La historia del G-Shock, el reloj indestructible
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Todo comenzó con un plan de una sola frase
Un reloj robusto que no se rompe si se cae.
En 1981, cinco años después de incorporarse a Casio Computer, Ibe Kikuo presentó una propuesta con solo diez palabras. Fue entonces cuando chocó con alguien y su reloj se cayó, rompiendo el cristal y desparramando las agujas y la tapa trasera.
Me quedé perplejo ante el hecho obvio de que “¡los relojes pueden romperse!”, pero al mismo tiempo, presenté la propuesta con el único impulso de que “si existe un reloj que no se rompe, seguro que hay alguien que se alegrará de tenerlo”. Una propuesta de una sola frase, sin planes estructurales, diseños experimentales ni público objetivo, dio lugar al nacimiento del G-Shock.
“Cuando se me ocurre una idea, la pongo en práctica inmediatamente. No tenía ninguna idea concreta, pero jamás imaginé que se convertiría en un reloj con seguidores en todo el mundo”, recuerda.
Lo diseñó teniendo en mente a cinco obreros que trabajaban cerca del Centro Técnico de Hamura. En aquella época, los golpes y las vibraciones en el uso de palas, martillos y taladros de roca eran el peor enemigo del reloj. Ninguno de los trabajadores de la obra llevaba reloj. Mientras pensaba en su desarrollo, Ibe se dijo a sí mismo: “Seguro que a los obreros les preocupa saber cuándo es la hora de comer y de regresar a casa. Voy a crear un reloj que se pueda utilizar también en la obra. Seguro que habrá un nicho de mercado para esto”.
Una idea que se le ocurrió a punto de presentar la renuncia
En el curso de sus experimentos, se fijó un objetivo concreto. El equipo de desarrollo lo bautizó como “Project Team Tough” para conseguir “El Triple 10”: una resistencia capaz de soportar una caída desde una altura de 10 metros, una impermeabilidad de hasta 10 bares (100 metros de profundidad) y una duración de la batería de 10 años.
Al no disponer de equipos de laboratorio, se repitió la prueba utilizando un método primitivo que consistía en dejarlo caer desde la ventana del aseo de la segunda planta del edificio de la empresa. Aunque el corazón del reloj estaba recubierto de goma o uretano, se rompía. Y reforzar una parte podría provocar defectos en otras. En un año aproximadamente, el número de prototipos diseñados había superado el centenar.
Ibe, que estaba a punto de abandonar el desarrollo, tomó la decisión de presentar su dimisión a la semana siguiente y se puso a trabajar en vacaciones en su oficina para poner en orden sus asuntos. Para cambiar de aires, se dirigió al parque situado junto al centro técnico, donde los niños jugaban alegremente con una pelota. Mientras los observaba, le vino la imagen del módulo flotando en una bola.
En lugar de intentar hacerlo resistente, pensó que sería mejor hacerlo menos susceptible a los golpes.
Así es como se le ocurrió la estructura hueca, en la que el módulo se apoya en cada punto de la caja, haciendo que parezca flotar en el aire. Esta es la clave de la resistencia a los golpes de los G-Shocks actuales. Tras dos años de desarrollo luchando con la reducción de tamaño y más de 200 prototipos, el primer modelo de G-Shock, el DW-5000C-1, se lanzó en 1983.
Su popularidad se dispara en Estados Unidos, no en Japón
Durante un tiempo, las ventas fueron lentas.
“Los relojes de vestir delgados estaban en la cúspide de su popularidad, y no pensamos que un G-Shock voluminoso pudiera a ser popular. En aquella época, muchas relojerías ganaban dinero con la reparación de relojes, y eran reacias a vender relojes que no se rompían”.
La popularidad del G-Shock se inició en Estados Unidos.
En un controvertido anuncio de televisión, el G-Shock se presentaba como un disco de hockey sobre hielo que podía ser golpeado con un palo y seguir manteniendo la hora exacta en el guante del portero que lo cogiera. Cuando un programa de noticias nacional lo probó, el G-Shock resultó ser irrompible. Todas las dudas se despejaron, y la resistencia del G-Shock fue reconocida al instante y las ventas aumentaron. Pero Ibe pensó que sería un fenómeno temporal.
“Tras el lanzamiento de G-Shock, me encargué de los relojes de alta calidad y bajo precio para el mundo en desarrollo”, dice. “En aquella época, la fuerza de la marca Casio era tan débil que nuestros clientes nos decían que nuestros productos no se venderían si costaban más de 4.000 yenes. Cuando nos enteramos de que los G-Shocks de más de 10.000 yenes iban bien en Estados Unidos, no podíamos imaginar un boom mundial”.
Un boom arrasador que, más que alegrarles, les mantuvo demasiado ocupados
En la década de 1990, cuando se lanzó el G-Shock de diseño redondo y más robusto, fue adoptado por la moda callejera estadounidense, que usaba tallas grandes. La resistencia del G-Shock también fue un gran éxito entre los skaters, para quienes las caídas eran un hecho, y los surfistas, para quienes la impermeabilidad era una necesidad. Al mismo tiempo, la moda de la calle comenzó a despegar en Japón, y el boom del G-Shock estaba finalmente en marcha también en el país.
Después de unos diez años de desarrollo, el duro trabajo finalmente dio sus frutos, pero Ibe dice que no tuvo tiempo para alegrarse.
“Hubo un gran auge en las ventas”, dice, “y los minoristas pedían a gritos que nos diéramos prisa en hacer los envíos. En la empresa cundió el pánico para ajustar las líneas de producción y adquirir piezas. La escasez era tal que tuvimos que ordenar a nuestros empleados que no compraran G-Shocks. Fue una época agitada”.
El reto de aumentar el valor de la marca
Mientras el boom del G-Shock continuaba, Ibe se centraba en “aumentar el valor de la marca Casio”. Después de haber tenido problemas para vender relojes de bajo precio, y de haber experimentado casi una década de escasas ventas de G-Shocks con precios entre 10.000 y 20.000 yenes, éste era un reto que abordaría durante el resto de su vida como desarrollador.
El primer paso fue lanzar un proyecto para desarrollar un G-Shock totalmente metálico (MR-G). El concepto consistía en animar a los jóvenes a seguir utilizando los relojes G-Shock incluso después de haber encontrado trabajo, pero también era un reto para la gama media de precios de unos 40.000 yenes. El cambio de un exterior de plástico a uno de metal supuso un reto para la construcción resistente a los golpes, pero el reloj se lanzó con éxito en 1996. También ha demostrado sus habilidades además de G-Shock. En 2004, la empresa lanzó el OCEANUS OCW-S1000, el reloj solar por radiocontrol más fino del mundo en ese momento. Esta era otra carcasa metálica técnicamente difícil, y se vendía por 60.000 yenes, un rango superior.
Desde 2008, Ibe ha intervenido en eventos de aficionados llamados “SHOCK THE WORLD” en todo el mundo, compartiendo su historia de desarrollo. Ibe dice que aprende el idioma local para hacer presentaciones, afirmando que “Para aumentar el poder de la marca, tenemos que contar bien la historia de nuestros productos”.
“He hablado en más de 30 países, pero no se me dan bien los idiomas. Los fans de G-Shock saben que presento en el idioma local, así que no puedo dejar de hacerlo ahora. El mensaje principal que quiero transmitir a lo largo de la historia del desarrollo es ‘Nunca, nunca, nunca te rindas’. Espero que al desafiarme a hablar el idioma local pueda transmitirlo mejor”.
Evolucionando hacia algo más que un reloj de pulsera
El G-Shock, con la estructura resistente a los golpes desarrollada por Ibe en su núcleo, ha evolucionado tanto funcionalmente como en términos de diseño, impulsando el valor de la marca Casio. Hoy en día, cada vez hay más modelos en la gama media y alta de precios, y muchos de los mejores de la serie MR-G superan los 300.000 yenes. Para su 35.º aniversario, la empresa lanzó un G-Shock de oro puro, que se agotó inmediatamente en las 35 unidades a pesar de su elevado precio de 7,7 millones de yenes (sin impuestos).
“Ha pasado de ser un simple reloj a ser una pieza que puedes llevar para expresarte. Me preocupaba que, con la llegada de los teléfonos móviles y los smartphones, los relojes dejaran de venderse, pero G-Shock tiene tantos seguidores que ya no me preocupa en absoluto”.
En realidad, las ventas de la década de 2010 han superado las del boom de los 90. De hecho, algunos analistas creen que la difusión de los teléfonos inteligentes ha facilitado el seguimiento de la hora a personas que nunca habían llevado un reloj, y que esto ha hecho que aumente el número de personas que quieren llevar un reloj con un diseño que les guste.
Algunos dicen que si no se rompe, no es bueno para el negocio, pero Ibe afirma que “La resistencia de los relojes es lo que los hace dignos de confianza, y las personas que se convierten en fans poseen más de uno para poder combinarlos con su vestuario y estados de ánimo”.
Ibe también se ha comprometido a formar a la próxima generación de desarrolladores, por ejemplo, impartiendo clases de invención en las escuelas primarias. Es difícil crear algo nuevo en una época en la que hay tantas cosas por ahí, dice, pero tiene algunas palabras de ánimo para sus colegas más jóvenes:
“Los ingenieros actuales son buenos, pero creo que son demasiado serios. Hay que ser más atrevido. Cuando incorporamos las técnicas tradicionales del edokiriko (un tipo de vidrio facetado de Edo), makie (laca dorada o plateada) y el teñido con índigo para diseñar el OCEANUS, nos sorprendió una y otra vez que Japón tuviera esas técnicas. Si desenterramos las técnicas de la artesanía tradicional y las combinamos con la tecnología más avanzada, podremos crear infinidad de cosas nuevas. Estoy deseando ver esa flexibilidad de pensamiento y acción”.
El sueño de Ibe es que los relojes G-Shock se vendan en las relojerías del espacio en 2035. “El entorno es mucho más duro que en la Tierra, así que tenemos que mejorar la resistencia de nuestros relojes”, dice Ibe. Cuando su sueño se haga realidad, Ibe tendrá 83 años. Como desarrollador, también es robusto e imperturbable en su búsqueda.
Fotografías del equipo editorial de nippon.com.
Fotografía del encabezado: En el laboratorio de control de calidad del Centro Técnico de Hamura.
(Traducido al español del original en japonés.)