no había ningún registro que reuniera toda la información de la salud de madres e hijos”, comenta Nakamura Yasuhide, presidente de Amigos de la OMS Japón. El pediatra se trasladó a Sumatra en calidad de especialista de un proyecto sanitario para la región de Sumatra Septentrional gestionado por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) en 1986. En aquella época muchas madres perdían la vida dando a luz y muchos niños morían antes de cumplir los cinco años: “El peso de los bebés y su historial de vacunación se apuntaba en una precario tríptico de papel. No era raro que se acabara perdiendo o mojando. Además, como en Indonesia la vacunación infantil se completa poco después del año, prácticamente nadie lo guardaba pasado ese tiempo. Ahí fui consciente de lo fantástico que era el manual de salud maternoinfantil de Japón”.
Al revisar la historia sanitaria de Japón, Nakamura constató que la mortalidad infantil se había reducido desde antes de que llegaran las técnicas de medicina avanzada: “Los ODS (objetivos de desarrollo sostenible) establecen una tasa de mortalidad infantil de 12 bebés por cada 1000 nacimientos para el año 2030. Japón alcanzó esa cifra hace más de 50 años, cuando aún no contaba con respiradores, solo con la introducción de la incubadora, manteniendo la temperatura del neonato, hidratándolo y alimentándolo poco a poco, y aplicando medidas higiénicas para evitar las infecciones. Pensé que, junto con los esfuerzos de médicos y enfermeros, el manual de salud maternoinfantil había desempeñado un papel importante en la reducción de la mortalidad infantil”.
Sorprendidos ante los chequeos médicos de los bebés en Japón
Nakamura regresó a Japón después de haber pasado 2 años y 3 meses en Sumatra. En invierno de 1992 lo visitaron dos médicos indonesios. Como parte de su formación, asistieron a chequeos médicos de bebés por todo Japón y les sorprendió que en todas partes las madres llevaran su boshi techō para que asistentes sanitarios y médicos registraran datos en él.
“Queremos usar ese manual en Indonesia”, dijeron ambos con un interés ardiente a pesar de estar sufriendo con el frío del invierno nipón. A Nakamura le encantó su entusiasmo, pero tuvo que ponerles los pies en la tierra. No bastaba con distribuir el boshi techō y empezar a utilizarlo. Debían entender bien su contenido tanto los médicos y enfermeros, para hacer las anotaciones debidas, como los padres y madres de los niños. Implantar el sistema iba a requerir formación y su difusión podía ser un camino espinoso.
“Respondieron que querían intentarlo a pesar de todo y que en su país ya tenían algo que podía servir de base, y me mostraron un volumen con la portada amarilla”, explica Nakamura. Resultó ser un manual de salud maternoinfantil que él mismo había elaborado con otros médicos durante su estancia en Indonesia: “Al volver a ver aquel libro en Japón me quedé de piedra y me dio una gran alegría”. Aquel fue el verdadero punto de partida del proyecto del boshi techō en Indonesia.
Lo primero que tuvieron que plantearse fue por qué zona iban a empezar. Si elegían un lugar poco poblado, iba a ser difícil comprobar los resultados; en una gran ciudad, iban a necesitar una cantidad enorme de mano de obra y capital. Al final se decantaron por Salatiga, una ciudad de 150.000 habitantes situada en la región de Java Central. El criterio para su elección fue que contaba universidad, hospital y un nivel educativo relativamente alto entre la población joven.
Se estimó el número de bebés que nacerían en un año a partir de la población y la tasa de natalidad y se preparó una cantidad bastante superior de manuales. Sin embargo, al poco de empezar a distribuirlos se informó de que no había suficientes: “Nos desplazamos a la zona para ver qué estaba pasando y resultó que también acudían madres de las zonas vecinas. Al preguntarles para qué habían ido, respondían que habían oído que iban a darles ‘algo valioso’. La red de madres funcionaba tan bien que difundió la información bastante más rápido que la Administración. Además —y ese es uno de los motivos por los que me gusta Indonesia—, el personal del centro de salud no negaba los manuales a las personas de otros lugares, sino que les agradecían que hubieran acudido y se los entregaban de buen grado. Así es normal que no bastaran (risas)”.
Ilustraciones para hacer frente al bajo índice de alfabetización
El índice de alfabetización de Indonesia, más bajo que en Japón, representaba un obstáculo. El boshi techō, además del registro de datos, contiene advertencias sobre el embarazo e información necesaria para la crianza del niño. En la versión indonesia se decidió incluir muchas ilustraciones y así se logró elevar el nivel de conocimientos de las madres aunque no supieran leer: “No nos limitamos a traducir el manual japonés tal cual porque cada país tiene su cultura y su sistema sanitario. Lo diseñamos para que en él se pudiera guardar la tarjeta de papel que ya usaban allí”.
El recurso de incluir ilustraciones se aplicó después en otras partes de Indonesia y en otros países en los que se implantó el sistema. En la actualidad el boshi techō se utiliza en unos 50 países, repartidos principalmente entre Asia y África. Los padres conservan con cuidado los ejemplares de esas cartillas diseñadas teniendo en cuenta la realidad de cada país. El doctor Nakamura afirma que su difusión en otras partes del mundo trajo ciertos descubrimientos: “Como en Japón existía desde que terminó la guerra, no sabía señalar claramente qué efectos había tenido su introducción. Para calcular esos efectos, es necesario comparar a aquellos que tienen el manual y aquellos que no. Pero en Japón ya no era posible meter a ciertas personas en el grupo de los que no lo tenían. Logramos ver los resultados claramente comparando el antes y el después en países donde se introdujo el sistema por primera vez. El estudio aportó datos muy valiosos para Japón”.
La digitalización a la que debe aspirar Japón
Lo que Nakamura quisiera introducir en el boshi techō japonés es la digitalización. En otros países como Vietnam, hace bastante tiempo que lleva un código QR en la portada que permite leer los datos con un teléfono inteligente: “Me pareció muy útil. Las madres tienen smartphone, así que pueden acceder a la información en todo momento, estén donde estén. Aun así, estoy en contra de la digitalización total porque creo que la versión en papel también ofrece sus ventajas”.
A propósito de lo que acaba de exponer, Nakamura explica el siguiente episodio: “En un instituto de bachillerato japonés, una comadrona impartía una clase sobre el boshi techō y los alumnos tenían que leer su propio manual, con anotaciones como ‘Se ha puesto de pie por primera vez. ¡Qué alegría!’ o ‘Hoy ha empezado a caminar’, cada una con su fecha. Al ver lo que había escrito en su cartilla, una chica rebelde dijo que al volver a casa iba a darle las gracias a su madre. Me emocioné de pensar que el boshi techō era como un tesoro para madres e hijos”.
¿De maternoinfantil a paternoinfantil?
El manual para registrar la salud de madres e hijos nació en 1948 con el nombre de boshi techō (manual maternoinfantil) y se rebautizó como boshi kenkō techō (manual de salud maternoinfantil) en 1966, pero la alegría que sienten las mujeres al enterarse de un embarazo es la misma por más que cambie el mundo.
El manual de salud maternoinfantil lo elaboran los Gobiernos locales y, con la creciente implicación del hombre en la crianza de los hijos, cada vez más administraciones consideran que la expresión boshi (maternoinfantil) no se adecúa a los tiempos actuales y deciden cambiarle el nombre por el de oyako kenkō techō (manual de salud paternoinfantil).
“Al introducir el sistema en el extranjero, les sugerimos que en lugar de llamarlo maternoinfantil lo llamen de padres e hijos, pero la mayoría de los países prefieren llamarlo maternoinfantil. En África hubo una anécdota conmovedora en relación con eso”, apunta Nakamura.
En la ceremonia de inauguración de la Novena Conferencia Internacional sobre el Manual de Salud Maternoinfantil, que tuvo lugar en Camerún en 2015, acudieron ocho ministros cameruneses, incluido el de Sanidad. A Nakamura le extrañó tanta participación ministerial y preguntó a la ministra de Agricultura, sentada junto a él, el motivo de su asistencia. Esto fue lo que le respondió: “Como primera mujer al cargo del Ministerio de Agricultura, quiero conocer los problemas que afrontan las mujeres en el campo. No es raro que las trabajadoras de ese sector den a luz en casa y mueran o sufran problemas de salud por ello. Mi deseo es que las mujeres embarazadas o que acaban de tener un hijo puedan reincorporarse al trabajo sanas y salvas. Por eso doy todo mi apoyo y me intereso tanto en ese manual que protege la vida de madres e hijos”.
“Entendí que en aquel país el boshi techō constituye una herramienta para proteger la vida de las mujeres. Al abrirlo, uno ve que todas las páginas del manual contienen ilustraciones de hombres: en una aparece uno fumando tachado con una gran cruz, en otra sale otro cuidando de un bebé… Aunque el título reza maternoinfantil, también sirve para mostrar que la crianza no es un trabajo exclusivo de las mujeres. Me pareció que tenía una función importantísima”.
Nakamura sigue trabajando por hacer llegar el boshi techō a todos los rincones del mundo. En 2018 la Asociación Médica Mundial declaró que todas las asociaciones médicas debían hacer un mayor uso del manual y él espera que cada vez más países lo adopten.
“Hace algunos años visité Salatiga, la primera ciudad de Indonesia donde introdujimos el boshi techō. Hablando con el taxista, casualmente salió el tema del manual, me dijo que él tenía uno y me llevó a su casa para mostrármelo. Su mujer sacó el ejemplar y, orgullosa, me explicó dónde había apuntado los datos del embarazo y el parto como si fuera una profesional de la salud. Al final me preguntó ‘¿En Japón también tienen un sistema tan bueno?’. Fue la mejor alabanza que podía haber recibido”.
Autor: Nakamura Yasuhide
Editorial: Junposha Co., Ltd.
Fecha de publicación: 28 de agosto de 2021
Volumen: 180 páginas
Precio de venta: 1.760 yenes (impuestos incluidos)
ISBN: 978-4-8451-1708-6
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: En la isla indonesia de Bali, una mujer embarazada y su pareja sostienen el manual de salud maternoinfantil que han llevado a una cita médica. Imagen cedida por el entrevistado)