Precedentes de los deportes olímpicos en el ‘Morisada Mankō’
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Un innegable parecido con el hockey
El Morisada Mankō, enciclopédica obra de modas y costumbres escrita en el siglo XIX por Kitagawa Morisada, incluye la ilustración que aparece arriba, y que representa a tres personas jugando al gitchō.
La de la izquierda, que pese al aspecto femenino que le da su peinado es en realidad un joven, porta un tsue (bastón) con un tsuchi (cabeza de martillo) en su extremo. El segundo joven por la derecha se lleva a la cabeza un mari (pelota). Se jugaba haciendo caer la bola desde esa posición y golpeándola con el bastón hacia el campo contrario. Una especie de hockey.
Morisada explica que, en su origen, el gitchō se practicaba a caballo y que de su antigüedad dan prueba las referencias al juego que encontramos en el Man’yōshū (poemario del siglo VIII) y en el Shoku-Nihongi (libro histórico del mismo siglo). Sería equivalente, pues, al actual polo.
El gitchō a caballo debió de transmitirse a Japón durante los siglos VIII y IX, y durante los periodos Nara (710-794) y Heian (794-1185) se practicó anualmente en ambientes palaciegos dentro de las festividades del Tango no sechie, que se celebraban el quinto día del quinto mes. A partir del periodo Kamakura (1185-1333) tuvo fases de decadencia, pero durante el periodo Edo (1603-1868) revivió debido a que Yoshimune, octavo shōgun de los Tokugawa, lo promovió como entrenamiento para las batallas ecuestres, según se explica en la web oficial de la Agencia de la Casa Imperial.
Las masas, que no montaban a caballo, lo practicaron a pie.
El tercer personaje de la ilustración, a la derecha, lleva lo que parece una cinta con un lazo en su extremo. Se la llamaba buri-buri y había quien la usaba en vez del bastón.
En la película Honnōji Hotel, protagonizada por la actriz Ayase Haruka, en la que una mujer contemporánea viaja en el tiempo hasta el periodo Sengoku (siglo XVI), vemos cómo los niños se divierten lanzando una pelota con estos buri-buri. Morisada explica que al principio se jugaba bien con bastón, bien con cinta, y que fueron los niños los que combinaron ambos elementos.
Se dice que una forma primitiva de hockey existió ya en el antiguo Egipto, de lo cual darían testimonio murales de hace cerca de 4.000 años. En el mundo moderno, el hockey se formó como deporte en la Inglaterra del siglo XIX, donde existía ya una asociación. Pero, como hemos visto, en Japón algo muy similar existía ya desde muchos siglos atrás.
Por cierto, en el gitchō la bola se llevaba en la mano derecha y el bastón en la izquierda. Según algunos, la expresión hidarigitcho (zurdo), podría tener la misma etimología.
Embriones de deportes en las festividades del Año Nuevo
Los niños del periodo Edo no tenían muchas cosas con las que divertirse. Y aunque pudieran tenerlas, solo durante el Año Nuevo podían usarlas a placer. Es lo que ocurría con el mari y el tsue usados en el gitchō, que partió siendo un deporte típico de esas fechas, según Morisada.
Otro de los juegos del Año Nuevo era el hanetsuki, precedente del actual bádminton.
Cuando llegaba el Año Nuevo, muchos niños conseguían con su insistencia que sus padres les compraran la bola y el bastón, o bien las paletas con el volante. Los chicos, además del gitchō, practicaban también con arco y flechas de juguete. Las chicas jugaban con las paletas y el volante. En el libro Hinami Kiji (1676), que contiene explicaciones sobre los actos anuales que se celebraban durante la primera parte del periodo Edo, dice que estos juegos tenían ya notable arraigo.
Otro juego del Año Nuevo era el temari (literalmente, “bola de mano”), parecido al actual voleibol. Se jugaba desde muy antiguo, según Morisada, tratando de evitar que la bola cayera al suelo y contando los golpes conseguidos.
Morisada señala también que en el apartado dedicado al Año Nuevo de 1223 del anuario histórico del periodo Kamakura Azuma kagami se hace referencia ya al temari y aventura que pudo empezar a difundirse entre las clases superiores en esa época pero que no sabe cuándo llegó a las clases populares. En todo caso, añade que para la era Shōhō (1645-1648) era ya común ver a los niños jugando al temari en el Año Nuevo.
Los japoneses nacidos en la era Shōwa (1926-1989), seguramente recordarán haber jugado o haber visto jugar al hanetsuki y al temari.
El hanetsuki todavía se practicaba como diversión del Año Nuevo y durante los recreos de la escuela muchos niños formaban corros para darle a la bola.
El arco y las flechas, los “juguetes” de los hombres
Hay que hablar también del arco y las flechas, es decir, del moderno tiro con arco.
En Japón existe el kyūdō (literamente, “camino del arco”) como actividad propia de la clase guerrera, pero las clases populares también practicaron algo parecido con arcos de pequeño tamaño en los llamados yōkyūba, espacios regentados por comerciantes que ponían sus puestos en los lugares más frecuentados y en los accesos a templos y santuarios de Asakusa, Nihonbashi, Ryōgoku, Kanda y otros barrios de Edo (actual Tokio). La ilustración que viene a continuación, parte de un makimono (rollo) llamado Shokuninzukushi ekotoba, muestra (centro, parte superior) a un monje budista practicando el tiro con arco en el yōkyūba de Asakusa-Okuyama.
La mujer que está a su lado es la yabaonna (responsable del puesto). De estas mujeres se decía que se prostituían con los clientes. Y estos lugares eran al mismo tiempo casas de apuestas.
Okuyama, nombre que recibe el área situada en la trasera del templo Sensō-ji, era uno de los lugares de ocio más conocidos de Edo; Nihonbashi-Yokkaichi, como su nombre indica, alojaba una popular feria; en Ryōgokubashi-Nishi abundaban las casas de té y los puestos comerciales, y en los accesos a templos y santuarios de Kanda-Myōjin había también okabasho (prostíbulos no autorizados). Así pues, los espacios para la práctica del tiro al arco se enmarcaban en el mundo del “entretenimiento para hombres”.
Sabemos que en los yōkyūba se usaban pequeños arcos de 85 centímetros y flechas de 27,8 centímetros. No era nada fácil acertar, pues los blancos, de solo nueve centímetros de diámetro, se colocaban a una distancia de unos 13,6 metros.
Por lo visto, muchos hombres atraídos por el dinero “fácil” se pasaban el día en estos lugares de práctica del tiro con arco. Morisada nos ha dejado los nombres de dos ases de la época: Gorō y Hidehiro, aunque este segundo podría haberse leído de alguna otra forma. Si hubieran nacido en nuestros días, quien sabe si no habrían llegado a medallistas olímpicos.
Kishino Yūzō, experto en educación física de la Universidad de Tsukuba, sostiene que con su amor por todos estos juegos y entretenimientos, la población urbana del Japón del periodo Edo contribuyó a desarrollar lo que más tarde se llamaría “deportes”. Según el experto, cuando los deportes propiamente dichos se difundieron por Japón durante la era Meiji (1868-1912), se fundieron con aquellos viejos entretenimientos tan arraigados en la población, de una forma que hace sentir que estos perviven hoy en día en el olimpismo.
Bibliografía: Kinsei ni okeru Edo shomin no supōtsu ni kan suru ichishiron (“Ensayo sobre los deportes de las clases populares de Edo en la Edad Moderna”, Tōyō Hōgaku)
Fotografía del encabezado: Jóvenes jugando al gitchō en ilustración de Morisada, que la copió de una similar aparecida en el Segen mondō, un libro publicado durante la era Manji (1658-1661). (Fotografía: Morisada Mankō, colección de la Biblioteca Nacional de la Dieta)
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