Los distintos actos a lo largo del año en Japón

‘Shimotsuki’: noviembre

Cultura Historia

En esta serie presentamos el origen y el significado de los distintos actos que se celebran a lo largo del año en Japón, dado que todos ellos sirven para ilustrar cómo ha madurado la cultura del pueblo nipón.

El Kaomise: todo un acontecimiento para las mujeres de Edo

En el período Edo (1603-1868) los contratos que los actores de kabuki firmaban con los teatros, za en japonés, duraban un año. Así pues, cada octubre, mes en que vencían estos pactos, los propietarios de las salas decidían quiénes serían los intérpretes de los próximos 12 meses y organizaban un espectáculo para darlos a conocer. Esta función, que tenía lugar el 1 de noviembre, se denominaba Kaomise (literalmente, mostrar la cara en sociedad).

Tal y como comentamos en el artículo de esta serie relativo a octubre, las mujeres tenían prohibida la entrada a los torneos de sumo para recaudar fondos, de ahí que fuera unos eventos exclusivamente masculinos. Sin embargo, el Kaomise era un acto para las féminas.

Existe un poema dedicado al Kaomise:

Kaomiseya
Ichibandaiko
Nibandori

La traducción literal vendría a ser: “Es el Kaomise. Primero, el tambor; luego, el gallo”. Veamos ahora qué significa: el 1 de noviembre —en el calendario actual, los últimos días del dicho mes— la representación de kabuki comenzaba en torno a las 6 de la mañana, cuando aún no había amanecido. El levantamiento del telón se anunciaba haciendo sonar un tambor, cuyo toque se oía más pronto que el canto del gallo. Para llegar a tiempo a esta función de las primeras horas del día, las mujeres dedicaban toda la noche a prepararse; el camino al teatro lo hacían a oscuras, con un farol en la mano.

Función en el teatro Nakamura en Ilustración del interior del Nakamura-za, obra de Utagawa Toyokuni que data de 1817 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta.
Función en el teatro Nakamura en Ilustración del interior del Nakamura-za, obra de Utagawa Toyokuni que data de 1817 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta.

Su destino era Saruwaka-chō (en la actualidad, una zona del barrio tokiota de Asakusa), que desde 1842 albergaba los tres teatros de Edo que contaban con la licencia pertinente: Nakamura-za, Ichimura-za y Morita-za. Estas salas, repartidas por distintos puntos de la ciudad, se juntaron en un solo lugar en el marco de las reformas Tenpō (1841-1843). La última de ellas tenía a menudo problemas económicos, de ahí que cerrara por temporadas y el Kawarazaki-za se convirtiera en su sustituto en esos períodos de descanso.

Croquis de los teatros de Saruwaka-chō, obra de Keisai Eisen propiedad de los Archivos Especiales de la Biblioteca Central Metropolitana de Tokio. Muestra el aspecto que tenía la zona en 1842, justo después de que el shogunato ordenara que los teatros Nakamura e Ichimura se trasladaran allí.
Croquis de los teatros de Saruwaka-chō, obra de Keisai Eisen propiedad de los Archivos Especiales de la Biblioteca Central Metropolitana de Tokio. Muestra el aspecto que tenía la zona en 1842, justo después de que el shogunato ordenara que los teatros Nakamura e Ichimura se trasladaran allí.

Ichikawa Danjūrō era el actor estrella. Creador del aragoto, un estilo de interpretación que incluía mucha acción, cautivó a la audiencia mediante el uso del kumadori, un maquillaje llamativo, la pose mie y el roppō, un movimiento de piernas y brazos característico de los intérpretes de kabuki. Su nombre lo heredaron varias generaciones, junto con el de figuras de la talla de Onoe Kikugorō y Bandō Mitsugorō.

Un actor de kabuki posa durante el Kaomise en Ceremonia anual del Kaomise del teatro Ōedo, una obra de Adachi Ginkō que data de 1897 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta.
Un actor de kabuki posa durante el Kaomise en Ceremonia anual del Kaomise del teatro Ōedo, una obra de Adachi Ginkō que data de 1897 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta.

Las mujeres de Edo, acostumbradas a llevar una vida modesta, se desmadraban únicamente ese día: se desgañitaban y aplaudían entusiasmadas.

Shichi-go-san: tres actos anuales distintos en sus orígenes

Hay otros dos actos de carácter anual correspondientes a noviembre que siguen teniendo lugar en la actualidad: el Shichi-go-san y el mercado Tori no Ichi.

El primero de ellos, cuyo significado literal es “siete, cinco, tres”, se celebraba precisamente cuando los más pequeños de la casa cumplían dichas edades y consistía en visitar un templo budista o un santuario sintoísta para comunicarle a la deidad correspondiente que los niños crecían sanos y salvos y rezar por que no dejara de ser así.

Según la creencia popular, esta celebración tendría sus orígenes en una ceremonia que Tokugawa Tsunayoshi, quinto shōgun de la familia, llevó a cabo para rezar por que su hijo, Tokumatsu —futuro líder del dominio de Tatebayashi (en la actual prefectura de Gunma)—, creciera con salud.

Por otra parte, existe la teoría de que el 15 de noviembre se eligió para la celebración del Shichi-go-san debido a que coincidía con un día considerado de buena suerte en la astrología china de la segunda mitad del período Edo, el Kishuku.

Originalmente, el Shichi-go-san estaba dividido en tres actos: el kamioki, que consistía en una ceremonia para conmemorar que las niñas de tres años —a veces se hacía con los varones también— empezaban a dejarse crecer el pelo, dado que la costumbre de la época dictaba que a los bebés se les rapara la cabeza nada más nacer; el hakamagi, durante el cual a los niños de cinco años los vestían con un hakama por primera vez en la vida, y el obitoki, cuando las niñas, a los siete años, se estrenaban en el uso de las fajas obi. Todas estas prácticas eran propias de la sociedad samurái.

A la izquierda, kamioki en Brocados del Este; a la derecha, obitoki en Poemas de las cuatro estaciones. (fuente: ColBase)
A la izquierda, kamioki en Brocados del Este; a la derecha, obitoki en Poemas de las cuatro estaciones. (fuente: ColBase)

Fuera de los círculos samuráis, estos actos estaban extendidos principalmente entre los comerciantes: los padres, los tíos, las nodrizas, e incluso los aprendices y los maestros artesanos con los que la familia tuviera un trato frecuente, participaban en ellos. A decir verdad, en las escenas del Shichi-go-san representadas en las xilografías ukiyo-e aparecen únicamente personas muy bien vestidas.

Por otra parte, según el Kankonshiryō, una colección de ensayos publicada en 1825, el caramelo típico del Shichi-go-san, el chitoseame, se le ocurrió a un confitero de Asakusa entre los períodos Genroku y Hōei (1688-1711). La gente lo compraba tras la visita de rigor al santuario, como recuerdo de dicha ocasión.

Los orígenes del Tori no Ichi no se encuentran en Asakusa

El mercado Tori no Ichi (literalmente, Mercado del Gallo) sigue celebrándose en la actualidad. Algunos de los más famosos de Tokio son los de los santuarios Ōtori (Asakusa), Hanazono (Shinjuku) y Ōkunitama (Fuchū).

Estos mercados de noviembre tienen lugar, como mínimo, en dos ocasiones, que se denominan Ichi no Tori y Ni no Tori, respectivamente. A veces, en función del calendario, llega a haber incluso una tercera edición, el San no Tori. A este respecto, existe la creencia popular de que ocurren muchos incendios en los años en los que el Tori no Ichi se lleva a cabo tres veces.

Aunque se desconoce el motivo de tal afirmación, en 1656, año anterior al Gran Incendio de Meireki, supuestamente la mayor catástrofe de este tipo ocurrida en Edo, apenas llovió en la capital desde noviembre hasta finales de diciembre y principios de enero, de ahí que hubiera muchos días secos. Y resulta que en 1656 el Tori no Ichi se había celebrado tres veces. Cabe recordar que estos mercados se organizaban para rezar por que los siguientes doce meses estuvieran llenos de paz y seguridad. Aun así, el 18 de enero de 1657 estalló el incendio de gran envergadura que hemos mencionado, lo que a su vez hizo que surgiera una superstición en torno a los peligros que entrañaba el fuego.

En lo que respecta a los orígenes de los mercados Tori no Ichi de Edo, estos no residen en Asakusa, sino en el santuario Ōtori de Kasaihanamatamura (en la actualidad, Hanahata, Adachi). Sin embargo, esta zona queda lejos del centro de la capital, de ahí que se generalizara el acudir al santuario Ōtori de Asakusa. Detrás de este se encontraba Yoshiwara, el barrio de placer, algo que influyó mucho en las preferencias de la gente.

Tanto el santuario Ōtori de Adachi como el homónimo de Asakusa están consagrados a la misma figura: Yamato Takeru. Los vínculos entre esta deidad y el gallo se entienden perfectamente si se lee acerca de los orígenes de ambos santuarios.

Según la Sociedad Histórica de Adachi, desde tiempos antiguos existía en dicha zona un lugar donde se rendía culto a Yamato Takeru. En el período Hōji (1247-1249) un general, de nombre Minamoto no Yorimitsu, hizo una parada allí, para rezar por la victoria, cuando se dirigía a luchar a la región de Tōhoku. Entonces vio un águila que, a su parecer, era un dios de la victoria, y así surgió la relación entre Yamato Takeru y esta ave. Dicho sea de paso, Yorimitsu fundó el clan Kai Genji, por lo que es un antepasado lejano de Takeda Shingen.

La construcción del santuario Ōtori de Asakusa también se remonta a la era de los Mitos (592-628). Durante su campaña militar en la zona oriental Yamato Takeru le rezó por la victoria a Ame no Hiwashi no Kami, a quien veneraban allí. El nombre de esta deidad incluye el ideograma con el que se representa el águila, considerada un ave portadora de buena suerte.

Ambos santuarios tienen las mismas creencias de base: el águila como deidad de la victoria en las guerras y Yamato Takeru. En algún momento el águila dio paso al gallo y se empezaron a celebrar festivales dedicados al día de esta ave del zodiaco chino. Si bien Adachi y Asakusa tenían otros nombres: Genyū y Shinyū —el Gallo Original y el Gallo Nuevo, respectivamente—, ambos santuarios conservan la referencia al águila en su denominación oficial, cuya lectura es “Ōtori”.

Recordemos el elemento más característico de los mercados Tori no Ichi: los rastrillos kumade; originalmente, utensilios de limpieza que constan de unas púas cortas a modo de dientes y sirven para recoger, por ejemplo, las hojas secas. Con el paso del tiempo, se acabó confiriéndoles también la capacidad de atraer la bonanza económica, de ahí que se convirtieran en un objeto portador de buena suerte. Los rastrillitos que se siguen vendiendo a día de hoy en los santuarios sintoístas se denominan kakkome, término que surge al deformar la palabra kakiatsume, que significa “recoger”.

Por el contrario, los rastrillos kumade decorados con bolsas de paja de arroz, pargos japoneses y máscaras con la cara de Okame, entre otros adornos, los producen y comercializan vendedores del sector privado.

Una comerciante y su aprendiz regresan juntos del mercado Tori no Ichi en Los 12 meses del año: el mercado de shimotsuki, una obra de Utagawa Toyokuni que data de 1854 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta. El aprendiz carga con un rastrillo de la buena suerte kumade.
Una comerciante y su aprendiz regresan juntos del mercado Tori no Ichi en Los 12 meses del año: el mercado de shimotsuki, una obra de Utagawa Toyokuni que data de 1854 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta. El aprendiz carga con un rastrillo de la buena suerte kumade.

En otras palabras, en los mercados Tori no Ichi los santuarios y los vendedores del sector privado venden sus rastrillos por separado. Se desconoce el comienzo de esta práctica, pero hay xilografías ukiyo-e de entre los períodos Tenmei y Kaei (1781-1854) en las que aparecen personas que se llevan un kumade de vuelta a casa tras su paso por un santuario. Así pues, podría decirse que los rastrillos de decoración llamativa se habían generalizado entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX.

Dicho sea de paso, la creencia popular de que, si se compra un rastrillo mayor que el del año anterior, aumentará la dicha carece de fundamento alguno. Los santuarios no han dicho tal cosa, sino que han sido los vendedores del sector privado los encargados de difundirla.

Mercado Tori no Ichi. (Pixta)
Mercado Tori no Ichi. (Pixta)

Bibliografía

  • Libro ilustrado de las costumbres de Edo a través del ukiyo-e, supervisado por Satō Yōjin y editado por Fujiwara Chieko (editorial Kawade Shobō).
  • El Edo de Sarai Vol. 2, de Sarai Mook (editorial Kawade Shōgakukan).

Imagen del encabezado: El ambiente concurrido de Saruwaka-chō en Ilustraciones sobre la prosperidad de la capital del Este: los tres teatros de Saruwaka-chō, una obra de Utagawa Hiroshige que data de 1854 y es propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta; el teatro que aparece es el Ichimura-za, uno de los tres de Edo que contaban con la licencia pertinente.

(Traducido al español del original en japonés.)

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