Takanashi Sara, una esquiadora excepcional con 60 títulos mundiales
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“¿Cuándo superaré ese muro?”. La ausencia total de sonrisa en el rostro de Takanashi Sara transmitía frustración y pesadumbre. El 25 de febrero de 2021, la saltadora ganó el bronce en la prueba de trampolín normal femenino del Campeonato Mundial de Esquí Nórdico que tuvo lugar en Oberstdorf, Alemania. Entró en el medallero dos años después de haber quedado sexta en 2019.
Sin embargo, ese no era el resultado que esperaba Takanashi, que, después de haber participado en seis campeonatos sin alcanzar el podio, esta vez apuntaba a subir a lo más alto. Por eso no celebró su bronce y, al terminar la competición, declaró sin tapujos: “Francamente, estoy muy decepcionada”. Probablemente la frustró no lograr su objetivo aun sabiendo que se había esforzado más que nadie.
Apuntando a la cima del mundo con la máxima dedicación
Takanashi, que se declaró desengañada con la medalla de bronce que obtuvo en Pieonchang 2018, sus segundas olimpiadas, solo aspira al primer puesto mundial. Concentrada exclusivamente en escalar a la cima internacional, la deportista ha corregido su técnica y viene consagrándose al entrenamiento para “reinventarse desde cero”.
Acumular esfuerzos de cara a la victoria es algo que hacen todos los atletas, pero la dedicación de Takanashi destaca del resto. “Doy importancia a todos y cada uno de mis saltos”, afirmó una vez hablando de cómo enfoca su disciplina. Y sus actos reflejan sus palabras. El modo en que sacude la cabeza o se queda pensativa como si no viera lo que tiene ante los ojos al completar un salto corrobora que nunca deja de poner conciencia en lo que hace, ni siquiera al entrenar.
Takanashi no solo está pendiente de sus saltos; también observa con mucha atención los de otros deportistas durante los entrenamientos: “Quiero fijarme en cualquier técnica que me pueda servir, aunque sea un poco, para incorporarla”.
Ese deseo insaciable de superarse y mejorar no se limita a la competición; también se muestra en los estudios, por ejemplo.
Al terminar la escuela secundaria, Takanashi ingresó en la Grace Mountain International School de la ciudad de Asahikawa. Como el centro no está reconocido por el Ministerio de Educación, sus alumnos debían superar el Examen de Certificación de Nivel de Bachillerato para poder acceder a un programa universitario normal o de dos años. La saltadora lo aprobó a los cuatro meses de empezar los estudios, demostrando una rapidez excepcional en adquirir las competencias académicas necesarias para presentarse a las pruebas de acceso de la universidad. Encima, lo logró desplazándose regularmente por Japón y por otros países.
Takanashi explica así su método de estudio: “(Los días que podía asistir a clase) tomaba el primer tren del día, que sale a las 5:30 de la mañana, y, aprovechando incluso los trayectos de ida y vuelta, estudiaba unas 11 horas diarias. Cuando estaba de viaje, también sacaba tiempo entre los entrenamientos para el estudio”.
La capacidad humana como recurso
Las proezas académicas de Takanashi no terminan en el instituto. En octubre de 2020, la saltadora ingresó en un curso de posgrado de medicina de la Universidad de Hirosaki y empezó a formarse en medicina social. Su programa se centra en el estudio de la medicina del deporte, pero ella quiere que sus investigaciones repercutan en su capacidad competitiva.
Es también digna de recordar su forma de proceder tras haberse quedado a un puesto del podio en los Juegos de Sochi en 2014, cuando, tras buscar las causas de su fracaso, dio con el concepto de capacidad humana. “Al haber vivido siempre en el reducido mundo del deporte, me falta tener algo de lo que ocuparme y hacer para ser un miembro de la sociedad”. Takanashi era cada vez más consciente de que ella también carecía de esa capacidad humana a la que otros atletas medallistas otorgaban tanta trascendencia. Para desarrollarla mejor, probó cosas como ir sola de restaurantes, comprar un billete y viajar en tren o cuidar su vestuario. Aunque fueran acciones demasiado insignificantes para que los demás las consideraran manifestaciones de capacidad humana, la esquiadora las ejecutaba convencida de que todo contribuía a potenciar su potencial competitivo. La idea era aprovechar la vida cotidiana para practicar el esfuerzo.
Habiéndose entregado hasta tal punto al salto, le dolió mucho que se le escapara aquel ansiado primer puesto mundial. Pero, a pesar del modo en que asumió sus resultados, los de su entorno los vieron de una forma muy distinta.
En la Copa del Mundo de Esquí Alpino de esta temporada, Takanashi ha obtenido tres medallas y ha batido su propio récord histórico de victorias en su disciplina (para hombres y mujeres), un hito por el cual la han loado ampliamente medios de todo el mundo, incluida la importante red televisiva paneuropea Eurosport.
Los sesenta triunfos que lleva a sus espaldas la deportista atestiguan la batalla al más alto nivel que viene librando en el último decenio, desde su primera victoria en 2012. Potencias del esquí como Eslovenia y Austria han estudiado la posición de salida y el momento de despegue idóneos para la fuerza y la complexión femenina de Takanashi para implementarlos. Especialmente en estos últimos años, en que soplan los vientos del cambio de generación, Takanashi se ha ganado el respeto de muchos países como pionera que se ha mantenido en primera línea durante una larga temporada.
“He visto mis posibilidades”
Al preguntarle el motivo por el que no había conseguido el oro a pesar del titánico esfuerzo invertido, Takanashi respondió: “Creo que, si existe un dios (del salto), me está diciendo que me esfuerce más”. Todavía no es suficiente; hay que elevar el nivel de dedicación… Aun después de tantos años de aprendizaje, no hay lugar para concesiones.
Takanashi obtuvo la medalla de plata en trampolín largo, última prueba del Campeonato Mundial, que tuvo lugar el 3 de marzo, después de las competiciones por equipos. Aquel día tampoco se hizo con el oro, pero le cambió la expresión de la cara: “Desde que competí en las olimpiadas de Pieonchang, he estado buscando mi propio estilo de salto con el método de ensayo y error, y al fin noto que he logrado materializar ese esfuerzo y saltar a mi manera. He visto mis posibilidades y he clavado el último salto”. Está claro que no tiene ninguna intención de bajar el listón. El reto de Pekín 2022 la espera.
Takanashi Sara
Nacida el 8 de octubre de 1996. Natural de Hokkaidō. Se inicia en el salto de esquí a los 8 años, en 2004. En 2011, con solo 15 años, gana la Copa Continental de Saltos de Esquí y se convierte en la ganadora más joven de una competición reconocida por la Federación Internacional de Esquí (FIS, por sus siglas en francés). En la temporada 2012-2013 se alza como la campeona individual total de menor edad de la historia de la Copa del Mundo de Esquí Alpino de la FIS. En las olimpiadas de Sochi 2014, queda cuarta en trampolín normal individual y, en Pieonchang 2018, logra una flamante medalla de bronce. Marca un nuevo récord de victorias en su disciplina al lograr su sexagésima medalla en el Campeonato Mundial de Esquí Nórdico de 2021. (Redactado el 17 de marzo de 2021).
Fotografía del encabezado: La victoria de Takanashi Sara en la Copa del Mundo de Esquí Alpino de Rasnov (Rumanía), el 19 de febrero de 2021, sumó una sexagésima medalla mundial a su colección. (© AFP/Jiji.)