Nami no Ihachi, el tallador que quizá inspiró “La gran ola” de Hokusai
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Un artista de las olas que se anticipó a Hokusai
La gran ola de Kanagawa, de las Treinta y seis vistas del monte Fuji (1832 aprox.), obra del pintor de finales del periodo Edo Katsushika Hokusai (1760-1849), adorna el reverso del nuevo billete de 1.000 yenes que se empezó a emitir el 3 de julio de 2024. Se dice que La gran ola, con sus impresionantes olas gigantes y agitadas, es el grabado de ukiyo-e más famoso del mundo.
El grabado La gran ola, de principios de la década de 1830, cuyas olas agitadas son tan altas que muestran su parte interior, fue una obra innovadora, pero hubo una escultura que la precedió más de 20 años: Nami ni hōju no zu (Joya atesorada en las olas) del dintel del templo Gyōgan-ji, situado en la ciudad de Isumi, prefectura de Chiba; fue creada entre 1807-1808 (fotografía del encabezado).
El artista era Takeshi Ihachirō Nobuyoshi (1752-1824), ocho años mayor que Hokusai. Desarrolló su actividad principalmente en la península de Bōsō, dejó más de cien esculturas en santuarios y templos a lo largo de su vida, y fue apodado Nami no Ihachi (“Ihachi de las olas”), por sus olas particularmente precisas y poderosas.
Ihachi nació en la actual localidad de Utsutsumi, de la ciudad de Kamogawa, en la prefectura de Chiba. Estudió con un maestro de una prestigiosa escuela de tallistas de Katsuura y debutó alrededor de los veinte años. Tras independizarse instaló un taller en su casa natal, desde donde a menudo contemplaba el mar cercano.
Ihachi no se rigió por la tradición, sino que refinó su propio estilo incorporando olas a criaturas sagradas, como dragones y kirin, que le encomendaban los santuarios y templos. A medida que cumplía años, los cinceles de Ihachi se hacían más nítidos y realistas.
Una obra de mediados de sus cuarenta años que puede considerarse un punto de inflexión son los “Dragones voladores sobre las olas”, de la sala principal del templo de Izuna, en la ciudad de Isumi. La pareja de dragones a ambos lados de la obra tiene los rostros y las escamas tan bellamente representados que parecen animales reales. Las olas sobre las que cabalgan los dragones tienen crestas que se enroscan como garras.
La creatividad de Ihachi se fue refinando a medida que se adentraba en los cincuenta. Esculpió un dragón volador, que baila bajo el alero, y otro que yace en una viga, en el pabellón Fudō del templo Ōyama de la ciudad de Kamogawa. Los dos dragones miran hacia abajo a la derecha, y una columna de agua, que se eleva desde las olas en el fondo, forma una nube. El audaz arte espacial de Ihachi expresa a la perfección la historia de los dragones, que vigilan la llanura de Nagasa, productora de arroz, en el este, y traen la lluvia bendita.
Esculpir el vacío del Sutra del Corazón
Ihachi siguió tallando olas, siempre diferentes, y poco antes de cumplir los sesenta llegó a la culminación de su obra, Nami ni hōju no zu (Joya atesorada en las olas).
La historia secreta de su creación se transmite en Gyōgan-ji. El abad del templo de la época pidió a Ihachi que tallara el idiograma kū de la frase “Shiki soku ze kū, kū soku ze shiki”. Se trata del pasaje más importante del Sutra del Corazón, la escritura budista básica, en la que shiki se refiere a lo que tiene forma y kū a lo que no la tiene. En otras palabras, se interpreta como que “Nada es inmutable”.
Ihachi superpuso la imagen del kū sobre olas que aparecen, cambian de forma, desaparecen y vuelven a aparecer. Tras muchos días de observación en el mar a caballo, por fin vio una joya flotando entre las olas.
La joya es un símbolo de las enseñanzas de Buda y, aunque ya había estatuas de budas y dragones que sostenían joyas, era inaudito que una obra presentara la joya como protagonista. Se desconoce la autenticidad de la leyenda, pero la realista composición de las crestas de las olas y el túnel de agua que se forma bajo ellas, captados desde un lateral, se inspiró sin duda en el mar real embravecido.
¿Se basó La gran ola en una escultura de Ihachi?
Kataoka Sakae, autor de Meikō nami no Ihachi, soshite Hokusai - Ihachi Godai no shōgai (El maestro artesano Ihachi y Hokusai: las vidas de cinco generaciones de Ihachi) y destacado investigador durante casi 50 años del tema, afirma: “La imitación de Hokusai en La gran ola es obvia; queda claro si ponemos en primer plano la obra Nami ni hōju no zu. La gran ola principal de ambas obras es idéntica, aunque los detalles se han arreglado para adaptarse al tema”.
- La joya en llamas es sustituida por el monte Fuji.
- El contorno y las líneas del lado reverso de la gran ola son muy similares.
- La ola pequeña se ha arreglado en forma del monte Fuji.
- La joya que muestra la parte superior se sustituye por un barco con el mismo ángulo.
Además, en lo que respecta a la capacidad de Ihachi para captar el lapso de tiempo entre el comienzo de las olas y su colapso, y expresarlo en una sola pintura y escultura, Kataoka afirma: “La composición de Ihachi fue muy innovadora. No puede decirse que sea una coincidencia”.
También existen similitudes en cuanto a la técnica. La teoría de Hokusai era que podía dibujarlo todo con una regla y un compás, e ilustró cómo dibujar una combinación de líneas rectas y círculos en su libro ilustrado Ryakuga haya oshie (Curso intensivo de dibujo simplificado), publicado hacia 1812. La técnica del kiku-jutsu, utilizando una regla y un compás, es fundamental para la carpintería. Ihachi, grabador, también utilizó esta técnica en sus creaciones, y en su Nami ni tsuru ni asahi (Olas, grulla y sol naciente), que se conserva en el templo Gyōgan-ji, expresa de ese modo las olas fluidas y aerodinámicas.
Debajo de Olas, grulla y sol naciente hay un cuadro de un díscipulo de Tsutsumi Tōrin III. Tsutsumi era un pintor con el que Hokusai mantenía una estrecha relación; vivían juntos y trabajaban juntos. En el templo de Izuna mencionado anteriormente, la talla del dintel de Ihachi y las pinturas del techo de Tōrin adornan la sala principal.
Hokusai visitó Bōsō más de una vez. Kataoka afirma: “Debió de oír rumores sobre las olas de Ihachi de gente como Tōrin y otros, y fue a verlas. Estoy convencido de que no podía dejar pasar la obra de un maestro tallador de tal habilidad que ninguno de sus colegas de Kantō se atrevía a tallar olas”.
Sin embargo, no existen documentos históricos que respalden la relación entre Hokusai e Ihachi, y solo se trata de pruebas secundarias. “Ihachi fue el pionero, aunque ambos continuaron explorando ese ‘movimiento del agua sin forma’ a lo largo de sus vidas. Hasta ahora se consideraba que los tallistas tenían un estatus inferior al de los pintores, pero por fin empiezan a recibir la atención que se merecen”, dice Kataoka.
En el 200 aniversario de la muerte de Ihachi, existe un creciente impulso en su lugar de nacimiento para rendirle homenaje.
La organización promotora, la Academia de Desarrollo Urbano Nami no Ihachi Kamogawa, celebró un acto conmemorativo en mayo. Su presidente, Shimizu Hiroshi, declaró: “Ihachi echó raíces en la comunidad y creó obras tan espléndidas como las de Edo. Me gustaría heredar ese espíritu y aprovecharlo para nuestro urbanismo, con la gente de Kamogawa”.
Fotografía (fotos sin crédito atribuido): equipo editorial de nippon.com
(Imagen del encabezado: sección de Edo jidai no chōkō shodai Nami no Ihachi ~ Takeshi Ihachirō Nobuyoshi no sekai -El tallista del periodo Edo, Nami no Ihachi - el mundo de Takeshi Ihachirō Nobuyoshi-, editado y publicado por Ihachi-kai; fotografía de Odajima Nobuyuki.)