Kawasaki Rena: una joven activista japonesa movida por la ilusión
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Una privilegiada muy consciente de las desigualdades
Kawasaki Rena se ha educado en colegios internacionales desde que iba al jardín de infancia, y es que sus padres querían que fuera capaz de expresarse perfectamente en inglés. “Los dos hicieron parte de sus estudios en Estados Unidos”, explica, “y, según dicen, allí sintieron que no tenían suficiente nivel de inglés para expresarse”. Tenía ocho años cuando fue consciente, por primera vez, de que había vivido en un entorno privilegiado. La ocasión se la deparó el libro Randoseru wa umi wo koete (“Mochilas escolares que cruzan los mares”), que encontró en una biblioteca. Era un álbum fotográfico que explicaba cómo se hacía llegar a los niños afganos mochilas escolares usadas por niños japoneses. Muchas escuelas habían sido destruidas en el conflicto afgano y las mochilas japonesas, muy resistentes, hacían también las veces de mesas.
“Yo podía permitirme el lujo de pensar, cualquier mañana, que no tenía ganas de ir a la escuela. Pero aquellos niños tenían que luchar cada día para poder ir a la escuela. Sentía una mezcla de incredulidad y de rabia”.
Sintió también que, en tanto formaba parte de los “privilegiados”, tenía la obligación moral de pasar a la acción y hacer algo por aquellos niños. Se puso a pensar entonces qué podía hacer. Junto a algunos compañeros de clase, abrió un puesto en un festival escolar para vender artículos de escritorio, postales y otras cosas hechas a mano, y el dinero que obtuvo lo envío a un campo de refugiados.
Una generación que aprovecha los recursos de la era digital
En 2020, cuando la pandemia imponía un ambiente de clausura, ella supo aprovechar todas las posibilidades que le daba internet para comunicarse en línea y crecer.
“En la escuela las clases empezaron a impartirse online, y en casa me sobraba el tiempo. En esa época, yo sentía que por muchos años que pasasen, mis actividades no iban a conseguir cambiar nada. Me preguntaba cómo podía sacar adelante los temas que me interesaban y no encontraba la respuesta”.
Entonces conoció, a través de internet, el sistema de internado (pasantía) para universitarios que estaba promoviendo la ONG con base en Texas (EE. UU.) EarthX, dedicada a los problemas medioambientales. Ella vivía en Japón y además era todavía estudiante de secundaria, pero se animó a contactar con la organización para solicitar una plaza. Tuvo que mandar varios mensajes para convencer a los responsables de que la admitieran. “Siendo ya interna (pasante), actué como moderadora en un evento online y allí fue donde conocí a varios jóvenes que dirigían la sección internacional de la organización Earth Guardians”.
Kawasaki pertenece, como aquellos jóvenes, a la Generación Z de los nacidos dentro de la cultura digital, y se propuso aprovechar su facilidad innata para crear una red y tratar de cambiar el mundo. Con esas ideas puso en pie la sección japonesa de Earth Guardians.
Hoy en día, dicha sección cuenta en todo Japón con cerca de 50 miembros de entre 11 y 18 años, alrededor de los cuales se organizan muchos proyectos, que van desde conferencias en Zoom en las que los jóvenes pueden transmitir sus ideas a los políticos, a actividades de limpieza de cauces fluviales en la prefectura de Osaka.
Sostenibilidad también en la diversidad individual
La empresa japonesa Euglena, con un amplio rango de actividades en campos como la alimentación o los biocarburantes para reactores, estableció en 2019 el cargo de CFO (Chief Future Officer) para jóvenes de hasta 18 años, como una forma de implicar a las nuevas generaciones en la actividad empresarial. Kawasaki, que para entonces había puesto en marcha ya la sección japonesa de Earth Guardians pero quería probar suerte también en actividades empresariales, se presentó y obtuvo el puesto.
“Hablé sobre sostenibilidad con los cinco ‘Future Summit Members’ (elegidos de entre quienes se presentaron al puesto de CFO). La sostenibilidad no afecta solo al medioambiente, incluye también la eliminación de la desigualdad de oportunidades de realización personal. Sería aspirar a tener un ambiente en el que pueda sostenerse la salud física y mental de la gente. El trabajo me sirvió para ser más consciente de todos esos aspectos”.
Junto a los ‘Future Summit Members’, Kawasaki ha hecho varias propuestas a la empresa sobre el tema de la innovación para el bienestar. Dos temas fueron especialmente estimulantes: la realización en la propia empresa de un taller para conocerse mutuamente y promover la tolerancia hacia la diversidad, y la introducción de un nuevo sistema de formación de recursos humanos.
“Si se quiere una empresa que realmente proteja la diversidad, es necesario dotarse de mecanismos para formar personas que muestren consideración y empatía hacia los nuevos compañeros de trabajo desde el momento de su incorporación. Por eso propuse el sistema de apadrinamiento”.
Bajo el nuevo sistema, que entró en vigor en abril de 2022, cada uno de los recién incorporados a la plantilla recibe dos “padrinos” elegidos sin tener en cuenta su posición y edad, que serán quienes los apoyen. Se promueve así la comunicación entre todos los miembros de la empresa, por encima de su pertenencia a una u otra sección o generación. “Es difícil expresar en cifras su efectividad, pero sentí su potencial para ir cambiando la cultura de la empresa”.
Diversidad en la escuela pública
El colegio internacional del que era alumna tenía largas vacaciones veraniegas de tres meses, durante los cuales Kawasaki era enviada, desde el comienzo de la primaria hasta terminar la secundaria, a otra escuela pública, donde las clases continuaban algún tiempo más. “Estaba acostumbrada a un ambiente escolar en el que era normal ir con el pelo teñido y hacerse piercing. Para ir a la escuela pública tenía que desteñirme y quitarme los aretes. Pero me lo pasaba muy bien y además todas mis amistades del barrio las hice allí. Ir a esa otra escuela me permitió conocer muchas cosas buenas del sistema escolar japonés”.
Hace dos años, Kawasaki hizo un documental de ocho minutos en el que profesores y alumnos de escuelas públicas y privadas charlaban sobre la educación en Japón. Frente a quienes dijeron que uno de los aspectos positivos de la escuela pública es su igualitarismo, pues todos los alumnos siguen el mismo plan de estudios independientemente de la región en la que se encuentren, otros señalaron su tendencia a aplastar sin piedad todos los intentos de salirse de lo establecido y su escasa tolerancia hacia la diversidad. Kawasaki dice que ella misma sintió que la escuela pública tenía más diversidad, en cierto sentido.
“En la escuela pública había alumnos de familias monoparentales, y alumnos que, debido a las penurias que pasaban en casa, solo lograban saciar el hambre gracias al almuerzo escolar. En los colegios internacionales predominan los alumnos para los que vivir en la abundancia es lo normal. En las clases aprendemos sobre la pobreza y sobre otros muchos problemas sociales, pero la pobreza real no la conocemos”.
Kawasaki tuvo el convencimiento de que eran precisamente los alumnos que sufrían en su propia carne la desigualdad los que, si se les daba más oportunidades de aprender en la escuela sobre los problemas sociales, podían abrirse a nuevos horizontes y desarrollar una mayor conciencia para enfrentarse constructivamente a esos problemas.
“Hay que conservar lo bueno que tiene la escuela pública, pero también hay que ofrecer más clases en las que se pueda pensar sobre los problemas que sufrimos. No se trata de estar en contra de todo, pero creo que necesitamos una educación que nos permita ver las cosas buenas y adoptar la perspectiva adecuada para ir mejorándolas”.
¿Indiferencia juvenil hacia la política?
En su discurso de recepción del Premio Internacional de la Paz para los Niños, dijo que lo que la empujó a ponerse manos a la obra fue la rabia que sentía hacia el hecho de no poder enorgullecerse de su país.
“Creo que lo que dije representaba el sentir de mi generación. Por lo que sé, la gente está indignada con los políticos y ya no cree nada de lo que dicen. Somos la generación digital y desde pequeños nos hemos acostumbrado a ver noticias negativas en la red. Viendo a esos políticos que abusan de sus atribuciones y a esos parlamentarios que se ponen a roncar mientras otros están hablando, es lógico sentir ira y rabia”.
En Japón se señala a menudo el bajo índice de participación de los jóvenes en las elecciones. Kawasaki cree que no es por falta de interés en la política. Una de las razones la ve en la idea de que sus opiniones no van a ser escuchadas y que, aunque vayan a votar, nada cambiará. Pensó que había que conectar a los jóvenes con la política y para llenar ese vacío creó la “Seijika to hanashite miyō no kai” o “Reunión para tratar de decirles cosas a los políticos”, una conferencia virtual que reúne a estudiantes con políticos de su zona.
Participaron en la reunión miembros del legislativo de la prefectura de Osaka y de la asamblea municipal de la ciudad homónima. “Me dio la impresión de que, al margen del partido al que pertenecieran, como políticos individuales todos tenían claro qué es lo que querían hacer. Y precisamente por eso queremos enviarles el mensaje de que la política y los problemas sociales nos interesan también a nosotros. Decir que los mayores no nos escuchan, o que los jóvenes no tienen interés solo sirve para perpetuar esa ruptura. Algunos parlamentarios dijeron que, después de entablar el diálogo, por primera vez habían reparado en que los jóvenes están concienciados acerca de muchos problemas”.
“O sea, la cosa es expresar tus opiniones y abrirte al diálogo. No hace falta estar de acuerdo con todo lo que oyes. A lo largo de la actividad me di cuenta de que, aunque tengamos valores diferentes, siempre habrá algo en los demás con lo que podamos sintonizar. Creo que ahora lo más importante es ver qué ideas constructivas pueden aportarse y cómo llevarlas a la práctica. Si yo sigo adelante con mis actividades es porque ha habido personas mayores que me han dado esperanzas que superan la ira que sentía”.
Y ahora, más ilusión que rabia
Cuando termine el bachillerato, Kawasaki tiene previsto estudiar administración y sociología en alguna universidad extranjera. “Mientras voy aprendiendo cosas, me gustaría pensar también en cómo puede movilizarse a la opinión pública y hacer que los jóvenes se interesen por la política”.
En el futuro, le gustaría tener algún trabajo en la administración japonesa. Hasta ahora, ha participado en varias iniciativas, como las orientadas a conseguir un urbanismo sostenible en Tokio o que la voz de los jóvenes encuentre eco en la política del municipio de Niihama (prefectura de Ehime), y vio que los funcionarios de los diversos órganos gubernamentales que participaban en dichos proyectos transmitían una gran motivación. “Sentí que eran personas que estaban construyendo mecanismos para vincular la política municipal con la ciudadanía”.
“Para empezar, me gustaría apoyar a las mujeres, los jóvenes y las minorías en alguna administración regional. Me gustaría ir haciendo cambios desde la política y los sistemas de las regiones. Últimamente, más que la rabia que sentía antes, los nuevos motores de mi actividad son la ilusión y la diversión”.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: KidsRights 2022.)