Suga Yoshihide, el candidato de la continuidad que impide el ascenso de Ishiba
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Un hombre que disgusta tanto a Abe como a Asō
El motor de la política japonesa no son las medidas o los programas. Aunque parezca que se discute sobre estas cosas, todo es fingido. Aquí mandan los gustos personales, el “me gusta” y el “no me gusta”. Y los intereses de políticos, partidos o facciones. En la actividad política, que algo pueda ser bueno para el país o para la ciudadanía, o no serlo, es siempre secundario.
Ishiba Shigeru es visto con gran antipatía por Abe Shinzō. Tampoco es santo de la devoción de Asō Tarō. Estos dos políticos han tenido que pasar por la humillante experiencia de ser “invitados” a dimitir por su compañero de filas durante sus respectivos periodos al frente del gabinete. Los dos tienen gustos muy definidos. Abe no perdona ningún gesto en su descrédito, por nimio que sea. Cuando era secretario personal de su padre, Abe Shintarō, sufrió en sus carnes las maldades de los burócratas. Ese es el origen de su odio hacia los funcionarios del Ministerio de Finanzas.
Abe ha depositado su confianza en los burócratas del Ministerio de Economía, Comercio e Industria y en los de la Agencia Nacional de Policía, con quienes apenas había tenido trato, y son ellos los que llevan la batuta en la Oficina del Primer Ministro. Especialmente poderosos se consideran Imai Takaya, que hizo su carrera en el citado ministerio y que pasó a ser primero secretario de Abe y después su asesor personal, y Sugita Kazuhiro, que ascendió a subsecretario en jefe del Gabinete, partiendo de dicha agencia. Estos personajes son los que imponen su ley y manejan los nombramientos en los ministerios y agencias del Gobierno. Para quienes en el pasado disgustaron a Abe no hay perdón, pero aquellos que una vez fueron de su agrado reciben un trato de favor incluso después de dejar sus cargos. Por eso, quienes han estado a su servicio siempre le son sumisos y los reporteros que los medios de comunicación le asignan se convierten en solícitos correveidiles del poder.
Suga, importante pieza en la resurrección política de Abe
En 2007, después de que Abe dimitiera por razones de salud (la misma colitis ulcerosa que ha forzado esta nueva dimisión), me llamaron de su oficina para invitarme a charlar con él, pues al parecer tenía algo que decirme. Nos reunimos los dos solos en un pequeño restaurante tradicional de Akasaka (Tokio). Debió de ser poco después de que le dieran el alta en el Hospital Universitario Keiō. No recuerdo que Abe me dijera nada especialmente importante, más bien escuchaba con rostro extenuado lo que yo decía. Lo alenté diciéndole algo así como que tener que dejar el cargo por enfermedad debía de ser muy duro para él, pero que si seguía acumulando logros con perseverancia, sin ninguna duda lograría abrirse camino.
No podía imaginar que Abe volvería a ser nombrado primer ministro de Japón y que además sentaría un récord histórico de permanencia en el cargo. Por aquella época, Suga Yoshihide hacía propósito de volver a apostar fuerte a favor de Abe. Cuando le dije que un político que había abandonado el cargo de aquella manera no sería capaz de recuperarlo, y que por tanto era mejor no perder el tiempo en el empeño, Suga me dijo: “Tú no conoces la tremenda capacidad que tiene Abe como líder, ni su carisma”.
Cuando vi por la televisión la rueda de prensa en la que, por segunda vez, anunciaba su dimisión, me dio la sensación de que por primera vez Abe hablaba con sus propias palabras. Sin usar apuntador, se lo veía relajado. Uno de los “peces gordos” del Partido Liberal Democrático (PLD) que observaba la retransmisión comentó que en las explicaciones de Abe veía la confirmación de que la inestabilidad emocional derivada de aquella colitis ulcerosa había sido la causa de las bruscas respuestas de Abe a las preguntas que le dirigía la oposición en la Dieta (Parlamento).
Una escenificación perfecta
Lo que pareció un imprevisto anuncio de dimisión fue en realidad una maniobra perfectamente planificada y coordinada con la elección de un nuevo presidente para el PLD. La excesiva duración del reconocimiento médico al que se sometió en el Hospital Universitario Keiō había desatado en la esfera política todo tipo de especulaciones sobre la reaparición de la enfermedad y la inminencia de su dimisión. La revista semanal Shūkan Bunshun, que por lo visto es el único medio del país capaz de influir en la actividad política, vaticinó que la reaparición del mal daría paso a un gabinete continuista liderado por Suga, que centraría sus esfuerzos en gestionar la crisis del nuevo coronavirus. Aun así, se pensaba que la rueda de prensa sería solo para informar de su estado de salud y de las nuevas medidas contra la crisis.
Abe tomó la decisión por sí mismo. No hay indicios de que consultase el asunto con nadie antes de hacerlo público. En la agenda para septiembre y octubre estaban su participación en la asamblea general de la ONU en Nueva York, la remodelación del gabinete y la apertura de la temporada extraordinaria de sesiones (otoño) de la Dieta, a lo que se sumaban las medidas contra el nuevo coronavirus. Abe se propuso encajar en esta agenda todo el proceso necesario para asegurar su sucesión al frente del Gobierno. Esto implicaba también llevar a cabo rápidamente la elección de nuevo presidente del PLD, lo cual no podía hacerse por el sistema convencional de elección, un sistema mixto que tiene en cuenta tanto el voto de los parlamentarios de la Dieta como el del conjunto de los miembros del partido. Había que hacerlo de una forma más simple, consultando solo a los parlamentarios y a las secciones prefecturales del PLD. Se entendió que la crisis del coronavirus sería vista como razón suficiente para optar por la vía más expeditiva y que en estas circunstancias nadie reclamaría la participación de todos los miembros.
El shock producido por la súbita dimisión ha disimulado en buena medida el rencor que Abe siente hacia Ishiba y su firme determinación de no permitir que sea su sucesor. Al principio, Abe había pensado en Kishida Fumio. Pero se vaticinaba una más que probable derrota de Kishida ante Ishiba, si las elecciones internas se hacían a dos bandas. El único que podía vencer a Ishiba era Suga, pues podía alzar la bandera de la continuidad en la lucha contra el virus. Suga se presenta como heredero del Gobierno Abe y tiene un perfecto conocimiento de las medidas que se están tomando contra el nuevo coronarivus. Dar continuidad a las medidas contra el virus es la mejor forma de justificar la opción Suga, teniendo en cuenta sobre todo lo limitado del periodo que le habría correspondido gobernar a Abe, solo hasta el otoño del año que viene.
Dos caras con una misma base política
Koga Makoto, principal valedor de Kishida, echaba en falta algo más en él. Además, estaba en proceso de rápido acercamiento a Suga. Este tampoco tiene mala relación con el secretario general Nikai. Por otra parte, el hecho de no disponer de una facción propia dentro del partido también ha jugado a favor de Suga. Obteniendo el respaldo de la facción Hosoda, a la que pertenece Abe, y de las encabezadas por Asō, Kishida y Takeshita, se asegurará su nombramiento. Siendo solo por un año, el propio Kishida podría darle su apoyo.
La incógnita es Asō, que no se lleva nada bien con Suga. Asō tiene un quebradero de cabeza en su propia facción. Su nombre es Kōno Tarō. Si este se decide a presentarse, la facción Asō se partirá en dos. Pero si se presenta Suga, con quien Kōno comparte prefectura electoral (la de Kanagawa), es muy probable que este renuncie a hacerlo.
En resumidas cuentas, la estrategia consiste en mantener tal cual la plataforma política que sustenta el Gobierno de Abe, haciendo solo un “cambio de caretas”. Suga nació y completó sus estudios de bachillerato en la prefectura norteña de Akita, de donde se mudó a Tokio para trabajar en una fábrica de cartones. Dos años después ingresó en la Universidad de Hōsei, asistiendo a los cursos nocturnos. Allí le presentaron a Nakamura Umekichi, un político del PLD egresado de dicha universidad que había presidido la Cámara Baja de la Dieta. Esta amistad le abrió las puertas de la oficina política de Okonogi Hikosaburō, miembro igualmente de la facción Nakasone del PLD. Recientemente, Suga ha prestado un importante apoyo al joven gobernador de Hokkaidō Suzuki Naomichi, quien también asistió a los cursos nocturnos de la Universidad Hōsei. Esta cuidadosa lealtad es un rasgo definitorio del carácter de Suga y lo acerca mucho a quien fuera su maestro en la lid política, Kajiyama Seiroku.
Podemos concluir, pues, que la sucesión de Abe está ya prácticamente decidida: recibirá el relevo precisamente el hombre que, con su colaboración, hizo posible la resurrección de Abe y que ha sido su mano derecha durante su prolongado mandato.
La vida de Suga es realmente interesante, pues nos hace recordar los viejos tiempos de figuras tan legendarias como Tanaka Kakuei. Un tipo de político que ya no es común. Hoy en día nos hemos acostumbrado a políticos con pretensiones de elite. Es muy posible que la gente se sienta interesada por la trayectoria vital de este hombre que empezó desde cero. Yo también soy de la región de Tōhoku y me preocupa saber si todo le saldrá bien. Él es de Akita, pero de la zona más próxima a mi prefectura natal de Yamagata, así que nuestras voces y nuestros acentos son parecidos. Una vez que salimos ambos en un programa de televisión me dijeron que, si no fuera por la imagen, costaría saber si la que se oía era su voz o la mía.
Falta menos de un año para que la Cámara Baja de la Dieta sea disuelta y se convoquen elecciones generales. El mandato del sucesor de Abe terminará en septiembre del próximo año. No sería tan difícil que este nuevo Gobierno, planteado en principio como provisional, se consolide para el próximo periodo. Si gana las elecciones generales, lo será por derecho propio.
Fotografía del encabezado: el secretario en jefe del gabinete Suga Yoshihide (izquierda) y el exsecretario general del Partido Liberal Democrático, Ishiba Shigeru (derecha). (Fotografías: Jiji Press)