El legendario jazz café Basie llega a la gran pantalla
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Un viaje al Basie, el legendario jazz kissa
Los jazz kissa o jazz cafés son un tipo de local único propio de Japón, en los que se puede disfrutar del jazz en discos de vinilo, en lugar de hacerlo con actuaciones en vivo. Nacido en la década de 1950, el género floreció en la siguiente década. Posteriormente, tras un aparente declive, algunos de los locales cerraron y se abrieron otros nuevos; según se dice existen a nivel nacional unas 600 de estas cafeterías.
De entre los locales con mayor tradición, los fanáticos del jazz hablan del Basie como un lugar en el que se puede disfrutar de un sonido único. Sugawara Shōji, antiguo miembro de la big band High Society Orchestra, de la Universidad de Waseda, regresó a su ciudad natal tras graduarse en 1970, y renovó el almacén de sus padres para abrirlo como local de jazz. El nombre, Basie, proviene de Count Basie (1904-1984), un pianista de renombre entre todos los aficionados al jazz que también lideró en su día una big band.
El músico, de fama mundial, oyó hablar de un local que llevaba su nombre. Simplemente por ese detalle no se habría molestado en visitar una pequeña ciudad en Tōhoku, a más de 400 kilómetros de Tokio; era más bien el impacto sonoro que el local parecía tener entre los profesionales lo que lo llevó a visitarlo. Fue el propio Count Basie quien le dio el apodo de “Swifty” a Sugawara.
La famosa cafetería cumple 50 años en 2020. Hoshino confiesa: “Sentí la necesidad de hacer esta película como una especie de registro; no es realista creer que seguirá ahí para siempre”.
“Lo primero era la acústica. Yo quería preservar el sonido del Basie fuera como fuera. Por eso la película comenzó a partir de la idea misma de grabar ese sonido. Captarlo correctamente resultó ser una tarea muy difícil. Sin embargo en el departamento de sonido el equipo estaba entusiasmado por el reto: no querían producir una falsificación”.
Hoshino deseaba que el público sintiera el sonido producido por ese sistema de audio en el que tanto interés ha volcado Sugawara. El entusiasmo del director se puede sentir con claridad desde el comienzo de la película: Steam Railroading Under Thundering Skies, una pista que en realidad no es de jazz, brama sobre el fondo negro de la pantalla. Se trata de una grabación documental realizada en 1961 junto a un ferrocarril de Mississippi, EE. UU., en la que se recogió el rugido de una locomotora de vapor en mitad de una tormenta eléctrica. El sonido de la película se creó con el vinilo original, reproduciéndolo en el equipo del Basie y grabándolo a su vez con un micrófono antiguo.
“Ante todo deseaba transmitirle al público el gran volumen que posee la acústica del Basie. Es un sonido fuerte, pero también cómodo, gracias a la disposición del local. No me gustaba la idea de usar el típico jazz relajado, al principio de la cinta. Quería, en primer lugar, abrumar al espectador. Quería que lo experimentara, sin explicarle que el local está lejos, y que no se puede escuchar ese tipo de sonido a no ser que uno vaya hasta allí. El ruido de la locomotora de vapor también va más allá del tiempo y del espacio; se trataba de conseguir que el espectador se diera cuenta de pronto de que está dentro de esa escena”.
En busca de Sugawara Shōji
Siendo estudiante de secundaria, Hoshino compró un disco de Miles Davis y quedó totalmente enganchado al mundo del audio y del jazz. Aunque empezó a leer con gran entusiasmo la columna que escribía Sugawara en la revista de audio Stereo Sound siendo aún un niño, no fue hasta treinta años después que puso un pie en Basie por primera vez. Gracias a un amigo pudo finalmente conocer al dueño del local.
“Sugawara es una figura como el monte Fuji para mí. Su existencia tiene un peso enorme, y no podía acercarme a él así como así. Como es alguien que hace las cosas en serio me da la impresión de saber de todo, y le tengo un cierto miedo. Al principio a mí me gustaba el jazz moderno y no podía entender realmente las big bands, pero cuando escuché ese estilo por primera vez en Basie, a ese volumen tan alto, me abrumó. Era un sonido muy denso. Podía escuchar todos y cada uno de los instrumentos correctamente. Me sorprendió descubrir que existía una acústica como aquella”.
Sugawara posee una sensibilidad única para el sonido y las palabras para expresarlo, algo que lo distingue de los simples entusiastas a los que se suele considerar “maníacos del audio”. Es como si fuera capaz de escuchar el silencio detrás de esa cascada de música a todo volumen. Además, en un local más común lo normal sería colocar una fuente de ruido quizá desagradable para el público, como una batería, sin pensarlo dos veces. La idea suele ser que si los platillos y las membranas de los timbales, desde el más bajo al más agudo, se encuentran en armonía, no se restan protagonismo. Aunque quizá se trate de que incluso escuchando jazz en un ambiente tranquilo ese tipo de sonido no puede llegar al corazón.
De esa narrativa relajada nacen una serie de palabras profundas que en ocasiones llegan a revelar la verdad de la existencia humana. Las columnas de Sugawara sobre audio y jazz se han convertido en una crítica de vanguardia sobre la civilización misma, y pueden leerse incluso como guía de vida.
“Primero pensé pedirle a Sugawara que hablara del mismo modo que había escrito en su columna, y retomar la narración desde ahí. Pero no salió como yo quería. No es el tipo de persona que habla todo lo que uno espera; más bien se trata de una persona que dice las cosas más profundas cuando yo estoy indefenso. Lo intenté muchas veces. Probablemente él se daba cuenta de lo que yo quería que dijera, y no decía nada”.
Puede que se trate de una forma de improvisación en la conversación, como el propio jazz. Si quienes conversan no acompasan bien la respiración, no sale nada.
“Sugawara también tiene su propia imagen sobre la apariencia y el movimiento dentro del local. Creo que definitivamente hay algo en él que se da cuenta cuando lo están observando. Así que, cuando entró allí el equipo de rodaje, él ya estaba preparado; y el local también estaba muerto. Después de todo, si hay clientes también hay humo de tabaco, agua hirviendo, el timbre del teléfono… Basie es más bien un espacio donde se mezclan todas esas cosas”.
En cierto punto, Hoshino dejó de llevar consigo al equipo de rodaje, luz y sonido al local, y empezó a acudir con una simple cámara compacta con audio y sentarse solo ante Sugawara.
“Después de que empecé a ir solo y pasé a ser una existencia más, casi como un objeto, como el aire, fue cuando Sugawara finalmente comenzó a abrirse y hablar con sinceridad. Pero solo con eso no tenía en manos más que una película casera, así que a pesar de todo utilicé también algunas de las imágenes realizadas por el departamento de filmación”.
La voz de Sugawara por teléfono también llegó a aparecer en ocasiones en la grabación.
“Por teléfono era cuando se abría más a mí. Me decía cosas como que no le gustaba lo anticuado, que respetaba a la gente que hace hip-hop. Son ideas que el dueño de un jazz kissa no suele decir. No servía con que dijera que lo que se hacía antes era mejor: él tiene confianza en que el sonido de su local no pasará de moda, porque solo utiliza el equipo que le gusta”.
No basta con saber de jazz; hay que sentirlo
Hoshino se adentra en el mundo de la música y el sonido, centrándose en la narrativa de Sugawara y entrelazando las historias de músicos y figuras culturales que se van tejiendo a su alrededor. Al mismo tiempo va indagando sobre famosos dispositivos de almacenamiento de sonido, o los secretos del sonido producido por los famosos violines Stradivarius, o habla de jazz con el mundialmente famoso maestro Ozawa Seiji. Mientras continúa su exploración del misterio del sonido siempre termina por llegar a las maravillas de los grandes maestros.
“Mientras hacía la película, una cita de Ornette Coleman resonaban en mi mente. ‘Lo que el público espera de un músico de jazz es calidad humana’. Así que pensaba que no se trataba solo del sonido, sino de representar esa calidad humana”.
Por supuesto, también destacan en la película las escenas en las que actúan los maestros del jazz. Entre ellas se encuentra un valioso vídeo de Abe Kaoru, un saxofonista alto de free jazz. El joven genio, que murió a la edad de 29 años en 1978, poco después de tocar en el Basie, atraviesa el corazón del espectador con una fantástica superposición de sonido e imagen, como si hubiera bajado volando del cielo para caminar entre la multitud del Shinjuku moderno.
El director tiene grandes conocimientos sobre audio y cámaras, pero su especialidad profesional es, en realidad, el negocio de los restaurantes. Él mismo administra un bar, y lleva años codeándose con las figuras de mayor importancia del Tokio nocturno.
“Ni siquiera pensaba en convertirme en director. La película se ha completado de esta manera gracias al apoyo de muchas personas. En la película el mismo Sugawara dice también que le debe mucho a mucha gente. Me di cuenta así de que no se trataba de él solo. Siempre dice que no es alguien especial por haber reunido todo ese equipo de sonido, que la interpretación de los músicos también hace que el sonido sea increíble. Y no solo eso: gracias a que hay gente que hace los discos podemos escuchar música. Desde los que hacen el corte hasta los que meten el disco en su funda”.
Quizá sea por eso por lo que Sugawara odia esa tendencia moderna a usar un cierto jazz de sonido endeble como simple música de fondo, y continuará buscando el realismo de su interpretación con todas sus fuerzas.
Hoshino cuenta que un episodio lo impresionó en estos últimos años, pese a que el jazz no se encuentra en su mejor momento. Sucedió en el famoso club de jazz Blue Note Tokyo, en Minami Aoyama, donde se llevó a cabo un evento relacionado con el manga de jazz Blue Giant (de Ishizuka Shin’ichi).
“El evento abría con una banda de instituto que había ganado una audición, y todo el público era muy joven. Estaba profundamente conmovido, y pensé: ‘¡Por fin ha llegado el día!’ Los chicos se estaban adueñando del jazz, un género musical hasta entonces propiedad de señores mayores con ciertas ínfulas. Creo que, mientras los jóvenes estén interesados en esta música, las puertas seguirán abiertas. Hoy en día tiene prioridad lo cómodo, lo fácil, pero creo que es importante interesarse por las cosas, sentir pasión. Hacer algo durante mucho tiempo, intentarlo en serio, enamorarse de corazón. He intentado impregnar de esa importancia a mi película”.
Entrevista: Hanai Tomoko.
Texto: Matsumoto Takuya (Nippon.com)
Información de la película
- Dirección: Hoshino Tetsuya
- Edición: Taguchi Takuya
- Entrevistados (en orden de aparición): Sugawara Shōji, Shimaji Katsuhiko, Atsugi Shigenobu, Murakami “Ponta” Shūichi, Sakata Akira, Peter Brötzmann, Abe Kaoru, Nakadaira Hozumi, Andō Yoshihide, Isogai Tatefumi, Ozawa Seiji, Toyoshima Yasushi, Nakamura Seiichi, Andō Tadao, Suzuki Kyōka, Elvin Jones, Watanabe Sadao, y otras personalidades del jazz.
- Producción ejecutiva: Kameyama Chihiro
- Producción: Miyagawa Tomoyuki, Furugori Shin’ya
- País: Japón
- Año de producción: 2019
- Duración: 104 minutos
- Distribución: Uplink
- Página web oficial (en japonés): https://www.uplink.co.jp/Basie/
- En proyección en Uplink Shibuya, Uplink Kichijoji y cines de todo el país.
Trailer
(Artículo traducido al español del original en japonés.)