¡Vamos al festival de Japón!

Suneori Amagoi: la procesión de un dios dragón de tres toneladas

Cultura

Llevado a hombros de una multitud de hombres, el dios dragón retuerce su cuerpo por las calles de Tsurugashima, en la prefectura de Saitama, en la celebración del Suneori Amagoi. Este rito, que tiene lugar una vez cada cuatro años, recibió en 2013 el Gran Premio a las Celebraciones Locales de Japón. En 2016 hemos acudido a observar esta tradición, que ha pasado de ser un llamamiento al dios de la lluvia a un festival que sirve para estrechar los lazos comunitarios de la región a lo largo de generaciones.

Un rito sintoísta para pedir la bendición de la lluvia en años de sequía

El rojo intenso de sus enormes fauces abiertas, sus afilados dientes y sus ojos dorados...

A la una de la tarde del 7 de agosto de 2016 un dragón de aspecto misterioso, de 36 metros de largo y tres toneladas de peso, partió del santuario de Shirahige envuelto en el tronar de los tambores japoneses y el bravo sonido de las caracolas, comenzando una lenta procesión por las calles de la ciudad. Es el comienzo del Suneori Amagoi, un rito para atraer la lluvia que se celebra desde antaño en Tsurugashima, en la prefectura de Saitama.

El dios dragón parte del santuario de Shirahige para procesionar por la ciudad con su gran boca roja abierta. Es el comienzo del Suneori Amagoi, una celebración designada como Patrimonio Cultural Inmaterial a nivel local y nacional.

Antiguamente en esta región las aguas de un manantial nutrían al lago Kandachiga, alrededor del que surgió una próspera comunidad agrícola. En tiempos de sequía los lugareños acudían al santuario de Suneori Raiden en las inmediaciones del lago para hacer una plegaria e invocar la lluvia (amagoi). Se decía que cuando esas plegarias surtían efecto, las lluvias no tardaban en llegar.

Durante la ceremonia un sacerdote sintoísta vierte agua sagrada del santuario de Itakura Raiden en el lago Kandachiga.

En la primera mitad del siglo XVII, no obstante, buena parte del lago Kandachiga fue terraplenado para la creación de arrozales, con lo que dejaron de llegar las lluvias a pesar de los rituales para atraerla. Se dice que por esa razón la gran serpiente que habitaba en esas aguas se trasladó al lago del santuario de Itakura Raiden en la ciudad de Itakura del distrito de Ōra, en la prefectura de Gunma. Esto obligó a los habitantes de Tsurugashima a acudir allí para tomar en unas cañas de bambú agua del lago del santuario de Itakura Raiden para la celebración del amagoi, un elemento que provocaba lluvias inmediatas poco después de la plegaria. Estas son las raíces del Suneori Amagoi. Se desconoce con exactitud cuándo se comenzó a crear un dios dragón gigante para atraer la lluvia, aunque hay registros de que ya en 1877 durante la celebración del amagoi se creaba la imagen de una serpiente que se introducía en el lago.

El Suneori Amagoi es un rito popular con una larga tradición en el que los agricultores imploran para atraer la lluvia en los años en los que las sequías propias del verano afectan al volumen de las cosechas. En tierras de secano como estas es habitual que se echen a perder los cultivos. No cabe duda de que antiguamente los agricultores, llenos de impaciencia ante una situación como la descrita, utilizaban sus últimas fuerzas para elaborar un dios dragón gigante para celebrar este ritual, una actividad que debía ser escalofriante.

Una celebración para reconstruir los vínculos locales

Esta celebración tan importante se vió no obstante interrumpida en 1964. Con la creciente urbanización se produjo también un descenso en el número de agricultores, con lo que la invocación de la lluvia dejó de ser algo de extrema urgencia.

Los lazos comunitarios tardaron poco en enrarecerse en los diez años de ausencia de esta celebración en Tsurugashima. Pero conscientes de esta sensación de crisis, un grupo de personas del lugar decidió crear la Sociedad para la Protección del Suneori Amagoi, que logró resucitar esta fiesta en 1976. Hoy se celebra una vez cada cuatro años coincidiendo con los Juegos Olímpicos, y no solo en los años de sequía, como se solía hacer antiguamente.

La ceremonia de inicio de esta festividad (kagamibiraki) frente al santuario de Shirahige.

Kawamura Haruhito, jefe de la División de Información del Departamento de Política General de la ciudad de Tsurugashima, explica así la importancia de este evento: “La recuperación de esta celebración tradicional permitió también resucitar los lazos comunitarios. Realizamos una plegaria conscientes del terrible poder de la naturaleza. Esta fiesta, que surgió en los tiempos en los que las personas que habitaban este lugar coexistían con esa naturaleza, es algo que debemos transmitir a futuras generaciones. Estamos trabajando para entregar este legado y para que en el futuro los niños que se hayan criado en Tsurugashima puedan decir con orgullo que en su tierra natal se celebra el Suneori Amagoi”

Como resultado de este esfuerzo, en el Suneori Amagoi de 2012 jóvenes y mayores de Tsurugashima se unieron para dar a conocer el valor de este ritual que ha sobrevivido durante generaciones, logrando en 2013 el máximo galardón en el 17.º Gran Premio de las Celebraciones Locales de Japón (Furusato Ibento Taishō), un reconocimiento a las peculiares festividades que se conservan en cada una de las regiones del país otorgado por la Fundación del Centro Japonés de Desarrollo Regional. Este premio ha contribuido a que el Suneori Amagoi de 2016 haya estado más animado que nunca.

Aunque la figura del dios dragón es enorme, apenas tarda un día y medio en ser completada gracias a la colaboración de 250 vecinos del lugar. Takazawa Norikuni, consejero de la Sociedad para la Protección del Suneori Amagoi, lo explica así: “El esqueleto del dragón se hace con 70 varas de bambú Mōsō. El cuerpo se hace con 570 manojos de paja. El día de la celebración el cuerpo se completa con follaje hecho de hojas de bambú. Esto es algo que nos acerca a la vida de los antiguos agricultores, ya que eran materiales que podían reunir fácilmente de su entorno. Hoy sin embargo ya no hay agricultores en el lugar que cultiven cebada, por eso los miembros de la Sociedad para la Protección del Suneori Amagoi la cultivamos exclusivamente para disponer de la paja necesaria para la creación del dios dragón”.

Las escamas verdes del dios dragón son hojas de bambú que se colocan el mismo día de la celebración.

Una algarada dentro del lago para invocar la lluvia

Una vez completado el dragón, cuyo nombre es Ryūda, los sacerdotes sintoístas celebran frente al Santuario de Shirahige la ceremonia del Nyūkon no gi, en la que vierten agua sagrada del santuario de Itakura Raiden en la enorme boca de la figura para insuflarle un alma y transformarla en un dios. Después el gigantesco dios dragón parte a hombros de 300 hombres que lo llevan en procesión por un recorrido de dos kilómetros desde el santuario hasta el lago Kandachiga. A su alrededor resuena con energía el sonido de los tambores y las caracolas imitando el tronar de la tormenta para atraer la lluvia. A medida que avanza la celebración el sol abrasador va dejando paso de forma misteriosa a una brisa fresca que comienza a soplar.

El enorme cuerpo del dragón mide 36 metros, pero parece realmente que está vivo, a pesar de estar hecho de bambú.

Una hora y media después de su partida del santuario de Shirashige, el enorme cuerpo del dios dragón aparece lentamente entre una arboleda. Allí muestra una imagen evocadora que se aleja de la realidad. Parece una criatura llegada de otro mundo.

Los sacerdotes vierten agua del santuario de Itakura Raiden en el lago Kandachiga, y es entonces cuando el dios dragón comienza a salir lentamente de entre los árboles para introducirse de manera solemne en el agua. Los 300 portadores sumergen parcialmente en el lago al dragón y le hacen bailar en círculos mientras que el shiriken, el encargado de llevar la espada al final de la cola, golpea el agua, suenan con estridencia las caracolas, y se arma un gran alboroto para enojar al dios de la lluvia y atraer la tormenta.

Ame fure Tanjaku, koko ni kakare kurogumo. (Trae la lluvia Tanjaku, que nos cubran las nubes negras)

Los asistentes a esta ceremonia cantan este peculiar verso para rezar por la llegada de la lluvia. “Tanjaku” es una referencia al dios protector del budismo Sakra.

La entrada del dios dragón en el lago es el punto álgido del festival.

El cuerpo desmantelado del dios dragón también se aprovecha

La celebración termina en una escena caótica en la que se desmantela el cuerpo del dios dragón, cuya alma asciende a los cielos. Los hombres que construyeron el gigantesco dragón apenas tardan cinco minutos en hacerlo pedazos mientras se disputan las partes del mismo, desde el alma que pende sobre su cabeza en forma de esfera dorada, hasta los ojos, las orejas... Cada uno de sus elementos. Se dice que estas partes del dragón atraen la fortuna, y por eso las personas que logran llevárselas las exponen en el toko no ma de su hogar.

El ritual del amagoi es hoy una celebración para estrechar lazos entre los vecinos del lugar. Aunque su objetivo original vaya cambiando con el tiempo, el aspecto tradicional de esta fiesta se mantiene de generación en generación. Se dice que en los años más recientes en los que se ha celebrado, antes del día siguiente de la festividad se han registrado siempre intensas lluvias. ¿Será que este ritual no ha perdido jamás su místico poder?

Los portadores compiten por conseguir llevarse a su hogar distintas partes del dragón mientras lo desmantelan.

Fotografías: Munakata Satoshi.
Texto: Katō Kyōko.

sintoismo Celebraciones Suneori Amagoi Dragones