Bienvenidos al ‘haikai’ clásico
La suave lluvia vernal: / bajo la colcha un gran hueco / deja quien se levantó (Jōsō)
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春雨やぬけ出た侭(まま)の夜着(よぎ)の穴 丈草(じょうそう)
Harusame ya
nukedeta mama no
yogi no ana(Poema escrito en 1695 y contenido en la correspondencia de Jōsō)
¡La suave lluvia vernal!
Bajo la colcha un gran hueco
deja quien se levantó.
Jōsō fue discípulo de Bashō durante el último periodo de la vida de este. Era un samurái de la familia Naitō, asentada en la ciudad que se desarrolló a los pies del castillo de Inuyama, en la provincia de Owari (parte occidental de la actual prefectura de Aichi). A los 27 años tomó los hábitos budistas y a los 28 entró en la escuela de Bashō. Cuando murió este, seis años después, Jōsō se retiró a una pequeña casita a la que bautizó Butsugen’an, que se había hecho construir junto al templo de Gichūji, donde se encontraba la tumba de Bashō, en la provincia de Ōmi (actual prefectura de Shiga). Allí permaneció tres años llorando la muerte de su maestro.
El presente poema aparece en una carta enviada por Jōsō un año después del deceso a un conocido suyo residente en Iga (parte occidental de la actual prefectura de Mie), patria chica de Bashō. “Me gustaría visitar la casa natal de mi maestro, Bashō”, le dice, “pero además de estar enfermo soy muy perezoso y ya se me ha pasado la primavera sin hacerlo”.
La molicie que lo atenazaba está representada en el poema por ese misterioso hueco que queda entre el colchón y la colcha. El poeta se ha despertado, se ha escurrido entre ambos y, al ver el aspecto de su lecho, comprueba que donde una vez reposó su cuerpo dormido hay ahora una visible oquedad. Y al contemplar el exterior desde la ventana, descubre que estaba lloviendo, lo cual le causa, si no sorpresa, sí una cierta admiración.
En japonés tenemos la palabra harusame, aquí término estacional que designa el peculiar encanto de la lluvia primaveral ya relativamente cálida, menuda, que cae blandamente, sin ruido. Un silencioso espectáculo que transmite, con misteriosa fuerza, toda la languidez de la primavera. Y en el hueco que queda en el lecho cree ver, asimismo, el vacío dejado por quien, hasta hace bien poco, hasta el invierno pasado, estaba ahí, a su lado. Un vacío que comunica desaliento, abatimiento.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Cortesía de la Asociación de Turismo de Lago Biwa-Ōtsu.)