El “bunraku”, un tesoro intangible al borde de la extinción

Sociedad Cultura

Las declaraciones del alcalde Hashimoto hacen correr la voz

El tradicional arte japonés del bunraku, o como era conocido antiguamente, el ningyōjōruri, se tambalea. Todo comenzó en 2012, cuando el actual alcalde de Osaka, Hashimoto Tōru, entonces  gobernador de la prefectura, anunció que iba a reducir las ayudas a la Asociación Pública de Bunraku debido a los casos de amakudari (casos irregulares, en los que un burócrata de alto rango, tras jubilarse, recibe un buen puesto en una institución sin seguir los cauces normales de contratación) que se habían dado.

Después del periodo de agitación de la Guerra, durante la era Shōwa, en el que el bunraku casi había desaparecido, se dio de alguna forma un renacimiento de este arte gracias a los esfuerzos de protección nacionales y a nivel de la prefectura y el municipio de Osaka. No obstante, a partir de las declaraciones del alcalde Hashimoto la cruda realidad es que el bunraku, uno de los tres pilares de la trinidad de los escenarios tradicionales japoneses (nō, kabuki y bunraku) parece estar al borde de la zozobra.

Sin embargo el bunraku, el preciado arte tradicional de los japoneses, fue declarado Patrimonio Nacional Intangible en 1995, y registrado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en septiembre de 2009. Además, en 2014 se cumplían 30 años desde la inauguración del Teatro Nacional de Bunraku, en Osaka.

Actores de bunraku, músicos de shamisen, marionetistas

Este arte tradicional, nacido hace cerca de cuatrocientos años, en la actualidad se conoce con el nombre de bunraku, pero inicialmente era denominado ningyōjōruri. El tayū (actor principal) narra el jōruri (la historia)(*1), el shamisen(*2) se encarga de la música, y los marionetistas(*3) manejan los muñecos. Ninguno de ellos puede faltar en la representación, y por eso para referirse a las técnicas del bunraku se usa la expresión sangyōittai (tres trabajos, un cuerpo).

En todo el mundo existen artes similares -marionetas, muñecos de guante y de palo, y otros-, pero ninguno de ellos alcanza el nivel de concreción y complejidad del bunraku, que en el extranjero también se tiene en alta estima.

En 1962 el bunraku se presentó, por primera vez tras la Guerra, en Seattle, Estados Unidos. Desde ese momento cosechó un gran éxito en escenarios de varios países europeos, de China, Corea del Sur, Australia y otros lugares. Los espectadores extranjeros, que creían haber acudido a ver un espectáculo de marionetas al uso, mostraban su sorpresa ante la profundidad de las historias, la variedad de los muñecos y su extremada belleza.

Diez años con las piernas y quince con el brazo para ser marionetista

La palabra jōruri significa “piedra preciosa”, y el término se adoptó para referirse a las nuevas historias de este arte a mediados del siglo XV. A finales del XVI se añadió el acompañamiento del shamisen, y finalmente comenzaron a usarse las marionetas. Estas cuentan con cara, tronco, manos, pies y ropa, y miden entre un metro y un metro y medio.

Kanjūrō hace una presentación sobre detalles como el mecanismo y la forma de mover la cabeza de los muñecos que se usan en el bunraku (en el Teatro Nacional de Bunraku, en Osaka)

Según Kiritake Kanjūrō(*4), de la tercera generación en su familia en dedicarse a los muñecos, “el trío de marionetistas que manejan los muñecos en la actualidad se ideó en 1734, en Osaka”. El omozukai o marionetista principal se encarga de la cabeza y la mano derecha, el hidarizukai se ocupa de la mano izquierda, y el ashizukai maneja las piernas. Siguiendo indicaciones del omozukai los tres marionetistas acompasan sus respiraciones, y dan expresividad a los movimientos del muñeco. Solamente el omozukai muestra su rostro en el escenario; los otros dos marionetistas permanecen ocultos tras un velo negro.

Kiritake dice, en referencia a la dificultad que conllevan esos tríos: “Para poder convertirse en marionetista, uno debe manejar los pies durante diez años, y el brazo izquierdo durante quince”.

Época de oro: la cultura de los habitantes de Osaka

Explicación sobre la actuación con muñecos femeninos

Hasta la época Edo (1603-1868) la popularidad del bunraku se centraba en la historia misma (el jōruri), pero en ese momento comenzaron a añadirse los muñecos, elemento visual que hizo más popular el arte y le dio el nombre de ningyōjōruri. Geográficamente, la popularidad de este arte se extendía desde la isla de Awajishima, en el Mar Interior, hasta lugares tan recónditos como la prefectura de Tokushima, en Shikoku, y los logros artísticos de mediados de la era Edo, mezclados con la cultura de los habitantes de la Osaka de esa época, dio lugar al bunraku. El siglo XVIII fue su momento de mayor esplendor, pero finalmente fue derrotado por el éxito del kabuki, y comenzó su declive.

Ya entrado el siglo XIX, la tercera generación de empresarios del espectáculo del Uemura Bunrakuken reformaron el Bunrakuza (el “palacio” del bunraku) en 1872, y el ningyōjōruri pasó a denominarse bunraku, como aún se conoce hoy.

El Bunrakuza, a finales de la era Meiji, cosechó un gran éxito como el único teatro especializado en bunraku. Y sin embargo, el bunraku entró definitivamente en crisis en la era Taishō. Se trata, está visto, de una historia de encuentros y desencuentros.

Las disputas continúan tras la Guerra, y Shōchiku se retira

El bunraku de posguerra también sufrió una serie de agitaciones. El teatro se quemó durante los bombardeos de Osaka, en 1945, y se reconstruyó en 1946. Sin embargo en 1948, debido a problemas de contratación por parte de Shōchiku, la empresa administradora del teatro se dividió en dos facciones: pro patronal y pro trabajadores; debido a esto, el desarrollo económico del arte se vio enormemente mermado. Shōchiku, tras cerca de catorce años de fragmentación, dejó el mundo del bunraku en 1963, a causa de haber quedado en números rojos.

Por otro lado, ese mismo año se fundó la Asociación Pública de Bunraku, y el mundo del bunraku vio una reunificación. En 1966 se completó en Tokio el Teatro Nacional, y el bunraku recibió protección y continuidad por parte del Estado. En 1984 se terminó de construir el Teatro Nacional de Bunraku en Osaka, con el que el Asahiza (el antiguo Bunrakuza), en el barrio de Dōtonbori, cerró su larga historia.

Chikamatsu Monzaemon legó innumerables obras

Una figura de la historia del bunraku que no debemos olvidar es Chikamatsu Monzaemon (1653-1725), el llamado “Shakespeare” de la época Genroku (una parte del periodo Edo). Chikamatsu vivía en Kioto con su padre, que era rōnin (samurái sin amo), se enamoró del jōruri tras conocerlo gracias a Takemoto, del estilo gidayū(*5), y se dio el nombre de Chikamatsu Monzaemon.

“Los vestigios de este mundo también lo son de la noche. Pongamos por ejemplo el cuerpo mortal…”

Chikamatsu legó a la posteridad más de cien jōruri, entre ellos obras maestras tan famosas como Sonezaki shinjū (“El suicidio por amor en Sonezaki”, de 1703), el gran éxito que narra la historia del amor entre Ohatsu y Tokubei, Meido no hikyaku (“El mensajero del infierno”, de 1711), Kokusen yakassen (“Las batallas de Coxinga”, de 1715), o Shinjūten no Amijima (“Los suicidios por amor en Amijima”, de 1720).

Sin embargo, el famoso actor de kabuki Sakata Tōjūrō IV, de la región de Kioto, contrató el talento de Chikamatsu, que durante cerca de diez años se dedicó a escribir para el kabuki. Muchos de los libretos de este arte tradicional, que goza actualmente de una gran popularidad, son adaptaciones de obras de bunraku.

En las antiguas familias de las regiones de Kansai y Shikoku incluso ahora siguen apareciendo numerosos libretos de bunraku en los desvanes. Se dice que los diálogos de esas obras eran tan populares en su época que la gente los recitaba, y se los aprendía como modelos de moralidad y ética.

La jubilación de Takemoto Sumitayū, tesoro nacional viviente

En abril de 2014 Takemoto Sumitayū, tesoro nacional viviente por su trabajo como actor principal, de 89 años, celebró su jubilación con una última actuación. Las entradas anticipadas se agotaron, y ese día mucha gente hizo cola en el teatro, con la esperanza de conseguir una entrada; abril se convirtió en el mes con más afluencia de público en los treinta años de historia del Teatro Nacional de Bunraku.

La obra de despedida de Takemoto fue el pasaje Sakuramaru seppuku no dan, de uno de los tres pilares del bunraku, Sugawara denju tenarai kagami. Cuando Sumidayū apareció en el escenario, el público prorrumpió en aplausos. Quizá sea cierto que el bunraku está en decadencia, pero a juzgar por lo que se vio en la despedida de Takemoto, este arte sigue teniendo sus raíces hundidas en el corazón de los japoneses.

¿A qué se debe que el bunraku no goce de popularidad? Hay muchos que aducen que las representaciones son largas y los movimientos lentos, o que a pesar de haber subtítulos los diálogos se hacen difíciles de seguir. La falta de sucesores también es un gran impedimento; con la jubilación de Takemoto, los tesoros vivientes se ven reducidos a cinco.

Sinrazón frente a las artes tradicionales

Tristemente, independientemente de la popularidad de Takemoto, las 101.204 personas que pagaron en 2013 para acudir al Teatro Nacional de Bunraku representan una reducción de cerca de 7.300.000 yenes en las ayudas de la ciudad de Osaka que la Asociación de Bunraku recibirá en 2014.

También continúan ofreciéndose actividades como teatro para padres e hijos, orientado a la búsqueda de nuevos aficionados, u otro tipo de actuaciones en paralelo que se apoyan en el uso de imágenes. Sin embargo, el bunraku no cuenta más que con una décima parte del público que el kabuki. Seguramente hay muchas personas que consideran que los recortes en las ayudas para un arte tradicional como este, que precisa de protección, son irracionales.

Ante esta situación, la Fundación Nippon ha creado un proyecto denominado Nippon Bunraku (El Bunraku de Japón), con el que pretende dar a conocer el valor de este arte tanto dentro como fuera del país. Construirá un escenario portátil hecho enteramente de cedro japonés, y desde marzo de 2015, en el Roppongi Hills Arena de Tokio, hasta 2020, cuando se celebrarán los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, ofrecerán actuaciones en todo el país. Es un esfuerzo por proteger este arte tradicional que bien se merece una ovación.

Imagen de la portada: Fundación Nippon.

Colaboración para la confección del artículo:
Teatro Nacional de Bunraku
Teléfono: 0570-07-9900
Osaka-fū, Osaka-shi, Chūō-ku, Nihonbashi 1-12-10;

Teatro Nacional  
Teléfono: 03-3265-7411
Tokio-to, Chiyoda-ku, Hayabusa-chō

(Artículo traducido al español del original en japonés)

 

(*1) ^ El jōruri se refiere a la narración realizada con acompañamiento de shamisen. De entre todas las historias que nacieron durante el periodo Muromachi (1392-1573) hubo una que hablaba del romance entre Ushiwakamaru y la princesa Jōruri; la historia se hizo muy popular, y posteriormente, generalizando, se dio en llamar jōruri a todos los cuentos de este tipo.

(*2) ^ Se refiere tanto al instrumento de cuerda como al músico. En el bunraku se emplea un instrumento similar al shamisen, llamado futozao, de sonido más grave. El músico se sienta al estilo tradicional japonés, pero separando las piernas de forma que los glúteos descansen entre ellas.

(*3) ^ Antiguamente una única persona manejaba el muñeco, pero en 1734 se ideó una nueva forma de moverlo con un equipo de tres personas. El omozukai manejaba la cabeza y la mano derecha, el hidarizukai la mano izquierda, y el ashizukai las piernas.

(*4) ^ El tercero de los marionetistas que recibieron el nombre de Kiritake en la era Edo. Estudió con el Tesoro Viviente Yoshida Minosuke, y en 2003 heredó el título (nombre) de su padre, convirtiéndose en el tercer Kanjūrō. En 2008 recibió la Medalla Púrpura de Honor y el Premio de las Recomendaciones a las Artes y Ciencias del Ministro de Ciencias. En marzo de 2010 recibió el Premio de la Facultad de Artes de Japón. Tiene 61 años.

(*5) ^ Gidayū era una abreviatura de gidayūbushi, un estilo dentro del jōruri; el nombre viene del hecho de que a finales del siglo XVII Takemoto Gidayū desarrolló en gran medida las técnicas musicales del jōruri, como experto en shamisen. Tiene características narrativas, y expresaba claramente los sentimientos de los diferentes personajes.

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