Homenaje a las máquinas: la cultura japonesa a través del patrimonio mecánico
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Repasando la lista del patrimonio mecánico destacan varios elementos claramente representativos de la cultura japonesa que los engendró. Uno de ellos son las karakuri ningyō, muñecas mecánicas de cuerda (los karakuri son mecanismos que permiten mover objetos con gran precisión).
Principales piezas de patrimonio mecánico designadas por la Asociación de Ingenieros Mecánicos de Japón (2007–2016)
2007 (Designaciones: 25) |
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2008 (Designaciones: 6) |
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2009 (Designaciones: 6) |
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2010 (Designaciones: 6) |
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2011 (Designaciones: 7) |
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2012 (Designaciones: 5) |
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2013 (Designaciones: 6) |
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2014 (Designaciones: 8) |
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2015 (Designaciones: 7) |
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2016 (Designaciones: 7) |
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*El patrimonio mecánico previamente mencionado está en azul.
El arquero yumi-hiki dōji, antecesor de los robots humanoides
Hace ya casi medio siglo que la industria se sirve de robots para llevar a cabo tareas como el montaje y la soldadura. En los últimos años la robótica avanza hacia el desarrollo de máquinas cada vez más complejas que imitan el movimiento humano; un par de ejemplos de ello son los robots para el cuidado geriátrico y los dispositivos que se fijan al cuerpo para asistir en el movimiento dando lugar a robots que fusionan máquina y humano.
Hace ya unos cuantos años, en 2003, la Casa de la Cultura Japonesa de París albergó una exposición titulada Hommes et Robots – De l’utopie à la réalité (Hombres y robots: de la utopía a la realidad) en la que se exhibieron obras de temática robótica a cargo de diez artistas: Hachiya Kazuhiko, Iwai Toshio, Baba Kayo, Maywa Denki, Tsubaki Noboru, Fujihata Masaki, Dōgane Yūji, Yanobe Kenji, Miyajima Tatsuo y Tachibana Hajime. La exposición incluyó demostraciones de los robots PePero (NEC), PINO-2 y ASHIMO (Honda), HOAP-2 (Fujitsu Automation), QRIO y AIBO (Sony).
El caso es que ninguno de los robots de la exposición tenía nada que ver con la fabricación ni se prestaba a aplicación útil alguna. En aquel tiempo no había casi ningún país aparte de Japón donde se pusiera tanto énfasis en el desarrollo de robots totalmente desvinculados del trabajo físico, con forma humanoide, canina u otras. Y hoy en día puede que siga siendo así. Pero lo cierto es que el desarrollo de ese tipo de autómatas sin fines productivos desembocó en la fabricación actual de robots para el cuidado geriátrico y robots que se fusionan con el cuerpo humano, algo que no se pretendía de buen principio. Los artistas franceses que visitaron la exposición de París en 2003 encontraron interesante esa faceta de la cultura japonesa que había dado lugar a la fabricación de robots sin fines pragmáticos.
Se podría decir que la muñeca karakuri arquero yumi-hiki dōji, que data de 1820 y es uno de los ingenios más antiguos incluidos en la lista del patrimonio mecánico, guarda cierta relación con la creación actual de robots que carecen de funciones prácticas para la producción industrial. El arquero fabricado por Tanaka Hisashige está en posición sedente y es capaz de agarrar una flecha, tensar el arco y lanzar apuntando a la diana. Empieza moviendo el cuello para seguir con una secuencia de movimientos de lo más delicados. Hisashige se basó en el mecanismo de un reloj mecánico de importación para fabricar una muñeca con su propia técnica karakuri. Ya que las muñecas no poseen ninguna función práctica para la producción industrial, podemos suponer que lo que motivó al creador del arquero fue simplemente elaborar un mecanismo karakuri complejo. Y ese afán de Hisashige de montar karakuri que se movieran lo más parecido posible a una persona lo convierte en el predecesor del desarrollo de robots humanoides en el Japón de hoy en día.
El arquero yumi-hiki dōji lanza una primera flecha pero no acierta la diana. Es a la segunda flecha cuando lo consigue. El hecho de que fracase en el primer intento es precisamente lo que confiere a esta muñeca karakuri su carácter humano.
Un automóvil como un bonsái: el Subaru 360-K111 de Fuji Heavy Industries
En Japón siempre ha gustado hacer las cosas pequeñas y compactas; qué mejor ejemplo que el bonsái para ilustrarlo. Hubo incluso una época en que las sandalias geta llevaban un pequeño cajón incorporado. Es famoso el caso de Sony, que en los inicios obtuvo la originalidad de sus productos reduciendo sus dimensiones. La radio de transistores, la televisión de 8 pulgadas y el Walkman fueron tres productos con los que la firma mostró sus peculiaridades técnicas haciendo más compactos dispositivos que ya existían en el mercado.
Los automóviles pequeños también reflejan la cultura japonesa de hacer las cosas compactas. En 1955 el Ministerio de Comercio Internacional e Industria (actual Ministerio de Economía, Comercio e Industria) propuso el “concepto del automóvil nacional”. Poseer un automóvil era el sueño de todo japonés en aquellos tiempos. El vehículo propuesto por el Ministerio debía tener capacidad para 4 pasajeros (o 2 con 100 kilos de equipaje), gastar 1 litro de combustible cada 30 kilómetros circulando a 60 km/h, tener una cilindrada de entre 350 y 500 cc y costar menos de 250.000 yenes. Fuji Heavy Industries respondió a la propuesta lanzando al mercado el automóvil ultracompacto Subaru 360-K111 en 1958. Con ello nació la categoría del automóvil ligero, un vehículo con una capacidad de hasta 4 pasajeros, 2,99 metros de largo, 1,3 metros de ancho, 1,38 metros de alto, motor refrigerado por aire de 2 cilindros y 2 tiempos de 356 cc, y una velocidad máxima de 83 km/h. El precio de 425.000 yenes, desgraciadamente, no se ajustaba al propuesto por el Ministerio de Comercio Internacional e Industria.
El Subaru 360-K111 era la versión en coche de la motocicleta scooter que era el producto estrella de Fuji Heavy Industries en ese momento. Podríamos afirmar que la creación de un vehículo de cuatro ruedas con la cilindrada de una motocicleta (356 cc) fue fruto de esa peculiaridad técnica nipona de compactar. Hasta el cese de su fabricación en 1960 se vendieron 334.503 ejemplares del Subaru. Posteriormente la mayoría de los fabricantes —entre ellos Mazda, Daihatsu y Mitsubishi— fueron introduciéndose en el sector del automóvil ligero.
Como los automóviles ligeros comportan menos impuestos de tonelaje que los normales, en las zonas con una red pobre de transporte público hay familias que poseen más de uno. En la actualidad la cilindrada máxima del automóvil ligero se ha ampliado hasta los 660 cc, y su interior es tan espacioso como el de los automóviles normales.
Así pues, el Subaru 360-K111, con su atractivo aspecto que recuerda al antiguo Volkswagen Escarabajo, fue el vehículo que sentó las bases del sector del automóvil ligero de la actualidad.
Un dispositivo de grabación diminuto: el endoscopio GT-1 de Olympus
Otro ejemplo representativo de la técnica de hacer las cosas pequeñas es el endoscopio GT-1 de Olympus. El físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen revolucionó la medicina al descubrir los rayos X, que permiten observar los órganos del interior del cuerpo. Sin embargo, lo que los rayos X muestran no son imágenes directas de los órganos sino sus sombras. Por eso la invención del endoscopio, capaz de fotografiar desde el esófago hasta el estómago y el duodeno, resultó tan revolucionaria como el descubrimiento de Röntgen.
El desarrollo de la cámara, incentivado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio, dio lugar en 1950 a un dispositivo compuesto por un objetivo enano instalado junto con una luz en el extremo de un tubo flexible. Al principio el tubo flexible que se introduce en el estómago era considerablemente más grueso que en la actualidad, con lo que resultaba muy invasivo para el paciente, al que había que colocar una boquilla de plástico con un agujero por donde pasar el tubo flexible para evitar que lo mordiera. Hoy en día tanto el tubo como el objetivo son más pequeños, y se incorporan unas tijeras para cortar parte del aparato. Además, suele introducirse por la nariz en lugar de por la boca.
Los dispositivos actuales permiten ver no solo los propios órganos, sino otras partes antes inaccesibles como las paredes interiores o la parte trasera. Este es también un avance logrado gracias a la cultura tecnológica japonesa de fabricar productos con el tamaño más reducido posible.
Hospitalidad en el inodoro: el Washlet G de TOTO
La hospitalidad es otra de las características de los dispositivos y las máquinas de Japón, y el Washlet G de TOTO lo ejemplifica de maravilla. Lanzado en 1980, se trata de un producto desarrollado a partir de los inodoros de uso médico ya existentes pero enfocado al uso doméstico gracias a la adaptación del diseño de los surtidores de lavado, el flujo de agua y el ángulo de los chorros. La idea de dotarlo de funciones de lavado tras el uso bebe del concepto nipón de la hospitalidad con el usuario.
Al Washlet de TOTO siguieron los inodoros de otras compañías como INAX (actual LIXIL) o Matsushita Electric Industrial (Panasonic), que fueron compitiendo de forma amistosa para crear nuevos diseños cada vez más avanzados. Los modelos de ahora presentan una amplia diversidad de funciones, desde el bidé y la iluminación para el uso nocturno hasta la apertura y el cierre automáticos de la tapa. Este tipo de hospitalidad no se halla en los inodoros de ningún otro país; es una característica propia de la cultura japonesa.