¡A las olimpiadas! Perfiles de los atletas
Araki Erika: una medalla en su propia tierra, su último objetivo
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Una carrera en la selección que comenzó con un esguince
Este verano una atleta se presenta por cuarta vez a unos Juegos Olímpicos. Se trata de Araki Erika (jugadora del equipo Toyota Auto Body Queenseis), líder de la selección japonesa de vóleibol femenino, que competirá a sus treinta y seis años.
Los recuerdos de Araki y las Olimpiadas comienzan con un esguince. En 2004 Araki era una bloqueadora central de diecinueve años que había sido elegida por primera vez como candidata a la selección nacional de Japón, pero ese año no logró permanecer en el equipo para los Juegos de Atenas. La selección de 2004 contaba entre sus filas, sin embargo, con Kurihara Megumi y Ōyama Kana (combinación a la que llamaban “Megukana”), del mismo curso que Araki, y Kimura Saori (del mismo instituto Shimokitazawa Seitoku), de menor edad, lo cual hizo la decepción de Araki aún más dolorosa.
Sin embargo, la atleta cree ahora, al reflexionar, que a pesar de que las Olimpiadas de Atenas le supusieron aquel desgraciado esguince, también fueron una gran fuente de energía para su carrera posterior.
“En aquellos momentos me sentí terriblemente frustrada, pero creo que de algún modo aquella emoción se convirtió en una energía que me ha ayudado a continuar hasta aquí. Por eso ahora creo que el hecho de no poder ir a Atenas fue algo realmente positivo”.
Araki, dolorosamente consciente de su adecuación técnica por haber perdido el puesto en la selección, comenzó a practicar sin descanso: “Quiero ser mejor, quiero ser más fuerte”.
En Japón había en esa época muchas bloqueadoras centrales que hacían de su velocidad un arma, pero Araki poseía una fuerza que otras no tenían. No solo se movía con rapidez, sino que a veces podía seguir un pase alto con un tanto, como lo podría hacer una rematadora lateral, y aprovechó su fuerza única para apoderarse de su posición y convertirse en una jugadora indispensable para la selección. Poco antes de los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008, Araki afirmó: “No quiero abandonar mi posición de ninguna manera. Es algo que he logrado tras muchos años de esfuerzo, así que comprendo su importancia mejor que alguien que haya entrado al equipo enseguida”.
En Beijing, la primera Olimpiada en la que participaba Araki, la atleta logró deslumbrar como la mejor bloqueadora frente a muchas rivales extranjeras de mayor altura y experiencia.
La base de la selección japonesa, presa de una ambición insaciable
En la temporada 2008-2009, justo después, Araki dejó temporalmente el equipo Toray Arrows al que pertenecía para entrar a formar parte del famoso Volley Bergamo, de la serie A italiana, ampliando con ello su mundo profesional.
La ambición de la atleta no conoce límites. No solo ha perfeccionado su ataque rápido desde el centro, su posición más fuerte, sino también los ataques amplios a la carrera por el lateral derecho, además de aumentar su fuerza y desarrollar su técnica. Ha trabajado con ahínco, además, para reforzar sus capacidades defensivas, que no eran hasta ahora su fuerte. En los Juegos Olímpicos de Londres 2012 la selección femenina japonesa de vóleibol, cuya capitana era Araki, logró, por primera vez en veintiocho años, llevarse a casa una medalla: la de bronce. Araki también participó en las Olimpiadas de 2016 en Río de Janeiro. Durante estos últimos años se ha esforzado por reforzar su saque, e incluso a sus treinta y seis años sigue siendo en la actualidad la mejor bloqueadora central de todo Japón.
Araki dejó definitivamente Toray Arrows en octubre de 2013, tras los Juegos Olímpicos de Londres, y durante un tiempo abandonó también la cancha de juego; cerca de medio año después de dar a luz, sin embargo, regresó a su carrera deportiva como parte del Saitama Ageo Medics. En la temporada 2014-2015 de la V League dejó unos resultados excelentes: logró el primer puesto como bloqueadora y el tercero en ataque.
En Japón aún son pocas las atletas que continúan con su carrera después de dar a luz. No obstante, cuando Araki jugó en Italia vio que sus compañeras extranjeras seguían jugando después de tener hijos, y también su madre y su esposo la apoyaban, por lo cual decidió continuar también con sus actividades cuando diera a luz. Tal y como lo había planeado, regresó a la cancha en un lapso relativamente corto y demostró poder realizar de nuevo un desempeño del más alto nivel.
Y sin embargo la jugadora se tuvo que enfrentar de pronto a la posibilidad de tener que retirarse.
La alegría de salir a la cancha de nuevo
Tras los estupendos resultados de la temporada 2014-2015 el entrenador en aquel momento de la selección de vóleibol de Japón, Manabe Masayoshi, convocó a Araki para que formara parte del equipo nacional. Con todo, al realizar un chequeo médico rutinario previo a su incorporación, los médicos encontraron una extraña arritmia en el corazón de Araki y la ingresaron. No era el mejor momento para unirse a la selección.
Los médicos le dijeron que existía la posibilidad de que sufriera una muerte súbita, y Araki no sabía cómo tomárselo. “Supongo que se acabó el vóleibol”, se dijo.
“Era un poco decepcionante terminarlo todo así... Pero también había una parte de mí que, por el contrario, se alegraba de poder solucionarlo todo sin sentir toda la presión del deporte”, recuerda, con una sonrisa amarga. “Fue un periodo que me hizo pensar en todo tipo de cosas”.
Y a pesar de todo, tras realizar todo tipo de pruebas, se llegó a la conclusión de que la dolencia podía curarse mediante una operación quirúrgica.
“Si se puede curar podré jugar; y si puedo jugar, quiero hacerlo”, se dijo Araki, con una renacida pasión por el vóleibol.
Tras una exitosa operación para implantarle un catéter y un periodo de tratamiento, Araki se reincorporó a la V League al comienzo de la temporada 2015-2016.
La jugadora, muy consciente de que nadie sabe cuándo le llegará el momento de abandonar, comenzó a trabajar duramente a diario en la cancha. Además, ahora presta una atención aún mayor a los detalles de su condición física, como el cuidado de su cuerpo o su alimentación.
Pese a que el verano de ese año no pudo entrenar debido a su tratamiento, en la temporada 2015-2016 Araki logró de nuevo el galardón a la mejor bloqueadora. Es, definitivamente, una mujer de gran fortaleza.
En 2016 regresó a la selección japonesa y participó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Era la tercera vez, pues, que participaba en unas Olimpiadas.
Nuevas complicaciones en la selección
Y no obstante, cuando Araki regresó a la selección se encontró con una nueva complicación: las jornadas intensivas y las largas horas de entrenamiento le impedían ver a su querida hija.
Tras el parto, la madre de Araki le prestó todo su apoyo, pero la niña no podía soportar el hecho de que su madre no estuviera con ella. La atleta perdió la cuenta de las veces que su hija le pedía, llorando, que no se fuera. Para poder salir Araki tenía a veces que sortear diversas cuerdas y pequeñas barricadas que la niña había fabricado a mano para bloquear la salida e impedir que su madre se fuera.
Araki se ha marcado como objetivo final de su carrera conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio y ha concentrado en ello todos sus esfuerzos, pero para la niña eso no tiene ninguna importancia. Desde que comprendió que su madre no podía estar a su lado porque se iba a jugar al vóleibol comenzó a decirle que lo dejara: “¿Para qué necesitas ir a jugar si te digo que quiero que estés conmigo?”
Al oír esas palabras Araki sintió que se le encogía el corazón. Y sin embargo, decidió también seguir luchando hasta las Olimpiadas.
“Era un verdadero conflicto, pero yo ya había tomado esa decisión. Creo que, ya que decidí jugar, tengo que seguir hasta el final. Le hice entender que ya había prometido que me iba a esforzar hasta que terminaran los Juegos Olímpicos, y que me estaba dedicando a algo que realmente me gustaba. ‘Desde que era muy pequeña mi sueño siempre ha sido el vóleibol. Ese sueño se ha cumplido; es lo que estoy haciendo ahora’, le digo. Bueno, desde su punto de vista no hay nada más importante que estar conmigo”.
Araki también espera que, cuando su hija crezca y tenga sus propios sueños, pueda recordar esta experiencia y todo lo que hablaron.
“Aunque no deja de ser la forma de pensar que más me conviene”, añade, con una sonrisa amarga.
En la familia ha habido un pequeño cambio, este año.
Esta primavera su hija mayor, que ya está en el segundo curso de primaria, le hizo un regalo el Día de la Madre con el dinero de su propina, que había estado ahorrando. Le regaló un llavero de un juego de dos, que al juntarlos se convierten en un perro; “Tenemos uno cada una, cuando estamos separadas”, le dijo al dárselo. También le entregó una carta con estas palabras:
“Te quiero porque te esfuerzas mucho. Yo también voy a esforzarme como tú”.
Parece que poco a poco la niña va comprendiendo.
Este verano la figura de Araki, que se vuelca en cuerpo y alma sobre este deporte que ama, y golpea el balón sin perder nunca la sonrisa, se verá reflejada en las pupilas de la persona más importante del mundo, para ella.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Araki, la mayor de las atletas que conforman la selección japonesa de vóleibol, representa a sus treinta y seis años la fuente de energía principal del equipo – 1 de mayo de 2021, partido amistoso contra China, Tōkyō Ariake Arena – imagen por cortesía de Yutaka / Aflo Sports)
deporte Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020 Vóleibol