Parajes turísticos de Japón descubiertos por los viajeros extranjeros

Cultura

El cruce peatonal de Shibuya y el andén del Shinkansen de la estación de Tokio, entre otros lugares, se han convertido en parajes turísticos visitados por los extranjeros para sorpresa de los propios japoneses. Y al parecer este fenómeno no es nuevo.

El santuario Fushimi Inari Taisha, el preferido por los turistas

En las inmediaciones del sandō (camino de acceso) del santuario Fushimi Inari Taisha encontramos tiendas de souvenirs y comida. Al entrar despreocupadamente en una de ellas, el dueño me contó lo siguiente: “Resulta que desde hace ya unos cinco años, día tras día empezaron a aumentar los visitantes al santuario. Sobre todo vienen muchos extranjeros. Me quedé perplejo sin saber qué estaba pasando”.

Kioto es el lugar turístico más famoso de Japón. El ambiente de la antigua capital empapa toda la ciudad y templos como el Kinkakuji o el Kiyomizudera son muy populares entre los extranjeros. El santuario Fushimi-Inari Taisha está ubicado cerca del extremo sur en la zona turística de Kioto. Hasta alrededor de 2010, excepto en fechas especiales como en Hatsumode (la primera visita de Año Nuevo), etc., su número de visitantes no llegaba a estar dentro de los treinta templos más visitados en Kioto. ¿Qué ha ocurrido?

En la encuesta realizada por la web y aplicación de información de viajes TripAdvisor sobre “Los parajes turísticos de Japón populares entre los extranjeros" del año 2013 logró el segundo puesto y el primero al año siguiente. Desde entonces, hasta el año 2018 se ha mantenido en la cima. De un tiempo a esta parte ocurre que cuando algún lugar se vuelve tema de actualidad porque congrega a un gran número de extranjeros, una multitud de turistas japoneses también se apresuran en acudir. A los japoneses les encanta ir a lugares de actualidad que son presentados por los medios de comunicación.

Se comenta que su popularidad es debida a la serie de anime del manga Naruto(*1), que ha sido traducido a decenas de idiomas, o al efecto sinérgico del boca a boca en las redes sociales en el extranjero. La escena que unívocamente impacta a todos los visitantes extranjeros es el Senbontorii: un túnel que está formado realmente por diez mil pórticos torii de un intenso rojo bermellón dispuestos en fila uno tras otro. Los torii se encuentran en la montaña Inari, que es el cuerpo sagrado de veneración del santuario sintoísta Fushimi Inari Taisha. Se puede cruzar el túnel de torii disfrutando de un paseo de una hora de duración.

Y sin duda alguna, durante el trayecto las vistas de Kioto son maravillosas. Sin embargo, para la mayoría de los japoneses este lugar no resultaba muy atractivo hasta ahora, aunque a los extranjeros les parece que rebosa de encanto japonés. Viajeros de Europa y Estados Unidos, de países asiáticos como China, Corea del Sur y Taiwán vienen a visitarlo constantemente.

Sandō del santuario Fushimi Inari Taisha con vistas a la ciudad de Kioto (Fotografía del autor).

Un cruce peatonal convertido en paraje turístico

Desde el año 2013, el número de turistas que visitan Japón comenzó a aumentar vertiginosamente superando récords históricos. En el año 2012, la cifra alcanzó los 8,4 millones de personas, pero continuó aumentando y en el año 2018 superó los 30 millones. Podemos enumerar varias razones como, por ejemplo, el impacto de la depreciación del yen y la política del Gobierno japonés para facilitar los visados, entre otras cosas. Paralelamente al aumento de viajeros en Japón, los extranjeros han "descubierto" numerosos lugares turísticos que los japoneses no habían pensado que pudieran serlo hasta ese momento.

El ejemplo más representativo es el cruce peatonal frente a la estación de Shibuya. Cuando el semáforo de peatones se pone en verde, muchas personas comienzan a cruzarlo desde todas las direcciones y, aparentemente, parece un caos. A veces hay jóvenes que se ponen a correr. Se dice que en los momentos en los que hay más gente, lo cruzan unas 3.000 personas. Sin embargo, ni una sola persona se choca con las demás, y cuando todos han cruzado intactos, los coches empiezan a circular por el cruce como si no hubiese pasado nada.

Cruce peatonal de Shibuya (Fotografía del autor).

He pasado por ese mismo cruce cientos de veces, pero nunca me ha despertado ningún sentimiento profundo. Sin embargo, desde el punto de vista de los extranjeros, resulta sorprendente ver a los japoneses cruzar esquivando a una multitud que camina de forma despreocupada. En el pasaje para hacer el transbordo entre la línea JR Yamanote y la línea Keiō Inokashira, donde se puede ver desde lo alto este cruce, siempre hay algunos extranjeros, e incluso japoneses en los últimos años, que graban con sus smartphones escenas del lugar. Es fácil deducir que este es el punto turístico más representativo de Japón.

A la estación de Tokio para ver un "milagro"

Otro espacio "descubierto" por los extranjeros donde se siente cierta aura de misticismo en el comportamiento japonés es el andén del Shinkansen con destino a Tōhoku, Jōetsu y Hokuriku, situado en la estación de Tokio. Aquí es donde se realiza la limpieza del interior del tren conocida como el "milagro de los 7 minutos". El Shinkansen que transporta a los pasajeros se desliza en la estación de Tokio hasta llegar al andén de su estación terminal. En ese momento, el equipo del personal de limpieza hace un saludo reverencial y se coloca delante de la puerta de cada coche sosteniendo una gran bolsa de plástico para recibir a los pasajeros. Una vez que ha recogido la basura de los pasajeros que han bajado, el equipo de limpieza entra en los coches, cambia la posición de los asientos, recoge la basura que está en el suelo debajo de los mismos, abre las mesas y las limpia verificando que no quede nada sucio, quita las fundas de los asientos en el caso de que estén manchadas y la reemplaza por otras limpias. Todo eso lo realiza una persona por vagón en el plazo de siete minutos. De la limpieza de los aseos, por cierto, se ocupa otro personal.

No se permite que se retrase la salida del tren por la limpieza. Cuando han acabado de limpiarlo todo, los miembros del equipo se reúnen antes de que suban los nuevos pasajeros que realizarán el trayecto de vuelta y hacen otra reverencia. Muchos extranjeros quedan impresionados por la seriedad de los japoneses, su predilección por la limpieza y su cortesía.

Mientras que el Tōkaidō Shinkansen de la misma estación de Tokio tiene 16 coches, el Shinkansen con destino a Tōhoku, Jōetsu y Hokuriku tiene un número diferente que varía de forma irregular: 7, 10, 16 o 17. También llega un tren con coches de dos pisos. Aun así, el personal no confunde su colocación. Además, hay franjas horarias en las que salen unos diez trenes en una hora. Creo que por mucho que se busque, es difícil encontrar en algún lugar del mundo este tipo de escena en un andén en el que lleguen y salgan trenes con tanta frecuencia.

El personal saluda tras finalizar la limpieza del interior de los vagones del Shinkansen en la estación de Tokio de JR (Jiji Press).

Parajes inesperados

Uno de los parajes inesperados para los japoneses es el santuario de Asakura Fuji Sengen de la ciudad de Fujiyoshida en la prefectura de Yamanashi. Este santuario se encuentra en una zona con vistas a la ciudad, con el Fuji en el fondo y una pagoda roja de cinco pisos en el recinto. En primavera también florecen los cerezos. Los turistas llegan atraídos por el conjunto del monte Fuji cubierto de nieve y las flores de cerezo junto a una pagoda de cinco pisos que recuerda a Kioto y Nara. Si no me equivoco, a más de la mitad de los japoneses les debe resultar extraña la sensación de ver cómo coexisten estas dos escenas típicas de Japón. Es una sensación tan rara como probar a la vez cerveza y una tarta Sacher de chocolate, por poner un ejemplo muy gráfico. Kioto y el monte Fuji están muy alejados y me da la sensación de que no combinan nada bien.

Un turista extranjero saca una foto con el monte Fuji y de la pagoda de cinco pisos como fondo (Fotografía del autor).

Sin embargo, si un turista internacional toma aquí fotos de recuerdo o se saca fotos a sí mismo, puede capturar un paisaje repleto de iconografía japonesa. Parece que su popularidad ha aumentado porque condensa la esencia del turismo en Japón. Aparte de los lugareños, pocas personas ponían su pie aquí, pero desde hace cinco años en las redes sociales de Tailandia empezó a correrse la voz de que era “un lugar en el que se puede ver a la vez el monte Fuji y un paisaje como el de Kioto” y se expandió su popularidad. Actualmente, también están aumentando las visitas de japoneses.

Una brecha que continúa desde finales del período Edo

Con muchos de estos casos me doy cuenta de que tenemos una dificultad para reconocer nuestro propio encanto. Eso pasa bastantes veces porque tenemos creencias limitantes sobre nuestro encanto que hacen que nos malinterpretemos. Del mismo modo, a los japoneses nos resulta difícil percibir el encanto de Japón. Hay cosas que solo podemos saber después de que nos sean señaladas por los extranjeros. Eso significa que las cosas que los japoneses quieren enseñar a los turistas internacionales y lo que ellos quieren ver a menudo son diferentes. Esto no es algo nuevo. Ocurre más o menos desde hace 150 años, con el fin del aislamiento del país en las postrimerías del período Edo. Los japoneses del período Meiji querían mostrar a los extranjeros las fábricas modernas, los museos y otras instalaciones que estaban alcanzando a las potencias occidentales en términos industriales y académicos. Además de ser una demostración del poder nacional, otro motivo era convertirlos en un material negociable para la enmienda de los tratados desiguales, que era el deseo del nuevo Gobierno de Meiji. Lo mismo ocurrió con los edificios históricos. Los funcionarios de alto rango del nuevo Gobierno, por ejemplo, invitaron al expresidente de los Estados Unidos, el general Grant, al santuario de Nikkō Tōshō-gū. Lo hicieron para explicitar que habían derrotado el Gobierno del antiguo shogunato Tokugawa que fue capaz de construir un edificio tan imponente.

Hay casos en los que entran las perspectivas que obstaculizan a las personas que ven algo, por ejemplo, cuando queremos mostrárselo para simplemente satisfacer el propio orgullo u obtener algún beneficio. Que los extranjeros puedan descubrir lugares y aspectos encantadores es posible porque no se dejan constreñir por ese tipo de mirada. Al parecer, aún pueden desenterrar el encanto de Japón en muchas regiones, afortunadamente.

Fotografía del encabezado: los Senbontorii que se alinea formando un túnel pertenecen al santuario Fushimi Inari Taisha en la ciudad de Kioto (Fotografía del autor).

(*1) ^ El héroe del manga, Naruto, es un ninja que tiene sellados nueve zorros en el cuerpo. El zorro tiene una relación profunda con el santuario de Inari. Hay una teoría que dice que los fans de Naruto de todo el mundo han empezado a visitar Fushimi Inari Taisha porque es la sede central del santuario de Inari, que tiene 30.000 santuarios en todo el país.

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