Toshiba sigue al borde de la bancarrota
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Toshiba ha sido uno de los gigantes de la electrónica japonesa que se han labrado un buen nombre y han desarrollado sus operaciones en todo el mundo. Sin embargo, el repentino anuncio de unas pérdidas exorbitantes, sumado a las irregularidades contables detectadas en 2015, ha dejado su reputación por los suelos. La empresa corre el peligro de ser retirada de la cotización en bolsa, y su endeudamiento excesivo la empuja al filo de la bancarrota. A continuación explicaremos por qué la empresa se halla en esta grave situación y qué futuro le espera.
La declaración de pérdidas que no convenció a los auditores
Toshiba entregó el informe financiero del año fiscal 2016 (abril de 2016 – marzo de 2017) a la Oficina Financiera de Kantō y anunció sus resultados financieros en una rueda de prensa el 10 de agosto de 2017. Los resultados se anunciaron tres meses después de la fecha límite, que era a mediados de mayo; el informe era de obligada entrega antes de finales de junio, por lo que la compañía tuvo que solicitar una prórroga a la Oficina Financiera para que se lo admitieran un mes y medio tarde. Este retraso en el cumplimiento de las obligaciones fiscales, que no suele darse en empresas que cotizan en bolsa y mucho menos aún en grandes firmas como Toshiba, se debió a que la empresa auditora Japan Assurance Aarata no dio el visto bueno al informe financiero. Veamos el proceso que condujo hasta esa situación.
El 27 de diciembre de 2016 Toshiba anunció grandes pérdidas en la construcción de central nuclear de su filial estadounidense Westinghouse Electric Corporation. La empresa achacó las pérdidas, de 652.200 millones de yenes, a un formidable aumento del coste de construcción de las instalaciones debido a la tardanza de las obras, y pretendía declararlas en el periodo de abril a diciembre de 2016. Pero la empresa auditora Japan Assurance Aarata objetó la declaración al considerar inverosímil que unas pérdidas de tal magnitud no se hubieran detectado hasta diciembre de 2016, apuntando que tanto Toshiba como Westinghouse Electric Corporation debían de haberse percatado de la situación con anterioridad y haber declarado pérdidas en el informe financiero del año fiscal 2015 (abril de 2015 – marzo de 2016).
Es cierto que una empresa puede sufrir pérdidas de forma repentina. Muchas entidades experimentaron graves pérdidas cuando estalló la crisis financiera global en 2008 y las ventas se desplomaron, o cuando el Gran Terremoto del Este de Japón ocurrido en 2011 destruyó numerosas instalaciones de producción. Ahora bien, a menos que exista una causa de la misma gravedad, una entidad no debería incurrir en pérdidas de cientos de miles de millones de yenes de la noche a la mañana.
Al parecer, en diciembre de 2015 Westinghouse Electric Corporation habría adquirido una constructora de instalaciones nucleares y, tras solicitar un presupuesto de construcción a otra empresa subcontratada, habría informado a Toshiba de un aumento exponencial de los gastos de construcción derivado del precio de la mano de obra y los materiales. Según Toshiba, esta anomalía se investigó durante un año y finalmente se estableció una provisión para pérdidas de 652.200 millones de yenes.
A pesar de los argumentos de Toshiba, la empresa auditora se negó a dar su aprobación, insistiendo en que las pérdidas podrían haberse detectado más pronto si se hubieran realizado cálculos provisionales a partir de las cifras de la empresa constructora adquirida. Al final la auditora emitió un informe de aprobación con reservas en el que señalaba irregularidades inadmisibles en el periodo de declaración de las pérdidas de Westinghouse pero aprobaba el resto de las operaciones de Toshiba. Por su parte, Toshiba expresó su desacuerdo con la aprobación con reservas de la auditoría y anunció que había normalizado las finanzas de la empresa. Aun así, la acusación de la empresa auditora quedó para la posteridad e hizo mella en la reputación de Toshiba.
La venta de Toshiba Memory se eterniza
Westinghouse se declaró en quiebra a finales de marzo de 2017 y puso en marcha los trámites de rehabilitación según la Ley Federal de Bancarrota. Toshiba, garante de Westinghouse en calidad de empresa matriz, tuvo que asumir también su caída; contando las pérdidas de la constructora de instalaciones nucleares, Toshiba acumuló un total de 1,24 billones de yenes en pérdidas. El resultado fue un endeudamiento excesivo de 550.000 millones de yenes a finales de marzo.
El endeudamiento excesivo se produce cuando una entidad es incapaz de saldar todas sus deudas aunque venda todo su capital. Cuando una gran empresa arrastra un endeudamiento excesivo de 550.000 millones de yenes, lo normal es que se declare en quiebra y se acoja a la Ley de Rehabilitación Empresarial o la Ley de Rehabilitación Civil.
Sin embargo, hay dos motivos por los que Toshiba no seguirá esa senda. El primero es la decisión de vender su filial Toshiba Memory, que presenta excelentes resultados. Como se prevé que la transacción se realizará por unos 2 billones de yenes, el capital bastaría para cubrir el endeudamiento. El segundo motivo es que, contando con la venta de Toshiba Memory como premisa, los bancos financiadores decidieron cooperar. Conscientes de que presionar a Toshiba a devolver la deuda precipitaría la empresa a la quiebra —y, por lo tanto, los créditos quedarían impagados—, los bancos decidieron esperar a que Toshiba saldase su endeudamiento excesivo mediante la venta de Toshiba Memory.
Toshiba se escindió de Toshiba Memory y decidió poner a la venta una mayor parte o la totalidad de las acciones de la empresa. Tras varios concursos de licitación, el 21 de junio Toshiba otorgó derechos de adquisición preferente a un grupo de entidades japonesas, estadounidenses y surcoreanas encabezado por la semigubernamental Innovation Network Corporation of Japan, que incluía también el Banco de Desarrollo de Japón, el fondo de inversión estadounidense Bain Capital y el gigante de las tecnologías de la información surcoreano SK Hynix.
Con todo, dos meses después de ceder la adquisición preferente sigue sin firmarse el contrato de venta; la operación se encuentra bloqueada porque no logra llegarse a un acuerdo sobre si SK Hynix debe participar como prestataria o como inversora. Además, cuando el contrato se formalice al fin, habrá que someterlo a inspección para comprobar que respeta la legislación antimonopolio y de competencia de todos los países del mundo; la venta no se hará efectiva hasta que los organismos responsables de todo el mundo den el visto bueno. Ante la previsión de que la inspección se alargue más de seis meses, existe la posibilidad de que la operación no se alcance a efectuarse en el plazo estipulado, que concluye en marzo de 2018.
¿Y qué sucederá si la venta no se completa antes del fin de marzo de 2018? Pues que Toshiba incurrirá en endeudamiento excesivo por segundo año consecutivo y, según la normativa de la Bolsa de Tokio, será retirada de cotización. La empresa ya bajó de la primera a la segunda sección de la bolsa en agosto como penalización por el primer endeudamiento excesivo a finales de marzo de 2017. Si se la retira de cotización, sus acciones no podrán venderse en bolsa y los accionistas tendrán dificultades para su compraventa. Tampoco se podrán reunir fondos mediante la bolsa, por ejemplo con ofertas públicas de suscripción de acciones. En definitiva, para Toshiba supondría un golpe durísimo.
El peligro de salir de la Bolsa por falta de tiempo
Repasemos las posibilidades de futuro para Toshiba, teniendo en cuenta la situación que acabamos de exponer. En el supuesto más optimista, la empresa lograría formalizar la venta de Toshiba Memory en breve, las inspecciones legales terminarían antes de finales de marzo de 2018 y se resolvería el problema del endeudamiento excesivo. Eso, sin embargo, es harto improbable. Aunque la venta se hubiera concretado en agosto(*1), no existe ninguna garantía de que las inspecciones legales terminaran antes del fin de marzo de 2018. Y, si las inspecciones no finalizaran a tiempo, Toshiba quedaría fuera de cotización por incumplir el plazo.
Así pues, si Toshiba se retira de cotización, ¿caerá en bancarrota? La clave reside en el apoyo del grupo bancario que financia a la empresa. Por el momento el grupo sigue mostrándose dispuesto a cooperar. Si la venta se concretara y solo hubiera que esperar a las inspecciones legales, es posible que el banco principal del grupo financiero mantuviera su apoyo aunque Toshiba fuera retirada de cotización a finales de marzo. Y, si el apoyo bancario fuera lo bastante sólido, Toshiba no quebraría de inmediato.
Cabe apuntar que, si el grupo bancario mantiene su apoyo, es con la previsión de que Toshiba resolverá su endeudamiento excesivo. Pero ese apoyo no está garantizado si la venta de Toshiba Memory sigue en el aire durante mucho tiempo. En el peor de los casos, si la venta no se concreta y Toshiba es retirada de la cotización a finales de marzo de 2018, podría encontrarse efectivamente ante una situación de bancarrota. Por eso el grupo bancario presiona a Toshiba para que halle un comprador lo antes posible. Por ahora, parece que el gigante japonés seguirá haciendo equilibrios en la cuerda floja.
(Traducido al español del original en japonés publicado el 24 de agosto)
Fotografía del encabezado: Demolición de la sucursal de Toshiba en Ōme (Tokio), cerrada a finales del año fiscal 2016. Toshiba vendió el solar a Nomura Real Estate Development por unos 10.000 millones de yenes. 28 de julio de 2017. (Jiji Press)(*1) ^ Nota de la edición: finalmente la venta se completó el 28 de septiembre.