Japón en la era posterior al 11 de marzo
“Destrucción emergente” y la reactivación de Japón
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Japón sufrió unos daños sin precedentes en las regiones Tōhoku y Kantō de Honshū por el terremoto, el tsunami y la posterior fusión nuclear. Hoy, más de cien días después de la calamidad del 11 de marzo, ha surgido la posibilidad de que esta desgracia pase a la historia no como un desastre natural sino como, en gran medida, una catástrofe provocada por el hombre. Cada vez está más claro que el Gobierno y Tokyo Electric Power Co., la operadora de la central nuclear de Fukushima, erraron estrepitosamente en su respuesta, y que el desarrollo de la energía nuclear se hizo sobre un manto de planificación equivocada y política de tráfico de influencias. Al mismo tiempo, los políticos están comportándose de un modo tan patético que casi sería mejor taparse los ojos. Personas que no tienen nada clara la dirección hacia donde Japón debería ir están presentando planes atolondrados de reconstrucción. Además, con una falta total de visión, algunos políticos y burócratas están haciendo llamamientos a una subida de los impuestos. El desastre ha ejercido todavía más presión sobre nuestro ya gravemente endeudado país, al que ya le afecta un pasivo gubernamental cercano a los mil billones de yenes. No obstante, me gustaría creer que esta desgracia puede aprovecharse para bien, y que es el momento idóneo para crear un país totalmente nuevo. Estamos ante una buena oportunidad para considerar, desde una nueva perspectiva, qué tipo de país queremos que sea Japón.
Cambio de paradigma en el Japón de posguerra
Quisiera comenzar con un análisis del paradigma de Japón desde el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial y el periodo de posguerra. Antes de la guerra, normalmente se asumía que había tres limitaciones físicas que impedían el crecimiento económico japonés: (1) la falta de recursos naturales ricos, especialmente petróleo (2) la relativa corta extensión del país y el hecho de estar rodeado por el océano, y (3) su excesiva gran población de 75 millones de personas (en comparación con los 60 millones de Alemania y los 40 millones Francia en su momento).
Estas condiciones supuestamente desfavorables fueron la excusa para la política nacional de expansión territorial hacia Manchuria, China, y el Sudeste Asiático. A causa de sus ambiciones imperialistas, Japón acabó sufriendo una deprimente derrota en la guerra, y tuvo que volver a empezar de cero. Pero, contrariamente a las expectativas, el país consiguió posteriormente un crecimiento milagroso que le llevó a convertirse en la segunda potencia económica mundial.
El aspecto que quiero recalcar es que en el Japón de la posguerra se produjo un cambio de paradigma. En una inversión del pensamiento anterior la guerra, se llegó al siguiente consenso tras la contienda: (1) Japón podía perfectamente importar aquellos recursos naturales de que no disponía, (2) su situación geográfica como país isleño era, de hecho, una ventaja, y (3) que su extensa población, que pronto alcanzó los cien millones de personas, se convertía en un buen mercado interno y ofrecía una oferta de excelentes trabajadores. El país pronto empezó a importar gran cantidad de materias primas de todo el mundo y aplicó la producción y venta en masa. Lo que en un principio parecía una gran población pasó a ser un gran mercado interno en donde podían probarse los productos, y después de que los fabricantes hubiesen puesto a punto los procesos de producción y hubiesen dotado a los productos de valor añadido, empezaron a producirse las exportaciones al mercado mundial. Fue, pues, un paradigma extraordinariamente exitoso que ha pasado a la historia.
Hacia una sociedad libre de energía nuclear y con menos emisiones de carbono
Desde una perspectiva más amplia, ¿cuál será el probable devenir de los acontecimientos tras el desastre? Si cerramos los ojos y pensamos en esta cuestión objetivamente, no deberíamos tener ningún problema en imaginarnos un futuro en el que Japón es la envidia del mundo. Una visión de Japón liderando el mundo en la carrera por crear una sociedad libre de energía nuclear y con menos emisiones de carbono, un país de “ciudades-estado” descentralizadas. El consumo energético se reduciría a más de la mitad, pero el pueblo japonés continuaría disfrutando de un estilo de vida próspero, y nuestros conocimientos prácticos se convertirían en un valor compartido con el resto del mundo.
El desastre abrió los ojos de la gente ante los enormes peligros de la energía nuclear y la fragilidad del contexto económico que depende de ella. Como ya han observado otros muchos, la energía nuclear es una tecnología que aún no tiene respuesta a cómo debe desecharse el combustible que ha utilizado. Se dice que tendrá que pasar un periodo diez veces superior a los 24.000 años de vida media del plutonio para que este combustible se convierta en una sustancia inocua. No se han desarrollado métodos para reciclar el plutonio, y por ello las únicas opciones son sepultarlo en ubicaciones remotas o lanzarlo al mar. ¿Cómo podemos esperar llegar a idear un método que permita un seguro almacenamiento de una sustancia que seguirá siendo letal durante un periodo mucho mayor que los aproximadamente 25.000 años de historia de la humanidad? Abandonar la energía nuclear es la única vía posible. En Japón ya hemos creado una deuda de mil billones de yenes que deberá ser pagada por las futuras generaciones, y resultaría considerablemente irresponsable añadir tierra contaminada a la herencia que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos. Es por ello que Japón debe dar un paso adelante como líder mundial en la búsqueda de ir más allá de la energía nuclear.
Las refutaciones que inmediatamente surgen para rebatir esta afirmación siempre se basan en la lógica de la oferta. Se preguntan: ¿Es posible mantener, sin energía nuclear, el suministro de electricidad que ha mantenido la potencia económica de Japón? Pero esta lógica la formulan personas incapaces de realizar un cambio de paradigma. Japón necesita de inmediato una innovación total en cuanto a la demanda. Antes de avivar las llamas del descontento por el suministro eléctrico, debemos ponernos a trabajar ahora mismo para rebajar su demanda.
Innovación para reducir la demanda energética
Entre las innovaciones específicas en cuanto a la demanda podemos citar edificios y casas inteligentes dotados de contadores inteligentes. La electricidad se obtendría de una red de suministro inteligente ubicada en ciudades inteligentes. El desarrollo y difusión de este tipo de innovaciones debería ponerse en práctica a un ritmo acelerado.
Proyecto Artístico Seirensho, Inujima. Se trata de un museo para la conservación y recuperación de los restos de una refinería de cobre de esa isla. El edificio utiliza las chimeneas de la refinería y sus ladrillos karami creados como un subproducto del proceso de refinación, utilizando al mismo tiempo recursos naturales como la energía solar y la energía geotérmica. (Foto: Fundación del Museo de Arte Naoshima Fukutake)
Obra: Yanagi Yukinori
Diseño arquitectónico: Sambuichi Hiroshi
Administración: Fundación del Museo de Arte Naoshima Fukutake
Fotografía: Ano Daici
Hay mucho margen de mejora en la eficiencia de la calefacción, refrigeración e iluminación de las oficinas y casas japonesas. La simple instalación de sensores equipados con funciones inteligentes resultaría extremadamente útil. Sumando pequeñas innovaciones, como por ejemplo cambios en la disposición de las oficinas y la instalación de reflectores de luz, puede conseguirse un ahorro de energía sin parangón. La refrigeración de servidores informáticos, que cada vez proliferan más, es un área en donde todavía queda mucho por hacer, y deben aprovecharse al máximo las tecnologías disponibles, como sensores avanzados y dispositivos de refrigeración local. De hecho, las tareas de perfeccionamiento de las tecnologías de sensores, así como la creación de equipos locales de calefacción y refrigeración con el desarrollo de nuevos materiales están hechas a medida para la industria japonesa.
Desde el punto de vista de dispersar riesgos, será mejor no concentrar centros de proceso de datos, que albergan un gran número de servidores, en unas cuantas pocas ubicaciones. Algunos podrían ser trasladados a instalaciones subterráneas en las islas de Hokkaidō y Kyūshū y en la región Chūgoku de la parte occidental de Honshū. También deberían utilizarse al máximo las tecnologías de ahorro de energía en la construcción de edificios. Un ejemplo de lo que es posible puede encontrarse en la isla de Inujima en el Mar Interior de Seto, en donde se han construido estructuras que utilizan la energía natural de la luz y el viento. La afamada experiencia de Japón en cuanto a crear cosas también puede demostrar su potencia en esta área. De hecho, dar con las innovaciones que exige la demanda es un ámbito en que Japón destaca por encima del resto. Y las tecnologías creadas en Japón pueden exportarse directamente a países emergentes y a otras partes del mundo.
Sin embargo, tras haber sido informada de estas posibilidades, la gente que piensa según el viejo paradigma puede seguir encontrando dificultades a la hora de apreciar la necesidad de abandonar la energía nuclear. No obstante, Japón no tendrá demasiado futuro si no puede aplicar innovaciones de todo tipo para acabar con su dependencia de la energía nuclear, que en la actualidad proporciona una media del 30% de la electricidad que consume el país. Matsushita Kōnosuke, fundador de Panasonic Corp., dijo una vez que recortar costes un 3% es difícil, pero recortarlos un 30% no lo es tanto. Y, por lo visto, su empresa lo logró. Matsushita quiso decir que las innovaciones de vanguardia no ocurrirán si los técnicos se fijan la meta del 3%, que puede conseguirse simplemente dando un paso más allá con la tecnología ya existente; pero cuando la meta es el 30%, los técnicos tienen la motivación de diseñar líneas de pensamiento totalmente nuevas. Analizado de esta forma, el 30% no resulta una meta imposible.
Generación de energía solar para las escuelas
Otra innovación que debe considerarse es la aplicación de la energía solar para generar electricidad para instituciones educativas, especialmente escuelas de enseñanza primaria y secundaria. Ahora que Google está poniendo a disposición de todo el mundo libros en formato digital y que es posible acceder a otras fuentes de información variada a través de Internet, no es necesario que todas las escuelas mantengan una extensa biblioteca. Si proporcionamos a los estudiantes instalaciones con una conexión de gran calidad y los formamos en el idioma inglés, podrán acceder a información situada en cualquier rincón del mundo. Además, la mayoría de escuelas de primaria y secundaria sólo operan durante el día. Por ello, cuando se reconstruyan las escuelas dañadas por el desastre del 11 de marzo, debería introducirse una política inequívoca de introducción de la energía solar, que tendría al menos tres efectos colaterales. En primer lugar, los precios de los paneles solares bajarían significativamente a causa de los pedidos en masa. En segundo lugar, se potenciaría la recuperación económica regional mediante la reactivación de las obras públicas. Y en tercer lugar, Japón podría convertirse en un valioso modelo para los países que están en pleno desarrollo económico, porque su afán es crear una infraestructura educativa, sobre todo de instalaciones relacionadas con Internet.
Ciudades ecológicas y acción afirmativa
El fomento de la planificación urbana debería ser considerado como uno de los elementos más importantes del desarrollo energético para la sociedad no nuclear y con menos emisiones de carbono que he analizado. Para la reconstrucción, recomiendo al Gobierno nombrar un mínimo de diez ayuntamientos para su transformación en ciudades ecológicas e inteligentes. No sería necesario que fuesen solo ciudades de las áreas gravemente afectadas de la región de Tōhoku. Si reparar los daños del accidente de la central nuclear va a necesitar mucho tiempo, ayuntamientos de otras partes de Japón que han acogido a evacuados de Tōhoku también podrían ser seleccionados. Como analizaré después, gobiernos locales con un alto grado de auto-gestión deberían confeccionar planes, y el Gobierno central debería dotarles de fondos para la reconstrucción para empezar lo antes posible a construir ciudades de vanguardia que incorporasen las tecnologías de ahorro de energía más avanzadas del mundo.
En cualquier caso, la construcción de ciudades ecológicas e inteligentes va a comenzar más pronto que tarde, porque ya se han formulado varios planes provisionales. Llegados a este punto, me gustaría recalcar la gran conveniencia de aplicar una política de “acción afirmativa” a la hora de abordar esta construcción. Pienso en que un 30% de los pedidos realizados por los gobiernos locales y central debería ir a parar a empresas de nueva creación, empresas locales, y compañías extranjeras. Japón ha experimentado cambios revolucionarios dos veces en el pasado: el primero se produjo al iniciarse la modernización en la época de la Restauración Meiji de 1868, y el segundo ocurrió en la reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial. En ambos casos, los nuevos estratos sociales fueron la fuerza motriz, y el estímulo de otros países dentro de un entorno de puertas abiertas dotó de energía a la transición. Así pues, cuando los gobiernos locales y central empiecen a construir ciudades ecológicas e inteligentes, deben canalizar un 10% de los fondos a empresas que hayan sido creadas en los últimos tres años, otro 10% a pequeñas y medianas empresas locales de rango medio, y otro 10% a compañías extranjeras. Esta acción afirmativa se aplicaría para el diseño y la adquisición de materiales de construcción, equipamientos y herramientas, y hardware y software para la tecnología de información y comunicación (ICT).
Efectos de las cuotas de adquisición
Las cuotas de adquisición para empresas de reciente creación pueden potenciar a las empresas innovadoras acelerando el nacimiento de lanzamientos comerciales y la creación de productos derivados provenientes de grandes corporaciones. A principios de la era Meiji (1868-1912), se creó un nuevo espacio para actividades económicas a través del auge de los samurái de ámbito más bajo, y en el periodo de posguerra la disolución de los conglomerados zaibatsu y la purga de líderes empresariales tuvieron un efecto similar. Tras el reciente desastre, está aflorando la necesidad de abrir otra vez un nuevo espacio económico para facilitar el proceso de reconstrucción. Si esto no se hace, las empresas ya existentes continuarán empleando métodos convencionales, obstruyendo la aparición de innovación. Asimismo, la cuota de adqusición para pequeñas empresas locales tendría el objetivo de no sólo crear empleo sino también de atraer los necesarios recursos humanos. He oído que muchos jóvenes están desplazándose a Tōhoku o regresan allí para participar en la reconstrucción. Es necesario prepararles lugares en donde puedan ponerse a trabajar.
Una cuota para corporaciones extranjeras también es importante. Tal como ha señalado el arquitecto Andō Tadao, las empresas extranjeras no demostrarán demasiado interés en la construcción de nuevas ciudades y municipios si no disponen de un plan de diseño excelente. Debe tratarse de proyectos atractivos que colmen el apetito de los inversores. Por ello, una cuota seguro que llamaría la atención de las empresas de otros países. Y también tendría otras ventajas. En el sector de las obras públicas, la participación de empresas extranjeras en los proyectos de construcción probablemente pondría fin a las prácticas comerciales excluyentes, y los precios finales de las adjudicaciones de obras de construcción serían considerablemente menores. También es probable que acabasen introduciéndose métodos innovadores apuntalados por una serie de nociones específicas. Tras la catástrofe, Japón se ha convertido en el mayor receptor de ayudas, y necesitamos poner a total disposición del mundo lo que hemos recibido para devolverles su amabilidad. Este sería el tercer periodo de apertura al mundo de Japón, tras las aperturas de la era Meiji y la posguerra.
La necesaria descentralización
Al mismo tiempo que el país se pone manos a la obra en la construcción de ciudades ecológicas e inteligentes, debemos reconocer que una parte importante del cambio de paradigma implica poner fin a la desigual concentración de funciones en Tokio y establecer una sociedad con mayor autonomía regional. La construcción de estos nuevos municipios representa un punto de inflexión respecto al paradigma por el que se hacía todo lo posible para conseguir un desarrollo equilibrado en todas las partes de Japón. La aplicación de una serie de Plan Global de Desarrollo Nacional hizo que se construyesen ciudades esencialmente idénticas en todos los rincones de Japón, independientemente de las diferencias de clima y características naturales. Sin embargo, ahora necesitamos un plan de desarrollo que obtenga el mayor partido de los rasgos diferenciales de cada región. El desarrollo urbano basado en el cuarto Plan Global de Desarrollo Nacional hizo que las zonas adyacentes a estaciones de tren y aeropuertos de todo Japón tuviesen el mismo aspecto, y también produjo una expansión urbana descontrolada. La construcción comunitaria de ciudades ecológicas e inteligentes debe adoptar un enfoque distinto. En primer lugar, debe basarse en la generación de electricidad a nivel local mediante las energías solar, eólica y geotérmica, además de la utilización de biomasa y palés de madera. Además, el modelo urbano del siglo XX en la que los residentes de las ciudades se trasladan de sus hogares en el extrarradio a sus puestos de trabajo en la ciudad ya no resulta apropiada, porque se basa en un consumo energético excesivo. El diseño del espacio urbano ahora debe ser compacto y agradable, acercando más a hogares, puestos de trabajo, instituciones educativas e instalaciones de ocio.
Que un Gobierno central de alta concentración imponga diseños estandarizados no es la manera de conseguir ciudades y pueblos que hagan un uso altamente eficiente de la energía. Aquí jugarán un importante papel los gobiernos regionales que tengan poderes exclusivos. La descentralización es también deseable desde el punto de vista de la gestión del riesgo por parte del estado. El reciente desastre ha hecho comprender mejor a todo el mundo lo peligroso que resulta concentrar funciones del estado en una única región. Si un gran terremoto afectase directamente a la región de Kantō, el estado quedaría completamente paralizado porque las funciones administrativas, empresariales y de información de Japón están altamente concentradas en el área metropolitana de Tokio. Y seguro que también se produciría una extrema confusión en las acciones de recuperación del país.
Creación de unidades administrativas regionales más grandes
Ahora quiero prestar atención a los méritos de la introducción de un sistema de grandes unidades administrativas regionales con una alta autonomía. Imagino una federación de unas diez jurisdicciones subnacionales, cada una con prácticamente la misma autonomía que un país independiente. Cabe destacar que el tamaño de Japón (aproximadamente 370.000km2) es menor que el de California (420.000 km2). No obstante, mientras que un único gobernador se encarga de la administración de California, Japón dispone de un gobernador para cada una de sus 47 prefecturas. Evidentemente, Japón es unas cuatro veces más grande que California en términos de escala económica y población, pero es innegable que no necesita tener 47 gobernadores.
Japón está dividido en un gran número de prefecturas porque cuando se aplicó el aparato administrativo moderno, el sistema prefectural se modeló con la vista puesta en los dominios feudales tradicionales. Habían existido casi trescientos dominios, pero el Gobierno Meiji decidió que eran demasiados. En la época en que la gente se desplazaba de Tokio a Osaka a pie, incluso los mensajeros urgentes tardaban catorce días en cubrir la distancia entre las dos ciudades. En una audaz reforma para la época, el Gobierno redujo el número de jurisdicciones subnacionales a unas setenta prefecturas en 1871, y a 47 no mucho tiempo después. Sin embargo, las herramientas de información han avanzado enormemente desde entonces, y ahora se tardan menos de tres horas para viajar de Tokio a Osaka con el tren bala Shinkansen. El uso continuado de una configuración administrativa creada hace más de un siglo se ha convertido en una incongruencia.
Como queda demostrado en la Figura 2, cada uno de los bloques regionales propuestos tendría la suficiente solidez económica para permitir una autonomía regional. Por ejemplo, la solidez económica del bloque de Kansai podría prácticamente compararse con el volumen económico de 90 billones de yenes de Corea del Sur, el del bloque de Chūgoku sería comparable al volumen económico de 72 billones de yenes de los Países Bajos, y la economía del bloque de Kyūshū sería mayor que la economía de 29 billones de yenes de Dinamarca (todas las cifras están extraídas de la Base de Datos de Cuentas Nacionales Anuales de la OCDE y convertidas a yenes mediante una equivalencia de $1 = ¥113,26).
Ciudades modelo para una sociedad que envejece
El descenso de la tasa de natalidad y el envejecimiento de la población japonesa ya ha provocado graves problemas en algunas partes de Japón. Esta tendencia es particularmente notoria en la región de Tōhoku, lo que hizo que muchos ancianos se contasen entre las víctimas del terremoto y posterior tsunami. No obstante, este cambio demográfico no se limita de ningún modo a Japón. La tasa de fertilidad total, que indica la media de niños nacidos de una mujer durante su vida, era inferior al 2,0 en muchos países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) durante el periodo 2005-2010. Corea del Sur tenía la tasa más baja (1,22), seguida de Japón y Polonia (1,27 ambos), Alemania (1,32), Italia (1,38), Canadá (1,57), los Países Bajos (1,74), Reino Unido (1,84) y Francia (1,89). Todo país cuyas mujeres de media no den a luz a más de dos niños verá como su población se reduce. Sólo unos pocos países de la OCDE sobrepasaron la tasa del 2,0, como Nueva Zelanda (2,02), Estados Unidos de América (EE.UU.) (2,09), y México (2,21).
La vecina China también tiene su población en retroceso. Su tasa de fertilildad total es 1,77, pero en ciudades donde se ha aplicado de forma más estricta la política del “hijo único” desde su introducción en 1979, se ha mantenido una tasa cercana al 1,0. A raíz de ello, la población china está envejeciendo incluso a mayor velocidad que la de Japón. Así pues, podemos comprobar que los graves problemas asociados con el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población son comunes en los países desarrollados y también están surgiendo en la altamente poblada China. Japón se limita a estar al frente de un grupo que va hacia abajo.
Dada la gravedad del cambio demográfico en la región de Tōhoku, la construcción de ciudades ecológicas e inteligentes debería incluir la creación de sistemas avanzados de atención médica y bienestar, para dar respuesta a las necesidades de las personas de edad avanzada. Si así se hace, las acciones de creación de comunidades podrían convertirse en un modelo no solo para Japón sino también para todo el mundo. Y si se diseñan ciudades inteligentes para que se pueda vivir muy bien en ellas, con viviendas, puestos de trabajo, instituciones educativas e instalaciones de ocio situadas a poca distancia entre ellas, estas ciudades atraerán no solo a personas de edad avanzada sino también a jóvenes, con lo que probablemente se dará también un impulso a la natalidad.
Destrucción emergente
Es evidente que ahora surgirán dudas respecto a si Japón dispone realmente de líderes capaces de dirigir el país hacia esta nueva dirección. Mi respuesta es que ya no existe la necesidad de tener líderes con mucho carisma. Como han demostrado los estudios sobre complejidades, las colonias complejas de hormigas funcionan perfectamente sin hormigas reinas que den órdenes. De hecho, las reinas se dedican exclusivamente a poner huevos, mientras que las hormigas obreras llevan a cabo tareas como el transporte de alimentos, y otras hormigas se especializan en mantener el hormiguero limpio. Se crean colonias funcionales de hormigas de una alta complejidad cuando todas las hormigas asumen el trabajo que les ha sido asignado dentro del diseño global.
En el estudio de sistemas complejos, el término “emergencia” se utiliza para explicar que la suma de acciones relativamente sencillas puede dar como resultado un poder que supera la imaginación. Es el tipo de poder que hemos podido ver en las Revolución de los jazmines de Túnez y Egipto, en donde se han producido cambios sin que hubiese líderes ni organizaciones revolucionarias. En su aspiración de libertad y democracia, la gente dio pequeños pasos individualmente, y su poder quedó amplificado al ser comunicado vía Twitter o Facebook, lo que a la postre provocó la caída de regímenes que se creían indestructibles. En estas revoluciones, la información, especialmente en forma de vídeo, provocó respuestas favorables entre incontables jóvenes. Hoy Japón necesita una revolución de los jazmines tranquila de este tipo.
Yo denomino a este poder “destrucción emergente”. Joseph Schumpeter utilizó el término relacionado “destrucción creativa”, afirmando que era indispensable para la innovación. Sin duda, no podemos esperar que se inicie un nuevo ciclo dentro del contexto de un orden antiguo. Pero cuando entendemos el mecanismo de cambio en términos de destrucción creativa, inmediatamente suponemos que sus agentes claves deben ser líderes o emprendedores poderosos. Pero esto no es así cuando hablamos de destrucción emergente. Aunque me gustaría añadir que las revoluciones venideras no serán tan destructivas, sino que se tratará de asuntos emergentes nacidos de las largas olas de cambio puestas en marcha por pequeñas declaraciones e innovaciones de individuos específicos.
El desastre natural acaecido en Japón nos ha ofrecido una oportunidad que va a iniciar una renovación básica del país. Aún así, los que se aferran al viejo paradigma o los que tienen intereses creados seguro que consideran que esto es como hacer castillos en el aire. Pero en las cenizas de Tokio e Hiroshima en 1945, ¿cuántos podían haber imaginado que Japón acabaría convirtiéndose en la segunda potencia económica mundial? Japón carecía de líderes carismáticos en esa época. Los líderes empresariales futuros fueron personas como Nishiyama Yatarō, de Kawasaki, quien durante la purga fue ascendido de director no ejecutivo a presidente, y se le consideraba un ejecutivo de tercera clase que sólo soltaba tonterías; o aquellos que sólo tenían una formación primaria, como Matsushita Kōnosuke de Panasonic y Honda Sōichirō de Honda. Estos emprendedores supieron entender las necesidades de la nación y ahí iniciaron sus primeros pasos.
El poder de los jóvenes
Traslado mi esperanza al poder de los jóvenes. El 25 de mayo de 1961, poco después de que la Unión Soviética venciese a los EE.UU. en la carrera del espacio al poner su primer cosmonauta en órbita en abril, el presidente de los EE.UU. John F. Kennedy lanzó un reto en un mensaje especial para el Congreso: “Creo que este país debería comprometerse a conseguir el objetivo, antes de que acabe la década, de enviar un hombre a la luna y hacerle regresar sano y salvo a la Tierra”. Puesto que hasta ese momento EE.UU. no había conseguido más que enviar un astronauta en un cohete en un vuelo suborbital, no había elementos tecnológicos sólidos para creer que una misión lunar fuese factible. Debemos preguntarnos cúantos creyeron que podría lograrse con tanta rapidez. En una alocución en la Universidad Rice en septiembre de 1962 , Kennedy se dirigió a sus compatriotas estadounidenses con estas palabras: “Elegimos ir a la luna esta década y hacer otras cosas, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles”. Fueron los jóvenes, en gran número, quienes más se adherieron a la propuesta. Estudiantes altamente cualificados de todos los rincones del país acudieron rápidamente a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) con la esperanza de participar en el proyecto, y en julio de 1969 la misión Apolo 11 alcanzó con éxito la luna. Se dijo que la media de edad del equipo del proyecto formado para la misión a la luna fue de unos 26 a 28 años, lo que demuestra en qué medida los estudiantes estuvieron al frente de las personas que respondieron al reto de Kennedy.
Hoy no tenemos ninguna necesidad de esperar a que surja un líder carismático. Reconociendo que Japón debe transformarse en un líder en la tarea de crear la sociedad libre de energía nuclear y con menos emisiones de carbono que exigen los tiempos, podemos depositar nuestra confianza en el poder emergente que surgirá de las acciones llevadas a cabo por numerosas personas anóminas, quienes aplican su profesionalidad en sus respectivos campos. En las páginas de Facebook es posible observar los cada vez más numerosos llamamientos, desde todos los rincones de Japón, para que se produzca tanto una destrucción emergente como una creación emergente.
(Escrito originalmente en japonés y traducido al español de su versión inglesa.)
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