Wim Sakura, una esrilanquesa nacida en Japón que brinda apoyo psicológico al personal de enfermería
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“Sakura ha dejado de sonreír”. Todo empezó cuando apenas hacía un año que Sakura había terminado sus estudios de Enfermería en una escuela de formación profesional y había empezado a trabajar en el ala del hospital donde se trataban las enfermedades agudas. “Que mis compañeros de trabajo hablaran de mí a mis espaldas sirvió para que me diera cuenta de que no estaba bien”, recuerda la propia afectada.
“No podía dormir ni comer. Cuando me despertaba por la mañana, era incapaz de dejar de llorar. Con todo, pensaba que, si me esforzaba, podría superar lo que me estaba pasando”, relata. Un psiquiatra del hospital que se enteró de que Sakura no estaba bien se ofreció a atenderla y esta por fin supo que padecía depresión. A pesar de haberse entregado en cuerpo y alma a ser una enfermera al servicio de los demás, era la primera vez en la vida que la frustración se había apoderado de ella.
Salvar vidas
De padres esrilanqueses y nacida en Nagoya, Sakura Wimalasuriya—conocida en Japón también como Wim Sakura—pasó su infancia en Sri Lanka y el Reino Unido, pero se mudó a Japón al empezar la escuela primaria.
“En la escuela primaria me di cuenta de que mis orígenes esrilanqueses me hacían ligeramente distinta de mis compañeros. Fue entonces cuando comencé a interesarme por mis lazos con otras naciones en vías de desarrollo, entre ellas la propia Sri Lanka. Mis padres me decían que Japón era un país muy próspero, donde se vivía en paz y existían unos estándares educativos altos, de ahí que desde una edad muy temprana tuviera clarísimo que quería beneficiarme de poder educarme en un ambiente tan privilegiado y aprovechar lo aprendido para servir a los demás”, explica.
No obstante, Sakura confiesa que era una niña introvertida. “No me gustaba mi nombre porque no entendía que me pudiera llamar Sakura y tener el aspecto que tenía. Me forzaba a comportarme lo más japonesa posible”, añade.
Cursó la secundaria básica en un instituto enorme, donde había otros estudiantes como ella, de origen extranjero, y entró así en contacto con un ambiente marcado por la diversidad. Eso hizo que se sintiera liberada y se metiera de lleno en las actividades extraescolares y la asamblea estudiantil, lo que a su vez se tradujo en una vida escolar muy activa. “Me sentía afortunada de llamarme Sakura, ya que es un nombre que la gente recordaba con facilidad”, prosigue.
Esa fue también la época en la que Sakura comenzó a plantearse de manera concreta qué quería hacer en el futuro: se emocionó al ver un documental de una mujer japonesa que trabajaba como comadrona en África gracias a Médicos Sin Fronteras y supo que ella también quería dedicarse a algo relacionado con la medicina que le permitiera salvar vidas allá donde fuera necesario. Además, tenía muy fresco en la memoria el recuerdo del terremoto de Sumatra, ocurrido cuando era estudiante de primaria, y del posterior tsunami: la ola gigante produjo daños en las cosas de Sri Lanka y varios parientes de su padre fallecieron.
El sentimiento de culpa por la muerte de los pacientes
Cuando terminó el bachillerato, entró en una escuela de formación profesional especializada en Enfermería.
“Cuando me iba a presentar a las pruebas de acceso al instituto, ocurrió el Gran Terremoto del Este de Japón; durante los exámenes de obtención del título nacional de Enfermería, hubo un seísmo muy fuerte en Kumamoto. Consecuentemente, no pude hacer ningún voluntariado para ayudar directamente a los afectados por sendos desastres, de ahí que sintiera un fuerte deseo de dedicarme a algo relacionado con las urgencias médicas”, cuenta Sakura.
En el primer hospital en el que trabajó, la destinaron al ala de enfermedades agudas, tal y como ella quería.
“Al ala de enfermedades agudas llegan también pacientes que han sido trasladados en ambulancia y necesitan una intervención quirúrgica de urgencia. Allí se lucha contra el tiempo y no hay margen ni para hablar. En otros departamentos, si una enfermera novata falla, la cubre otra con más experiencia y no hay riesgo para los pacientes. Sin embargo, en mi ala los fallos derivados de la falta de conocimientos y habilidades tienen consecuencias graves, por lo que siempre estaba en tensión por las vidas que se podían poner en peligro”, explica.
“Recuerdo que llevaba dos semanas en el puesto. Un paciente que tenía a mi cargo desde la primera semana empeoró de repente y murió. Aunque había perdido a varios parientes por la catástrofe ocurrida en Sri Lanka, nunca había vivido la muerte de alguien desde tan cerca. Me di de bruces con la realidad del entorno de trabajo de una enfermera y acabé traumatizada”, agrega.
A partir de ese momento, Sakura empezó a culparse a sí misma cada vez que se le moría un paciente.
“Cuando el estado de un paciente cambiaba de repente ante mis ojos, no podía hacer nada. Pensándolo fríamente, las capacidades de una enfermera novata son limitadas. No obstante, me atormentaba y me preguntaba si quizás hubiera podido actuar con un poco más de rapidez de haber tenido algunos conocimientos más. Al volver a casa, era incapaz de desconectar y no conseguía conciliar el sueño por la noche. Me carcomía la inseguridad en todo momento”, confiesa Sakura.
Un cambio de pensamiento
Sakura se preguntaba por qué no se encontraba bien mentalmente. Dejó el trabajo por la depresión y empezó a buscar una respuesta a esa pregunta mientras se tomaba un descanso.
Comenzó a estudiar Psicología en una universidad a distancia y se dio cuenta de que existía cierta obsesión con cómo debía ser el personal de enfermería.
“El problema no era yo per se, sino mi manera de pensar, algo que podía cambiar. Ya lo había hecho durante la escuela secundaria básica, época en la que había dejado atrás mi mentalidad negativa de la escuela primaria y me había convertido en una persona positiva. Estudié terapia cognitiva conductual y la vida se me hizo mucho menos cuesta arriba, ya que aprendí que podía proteger la mente al corregir los vicios de mi forma de pensar”, explica. Sakura obtuvo el título de psicóloga de la Asociación Japonesa de Psicología en un año. Asimismo, se le presentó la oportunidad de formarse en Ayurveda, un tipo de medicina tradicional de Sri Lanka, en ese mismo país.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce tres tipos de medicina tradicional, entre ellos el Ayurveda, que es originario de la India y se desarrolló en Sri Lanka. En el Ayurveda se concede importancia a la familia y a uno mismo y se aboga por prevenir lo antes posible no solo las enfermedades físicas, sino también los problemas mentales. Esta forma de pensamiento guarda relación con la filosofía de vida arraigada entre los esrilanqueses y sirvió para que me diera cuenta de que la prioridad era proteger mi propia salud mental”, cuenta.
Por otra parte, Sakura se percató de un problema que aqueja a Japón, país que presume de poseer una tecnología médica de primerísimo nivel: la salud mental no recibe suficiente atención.
Mecanismos para velar por la salud mental del personal de enfermería
“Retomé el trabajo por la tranquilidad que me confería disponer de herramientas para proteger mi salud mental. Sin embargo, vi como varios compañeros y jefes de mi hospital en Tokio iban dejando el trabajo por depresión. Era consciente de que entre el personal de enfermería de todo Japón debía de haber muchísimas personas que estuvieran pasando por lo mismo y decidí que era necesario hacer algo al respecto. En el hospital las relaciones se basan en un esquema vertical; es decir, se valora el hacer caso a los colegas veteranos y las opiniones innovadoras apenas tienen cabida. Por lo tanto, resulta complicado cambiar las cosas desde dentro. Sabía que no podría velar por la salud mental de un gran número de personas si no creaba un mecanismo externo, con amplitud de miras y que se pudiera perpetuar a largo plazo. Fue entonces cuando empecé a interesarme por el concepto de la empresa social”, afirma Sakura.
Se apuntó a un programa del Ministerio japonés de Economía para fomentar el emprendimiento, con la idea de crear mecanismos para velar por la salud mental del personal de enfermería.
“Enseñaban las habilidades y la mentalidad necesarias para innovar. De golpe habían creado una red formada por un centenar de personas. Había gente de distintos sectores, visionarios con pasión. Tenía dudas, así que me sugirieron que organizara una sesión de estudio, entre otras propuestas, y me tendieron la mano. Recibí el apoyo de muchas personas que eran de la misma opinión que yo respecto al problema de la salud mental del personal de enfermería. Con ese empuje, me lancé a emprender”, recuerda.
Un servicio web para la introspección mental
Plusbase, la empresa fundada por Sakura en febrero de 2021, tiene por objetivo crear mecanismos para velar por la salud mental de los trabajadores.
“El personal de enfermería tiene un papel predominante en el cuidado de los pacientes, de ahí que estos profesionales tiendan a descuidar la atención que dedican a su propia salud mental. Mi empresa les ofrece a las instituciones médicas una aplicación que contiene materiales digitales de aprendizaje específicos para el personal de enfermería, directrices sobre autocuidados adaptadas a las circunstancias individuales y herramientas para llevar a cabo una introspección mental, por citar algunos ejemplos”, señala.
Hasta la fecha, Plusbase ha comprobado los métodos de uso y los resultados de los materiales de aprendizaje y las herramientas que está desarrollando gracias a la colaboración de 90 profesionales en activo del sector de la enfermería.
“Para comprobar si nuestros productos ayudan al personal de enfermería en activo, queremos que los usen y así ir haciendo las mejoras pertinentes en tiempo real. En la primavera de 2022 dará comienzo un programa a modo de prueba en instituciones médicas”, explica.
Consiguió fondos procedentes del capital riesgo y de padrinos inversores con el objetivo de desarrollar su servicio web y poner en marcha el programa a modo de prueba en instituciones médicas y de investigación. Además, la Fundación Public Resource la eligió como destinataria de un paquete de ayudas a las emprendedoras. Ueno Chizuko, profesora emérita de la Universidad de Tokio, preside el jurado del proceso de selección.
Sakura cuenta con el respaldo de un equipo formado por profesionales de su misma generación procedentes de diversos sectores: gestión de comunidades en línea, edición, marketing digital… Por otra parte, trabaja como enfermera varios días a la semana en una clínica tokiota dedicada a la medicina psicosomática.
“La amplitud de miras se consigue cuando cada persona se dedica a las labores para las que tiene aptitudes. Creo que es una manera de trabajar adaptada a una época en la que se concede importancia a aprovechar las destrezas y las peculiaridades, no los títulos que se tengan”, opina Sakura.
La importancia del trabajo en equipo
Hay muchas personas que deciden dedicarse a la enfermería por la misma vocación que Sakura, la de salvar vidas y servir a los demás. Sin embargo, por mucho que se entreguen a su labor, sus esfuerzos no se valoran de manera adecuada, lo cual se traduce en una tasa importante de abandono debido al síndrome de desgaste profesional.
“El personal de enfermería lleva a cabo multitud de tareas a instancias del personal médico, como la colocación de vías intravenosas y la administración de fármacos. Sin embargo, su trabajo abarca otras muchas funciones que no tienen un nombre concreto; atienden un sinfín de peticiones de los pacientes: alcanzarles algún objeto, frotarles la espalda, darles consejo cuando no pueden dormir… y comparten tiempo con ellos por toda una serie de preocupaciones. No obstante, es difícil que alguien valore positivamente esas tareas específicas del día a día. Por otra parte, lo hacen en un entorno laboral donde hay vidas en juego y, por lo tanto, no se toleran los errores, de ahí que la atención tienda a centrarse únicamente en los fallos. Es importante trabajar en equipo. Hay quienes dicen que, por muy desbordados que se vean por el trabajo, es posible darlo todo si se cuenta con los compañeros adecuados. Me gustaría fomentar una cultura en la que el personal se elogie mutuamente los logros y, en caso de que se cometan errores, se retroalimente de forma positiva para evitar que se repitan”, declara.
Para concluir la entrevista, Sakura nos deja el siguiente mensaje: “Por mucho que el personal de enfermería acompañe a los pacientes, su labor no se valora adecuadamente ni se ve reflejada en la remuneración recibida. Precisamente por todo ello, es fundamental el apoyo entre colegas. Por otra parte, cuando el cansancio causa estragos en la salud mental, resulta difícil comunicarse con los compañeros. En conclusión, cuidar de uno mismo beneficia también al equipo con el que se trabaje y a los pacientes. Haré todo lo que esté en mi mano para que toda la comunidad del personal de enfermería sepa lo que son los autocuidados”.
Imagen del encabezado: Sakura Wimalasuriya (fotografía de la redacción de nippon.com).
(Traducción al español del original en japonés)