Japón, ante un reto cada vez más difícil en aguas de las islas Senkaku
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Los informes sobre recursos naturales lo cambiaron todo
Las Senkaku son unas solitarias islas perdidas en el océano, a 170 kilómetros al noroeste de la isla de Ishigaki (prefectura de Okinawa, Japón). En 1895, Japón las hizo parte de su territorio, incorporándolas a dicha prefectura no sin antes haber comprobado cuidadosamente que ningún otro país ejercía dominio sobre ellas. A partir de entonces, algunos japoneses vivieron allí e incluso instalaron un secadero de bonito para hacer el tradicional katsuobushi. Durante mucho tiempo, las Senkaku no dieron origen a ningún problema internacional de importancia.
Sin embargo, la situación de estas islas dio un vuelco en 1969, cuando un informe de la Organización de las Naciones Unidas señaló la posibilidad de que bajo los fondos marinos circundantes existieran reservas de petróleo y gas natural. Dos años después, en 1971, China y la geográficamente cercana Taiwán comenzaron a airear la pretensión de que las Senkaku les pertenecían.
En 1978, en apenas una semana 357 barcos pesqueros chinos, algunos de ellos armados, penetraron en el mar territorial (hasta las 12 millas marinas o 22 kilómetros aproximadamente) japonés, que son parte del territorio nacional.
En 1996 un barco chino de estudios marítimos penetró en dichas aguas y desde ese momento otros barcos pertenecientes a diversos organismos estatales chinos vienen penetrando igualmente en las aguas de las Senkaku.
La situación empeoró todavía más cuando, en 2012, el Gobierno de Japón convirtió en propiedad estatal tres de las islas Senkaku, incluyendo la principal de Uotsuri. Los barcos del Gobierno chino repitieron sus incursiones prácticamente cada mes, y casi todos los días del año hicieron notar su presencia en la zona contigua (entre las 12 y las 24 millas marinas desde la costa), que es la situación que sufrimos actualmente. Los barcos que protagonizan estas incursiones son los de la Guardia Costera china, que por sus atribuciones en la utilización de armamento están causando problemas tanto en el ámbito bilateral como en el internacional.
Barcos de la Guardia Costera china dotados de cañones automáticos
El actual presidente de la Fundación de la Guardia Costera de Japón, Akimoto Shigeo, que ha ostentado cargos como el de comandante del 11.º Cuartel Regional de la Guardia Costera de Japón (con jurisdicción sobre las Senkaku y sobre toda la prefectura de Okinawa), o el de jefe del Servicio de Vigilancia y Socorro Marítimo de la Agencia de la Guardia Costera, así como el de subcomandante de operaciones de la misma entidad, hace una vívida descripción de las circunstancias en las que se encuentran actualmente las islas Senkaku.
“Por lo general, los barcos de la Guardia Costera china llegan a las aguas de las Senkaku en escuadras de cuatro unidades. Uno de estos buques lleva siempre armas identificables como cañones-ametralladora. Estas incursiones de buques armadas en aguas de las Senkaku se vienen registrando desde 2015”. Los cañones automáticos emplean munición de mayor calibre y poder destructivo que las ametralladoras convencionales.
“Cuando estos barcos chinos entran en la zona contigua, las patrulleras de la Guardia Costera de Japón comienzan a vigilarlos sirviéndose de igual número de unidades. Por radio y utilizando también los paneles electrónicos de las patrulleras, se les advierte en idioma chino de que se encuentran en aguas japonesas y de que deben abandonarlas. Comienza entonces un interminable marcaje mutuo, con los barcos tratando de impedir su penetración hasta que salen de dicha zona marítima”.
“Los barcos de la Guardia Costera china persiguen a los pesqueros japoneses que faenan en nuestras aguas territoriales de las Senkaku, se acercan y presionan. En esos casos las patrulleras japonesas se colocan entre ambos para tratar de garantizar la seguridad de los pesqueros. Es una escena que se repite a menudo desde el año pasado”.
Entre el 11 y el 13 de octubre de 2020, barcos de la Guardia Costera china persiguieron a los pesqueros japoneses, invadiendo las aguas territoriales japonesas ininterrumpidamente durante 57 horas y 39 minutos, lo que marca un récord de permanencia. En febrero de ese año, cuando entró en vigor la nueva Ley de la Guarda Costera china, hubo seis días en que se registraron incursiones en las aguas territoriales (un total de 14 barcos) y 26 días con incursiones en la zona contigua (96 barcos), lo que indica hasta qué punto este enfrentamiento entre China y Japón se está convirtiendo en algo cotidiano.
“Esta desafiante actitud china de entrar en el mar territorial sobre el que Japón ejerce toda su soberanía y decir ‘esto es nuestro’ es un intento por cambiar por la fuerza el actual estado de cosas y, en mi opinión, en sí misma es una violación del derecho internacional”, sostiene en tono fuertemente crítico Akimoto.
Una Guardia Costera puesta bajo autoridad militar
Pero, ¿qué tipo de organización es esa Guardia Costera china que actúa de esta forma en el Mar de la China Oriental, en el de la China Meridional y en resto de las aguas próximas a China? Antes de la reestructuración que llevó a la creación de la Guardia Costera en 2013, sus funciones estaban repartidas entre varias entidades estatales de diversas áreas (seguridad, pesca, recursos, tributación, etc.). En 2018, la nueva organización pasó del control “civil” al militar, al quedar incluida en el Cuerpo de Policía Popular Armada, bajo control de la Comisión Militar Central (ejército).
La Agencia de la Guardia Costera de Japón es un “órgano policial marítimo” que fue creado como un órgano agregado al Ministerio del Territorio, Infraestructuras, Transportes y Turismo. Aunque las guardias costeras de ambos países vienen siendo entendidas como organismos similares, desde que la china quedó incorporada a la Policía Armada no se sabía muy bien cuáles serían sus funciones y atribuciones. El misterio quedó revelado en enero de este año, cuando la Asamblea Popular Nacional de China (legislativo nacional) adoptó la Ley de la Guardia Costera.
Una ley que autoriza el uso de armas
Algunas partes de esta ley son motivo de inquietud tanto para Japón como para otros países, ya que podrían constituir infracciones del derecho internacional. Por ejemplo, el Artículo 22, sobre mantenimiento de la seguridad marítima, en resumidas cuentas viene a decir que en los casos en que la soberanía nacional sufra en el mar algún daño ilícito por parte de organizaciones o individuos extranjeros, así como en los casos de acuciante peligro, la Guardia Costera, de acuerdo a dicha ley y a otras disposiciones relacionadas, tendrá derecho a tomar todas las medidas necesarias, incluido el uso de armamento, para impedir la infracción y eliminar el peligro.
Se está diciendo explícitamente que cuando China juzgue que su soberanía ha sido violada autorizará a su Guardia Costera a utilizar las armas y en tanto esto sea así, existirá la posibilidad de que las patrulleras y los pesqueros japoneses reciban disparos. Además, se ha señalado también que la Guardia Costera china, como órgano militarizado, podría llevar a cabo también operaciones de defensa.
Aun en el supuesto de que el otro país actúe en violación del derecho internacional, la respuesta ha de ser siempre conforme al mismo. “Por eso, la Guardia Costera japonesa responde respetando el derecho internacional”, explica Akimoto, “en puntos como la prohibición de las amenazas mediante el uso de la fuerza o de las acciones armadas, la prohibición de un excesivo ejercicio de la fuerza en las actividades para hacer cumplir el derecho marítimo, la consideración al tratamiento recibido en el derecho internacional por los buques de guerra y los barcos gubernamentales, etc. Aunque sea muy irritante para nosotros, cuando los barcos del Gobierno chino invaden nuestras aguas territoriales, nosotros seguimos custodiándolas sin recurrir al uso de las armas, de forma desapasionada pero resuelta”.
“Si los barcos de la Guardia Costera china persisten en su incursión, las patrulleras japonesas los conducen fuera de nuestras aguas territoriales sin chocar con ellos, para evitar así situaciones de consecuencias imprevistas. Los capitanes japoneses tienen una considerable pericia en el manejo de sus embarcaciones, pero tienen que soportar una presión muy grande durante los largos periodos de tiempo que transcurren hasta que finalmente los barcos chinos se separan de las patrulleras”.
“Con las nuevas leyes chinas, ahora la Guardia Costera de Japón deberá responder teniendo siempre en cuenta la posibilidad de que la parte china haga uso de sus armas. Pero si en Japón nos enfrascamos en la discusión de si es lícito disparar o no, estaremos cayendo en la trampa. Creo que la cuestión es cómo seguir respondiendo tal como lo hacemos ahora, con aguante, al mismo tiempo que nos preparamos cuidadosamente ante cualquier situación, de forma que no caigamos en el esquema de oponer una fuerza a otra fuerza, lo que podría derivar en un conflicto militar”.
Excluir las Senkaku del área defendida por el tratado nipo-estadounidense
La intención de China al hacer que sus barcos invadan repetidamente las aguas de las Senkaku es debilitar el tratado de seguridad nipo-estadounidense. El presidente Joe Biden ha declarado que el Artículo 5 de dicho tratado se aplica también a las islas, lo cual quedó confirmado también en las reuniones bilaterales entre responsables de defensa y diplomacia celebradas a mediados de marzo.
Pero la letra del tratado especifica que la colaboración de ambos países se daría en caso de sufrir un ataque armado en “territorios bajo administración japonesa”. Si China tomase desprevenido a Japón y ocupase las islas, ocurriría con ellas como con la de Takeshima, que al estar ocupada por Corea del Sur queda fuera del tratado. Este es el objetivo de China en la larga lucha que viene sosteniendo con Japón.
Japón hace frente a estas pretensiones fortaleciendo las estructuras de la Agencia de la Guardia Costera, reforzando su coordinación con las Fuerzas de Autodefensa que le sirven de apoyo desde la retaguardia y profundizando su alianza con Estados Unidos. Pero China disfruta de una ventaja cada vez mayor sobre Japón en cuanto al número de patrulleras de que dispone.
Si comparamos el número de embarcaciones de más de mil toneladas de que disponen ambos servicios costeros, en 2012, cuando estatalizó algunas de las islas Senkaku, Japón disponía de 51 frente a las 41 de China. Dos años después la relación se invirtió, pues Japón pasó a tener 54 y China, 82. Posteriormente, China ha seguido incrementando este número en consonancia con su expansión marítima y en 2019, frente a las 66 de Japón China tenía ya 130, prácticamente el doble. Últimamente se habla también de otro problema, el de la obsolescencia de las patrulleras japonesas.
Por esta razón, en círculos políticos japoneses cunde la preocupación por la dificultad que entrañaría defender de una invasión naval masiva china, con los medios con que cuenta actualmente la Guardia Costera, un área marítima que, incluyendo las aguas territoriales y la zona contigua, representa una superficie comparable a la de Shikoku (cerca de 19.000 kilómetros cuadrados).
“Es totalmente imposible resolver el problema de las Senkaku solo con la Guardia Costera. Por supuesto, reforzar la capacidad de respuesta in situ es importante, pero lo razonable es pensar que si los barcos chinos vienen a las Senkaku no es por voluntad propia sino siguiendo las instrucciones de Pekín, así que yo tengo mucha confianza en la capacidad de la diplomacia para poner fin a esta situación. También es importante ir compartiendo cada vez con más países la necesidad de garantizar un área indo-pacífica libre y abierta”. Es la voz de un hombre que ha vivido en primera persona la pugna con los barcos chinos en aguas de las Senkaku.
Fotografía del encabezado: En primer plano, la patrullera Yonakuni, de la Guardia Costera de Japón, vigila las evoluciones de una embarcación similar de la Guardia Costera china en aguas de las islas Senkaku. (Cortesía de la Guardia Costera de Japón)
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