La antigua Iglesia de la Unificación y Japón
Negocios sospechosos, maniobras políticas, bodas masivas… el enigmático grupo que corroe al PLD
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El escándalo que expuso las maniobras políticas de la iglesia
Hay que remontarse a los años 60 del siglo pasado para encontrar las primeras muestras de los problemas sociales que iba a causar en Japón la antigua Iglesia de la Unificación (Asociación del Espíritu Santo para la Unificación de la Cristiandad, actual Santa Comunidad de los Padres Celestiales o Federación Familiar para la Paz y la Unificación Mundial, en adelante Iglesia de la Unificación). Comenzó entonces su actividad proselitista en ambientes universitarios, en torno a la “Genri Kenkyūkai” (“Sociedad de Estudios de los Principios”), un movimiento conocido en la época por las crisis familiares que desencadenaba, como leemos, por ejemplo, en la edición vespertina del 7 de julio de 1967 del Asahi Shimbun, que habla del “movimiento que hace llorar a los padres”. Más tarde, a partir de los años 80, se informa sobre sus “negocios espirituales”, consistentes en hacer comprar a sus miembros costosos objetos (vasijas de cerámica, sellos, etcétera) y sobre sus estrategias de proselitismo encubierto. En la primera mitad de los años 90, conocimos las “bodas masivas” organizadas por el grupo, en las que principalmente mujeres japonesas eran casadas con hombres elegidos por el fundador, así como las donaciones millonarias. Durante todos estos años, si bien intermitentemente, se informó también sobre las maniobras del grupo religioso en la esfera política.
Para explicar correctamente cómo se formó y cómo actúa la Iglesia de la Unificación, es necesario comenzar por examinar el llamado Koreagate, un escándalo desatado en 1976 al conocerse la estrategia de sobornos del Gobierno de Corea del Sur. La Iglesia de la Unificación estuvo muy implicada en aquellos turbios manejos, aunque este hecho no es suficientemente conocido. Cuando la estrategia comenzó a salir a la luz, la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos organizó una comisión de investigación presidida por Donald M. Fraser. La comisión hizo un trabajo exhaustivo y emitió su informe final en noviembre de 1978. Según este informe, en el origen del problema se hallaba la nueva política frente a China instaurada por el entonces presidente norteamericano Richard Nixon a raíz de su visita al país asiático en 1972, una política que puso fin al enfrentamiento entre ambos gobiernos y dio paso a una fase de distención. Desde la perspectiva surcoreana, el acercamiento suponía un cambio radical que acarreaba la retirada de los efectivos militares norteamericano de suelo surcoreano, un movimiento que el Gobierno deseaba evitar a toda costa. Consciente de la necesidad de maniobrar políticamente para impedirlo, el entonces presidente surcoreano Park Chung-hee creó la Agencia Central de Inteligencia de Corea (KCIA, por sus siglas en inglés) y puso al frente de la misma a Kim Jong-pil, su brazo derecho. En el Informe Fraser, se citaba explícitamente a la Iglesia de la Unificación como entidad que había actuado “en estrecha relación con la KCIA”. Eran los tiempos de la Guerra Fría, en los que imperaba un fuerte antagonismo entre el Este y el Oeste. Las maniobras políticas de la KCIA tenían un fuerte componente anticomunista y la Iglesia de la Unificación, que izaba también la bandera del anticomunismo, fue vista como una organización “utilizable” e incluida en la estrategia.
Simultáneamente, la Iglesia de la Unificación llevó a cabo en Japón maniobras de acercamiento hacia el entonces primer ministro Kishi Nobusuke y otros personajes influyentes, entre ellos el presidente de la Asociación Japonesa para el Fomento de la Navegación, Sasakawa Ryōichi. Para esta estrategia utilizó como fachada una entidad supuestamente amistosa, la Federación Internacional para la Victoria sobre el Comunismo. Esta entidad sirvió de cabeza de puente para comenzar a penetrar en el PLD.
Una entidad para el beneficio personal disfrazada de religión
El aspecto más relevante de la información que la Comisión Fraser pudo extraer de los responsables del grupo religioso es que “bajo el disfraz de una organización religiosa, la Iglesia de la Unificación era una entidad que realizaba actividades políticas y económicas en torno a su fundador Moon Sun-myung. El informe constata que las corporaciones, organizaciones sin fines de lucro, sociedades anónimas y el resto de las variadas entidades de la Iglesia de la Unificación constituyen una única “Organización Moon”.
En Japón, algunos apelan a la “libertad de credo” cuando se habla de disolver el grupo o restringir sus actividades y piden actuar con prudencia al respecto, pero la Iglesia de la Unificación es precisamente la organización que mejor ha sabido aprovechar esas actitudes para ampliar su poder.
En su origen, una pequeña “comunidad religioso-sexual”
Esta organización religiosa que llegó a tener cierta influencia en círculos políticos norteamericanos no era más que una pequeña “comunidad religioso-sexual” antes de empezar a trabajar con la KCIA. La sorprendente idea central de su doctrina era que, haciendo el acto sexual con Moon, la sangre de sus fieles femeninas quedaba purificada. Lo revela el que fuera su más estrecho colaborador, Park Jung-hwa, en su libro Roku Maria no higeki (título japonés; en español: “La tragedia de las seis Marías”; Kōyū Shuppan, 1993). Seguiremos el libro para describir a continuación el resto de la doctrina del grupo.
La Iglesia de la Unificación comparte con el cristianismo la idea del pecado original, pero la complementa con la incomprensible ocurrencia de que, para quedar libres de él, las mujeres deben mantener relaciones sexuales con Moon. Sobre esto debemos añadir algo.
En el Antiguo Testamento, Adán, primer hombre creado por Dios, vivía en el Jardín del Edén o Paraíso junto a Eva. Aunque Dios les advirtió de que no comieran del árbol del bien y del mal, tentados por la serpiente, desobedecieron. Este es el pecado original que carga la humanidad y esa interpretación la aprovecha Moon. La serpiente era Satán. Eva cayó en la tentación y tuvo trato carnal con la serpiente. Luego, con su cuerpo “contaminado” por la sangre de Satán, tuvo relaciones también con Adán, su esposo. Concluye de ahí que la sangre del demonio corre por las venas de todos los humanos.
El “razonamiento” de Moon continúa así: Jesucristo vino a la Tierra con la misión de recuperar a Eva, que había sido “raptada” por el demonio, pero fracasó en su misión. Por eso, sustituyendo a Jesucristo, Moon fue enviado por Dios para protagonizar el nuevo advenimiento del Mesías, para ir purificando la raza humana teniendo trato carnal tres veces con “las Seis Marías” (seis mujeres casadas), una de ellas la María-madre. Y así, Moon comenzó a acostarse con muchas de sus fieles y a robarles su patrimonio. Con el tiempo, la ceremonia de “purificación de la sangre” sustituye al trato carnal directo con el fundador y será un fiel, elegido por este, el que se case con la mujer y la purifique. Ese es el sentido de las multitudinarias bodas que organiza el grupo.
Moon, por encima del Emperador de Japón
Como decíamos más arriba, para conseguir fieles en Japón, la antigua Iglesia de la Unificación comenzó a hacer proselitismo a través del círculo universitario “Genri Kenkyūkai”. La intención del grupo era elegir una nueva generación de directivos entre los estudiantes de las universidades más prestigiosas de Japón, como la de Tokio o la de Waseda. Una persona que fue “reclutada” por el grupo y conoció el “Genri Kenkyūkai” por dentro dejó el siguiente testimonio:
“En 1977, siendo yo estudiante de bachillerato, me invitaron a entrar en un grupo de estudio de la Biblia cuando pasaba ante la estación de Takadanobaba (Tokio). Recuerdo que me llevaron a un salón llamado Sōseiryō, cerca de la Universidad de Waseda, y me hablaron sobre la ‘teoría de la decadencia’, una decadencia de la que solo podría salvarnos el ‘Mesías del Segundo Advenimiento’”.
El método practicado por el grupo en aquella época era, pues, reclutar a jóvenes de esta manera y llevarlos a lugares de convivencias donde los educaban lavándoles el cerebro. Quien ofrece el testimonio explica que hubo ciertos detalles que lo previnieron de asistir a dichos retiros y sufrir el lavado de cerebro.
“Vi que los fieles oraban prosternándose ante la bandera de Corea del Sur y ante la fotografía de Moon Sun-myung. Cuando pregunté quién era aquel señor, me dijeron: ‘Es nuestro Padre, que está en Corea del Sur. Pregunté entonces si estaba por encima del Emperador de Japón y me dijeron que sí. Me pareció ridículo el grupo situara a aquel personaje por encima del Emperador y aquello me abrió los ojos”.
Los conservadores del PLD, ¿aceptan todo eso?
Entre las pretensiones del grupo está también la de que la península de Corea simula un miembro masculino, mientras que el archipiélago japonés tiene forma de sexo femenino. Esta “visión” queda conectada a la narración sobre Adán y Eva. Japón no es otra cosa que aquella Eva cuya sangre está contaminada por su trato carnal con Satán.
Esto lleva al grupo a decir que, debido a que Japón no ha hecho suficiente penitencia por el pecado de haber impuesto su dominio colonial sobre Corea entre 1910 y 1945, ahora debe servir a aquel país ofreciendo como donación el patrimonio de los japoneses. En esta nueva ocurrencia tiene mucho que ver, según se dice, el rencor personal de Moon hacia Japón. Según ciertos informes, en los años 40, cuando Moon estudiaba en Japón, en el turno de noche de un instituto técnico del grupo de la Universidad de Waseda, durante el día trabajaba en una empresa de electricidad. Era una época en que en Japón se discriminaba a los coreanos mucho más que en la actualidad. Algunos dicen que tuvo experiencias duras y que desde aquella época no pudo quitarse de la cabeza la idea de castigar de alguna manera a los japoneses.
Hace tiempo, en la “Ceremonia de Reverencia” que realizaba el grupo en una de sus instalaciones en Estados Unidos durante sus cuatro celebraciones anuales más importantes, uno de los dirigentes japoneses, disfrazado de Emperador de Japón, se arrodillaba ante Moon y se postraba ante él (véase Asahi Journal, número del 1 de febrero de 1985).
Lo incomprensible es que, teniendo la Iglesia de la Unificación esta ideología que humilla a Japón, muchos parlamentarios conservadores del PLD hayan mantenido relaciones con ella. Y si tenemos en cuenta, además, lo que señala el informe Fraser sobre la naturaleza eminentemente política y económica del grupo, para el que la religión sería solo un disfraz, con más razón todavía sería exigible que los políticos japoneses rompieran definitivamente con ella.
La política del PLD, “sincronizada” con el pensamiento de la iglesia
Al principio, el PLD compartía con el grupo su anticomunismo. El grupo comenzó a colocar a sus fieles como secretarios de los políticos del PLD con escaño en el legislativo nacional. En algunas ocasiones, su experiencia como secretarios les permitía iniciar su carrera como parlamentarios en legislativos prefecturales; en otras, el secretario aseguraba al político para el que trabajaba todo el apoyo del grupo religioso en su distrito electoral. Nacieron así parlamentarios del PLD que debían su escaño a dicho apoyo.
Se dice que durante cierto periodo Abe fue reacio a mantener relaciones con el grupo y que si finalmente ambos se dieron la mano fue porque Abe necesitaba su base electoral para asegurarse un mandato largo. Luego, ya no pudo prescindir de su apoyo, y vino la tragedia.
Se señala también el influjo que ha podido tener la ideología de la Iglesia de la Unificación sobre las políticas seguidas por el PLD, y uno de los aspectos en el que se sospecha dicha influencia es el no reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, que aparta a Japón del resto de los miembros del G7. El otro día, el actual primer ministro Kishida Fumio manifestó que reconocerlo “cambiaría la sociedad”, palabras que causaron revuelo. Pero que Japón se resista de esta manera a reconocer algo que tiene cada vez mayor aceptación en el mundo solo puede calificarse de anómalo.
La Iglesia de la Unificación venía haciendo campaña contra el matrimonio homosexual y contra el reconocimiento del colectivo LGBT desde hace mucho tiempo. Se ha informado de que, a la hora de asegurarse el apoyo electoral del grupo religioso en unas elecciones, los candidatos del PLD son obligados a firmar un documento en el que prometen no promover cambios en esos dos frentes. La iglesia estaría también, según se afirma, detrás de la rotunda negativa del PLD a permitir la libre elección del apellido para los cónyuges. Y no hay que olvidar que el cambio de nombre de la organización, que esta no pudo conseguir durante muchos años, fue posible rápidamente en cuanto Shimomura Hakubun, político del PLD supuestamente relacionado con el grupo, asumió la cartera de Educación, durante el segundo periodo de Gobierno de Abe. Por todas estas razones, la sospecha de ser un Gobierno contaminado por la Iglesia de la Unificación persigue incansablemente a los gabinetes del PLD. La actual situación recuerda vivamente aquel ya lejano caso del Koreagate.
Reportaje y texto: Redacción de POWER NEWS.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía: Reuters.)
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