Escenas olímpicas de un famoso locutor japonés: recuerdos con deportistas y sucesos detrás de cámara
Recuerdos de un locutor: lecciones de Sídney, una mirada retrospectiva a la derrota
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El buen humor no está garantizado
Hacer una entrevista tras una competición no es cosa fácil porque hay muchos factores que pueden complicar la transmisión. Sobre todo, no siempre podemos empezar nuestra labor inmediatamente después de conocer los resultados. A veces, los deportistas, que están ocupados tratando asuntos con el personal del equipo o las autoridades de la competición, llegan tarde a la entrevista. Otras veces, cuando es un equipo al que se entrevista el que compite, tampoco se tiene claro quién va a responder a las preguntas.
El entrevistador está encargado de decidir el contenido de sus preguntas sobre la marcha. Tampoco tenemos garantía de que los entrevistados vayan a estar de buen humor. Dependiendo de las circunstancias, hay temas que no quieren tocar. Además, el tiempo es limitado generalmente. En conclusión, este tipo de entrevistas es totalmente opuesto a las que se hacen en un estudio de televisión.
Algo peculiar de los eventos como los Juegos Olímpicos, donde los deportistas representan a sus países, es que, sin importar los resultados, se hacen muchas entrevistas tras las competiciones. Cuando se consiguen medallas que quizá no esperaban u obtienen alguna en su primera competición contestan alegremente. Sin embargo, si hubo algún fallo y no se cumplen las expectativas, la situación es completamente diferente.
El testigo en el suelo
Faltaban tres días para que terminaran los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Llegué al estadio para una entrevista que teníamos planeada por la tarde con el equipo de carrera de relevos. Mi trabajo sería hacer que el equipo masculino expresara sus impresiones tras la semifinal.
Poco antes de las nueve de la noche comenzó la semifinal de la carrera de relevos 4 x 100 metros masculina. El equipo de Japón estaba formado por Kawabata Shingo, Itō Kōji, Suetsugu Shingo y Asahara Nobuharu y juntos establecieron el récord en Asia en el tercer lugar del segundo grupo avanzando a la final. Los deportistas no estaban de mal humor y les fue fácil contestar.
Mi última misión era entrevistar al equipo masculino de relevos 4 x 400 metros tras la semifinal. Por Japón participaron Karube Shunji, Osakada Jun, Tabata Kenji y Yamamura Takahiko, en ese orden. En la competición clasificatoria de esa mañana consiguieron pasar a la semifinal en el primer lugar del cuarto grupo, por lo que había grandes expectativas. En la misma competición, cuatro años antes, en Atlanta, quedaron en quinto lugar, razón que hizo crecer las esperanzas de éxito en el atletismo.
En la carrera de relevos 4 x 100 metros, todos los corredores utilizan carriles separados. En el caso de los 4 x 400 metros, cuando el segundo corredor termina la primera curva se puede correr en cualquier carril. Esto hace que para los espectadores sea fácil apreciar la posición de los corredores, pero los corredores se ponen nerviosos, ya que, por ejemplo, tienen que ser cuidadosos para no chocar con los rivales.
Yo, que seguía de cerca al equipo japonés, estaba esperanzado cuando Osakada, el segundo relevo, tomó con facilidad el carril interior. Fue justo después de eso. En el momento en el que entraba a la segunda curva hubo un momento de confusión con otros corredores y parecía bajar la velocidad. Mientras que los otros corredores parecían ir en cámara rápida él parecía regresar. Se veía algo blanco con una línea roja. “¿Se le había caído el testigo a Osakada?”. No conseguía verlo claramente. Después de eso no recuerdo casi nada.
“¿De verdad tengo que hacerla?”
Japón quedó en último lugar. El equipo rodeó al desmoralizado Osakada, pero no se movían de su lugar. No sabía si los podría entrevistar o no, por lo que me acerqué al encargado que estaba junto a mí. Me contestó de inmediato “Se hará tal como lo teníamos planeado”.
Se acercó Karube Shunji, el primer corredor. Desde antes de ponerle el micrófono parecía decir “¿De verdad va a hacerla?”. Tenía una expresión de ira y parecía que me iba a gritar. Era una situación extremadamente mala. No era a quien debía preguntarle, él ni siquiera había visto de cerca lo sucedido. El propio Karube se sentía muy mal por haber hecho crecer las expectativas del púbico. Pero tampoco podía reprocharle nada a Osakada. Al final, solo le dije unas dos o tres palabras.
No creo que algo así suceda en los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero, ¿qué haría en ese caso? Creo que en esas situaciones hay que dar prioridad a los deportistas. No se debe enfocar solo en los resultados, ni a un triunfo o una derrota, sino que deben ser consideradas las personas que hicieron su mejor esfuerzo. Quien está frente a nosotros destrozado es un deportista que sí compitió para él mismo, pero también lo hizo para nosotros. ¿Es posible que el entrevistador comprenda la frustración del deportista como si fuera propia? Es necesario que tengamos esta determinación.
Fotografía del encabezado: carrera de relevos de 1.600 metros masculina. El equipo japonés no pasa a la final (Jiji).