El abecé de los castillos japoneses: tipos de castillos
Historia- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Castillos de montaña
Antiguamente, la mayoría de los castillos en Japón se construían en montañas escarpadas. Se optaba por este tipo de ubicación ya que permitía observar el avance del enemigo desde las alturas. También representaba una ventaja durante las batallas, pues obligaba a los adversarios a hacer el esfuerzo de escalar las montañas para alcanzar su objetivo.
A partir de la época de la guerra de Ōnin (1467-1477) se construyó un gran número de castillos de montaña y se estima que la cifra ascendió entre 30.000 y 40.000 en el periodo Sengoku (de los Estados Guerreros).
En esta época, los conflictos se extendieron por todos los rincones del país. Los guerreros, que hasta entonces tenían sus castillos en las faldas de las montañas o en planicies, construyeron tsume-no-shiro, es decir, castillos temporales en las montañas. Con esto se estableció un sistema dual que les permitía vivir en las planicies durante los tiempos de paz y en las montañas durante la guerra.
Además, cuando los conflictos se generalizaron, se construyeron bases militares en las crestas de las cordilleras para luego interconectarlas y crear fortalezas de grandes dimensiones, entre otras medidas de defensa.
Las bases se edificaban normalmente hasta las laderas de las montañas y se conectaban con la cima. Sería injusto calificarlos de castillos temporales, pues la montaña en su totalidad se convertía en una sólida fortaleza.
Los castillos de Iwamura (prefectura de Gifu), de Takatori (prefectura de Nara) y de Bitchū Matsuyama (prefectura de Okayama), conocidos como los tres más grandes de Japón, corresponden a este estilo de castillos de montaña, cuyo recinto principal estaba interconectado con otras instalaciones. El de Bitchū Matsuyama es el castillo a mayor altitud de los 12 cuyos torreones sobreviven hasta nuestros días.
Castillos de planicie
Al tratarse de un archipiélago montañoso, muchos de los castillos de Japón eran de montaña, pero cuando el lugar elegido como sede carecía de cordilleras, no quedaba más que construirlos en terrenos llanos. Este tipo es conocido como castillos de planicie. En dichos casos se aprovechaban los ríos, lagos y pantanos en sus fosos para impedir las invasiones enemigas.
Durante el periodo Sengoku, los castillos de montaña eran los más comunes. Se dice que con la llegada de la edad moderna se empezaron a popularizar los castillos de planicie. Lo cierto es que también en el periodo Sengoku se construyeron muchos castillos de planicie y de humedales. No cabe duda de que los castillos de montaña contaban con excelentes medios para la defensa, pero los de planicie facilitaban el transporte de provisiones y el movimiento de las tropas, así que no pocos guerreros poseían ambos tipos de fortalezas.
Uno de los más representativos del estilo de planicie es el castillo de Yamagata (prefectura homónima). Fue edificado entre el periodo Sengoku y el comienzo del periodo Edo (1603-1868), cuando el señor feudal Mogami Yoshimitsu estableció sus bases. Fue el escenario de la batalla de Keichō Dewa, en la región de Tōhoku, que surgió como respuesta a la batalla de Sekigahara en 1600.
Castillos de montaña y planicie
Este tipo surgió a finales del periodo Sengoku, se trata de castillos de planicie construidos en zonas elevadas o colinas bajas. Un ejemplo es el castillo de Marugame (prefectura de Kagawa), que se encuentra en el centro norte de la llanura homónima. Fue construido en el monte conocido como Kameyama, que tiene una altitud de 66 metros. Incluso en nuestros días, el castillo se eleva flotando en la zona urbana de la ciudad de Marugame.
Muchos otros castillos que han sido denominados fortalezas de la edad moderna corresponden a esta clasificación, tales como los de Osaka, Himeji, Sendai y Kumamoto. Cuando terminó el periodo Sengoku y llegó la paz, los castillos se transformaron en sedes políticas y centros de la economía y la distribución.
Castillos filiales
En la primera parte de este artículo le presentamos tres tipos de castillos según sus características geográficas. Ahora hablaremos de los castillos filiales e improvisados, clasificados por sus funciones.
Los castillos filiales se construían para rodear la sede del señor feudal, es decir, su castillo principal. En esta clasificación también se pueden incluir los fuertes. Puesto que era imposible proteger la totalidad de los territorios con un solo castillo principal, se construían filiales en áreas extensas para así crear una red de defensa.
El clan Hōjō era conocido por sus castillos filiales. Su fortaleza principal, el castillo de Odawara (prefectura de Kanagawa, castillo de planicie y montaña) era el núcleo de su enclave, al norte estaba la provincia de Kōzuke (prefectura de Gunma), al este, la de Shimousa (norte de la prefectura de Chiba), al oeste la de Shinano (prefectura de Nagano) y al sur la de Izu (prefectura de Shizuoka). Su red de filiales se extendía por lo que ahora corresponde a ocho prefecturas presentes.
Sus territorios colindaban al oeste con Tōkai, en poder de los Tokugawa, y con Shinano, bajo los Sanada; y al norte con Echigo, de los Uesugi. Las zonas conquistadas por los Hōjō (su esfera de influencia) eran amplias, por lo que era indispensable contar con una red de castillos filiales.
Castillos improvisados
Los castillos improvisados se construían para rodear las fortalezas enemigas. Toyotomi Hideyoshi sabía aprovechar al máximo los beneficios de estos castillos durante las batallas.
En 1581, cuando un enemigo de Hideyoshi se recluyó en el castillo de Tottori, este último lo cercó estableciendo una base de primera línea (castillo improvisado) que posteriormente sería conocida como Taikōganaru. Se levantaron castillos improvisados a lo largo de 12 km con el fin de interrumpir el suministro de provisiones para las tropas, en una maniobra conocida como katsuegoroshi (exterminio por hambre).
En el sitio del castillo de Tottori muchos murieron de hambre. Estos castillos improvisados de Hideyoshi son los más conocidos y representan también la batalla más cruenta del periodo Sengoku. Se dice que era un fanático de los castillos. Los construía para conseguir sus objetivos y después los destruía sin piedad. En su historia ordenó erguir y demoler varios castillos. Esta práctica no era exclusiva de Hideyoshi, pero sí fue quien más la utilizó.
Los castillos improvisados fueron indispensables para la unificación del país bajo la batuta de Hideyoshi.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: el castillo de Matsumoto, en la prefectura de Nagano, un ejemplo representativo de los castillos en planicie y uno de los 12 cuyos torreones sobreviven hasta nuestros días. Su torreón ha sido distinguido como tesoro nacional. PIXTA)