Los robots japoneses se hacen más humanos
Una papelera-robot que trabaja pidiendo ayuda a los humanos
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Lo importante es su capacidad de comunicarse con las personas
Los robots que ayudan con la limpieza del hogar han conseguido una gran popularidad, pero en el caso del Sociable Trash Box (“papelera sociable”), que desarrolló el equipo de Okada Michio, profesor de la Universidad Tecnológica de Toyohashi, no sólo no puede limpiar, sino que ni siquiera puede recoger la basura por sí mismo. Por supuesto, la papelera-robot cuenta con cámara USB, sensores infrarrojos, ruedas y demás. Sin embargo, lo que hace el robot cuando, tras pasearse de un lado a otro de la habitación, encuentra algo de basura, es dirigirse hacia los humanos e inclinar el cuerpo ante ellos, como si les hiciera una reverencia. Ese gesto inútil pero lleno de encanto parece decirles a las personas: “Oye, ayúdame a recoger la basura”.
La mayoría de los robots son creados para ayudar al ser humano. En ese sentido, la existencia de un robot con forma de papelera que necesita la ayuda de las personas es algo inusual. No obstante, aunque al pensar en una sociedad en la que humanos y robots coexistan en “simbiosis” es cierto que los robots deberán tener un cierto grado de perfección y finalización, quizá lo más importante sea su capacidad para comunicarse con los seres humanos.
El profesor Okada, especialista en Ciencias Cognitivas desde el punto de vista de la comunicación y Robótica Social, investiga la relación entre los humanos y los robots a través de robots únicos imperfectos, como la papelera-robot.
“Hay máquinas expendedoras que nos dan las gracias, con su voz sintética, una vez hemos comprado una bebida. Aunque el significado de las palabras es el mismo que cuando nos atiende un dependiente humano en una tienda, no se puede sentir su valor en la voz de una máquina. No creo que haya nadie que responda a las máquinas expendedoras. Es un buen ejemplo de lo que no funciona en la relación entre humanos y máquinas.”
Una comunicación que parte de la debilidad y poca independencia
Las palabras no son indispensables para establecer una comunicación. Un bebé, cuando llora a voz en grito, expresa que quiere leche, o que necesita que le cambien el pañal, y el cese de su llanto indica que está satisfecho. La madre, gracias a la forma de llorar del bebé o su actitud, comprende lo que le pasa y puede darle lo que quiere. La comunicación entre un bebé y su madre es algo fantástico, que se forma sin necesidad de palabras.
Además, los cuidados del bebé no son un proceso unilateral por parte de la madre; se basan en la interacción entre los dos. El bebé recibe los cuidados y la leche que desea de la madre. Por otro lado, la madre se siente feliz de poder ayudar a su bebé, y al tiempo que lo satisface también confirma el sentido de su existencia. Dicho de otro modo: por medio de la debilidad y la falta de independencia del bebé, éste hace que la madre le conteste con su amor y ayuda, y como resultado consigue su objetivo.
¿No se podría conseguir este tipo de comunicación, tan casual entre humanos, entre robots y humanos también? La investigación del profesor Okada está enfocada en llevar a la práctica esta “simbiosis”. Esta papelera-robot tan encantadora cumple su objetivo de conseguir que los humanos que la rodean recojan la basura, usando ella como arma su debilidad, y a cambio ellos sienten una extraña sensación de satisfacción y logro. Por supuesto, si quienes se acercan a la papelera-robot son niños, también podrán aprender la buena costumbre de recoger la basura.
“Quizá esa ‘simbiosis’ sea en realidad un nuevo valor en esa reciprocidad entre humanos y robots, que nace de construir una relación en la que ambas partes se benefician.” La investigación del profesor Okada continúa.
Texto: Hayashi Aiko
Imágenes: Kawamoto Seiya