Uesaka, una empresa familiar que fabrica pesas olímpicas
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Mancuernas de barrio obrero que triunfan en todo el mundo
Honjo, un barrio tradicional del distrito de Sumida al cobijo de la gigantesca Tokyo Skytree, está sembrado de pequeños talleres y fábricas de artesanía donde durante generaciones se han venido curtiendo técnicas manufactureras de primer nivel. Uesaka T. E. es uno de esos negocios. Puede que a los adeptos al gimnasio les suene el nombre.
En efecto, Uesaka es uno de los principales fabricantes de mancuernas del mundo. Fue marca oficial en las pruebas de halterofilia de seis olimpiadas: Tokio 1964, Seúl 1988, Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sídney 2000 y Atenas 2004. Sus productos se usan en los gimnasios de equipos tan potentes como el Manchester City y el Kawasaki Frontale de fútbol, o el Fukuoka SoftBank Hawks y el Yomiuri Giants de béisbol. Goza de tal reconocimiento en su sector que su nombre es sinónimo de mancuernas.
Uesaka Tekkōjo, empresa predecesora de Uesaka, se creó en 1929, once años después del fin de la Primera Guerra Mundial. Su fundador, Uesaka Kyūsaku, se trasladó a Tokio desde su Toyama natal para dedicarse a los herrajes arquitectónicos y cuatro años más tarde amplió el negocio para fabricar material deportivo. En 1947, justo después de la Segunda Guerra Mundial, hubo un suceso que influyó de forma decisiva en la historia de la empresa: el ejército estadounidense destinado en Japón hizo un pedido de 300 juegos de mancuernas para el entrenamiento de los soldados.
Las mancuernas no eran un artículo común en Japón por aquel entonces y Uesaka Tekkōjo jamás las había fabricado. Su elaboración resultó mucho más complicada de lo que esperaban. En la práctica normal del deporte, los usuarios las dejaban caer sin cuidado, por lo que no paraban de romperse o deformarse. Fabricar mancuernas que resistieran a los impactos fuertes planteaba una serie de retos logísticos, pero Kyūsaku y su equipo trabajaron día y noche sin tirar la toalla. Al final lograron solucionar las dificultades técnicas y entregar el pedido al ejército estadounidense, pero quedaba pendiente un problema de mercado: la demanda era tan exigua que el negocio no resultaba rentable.
Sin embargo, los esfuerzos de Uesaka Tekkōjo no fueron en vano. En 1953 los eligieron como fabricante oficial de la Asociación Japonesa de Halterofilia y en 1958 pudieron demostrar su calidad en la tercera edición de los Juegos Asiáticos, que tuvo lugar en Tokio.
La Asociación Japonesa de Halterofilia encargó 30 juegos de mancuernas a la empresa previendo posibles fallos y daños, lo que resultó un pedido del todo superfluo ya que las pesas no sufrieron ningún tipo de percance y bastó con un único juego. Esta anécdota dio a conocer el nombre de Uesaka tanto en Japón como entre los atletas de otros países.
Japón acogió los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964, en plena era del crecimiento económico acelerado. Uesaka Tekkōjo, que ya era uno de les mejores fabricantes de artículos deportivos de Japón, afianzó su presencia en aquel acontecimiento nacional. Le encargaron montar los espacios para cuatro disciplinas —halterofilia (su especialidad), atletismo, natación y boxeo— y contribuyó a la buena gestión de las competiciones.
Kyūsaku, que había fundado y hecho crecer Uesaka Tekkōjo, falleció dos años antes de las Olimpiadas de Tokio. No llegó a presenciar aquel momento estelar. Pero poco después nació Tadamasa, tercer gerente de la empresa, que sigue al mando en la actualidad.
Tadamasa explica así los recuerdos del gran acontecimiento que le contaron sus padres, encargados de llevar el negocio después de su abuelo: “Tenía dos años cuando vi la ceremonia de inauguración en brazos de mi madre, desde las gradas del Estadio Nacional. Nuestra empresa andaba ocupada con la preparación de los Juegos, fabricando e instalando todo tipo de equipos: los trampolines de la piscina, la red para las disciplinas de lanzamiento, los tacos de salida de las carreras de velocidad… Mi madre me explicó que entonces las cuerdas de los carriles de natación eran de madera y que ella ayudó a pintarlas para evitar la corrosión”.
Durante la era del crecimiento económico acelerado, Uesaka Tekkōjo fue expandiendo su negocio progresivamente: “Al aumentar el número de escuelas por el baby boom, creció también notablemente la demanda de equipos de educación física como plintos, esterillas o postes de voleibol. Mi padre, segundo gerente, se subió al tren del momento y empezó a fabricar todo tipo de equipos. Casi no había una escuela o un gimnasio de empresa que no tuviera nuestros productos”.
El tercer gerente de la empresa decide centrar el negocio en las mancuernas
El crecimiento no podía durar para siempre. Los años 90 vieron un descenso de la natalidad y el envejecimiento demográfico, y en 1997, el año después de que Tadamasa tomara las riendas de la empresa, la población mayor sobrepasó a la infantil por primera vez: “Los resultados de la empresa empezaron a empeorar rápidamente hacia 1990. Cada vez había menos niños, se fusionaban colegios y el sector del deporte escolar se estancó. La demanda nueva cayó en picado. Mi padre había ampliado el negocio considerablemente y en aquel momento vendíamos más de 2.000 productos diferentes. Por ejemplo, teníamos cuatro o cinco tipos de postes de voleibol. El deporte evoluciona con los tiempos, las reglas van cambiando y los productos deben actualizarse en consonancia. A medida que el mercado encogía y la especialización aumentaba, nos fuimos quedando sobrecualificados, lo que solo generaba mayores costes. Caímos en un círculo vicioso”.
Tadamasa, que tomó el relevo del negocio después de su padre, reorganizó la empresa, le cambió el nombre y lanzó Uesaka T. E. el 26 de marzo de 1996. Dio un giro radical respecto a la política expansionista que se venía siguiendo: “Llevamos 30 años mi abuelo, 30 años mi padre y ahora 30 años yo. Se dice que la vida de una empresa son 30 años. Si no cambiamos en ese tiempo, nos quedamos desfasados”.
Por eso el directivo recortó de golpe el inacabable catálogo de productos: “El tema de mi generación fue la concentración. Decidimos reducir nuestra gama de productos, especializarnos más y apuntar a convertirnos en la mejor marca de nuestro campo”.
Tadamasa fue a por las mancuernas, con las que tanto había sudado su abuelo en su día. Se propuso que la nueva Uesaka compitiera en el mercado con ellas. Pero, ¿por qué se decantó por un producto con tan poca implantación en Japón? Como si ya esperase la pregunta, responde: “El levantamiento de pesas tiene movimientos que forman la base de todas las disciplinas y constituyen un entrenamiento excelente. Además, aunque en Japón no esté muy extendido, en Estados Unidos es un deporte mayoritario”.
El empresario rememora las olimpiadas de Atlanta 96, en las que Uesaka fue proveedor oficial: “En Japón la halterofilia es un deporte que se ve sentado y se aplaude cuando un levantamiento sale bien, pero en Estados Unidos es totalmente distinto. Aunque sea en las olimpiadas, ponen la música a todo volumen y se recibe a los atletas con una enorme ovación. Esto se debe en gran parte al talante entusiasta de los estadounidenses, pero también a que el entrenamiento con pesas está muy arraigado en su país. Asistir a los juegos de Atlanta hizo que me diera cuenta de lo enorme que es allí el mercado”.
Tadamasa volvió a Japón después de ver las cosas claras en Atlanta y en otoño recibió un cheque de un investigador de la Universidad de Nebraska. Como casi no había hecho negocios con el extranjero, Tadamasa lo dejó aparcado y, a los pocos días, el entrenador del equipo nacional estadounidense le preguntó: “¿Te ha llegado un cheque de Nebraska?”.
El remitente del cheque era Boyd Epley, un prestigioso investigador que abogaba por la superioridad del entrenamiento con pesas. La primera vez que agarró una mancuerna de Uesaka fue en Atlanta y quedó impresionado por su calidad impecable.
“El profesor Epley alabó las características de nuestras barras. En halterofilia, las mancuernas se levantan con un brevísimo tirón explosivo y se alzan por encima de la cabeza. El atleta usa la inercia para tirar de la barra y lanzarla. Es imprescindible que esta se ‘deforme’ con la inercia para alcanzar esa velocidad instantánea, como pasa con los palos de golf y las cañas de pescar.
Sin embargo, si la barra siguiera deformada al sostenerla por encima de la cabeza, la parte superior del cuerpo se vería arrastrada con ella por la inercia. Es decir, que la flexión que se da al tirar de la barra y lanzarla debe cesar en el momento del agarre. Para ello elaboramos nuestras barras con una receta secreta original que les brinda un equilibrio perfecto —ni muy duras ni muy blandas— y las hace muy fáciles de controlar. Eso es lo que conquistó al profesor Epley”.
Las virtudes de Uesaka según los levantadores
Obviamente, hay muchos fans de Uesaka entre los levantadores de peso. Uno de ellos es Anastasios Pappas, un hombre de origen griego que trabaja en la fábrica de Koshigaya (Saitama), donde se elaboran los discos. Llevaba tiempo estudiando japonés cuando conoció a Tadamasa en Atenas 2004. En 2009 se trasladó a Japón para casarse con su novia japonesa y empezó a trabajar en Uesaka.
Tadamasa captó a Pappas porque es un levantador potente que ganó un bronce en Grecia, un país con un alto nivel en su disciplina, y porque tiene muchas conexiones con organizaciones de atletismo de todo el mundo.
El deportista valora así las mancuernas de Uesaka desde su perspectiva de levantador: “En mis tiempos, en las competiciones solo se usaban dos marcas y cada uno elegía la que quisiera: Uesaka o Eleiko (de un fabricante sueco). Yo era de Uesaka, porque la zona de agarre de la barra está muy bien diseñada y se adapta a la palma de la mano”.
Los deportistas de élite notan hasta las más sutiles diferencias en las barras, por lo que Uesaka ajusta el peso limándolas al milímetro para que no hay ninguna diferencia entre ellas. Esa atención al detalle es otro de los motivos por los que tiene tantos seguidores. Pappas asegura que, además de su cuidadísima factura, Uesaka se ve respaldada por un reputado campeón de halterofilia: “Pyrros Dimas es un héroe nacional en Grecia. Ganó tres oros y un bronce olímpicos con las mancuernas Uesaka. Una vez dijo que su éxito no se debía solo a su capacidad y esfuerzo, sino que eran las mancuernas lo que le había permitido dar el 100 %”.
Las pesas Uesaka, que permiten a los levantadores explotar su potencial al máximo, también tienen fama por su resistencia: “Hace tiempo que corren por el mercado mancuernas baratas fabricadas en China y la diferencia se nota tanto en la calidad como en la resistencia. No es raro que se rompan en unos 3 años. Las de Uesaka duran 20 años y a veces hasta 30. El campeonato del mundo de 1999 se celebró en Grecia y las pesas que se emplearon para la competición siguen usándose hoy en día”.
Con todo, Uesaka se retiró de las olimpiadas después de Atenas 2004. El motivo no tuvo nada que ver con su nivel de calidad. La mercantilización de la gran fiesta del deporte tomó impulso desde Pekín 2008 y muchos equipos empezaron a adoptar su equipamiento en función del dinero que les ofrecieran los patrocinadores en lugar de por las virtudes del producto. El lema olímpico de que lo primero son los deportistas no es más que un decir. En la práctica, lo primero son los negocios. Un fabricante de barrio como Uesaka no tiene forma de competir en esas condiciones.
Una oportunidad inesperada
Desde que Tadamasa asumió el mando de la empresa, Uesaka, antes solo conocida por algunos, ha dado el salto a la fama mundial, especialmente en Estados Unidos. El gerente confiesa que la pandemia disparó las ventas en el gigante americano. Si bien es cierto que allí mucha gente va al gimnasio, el motivo de ese aumento de la demanda es que cada vez más aficionados se montan un gimnasio en casa para evitar los riesgos de contagio. Como defiende el profesor Boyd, las mancuernas permiten un entrenamiento eficiente, son más baratas que las máquinas y no ocupan lugar.
Tal y como Tadamasa predijo en los Juegos de Atlanta 96, la demanda de pesas se ha disparado en el mundo del deporte estadounidense. Los equipos profesionales y los gimnasios universitarios cuentan con juegos completos en sus instalaciones, y el sector militar las ha integrado como parte de la instrucción. Hace algunos años, el ejército encargó la friolera de 20.000 unidades. Uesaka no pudo asumir semejante pedido. Sea como fuere, no cabe duda de que el mercado va al alza.
Aunque lejos de alcanzar las cotas estadounidenses, en Japón cada vez más equipos y escuelas están introduciendo las mancuernas. El número de aficionados que se montan su propio gimnasio también va en aumento, por lo que Tadamasa y Pappas viajan continuamente por todo el país para instalarlas.
Las joyas de Uesaka, que viene priorizando a los deportistas desde su nacimiento, aportan su granito de arena en el mundo del deporte y en la salud de las personas.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Las mancuernas de Uesaka se usan en el Campeonato de Halterofilia de Japón. En la imagen, Itokazu Yōichi, que obtuvo el cuarto puesto en Río 2016, en plena acción el 11 de diciembre de 2020 en Niigata. Jiji Press)