Nihon Rikagaku Kōgyō: el gran potencial de las personas con discapacidad
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Un profesor que apuesta por “la experiencia laboral de los alumnos”
“Aunque dos alumnas de mi escuela tan solo tienen 15 años, si después de graduarse no encuentran trabajo no tendrán más remedio que vivir toda la vida en un centro de asistencia social, por eso quiero ayudarles a adquirir experiencia laboral”. Conmovido por este mensaje que le trasladó el profesor de una escuela para personas con dificultades intelectuales, el actualmente presidente y por aquel entonces director gerente de Nihon Rikagaku Kōgyō, Ōyama Yasuhiro, comenzó hace 53 años a contratar a personas con discapacidad. Actualmente emplea a un total de 76 personas, de las cuales 57 son personas con discapacidad intelectual (el 60% son de alto grado).
Fue en 1959 cuando Ōyama recibió en su empresa situada en el distrito de Ōta (Tokio) la visita de un profesor de la Escuela Metropolitana para Personas con Discapacidad Intelectual Aotori (en la actualidad, Escuela para Personas con Necesidades Especiales Aotori, distrito de Setagaya). “Sé que es difícil, ¿pero no podría usted contratar a algunos de mis alumnos que están a punto de graduarse?”.
Ōyama rechazó la propuesta al pensar que era imposible. Sin embargo, aquel profesor insistió. Pese a la negativa de Ōyama, aquel profesor no abandonó su objetivo. En su tercera visita, el profesor suplicó al fin: “Ya me he dado por vencido en cuanto a pedirle que ofrezca trabajo a mis alumnos. Pero quiero que escuche una última petición. ¿No podría dejar a mis alumnos experimentar lo que significa trabajar al menos una vez? Quiero que se gradúen conociendo el significado del trabajo”.
Conmovido por esas palabras, Ōyama aceptó ofrecer a los alumnos la posibilidad de experimentar el entorno laboral durante dos semanas. “Me dijo que sería una experiencia única en la vida de estos alumnos, por lo que pensé que tenía que ayudarles”. Nihon Rikagaku Kōgyō fue fundada por su padre en 1937 como una pequeña empresa productora de tizas que no desprenden polvo. En ese momento, se asignó un trabajo sencillo de pegado de etiquetas a las dos chicas que llegaron para su periodo de prácticas. Para su sorpresa, estas chicas trabajaron alegremente sin noción del paso del tiempo, con una voluntad para trabajar conmovedora que emocionó al resto de empleados de la fábrica.
En el último día de prácticas una decena de trabajadores abordaron a Ōyama y le aconsejaron que contratase a esas dos chicas. “Es una verdadera lástima que con tan sólo 15 años tengan que marcharse a un centro de asistencia y separarse de sus padres. Nosotros cuidaremos de que estén bien”. Esas alumnas con discapacidad intelectual que habían puesto todo su empeño en trabajar llegaron al corazón tanto de otros empleados como de Ōyama, que finalmente las contrató en abril de 1960. Sin embargo, por aquel entonces aquel acto seguía estando motivado por la compasión.
La imposibilidad de experimentar un entorno laboral en un centro de asistencia
Incluso después de haberlas contratado, Ōyama aún tenía algunas dudas. Por mucho que lo pensase, no comprendía cómo era posible que trabajar fuese más reconfortante que vivir tranquilamente en un centro de asistencia. Planteó esta misma duda a un monje durante una ceremonia en un templo budista Zen. Esta fue la respuesta que recibió:
“El ser humano tiene cuatro deseos durante su vida: ser amado, ser alabado, ser útil y ser necesitado. La felicidad de alcanzar los últimos tres de estos deseos se obtiene a través del trabajo en la empresa. No es posible experimentarla en un centro de asistencia.”
A partir de entonces, Ōyama mantuvo una predisposición positiva para la contratación de personas con discapacidad. Desde entonces pensó “el ser humano es feliz cuando se siente necesitado al trabajar, consiguiendo su independencia económica. ¿Acaso no es algo que puedo ofrecer desde mi posición?”, y tomó la decisión de contratar a más personas con discapacidad.
Aunque en julio de 1960 se promulgó la Ley de Fomento de la Contratación de Personas con Discapacidad Física, no fue hasta 1987 cuando se incluyó a las personas con discapacidad intelectual. Pero sin ningún tipo de sistema de apoyo, los esfuerzos de estas personas se veían limitados al ensayo y error. Acudían por si mismos a trabajar a diario sin percances ya que podían distinguir el significado del rojo y el verde en el semáforo, aunque no pudieran leer los caracteres.
Ōyama, pensó que podría obtener el mismo resultado utilizando esta capacidad para distinguir los colores en tareas habituales con otras gamas cromáticas. Al probar el método con colores en labores de medición de peso, los trabajadores se concentraron a fondo en esas tareas. Si se asignan las tareas de acuerdo con las aptitudes y la capacidad de comprensión de cada uno, se favorece que esas personas puedan sacar todo su potencial. “Si se consigue el resultado requerido en el trabajo, es suficiente” afirma que pensó entonces. A decir verdad, la productividad aumentó, consiguiendo que se mantuviera la empresa.
Rápido aumento del número de alumnos en las escuelas para personas con necesidades especiales
Los menores con discapacidad intelectual suelen acudir a escuelas para personas con necesidades especiales. A pesar del bajo índice de natalidad, el número de alumnos en estas escuelas está aumentando. Esto es debido a que además de aquellos alumnos convencionales que sufren movilidad reducida o debilidad corporal, han entrado dentro de la categoría de menores que necesitan atenciones especiales aquellos niños que sufren autismo, con problemas en el desarrollo o Síndrome de Asperger, déficit de atención o hiperactividad.
Lo que más preocupa a los padres y a las escuelas donde estudian estos menores es su vida laboral después de la vida estudiantil. Y eso se debe a que si no contamos los centros de ayuda laboral y talleres de asistencia social, adentrarse en el mercado de trabajo es una ardua tarea. Según el Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar, el índice de personas que pasan de las escuelas para personas con necesidades especiales a trabajar en empresas comunes se mantiene solo en el 24% (Datos de abril de 2012).
Por su parte, la subdirectora de la Escuela Metropolitana para Personas con Necesidades Especiales Aotori, Kawasaki Junko, afirma lo siguiente: “Las personas con discapacidad serán felices cuando su existencia sea reconocida por los demás, exactamente igual que las personas sin discapacidad. Aunque también les alegra recibir un sueldo, para ellos lo más importante es encontrar un lugar en la sociedad como cualquier otra persona”.
Alabanzas del ex Primer Ministro Hatoyama, y galardón Shibuzawa Eiichi
Los resultados de la Estadística sobre el Estado de la Contratación de Personas con Discapacidad de 2012 reflejan que alrededor de 380.000 personas con discapacidad estaban contratadas en empresas privadas, un aumento del 4,4% respecto al año anterior. La tasa de empleo real de estas personas fue del 1,69%. Aunque ambos índices son los más altos comparados con series pasadas, la proporción de empresas que cumplen la tasa de empleo estipulada por ley, que es el 1,8%, se situa en el 46,8%, es decir, menos de la mitad (Según datos del 1 de junio de 2012). “Aunque está aumentando la tasa de cumplimiento en grandes corporaciones, aún es insuficiente en pequeñas y medianas empresas. Aún hay muchas que no han contribuido”, asegura Arisawa Chie, subdirectora de la Sección de Planificación de la Organización Japonesa para la Asistencia a Personas Mayores y con Discapacidad Demandantes de Empleo.
Entretanto, el porcentaje de personas con discapacidad que trabajan en Nihon Rikagaku Kōgyō es más del 70%. En octubre de 2009, el entonces Primer Ministro Hatoyama Yukio realizó una visita oficial a la fábrica, presentándola posteriormente en uno de sus discursos como “un ejemplo de sociedad que fomenta el yūai (la fraternidad)”. En febrero de ese mismo año, el director de esa misma empresa había sido galardonado con el premio Shibuzawa Eiichi que reconoce el trabajo de los empresarios que mantienen una actitud ejemplar. Mantener a alguien en un centro de asistencia social un periodo de 40 años, desde los 20 a los 60, cuesta más de 200 millones de yenes por persona. En este caso se valoró que la empresa contribuyera al estado con una reducción de gastos de 1.000 millones de yenes ofreciendoles completar la vida laboral a cinco personas.
El gasto que supone una persona con discapacidad atendida en un centro de asistencia en el país es de cinco millones de yenes anuales. Ōyama alega que si el país estableciese un sistema por el que el estado pagase a estas personas con discapacidad el sueldo mínimo (alrededor de 1,5 millones de yenes anuales) en lugar de las pequeñas y medianas empresas, que a su vez les ofrecerían la oportunidad de trabajar, Japón podría estar a la vanguardia mundial al ser un país en el que todas las personas alcanzasen la felicidad al poder acceder a un empleo.
Una empresa que busca la felicidad de las personas
“Esto ha sido posible porque nuestra empresa casualmente es de tizas. Es una empresa pequeña y estamos en una industria que no le interesa a las empresas grandes. Es casi imposible que las empresas comunes hagan lo mismo que nosotros. No podría decir que todas las pequeñas y medianas empresas deberían hacer lo mismo”, explica el presidente Ōyama.
Nihon Rikagaku Kōgyō no es una empresa que entre en la categoría de “empresas saludables” que especula la estrategia de crecimiento económico del gabinete de Abe Shinzō, y tampoco acepta el apelativo de “empresa inquebrantable”.
Lo que sí se puede decir de esta empresa, por el contrario, es que ofrece “la sensación reconfortante de trabajar” a las personas con discapacidad, y que con ello se trata de una empresa que otorga “vitalidad a la sociedad”. ¿No es acaso precisamente en este tipo de empresas donde se encuentra el secreto de una economía japonesa resistente?
Datos de la empresa
Nihon Rikagaku Kōgyō
Ubicación: 2-15-10 Kuji, Takatsu-ku, Kawasaki-shi, Kanagawa-ken. CP: 213-0032
Director: Ōyama Takahisa, Delegado y Director General.
Tipo de negocio: Producción y venta de tizas que no desprenden polvo, material escolar y de oficina, paneles para pizarras magnéticas, suelas antideslizantes.
Capital: 20 millones de yenes.
Personal: 76 empleados.
Sitio web: http://www.rikagaku.co.jp/
Autor: Nagasawa Takaaki (Editor Senior y periodista de Nippon.com)
Fotografías: Kimura Junko (Jana Press)