“Dialogue in the Dark”, una oportunidad para experimentar la oscuridad total
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Al otro lado de la puerta se extendía una oscuridad total.
Caminaba con miedo, en un lugar al que no llegaba ni un rayo de luz. Intentaba anticipar el camino con el bastón blanco que había recibido en la entrada, pero aun así me sentía inseguro y me temblaban las piernas.
Los guías de este espacio son invidentes. Tengo la impresión de que caminaban por las instalaciones sin ningún problema. Para ellos, esta oscuridad es cotidiana.
Avanzar paso a paso, confiando en las palabras y el apoyo de mi guía. Superar los desniveles, cruzar puertas, buscar la silla con las manos. Escuchar con atención los ruidos de las cosas o de los insectos. Descalzarse y sentir seguridad al poner los pies sobre las esteras tatami.
En estas circunstancias, tenemos que dejar de depender de la vista y recurrir a otros sentidos. Este espacio ayuda a crear una relación horizontal en la que los visitantes y los guías pueden establecer una serie de “diálogos”.
Un guía que ha acompañado a más de 10.000 personas
Dialogue in the Dark nos ofrece un espacio en total oscuridad para disfrutar de la comunicación y la compañía de personas con discapacidad visual. Esta práctica fue creada en 1988 por el filósofo alemán Andreas Heinecke. Hasta el momento, se ha llevado a más de 50 países y más de nueve millones de personas la han experimentado. Llegó a Japón por primera vez en 1999 y en estos momentos se puede disfrutar en Takeshiba, Tokio.
En otros países se presenta casi con total fidelidad la versión alemana de Dialogue in the Dark, pero en el caso particular de Japón, los contenidos en la oscuridad son diferentes. Se puede disfrutar de la riqueza de las cuatro estaciones, por ejemplo, a través de la sensaciones que se despiertan al pisar las hojas secas o con el olor de la tinta para caligrafía, entre muchos otros elementos japoneses que estimulan los sentidos, con excepción de la vista.
Hiyama Akira lleva 19 años como guía de esta práctica en la oscuridad. Tanto sus compañeros como los participantes lo conocen con el apodo de Hiyamacchi y es una persona de trato fácil con una forma de hablar muy amigable.
Hiyama es invidente total de nacimiento. Cursó su educación en una escuela para personas con discapacidad visual y después estudió informática en la Universidad Vocacional Técnica de Tsukuba (ahora Universidad Tecnológica de Tsukuba), institución especializada en la enseñanza superior para personas con discapacidades visuales o auditivas.
Su primer contacto con Dialogue in the Dark fue gracias a un excompañero de la universidad, quien después de su graduación le habló de esta práctica, que le pareció muy interesante.
Hiyama nos dice que, para él, entrar en el espacio solo significa cruzar una cortina y que, justamente por eso, fue sorprendente darse cuenta de que la oscuridad representaba una presencia tan imponente que incluso paralizaba a los participantes capaces de ver.
A pesar de todo, señala, los participantes se van acostumbrando poco a poco a la oscuridad. Mientras se hablan entre ellos comienza a disminuir su inseguridad y buscan con las manos las cosas dentro de la penumbra. Algunas personas se echan sobre las hojas secas e incluso hay niños que se las meten a la boca para comprobar que son reales.
También nos revela que jamás imaginó que gracias a esta práctica descubriría que las personas empiezan a tocar cada una de las cosas y acercarlas a la boca, tal como lo hacen los bebés y comienzan a recurrir a sus otros sentidos, lo que les permite hacer progresos importantes en poco tiempo.
Dialogue in the Dark es una experiencia en la que tanto los guías como los participantes pueden ver las cosas desde perspectivas diferentes.
Este mundo acabó por cautivar a Hiyama y decidió hacer de él la fuente de su sustento. En los 19 años que lleva trabajando en Dialogue in the Dark, ha guiado a cerca de 10.000 personas por la oscuridad.
Disfrutar de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos a través de sus sonidos
Hiyama estuvo involucrado desde hace cinco años en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020, eventos deportivos que vieron nacer muchas historias en el verano de 2021. Estuvo presente en la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016, donde participó como miembro del equipo en la entrega de bandera a los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Para Hiyama, los Juegos Olímpicos de Tokio, que se celebraron un año después de lo previsto, representaron una gran oportunidad de ver las cosas desde otra perspectiva.
Debido a la pandemia, muchas competiciones se llevaron a cabo a puerta cerrada. Hiyama pensó que, gracias al silencio, se podrían apreciar mejor ciertos sonidos y buscó las transmisiones en internet.
Simplemente disfrutar de los sonidos e imaginar, a través de ellos, el dinamismo de los deportes.
Nos describe que a través de los audífonos pudo apreciar, en el caso del tenis de mesa, el momento en el que el jugador imprimía más fuerza gracias al sonido que emitía la pelota. También pudo escuchar la respiración de los deportistas y, lo que más le sorprendió, nos dice, fue descubrir la fuerza del sonido del agua durante los partidos de waterpolo.
El vigor de los sonidos también nos permite conocer nuevos deportes. Por ejemplo, el skateboard acaparó la atención del público como nueva disciplina olímpica y Hiyama imaginaba esta disciplina a través de los sonidos que hacían los skates al deslizarse. Pensaba qué movimientos podrían darse con cierto sonido o cómo avanzaba la competencia. Hay cosas que solo se pueden disfrutar si es imposible verlas.
Hiyama es un gran aficionado de los deportes, particularmente del béisbol y del equipo Hanshin Tigers. Nos dice que se hizo fan de este equipo cuando descubrió que había un jugador que tenía su mismo apellido, Hiyama Shinjirō (retirado en el año 2013), aunque con un kanji diferente.
Después, empezó a practicar grand softball, béisbol para invidentes. Este deporte, de origen japonés, se juega haciendo rodar un balón de softbol a toda velocidad y bateándolo. Las indicaciones para saber si se está en zona de strike o la dirección a la cual se debe correr las da el entrenador o el receptor con palmadas. Hiyama siguió practicando este deporte dinámico que ayuda a afinar el sentido del oído y por esta razón comprende los movimientos y el desarrollo de los partidos de béisbol.
También cuenta con experiencia en otros deportes como el goal ball, que se juega anotando goles mientras se intercambia un balón que hace ruido. Que él mismo sea un deportista le ayudó a imaginar fácilmente lo que sucedía en las competiciones y pudo disfrutar plenamente de los Juegos Olímpicos a través de sus sonidos.
Hiyama también nos cuenta que algunos de sus compañeros y compañeras más jóvenes de la escuela para personas con discapacidad visual son miembros de la selección de goal ball.
El equipo masculino se quedó en los cuartos de final, pero el femenino consiguió la medalla de bronce.
En estos Juegos Paralímpicos compitieron en 22 disciplinas, en nueve de las cuales participaron jugadores con discapacidad visual, tales como el judo, fútbol 5 adaptado y triatlón, entre otros deportes bastante dinámicos. Los deportistas japoneses consiguieron grandes resultados.
Hiyama nos dice que le gustaría que más gente pudiera darse cuenta, a través de los Juegos Paralímpicos, de hasta donde pueden llegar las personas con discapacidad.
La enorme y profunda cultura de la ceguera
Como consecuencia de la pandemia, en fechas recientes, Hiyama ha hecho talleres en línea. Dialogue in the Dark está abierto al público con un aforo limitado, y el año pasado, durante el estado de emergencia, se suspendió temporalmente la práctica. Así descubrió que estos tiempos exigen experiencias que se puedan llevar a cabo vía remota.
Ideó un taller adecuado a la realidad de la pandemia y se propuso crear un “mapa de sensaciones”. Los participantes, que se reunieron a través de internet, tuvieron que hacer un mapa de sus lugares favoritos con referencias en las que se utilizaran todos los sentidos, con excepción de la vista.
Cuando terminan sus mapas basándose en sensaciones tales como los olores que emanan de los restaurantes, los semáforos con sonido, la sensación de inclinación del terreno en las suelas de los zapatos al caminar y el frío que se siente al pasar frente a las tiendas de 24 horas, lo comparten con los demás para imaginar juntos esos lugares. Es interesante descubrir cuántas referencias de olores, sonidos o sensaciones con nuestras extremidades tenemos de los caminos que frecuentamos.
Dialogue in the Dark es una experiencia que nos permite encontrarnos con lo desconocido. Hiyama pensaba que la oscuridad era indispensable para lograrlo, pero descubrió que, aunque las actividades virtuales no se pueden comparar con la oscuridad, sí nos permiten hallar nuevas perspectivas.
La pandemia nos puede ayudar a ver las cosas desde un nuevo punto de vista para arriesgarnos a intentar cosas diferentes. Este ímpetu es, quizá, algo único en Hiyama, quien diariamente saca el mayor provecho de los sentidos con excepción de la vista.
Cuando termina el paseo por Dialogue in the Dark, viene una de las partes favoritas para Hiyama: presenciar la reacción de los participantes al salir de las tinieblas.
Algunas de las que más le han sorprendido son las personas que expresan que sentían como si volvieran a la realidad después de leer una novela, o de un viaje al extranjero, o los niños que gritan de emoción al volver a ver la luz.
Gracias a esta experiencia pude comprender que existe una profunda y extensa cultura de la ceguera. Quienes no dependen de la visión tienen una perspectiva diferente del mundo y con esta práctica podemos adentrarnos un poco en ella.
Esta experiencia no es un lugar para compadecerse de las personas con discapacidad visual, sino un espacio para reflexionar sobre cómo cada persona tiene un particular punto de vista.
Más información
Fotografía del encabezado: Hiyama, guía de la práctica Dialogue in the Dark. (Imagen del autor)
Personas con discapacidad Juegos Paralímpicos Discapacidad visual