La tecnología informática, aliada en la lucha contra el nuevo coronavirus
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Japón, un país sin liderazgo en la lucha contra el virus
“El problema de fondo es que en Japón no se sabe quién es el máximo responsable de la lucha contra el nuevo coronavirus, no hay nada parecido a una torre de mando. No me refiero solo a lo que está pasando ahora. En general, la idea de que hay que prepararse y organizarse bien con una visión de largo plazo es muy débil. Por ejemplo, que el ministro a cargo de la Reconstrucción Económica, sin relación con temas médicos, sea al mismo tiempo rector de la política gubernamental frente al nuevo coronavirus es algo que no ocurre en ningún otro país. La previsión de muertes hecha pública, con gran conciencia sobre el peligro que afrontamos, por el profesor de la Universidad de Hokkaidō Nishiura Hiroshi, en realidad debería estar en boca del máximo responsable político del país, pues es un mensaje que transmite que la vida es nuestro mayor tesoro”.
Según el profesor Nakamura, la problemática que rodea la realización del test PCR es el mejor exponente de esa inexistencia de una torre de mando. El día 6 de abril, el primer ministro Abe Shinzō manifestó en una rueda de prensa que su Gobierno se establecía el objetivo de hacer 20.000 pruebas diarias. Pero no anunció ninguna medida concreta, endosando toda la responsabilidad a los Gobiernos regionales y locales y al sector de la atención médica, de forma que a día de hoy seguimos sin poder hacer todas las pruebas que serían necesarias.
“La razón de que no logremos hacer más pruebas es la propia política del Estado de impedir a toda costa el colapso de los servicios de salud, lo cual, en sí mismo, es un contrasentido. Lo que se pretende es restringir la realización de la prueba a los pacientes con síntomas graves, para así poder ofrecer unas cifras de contagiados bajas, a sabiendas de que están muy por debajo de las reales. El problema es esa fijación exclusiva en los brotes colectivos localizados, pese a que el número de pacientes contagiados por ruta desconocida, previsiblemente en la calle, está en aumento”, afirma Nakamura.
“Se dice que lo que impide hacer más pruebas es la dificultad que supone extraer la muestra y la complejidad del propio análisis. Sobre lo primero, vemos que se puede solucionar el problema como en Corea del Sur, donde se han hecho muchas pruebas drive through (sin salir del vehículo), y también es posible hacerlo tomando al paciente con síntomas como externo, si se difunde entre los médicos y centros de salud dónde se está haciendo la toma de muestra para que ellos puedan derivarlos. Pueden servir como modelos las decenas de centros PCR que intenta establecer por su cuenta el Colegio de Médicos de Tokio en reacción a la pasividad del Gobierno”.
“En cuanto al segundo asunto, la dificultad intrínseca de este análisis, que solo puede ser hecho por analistas clínicos acostumbrados a los análisis genéticos, es otro problema con fácil solución si se recurre al uso de robots”.
“Es cierto que, hasta que se extrae el ARN (ácido ribonucléico), existe riesgo de contagio y que hay que tomar las debidas precauciones. Pero, una vez hecha la extracción, todo el proceso posterior puede automatizarse con la ayuda de robots. En forma de ARN, ya no hay peligro de contagio y se puede avanzar en la integración del proceso. Si seguimos excusándonos en lo duro que es tener que hacerlo todo a mano, vamos a ser el hazmerreír del mundo”.
De hecho, en Francia se usan robots para hacer el análisis, robots fabricados en Japón, en la prefectura de Chiba. Mientras que los demás países miembros del G7 están haciendo entre 15.000 y 33.000 test por millón de habitantes, Japón está por debajo del puesto 100 en el ranking mundial de la estadística. En este campo, somos un país subdesarrollado.
“Japón no se propuso hacer el test PCR a todas las personas que lo solicitasen, así que no ha sido posible saber con precisión qué extensión ha adquirido el contagio. El Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas anunció que lo que se está extendiendo ahora es la variante europea del virus, que produce síntomas más graves”.
¿Se ha convertido Japón en un país subdesarrollado en asistencia médica?
Se han generado temores a que no sea posible conseguir una oferta estable del reactivo utilizado en el test PCR, que es un producto importado, pero Nakamura asegura que no hay motivo de preocupación.
Algunos especialistas afirman que no habrá forma de hacer el test a todos, ya que el reactivo es de fabricación europea y muy posiblemente se impondrán restricciones a la exportación debido al número de infectados que hay en los países occidentales, muy superior al que tenemos en Japón. Pero recientemente Nakamura ha sabido, a través de un fabricante norteamericano, que el escenario no es ese. Es decir, que si Japón se propusiera seriamente incrementar el número de pruebas, no sería imposible llegar a los niveles alcanzados en Occidente.
“No es que Japón esté por detrás de otros países en el aspecto técnico. Si se echa mano de los robots del campo de la tecnología de la información, se puede conseguir un aumento espectacular en la realización de pruebas PCR.”
El problema estriba, señala Nakamura, en que la introducción de la tecnología de la información no parece estar entre los planes del Gobierno de Japón.
“Hace unos días se anunció que se daría el salto al soporte digital en los informes sobre nuevos casos, para los que se venía utilizando el papel, lo que nos revela que estábamos en una situación impropia de un país desarrollado. En Corea del Sur los test PCR se efectúan con toda normalidad al estilo drive through; en Taiwán tienen una aplicación informática que da a todos los ciudadanos acceso a la compra de mascarillas en pie de igualdad. En Japón el Gobierno tomó la decisión de enviar dos mascarillas de gasa a todos los hogares, gastándose en semejante envío 46.000 millones de yenes, y ni siquiera eso ha conseguido, porque las dos mascarillas siguen sin llegar a muchas casas. Nuestros vecinos están mucho más adelantados que nosotros”.
Problemas que pueden solucionarse con la tecnología de la información
Nakamura participa desde 2018 en el Programa de Promoción de la Innovación Estratégica (SIP, por sus siglas en inglés), al frente del equipo que promueve la introducción de la inteligencia artificial en el mundo de los centros hospitalarios. Partiendo de esta experiencia, afirma que Japón puede solucionar con esta tecnología los problemas que afronta en relación con el nuevo coronavirus, problemas como el riesgo de que un paciente con síntomas leves sufra un empeoramiento repentino y termine muriendo, o la ansiedad que causa en los pacientes con síntomas leves la soledad del confinamiento en casa, o de la estancia en uno de los hoteles que han sido habilitados para estos casos. Estos riesgos pueden evitarse, según Nakamura, si se crea un sistema para que, desde un dispositivo como un teléfono inteligente o una tableta, el paciente pueda enviar, por ejemplo, tres informes de salud diarios con los datos de su temperatura corporal, sus pulsaciones, etcétera.
“En Estados Unidos, los electrocardiogramas y otras mediciones que se pueden hacer con un reloj inteligente están siendo homologados como si hubieran hecho por instrumental propiamente médico. Si se programa para que, mediante esas tres mediciones diarias del ritmo respiratorio y de las pulsaciones, el personal médico pueda recibir una señal de alarma en caso de anomalía, sería posible hacer un seguimiento satisfactorio de la evolución de los pacientes con síntomas leves confinados en hogares y hoteles, y actuar en caso de necesidad. Desaparecería así el problema que supone la ausencia de personal de enfermería en los hoteles durante el horario nocturno”.
Por otra parte, para evitar al máximo que los pacientes leves en hoteles contacten físicamente con otras personas, Nakamura propone que se utilicen robots.
“Lo platos, vasos y cubiertos pueden ser descartables, y para el servicio de habitaciones se pueden usar robots, que también pueden recibir avisos para retirar, a la hora indicada, las toallas y sábanas usadas que previamente haya metido el paciente en la cesta”.
Japón dispone de personal competente y avanzada tecnología, pese a lo cual las acciones del Gobierno llegan siempre con mayor retraso que en otros países. Esperemos que voces de especialistas como Nakamura, que claman por la pronta introducción de robots y de la inteligencia artificial en la lucha contra el nuevo coronavirus, no sean desoídas y que se habiliten sistemas para mitigar tanto la ansiedad de los infectados como la carga laboral del personal sanitario ante la eventualidad de una segunda o una tercera ola de contagios.
Fotografía del encabezado: personal sanitario en una UCI de atención a infectados por el nuevo coronavirus el 4 de mayo de 2020 en el Hospital de la Universidad St. Marianna de Kawasaki. (Reuters / Aflo)