El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era
El ‘Man'yōshū’ y la era Reiwa: ¡Qué vergüenza de poema!
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Asao-ra wo
Oke ni fususa ni
umazu to mo
asu kisesame ya
izase odoko ni(Poema no atribuido a ningún autor, 3.484 del libro XIV)
Asa no o wo ne
oke ippai
tsumuida to shite...
asu o-meshi ni nareru wake de mo arimasu mai na,
dakara, odoko ni isshō ni hairō yo!
Hoy traigo un asunto un tanto aparatoso. La historia es algo que, cuando no se mueve, no se mueve en absoluto, pero que cuando le da por cambiar, llega a transformarse en un instante. Si nos fijamos en el curso que ha seguido el trabajo a lo largo de la historia, veremos que la división por sexos se ha mantenido durante un largo periodo. Tenemos, pues, una historia en la que los hombres han desempeñado sus funciones y las mujeres, las suyas. La caza y las lides guerreras han sido cosas de hombres; el acarreo del agua y la producción de tejidos, de mujeres.
Esta división por sexos, con sus consabidas modificaciones, ha tenido una larga vida, sobreviviendo incluso a la revolución industrial. Es, en pocas palabras, la idea de que el hombre ha de salir a ganarse el pan, mientras que la mujer ha de quedar al mando del hogar. Una idea muy arraigada de la que no acabamos de desprendernos.
De todos modos, durante los últimos 20 años se siente una necesidad social de levantar todas las barreras que se interponen en la actividad laboral. La meta que debemos conquistar ahora es construir una sociedad en la que hombres y mujeres participen en pie de igualdad.
Académicamente, yo me he especializado en el antiguo poemario Man´yōshū, pero eso no quiere decir que me parezca bien todo lo de aquella remota época. Y me situaría, además, entre los defensores de esa participación paritaria de los dos sexos. Esto me lleva a pensar que no vamos a triunfar en nuestro empeño si no partimos de una conciencia clara de que levantar todas esas barreras que durante miles de años han separado a hombres y mujeres en el terreno laboral es un proyecto y un desafío realmente grandioso.
El hilado, en la época del Man´yōshū, era lógicamente una actividad femenina. Las mujeres están ahí, enfrascadas en su labor, cuando de pronto vienen unos sujetos a provocar con sus procacidades. “¿No trabajáis demasiado? Por mucho que os afanéis, no vais a conseguir tener listo un vestido para mañana. A ver, chicas, ¿no os vendríais a la cama con estos muchachos?”. Así las gastaban.
Aplicando nuestros criterios, esto es un caso de acoso sexual con todas las de la ley. Habrá quien piense que nuestros estándares no son aplicables a los clásicos de la literatura. En todo caso, hay que convenir que se trata de un comportamiento de ninguna forma aceptable en nuestros tiempos.
Cuando me toca enseñar estos versos en mis clases, suelo empezar exponiendo el trasfondo histórico de la división sexual del trabajo, dentro de la cual ha nacido este poemilla. Porque, aunque los personajes del Man´yōshū sean gente de la antigüedad, quienes ahora lo estudian son gente de nuestra época.
Fotografía: PIXTA.