Castillos de Japón
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Doce castillos que se conservan desde la Edad Media
Japón alberga una gran cantidad de castillos y ruinas de fortificaciones. En la actualidad, se conservan doce castillos que datan del período Edo (1603-1868) o antes y preservan aún sus torreones.
Oda Nobunaga (1534-1582) y Toyotomi Hideyoshi (1537-1598), ambos guerreros que se propusieron unificar el país, ordenaron construir castillos con suntuosos torreones que sirvieran de muestra de su poder. Aunque el torreón representaba el núcleo de todo el castillo, no siempre se edificaba uno. En muchos casos, este era de gran altura, contaba con muchos pisos y tenía la función de hacer destacar la fortificación en su conjunto.
La historia de los castillos japoneses se remonta en torno al siglo VII y comienza en las montañas, donde se erigían murallas de piedra con fines militares de protección. En los siglos XV y XVI, durante el período de los Estados Guerreros (1467-1568), la construcción de castillos vive su apogeo y se edifican en las cimas de los montes, ubicaciones desde donde resulta fácil defenderse de los enemigos gracias a las murallas. Los torreones de los castillos de Himeji, Hikone y Matsumoto, todos ellos Tesoro Nacional de Japón, se levantaron en torno a esta época. Por lo general, los señores de estas edificaciones vivían en la falda de la montaña, pero subían a lo alto para protegerse de sus enemigos cuando estos los acechaban.
La composición de los castillos difiere, pero solían contar con un edificio principal, al lado del cual se extendía la ciudadela exterior; más allá de esta, otra parte, la más cercana al exterior, denominada sannomaru. En el edificio principal, punto más importante del complejo y en el que se encontraba el torreón, los señores de los castillos ordenaban construir puertas y atalayas, así como en otras ubicaciones de importancia. Además, cada parte se rodeaba de una muralla alta y empinada, en torno a la cual se cavaba un foso. Se trataba de complejos vastos formados por varios estratos. A los pies del castillo, se crearon barrios en los que los comerciantes se congregaban. Sin embargo, a diferencia de Europa, Japón no temía la llegaba de invasores foráneos, por lo que apenas se desarrollaron ciudades amuralladas. De hecho, hay castillos en cuyas cercanías se puede encontrar un jardín tradicional japonés. Kerokuen, en Kanazawa, y Kōrakuen, en Okayama, son dos ejemplos destacados de esta tendencia.
A la guerra de Sekigahara, en 1600, siguió una época de paz, de ahí que los castillos se construyeran en terreno llano y pasaran de bastión militar a centro de la defensa, la política y la economía. En los barrios que los rodeaban se permitía residir a los vasallos, los comerciantes y los industriales. Con la llegada del período Edo, el liderazgo único del sogunato de Tokugawa se tradujo en la destrucción de todos los castillos, a excepción de uno por feudo, tras la aprobación de un decreto a tal fin en 1615. Los trabajos de rehabilitación también estaban limitados y no se podía construir nuevos castillos. Posteriormente, la era Meiji (1868-1912) también conllevó cambios, como la abolición, en 1871, de los dominios feudales y el consecuente establecimiento de las prefecturas. Dos años más tarde, se aprobó un nuevo decreto para la abolición de los castillos; casi todos se demolieron o quemaron.
El castillo de Himeji, Patrimonio de la Humanidad
En diciembre de 1993, el castillo de Himeji, situado en la homónima ciudad de la prefectura de Hyōgo, se convirtió en el primer lugar Patrimonio de la Humanidad de Japón. Su sobrenombre, "el castillo de la garza blanca", se lo debe al color de sus muros, que junto con el equilibrio de su composición hacen de él un lugar de belleza singular. Construido en 1333 en una colina de un terreno llano, el castillo está rodeado de un foso y destaca por el recorrido laberíntico que lleva hasta el torreón de su parte principal.
Tipología de los castillos japoneses
Los castillos de Japón, que comenzaron siendo fortalezas en las montañas, se convirtieron posteriormente en edificaciones en colinas de terrenos llanos y, en última instancia, se erigían en llanuras. En el caso de las zonas montañosas, se aprovechaban las condiciones naturales del terreno, por ejemplo, en los castillos de Takatori, Takeda y Bicchū Matsuyama, en las prefecturas de Nara, Hyōgo y Okayama, respectivamente.
En cuanto a los castillos que se levantaban en colinas de terrenos llanos, podemos citar el de Azuchi, construido por Oda Nobunaga en la prefectura de Shiga, y los de Himeji, Hikone y Kumamoto, en las prefecturas de Hyōgo, Shiga y Kumamoto, respectivamente.
Por último, los castillos de Osaka, Nagoya y Matsumoto, en las prefecturas de Osaka, Aichi y Nagano, respectivamente, son claros ejemplos de construcción en llanuras. El de Matsumoto destaca por la gran extensión del complejo que lo alberga, así como por su torreón, de seis pisos y con un tejado de cinco alturas. Se cree que fue construido en torno a 1593 o 1594.
Por otra parte, existen castillos "de agua", esto es, construidos en las inmediaciones de mares, ríos o lagos, con el objetivo de aprovechar el agua de estos para el foso, entre otros fines. Los de Matsuyama, Imabari y Nakatsu, en las prefecturas de Kagawa, Ehime y Ōita, respectivamente, se engloban en esta categoría.