Amor por la imprenta y el papel: libros usados y antiguos en Japón
Jinbōchō a través de los años: el barrio de libros de segunda mano de Tokio
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El barrio de Jinbōchō, en el distrito de Chiyoda, Tokio, alberga una de las mayores congregaciones de librerías de segunda mano del mundo. Hay unas 130 en total, especializadas en todo tipo de productos, desde obras de anticuario hasta manga. Sakota Ryōsuke, propietario de la tienda Keyaki Shoten, afirma que la creación de varias universidades en la zona de Kanda durante la era Meiji (1868-1912) contribuyó en gran medida a fomentar esta tendencia. “La predecesora de la Universidad de Tokio se fundó en Kanda en 1877, y a ella la siguieron otras como la Universidad Gakushūin, la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, la Universidad Meiji y la Universidad Senshū. Con el rápido aumento de la demanda de libros de texto, libros extranjeros y otros textos especializados, aparecieron más tiendas que vendían libros extranjeros de segunda mano, y este fue el inicio de Jinbōchō como centro del libro”.
Sakota dirigió el comité editorial de una historia de la zona publicada en 2021 por la Asociación de Comerciantes de Libros Antiguos de Tokio. Hablamos con él sobre sus conocimientos y experiencias en Jinbōchō.
Catástrofes y crecimiento
En el periodo Edo (1603-1868), las librerías vendían tanto obras nuevas como de segunda mano y también se dedicaban a la publicación, pero estas se convirtieron en formas de negocio separadas bajo el Gobierno Meiji, y poco a poco se fue estableciendo una red de distribución de nuevas publicaciones. Para cerca de 1887, la mayoría de los negocios de libros que habían existido desde el periodo Edo ya no estaban en funcionamiento.
“Como había muchos estudiantes e instructores que querían vender los libros que ya no necesitaban, surgió una nueva generación de librerías de segunda mano”, cuenta Sakota. “Yūhikaku, establecida en 1877, fue la primera tienda de segunda mano de libros extranjeros, y cuatro años más tarde se creó Sanseidō. Ambas acabaron dedicándose a la edición”.
En la actualidad, Yūhikaku es conocida por publicar libros de derecho y otros temas académicos. Sanseidō dividió sus negocios de venta y publicación en 1915, y es famosa por publicar libros de texto y diccionarios.
En 1889 se inauguró por completo la línea principal Tōkaidō. Esta conexión ferroviaria entre Shinbashi, Tokio y Kobe fue una bendición para el comercio de libros de segunda mano, que hasta entonces dependía del barco de vapor, y esto ayudó a que la distribución se expandiera entre los centros principales de Kansai y Kantō, y hacia puntos más lejanos.
Hacia principios del siglo XX, la vía principal Yasukuni-dōri conectó Chiyoda con Shinjuku, en el oeste de Tokio. Después de que un incendio en 1913 causara grandes daños en Jinbōchō, el barrio se transformó, ya que muchas librerías de segunda mano establecieron locales a lo largo de Yasukuni-dōri, incluidas algunas que se trasladaron.
La catástrofe fue también una oportunidad de negocio para la industria. Varias universidades y otras instituciones educativas quedaron completamente destruidas y tuvieron que reabastecer sus bibliotecas como parte de la reconstrucción. Las librerías se vieron inundadas de pedidos.
Iwanami Shoten abrió sus puertas tras el incendio de 1913. Al principio se dedicaba principalmente a los libros de segunda mano, pero al año siguiente publicó la obra maestra de Natsume Sōseki, Kokoro. Al parecer, se publicó a expensas del propio autor, el cual también se encargó de la encuadernación. A raíz de este éxito, Iwanami creció hasta convertirse en una editorial de renombre.
El Gran Terremoto de Kantō devastó Tokio en 1923, pero también contribuyó al crecimiento del negocio del libro de segunda mano. Mientras que las tiendas que vendían libros nuevos, los distribuidores, las imprentas y las fábricas de papel tardaron un tiempo en recuperarse, las existencias de libros de segunda mano se hallaban almacenadas por todo el país, y podían ser suministradas desde Osaka y otros lugares. Al igual que ocurrió tras el incendio de una década antes, las instituciones educativas necesitaban restablecer sus colecciones de libros, lo que trajo consigo un repunte de la demanda de libros de segunda mano.
Asociación comercial y auge de posguerra
En la década de 1890 se crearon en Tokio varios mercados para que los distribuidores se aprovisionaran de existencias de segunda mano. “Por esa época se produjo un aumento de la circulación de libros extranjeros y se crearon varios mercados privados en torno a la zona de Jinbōchō”, explica Sakota. “Poco a poco fue cobrando impulso la idea de crear una asociación comercial para todas las librerías de segunda mano”.
Tras muchos azares se creó, en 1920, la predecesora de la actual Asociación de Comerciantes de Libros Antiguos de Tokio, que llegó a celebrar mercados casi a diario para que sus miembros intercambiaran libros. Las transacciones en estos mercados ayudaban a decidir los precios de esos libros.
“La economía controlada durante la Segunda Guerra Mundial fue la época más dura para la asociación”, dice Sakota. “Con la adopción de precios fijos ya no era posible elegir libremente cuánto pagar, ni entre comerciantes ni al vender a los clientes, lo cual dificultaba el comercio. Los propietarios de las tiendas y los miembros del personal fueron reclutados para los esfuerzos bélicos, y muchas tiendas quebraron”.
Cuando ya se avecinaba la derrota de Japón, Tokio sufrió extensos bombardeos incendiarios, pero Jinbōchō escapó milagrosamente a los daños y así pudo recuperarse rápidamente.
La inmediata posguerra fue una época de agitación económica debido a la congelación de los depósitos bancarios y al cambio forzoso a los nuevos billetes de yenes; algunas personas intentaron adquirir los nuevos billetes vendiendo antigüedades y libros antiguos. En particular, los aristócratas que perdieron su estatus y otras personas adineradas cuyos ingresos cayeron en picado bajo las reformas democratizadoras de la ocupación estadounidense inundaron el mercado con inusuales tomos que habían atesorado y obras clásicas. Mientras tanto, las reformas educativas condujeron a la creación de casi 200 nuevas universidades para 1949, lo que trajo consigo una importante demanda de libros de segunda mano.
Salvado por las ventas en línea
Sakota afirma que la especialización por tiendas que existe hoy en día comenzó hacia el final del periodo de gran crecimiento de Japón, a principios de los años setenta. “En una zona donde hay más de cien tiendas dedicadas todas al mismo negocio, la supervivencia es imposible sin especialización. Creo que las librerías de segunda mano son una industria de nicho, y su fuerza reside en tratar con productos no disponibles en otros lugares”.
Hasta que la burbuja económica de Japón reventó a principios de los 90, la industria editorial, incluidos los negocios de libros de segunda mano, disfrutaron de un crecimiento vertiginoso. Sin embargo, afirma Sakota, “a partir de los noventa, con la llegada de internet, surgieron Amazon y otras tiendas en línea, lo que provocó un rápido descenso de las ganancias entre las tiendas tradicionales. Las que vendían libros nuevos fueron las más afectadas”.
La gran cadena de artículos de segunda mano Book Off se fundó en 1990 y se expandió por todo Japón, pero Sakota la descarta por carecer de sustancia. “Además de libros de segunda mano, comercia con otros artículos, y de todos modos no hay especialistas en libros. Nosotros tasamos cuidadosamente las obras individuales y decidimos su precio. Hay miembros de la asociación que encuentran libros infravalorados en los puntos de venta de Book Off y los venden a un precio elevado en sus propias tiendas”.
Aparte de la guerra, señala Sakota, la mayor crisis de la industria llegó con la adopción generalizada de internet. “Había una sensación de crisis: si no se hacía algo, no encontraríamos sucesores y el negocio se iría deteriorando. Esto llevó al lanzamiento de la página web Nihon no Furuhon-ya (Librerías de segunda mano de Japón, página con versiones en japonés, inglés, chino y coreano) en 1996. Se ha mantenido en funcionamiento sin problemas gracias a la participación de muchas tiendas”.
Sakota prosigue: “Durante la pandemia de la COVID-19, no habríamos podido mantenernos a flote sin las ventas en línea. Las librerías de segunda mano fueron definidas por el Gobierno como ‘no esenciales ni urgentes’, y recibieron peticiones de cierre. Pero mientras se cerraban las tiendas en Jinbōchō, aumentaban los pedidos a través de la página web”.
Mercados de libros
Hay tres salones Kosho Kaikan en la metrópoli —en Tokio, Seibu y Nanbu— donde los miembros de la asociación pueden comerciar con libros. En el Kosho Kaikan de Tokio, cerca de Jinbōchō, se celebran todo tipo de eventos para comerciar con libros japoneses o extranjeros, incluidos los centrados en subculturas como el manga.
“También hay un mercado dirigido al público en general que se celebra los viernes y sábados casi todas las semanas”, dice Sakota. “Los clientes habituales hacen cola fuera del local una hora antes de que empiece”.
Todos los años se celebran grandes mercados en Jinbōchō en primavera y otoño. Las calles están más concurridas durante el Festival del Libro de Ocasión de Kanda, de octubre a noviembre. Un millón de libros aproximadamente se colocan en puestos a lo largo de las aceras de Yasukuni-dōri.
El atractivo de los libros antiguos
Tras graduarse en el instituto, Sakota trabajó en la veterana librería Isseidō Booksellers, pero en 1987 montó su propia tienda, Keyaki Shoten, especializada en literatura moderna.
“Me gustan los escritores de la Buraiha (Escuela Decadente), así que al principio coleccionaba sobre todo autores como Dazai Osamu, Sakaguchi Ango y Oda Sakunosuke”, dice. “Ahora también acepto pedidos por internet, pero sigo valorando la venta por catálogo, algo que aprendí en Isseidō”.
Los catálogos de libros se envían a coleccionistas, universidades y otras personas con información sobre autores, editores, precio y contenido, así como a veces fotografías. Este método de venta existe desde hace más de un siglo y, a medida que aumentan las tiendas que confían en el negocio en línea, cada vez menos librerías elaboran catálogos. Aun así, Sakota no tiene intención de renunciar a esta práctica —a pesar del tiempo y el dinero que requiere— y afirma que hay clientes que le piden con ansia que les muestre su próximo catálogo trimestral. “No podría hacerlo si no amara los libros”, afirma.
¿Cuáles son los aspectos más agradables de llevar una librería de segunda mano? “Siempre hay nuevos descubrimientos. Por ejemplo, puede que una primera edición tenga por alguna razón las guardas de un color diferente al de las demás. Imagino que en este caso probablemente una escasez de papel llevó a utilizar apresuradamente un tipo diferente. A veces este tipo de libros irregulares se valoran mucho”.
“De todos modos, está la diversión de no saber nunca con qué te vas a encontrar a continuación. Una vez conseguí un libro firmado por Dazai que él envió directamente a su hermana, pero el que realmente me entusiasmó fue un manuscrito de Hakuchi (“El idiota”) de Sakaguchi Ango. Pero, aunque me muera de ganas por hacerme con algo no siento tanto apego como para resistirme a venderlo. Siempre encuentro un comprador”.
“Cuando los libreros de segunda mano compiten en un mercado, un libro puede venderse por millones o decenas de millones de yenes, pero los libros muy raros y valiosos casi nunca aparecen en los catálogos o en los mercados. Si un coleccionista fallece, o por alguna razón sus libros salen a la venta, van a parar a otro coleccionista a través de un librero con el que tenía buenas relaciones. Si uno quiere hacer grandes negocios tiene que asegurarse unos buenos clientes”.
De cara al futuro
En cuanto al futuro del sector, Sakota afirma: “Hay librerías que cierran pero también hay gente joven que empieza, por lo que no estamos asistiendo a un rápido desplome de las tiendas de libros usados como el que se observa en las de libros nuevos”.
“Antes se necesitaba una tienda real para obtener un permiso para comerciar con artículos de segunda mano, pero ahora es posible hacer negocios solo por internet, lo que facilita que los jóvenes puedan empezar. La asociación organiza de vez en cuando seminarios sobre la apertura de librerías de segunda mano que siempre están abarrotados. Se necesitan conocimientos especializados sobre libros de segunda mano, pero ahora también es posible adquirirlos en línea, así que, si existe la motivación, se puede aprender poco a poco lo que se necesita saber”.
En los últimos años se han visto nuevos tipos de empresas, como locales que combinan la cafetería y la librería, o tiendas compartidas donde particulares y grupos pueden alquilar estanterías para vender libros. Sakota está a favor. “Creo que está bien que la gente elija los enfoques que le convienen. No hay nada malo en cambiar con los tiempos. Sin cambios, la industria del libro de segunda mano no tiene futuro”.
(Artículo escrito originalmente por Itakura Kimie de nippon.com y publicado en japonés el 7 de mayo de 2024. Traducido al español de su versión en inglés. Imagen del encabezado: Jinbōchō en octubre de 2022, durante el Festival del Libro de Ocasión de Kanda por primera vez en tres años, tras la pandemia de COVID-19 - © Jiji Press.)