El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era
El ‘Man’yōshū’ y la era Reiwa: La edad es un grado
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Mono mina wa
aratashiki yoshi
tadashikumo
hito wa furiyuku
yoroshikaru beshi.
En japonés moderno:
Mono to iu mono wa nē, minna minna
atarashii mono ga yoi n’da ga...
Demo ne,
hito wa furuku naru no ga
yoroshikarō zo!
hito dake furui hō ga ii no sa.
Todas las cosas todas
son mejores si son nuevas.
Pero, mira, las personas
¡ganan con los años!
¡Solo ellas son mejores
cuando son más viejas!
(Poema no atribuido a ningún autor, 1.885 del Libro X)
Lo que a continuación viene habla, valga decirlo, de la situación previa a esta crisis del coronavirus.
En la ciudad de Kioto es ahora más frecuente ver a jóvenes ataviadas con vistosos kimonos. Muchos sabrán a qué me refiero. Sí, en su mayor parte son turistas extranjeras con kimonos de alquiler. Cosas como ver a una chica con velo islámico, posiblemente llegada de Malasia, vistiendo un bonito furisode (kimono de mangas largas), quizás debiéramos entenderlas ya como “estampas típicas” de Kioto.
Una vez que estaba tomándome un café en un local próximo a la estación central de dicha ciudad, se me acercó uno que hablaba en japonés con perfecto acento y me preguntó por dónde se iba a cierto punto turístico. Era un hombre joven vestido a la antigua usanza japonesa. Llevado por una idea preconcebida, comencé a responderle en inglés, pero él, riéndose, me dijo que no, que él era japonés, aunque a menudo lo tomasen por extranjero de algún país de Asia, y me explicó que vestía así porque pertenecía a un club de ropa japonesa de una universidad de Kyūshū. Luego investigué el asunto y descubrí que en mi propia Universidad de Nara existen varios de esos clubes.
Y es que en ciudades tradicionales como Kioto o Nara las cosas antiguas y todo el mundo del wa (idea de lo japonés, lo nacional) tienen mucha demanda. Bueno, si pensamos en lo que es el turismo por Europa, casi todo es turismo histórico. Por eso se cuidan tanto allí los paisajes y vistas de interés histórico.
¡Pero cuidado con lo viejo! Porque cuando uno llega cargado de maletas a su hotel en París y descubre que no tiene ascensor... es un soberano fastidio. No hay duda de que lo moderno tiene también su parte buena. Conocer el valor de lo antiguo para poder sentir gratitud hacia lo moderno es un ideal humano al que me gustaría acercarme. Ser, especialmente, una persona consciente de todo el significado que encierra una vida humana.
Hablando de cosas, las nuevas son siempre mejores. Pero hablando de personas, la edad es un grado. Pero solo una persona que sabe el valor de la vida, tanto de la que ha recorrido como de la que le queda, podrá decir algo así. A mí, así me lo parece. Alguien que conoce todo lo bueno de las cosas nuevas y toda la importancia de las antiguas.
Fotografía del encabezado: PIXTA.