El peligro al que se enfrenta el anime japonés
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El trasfondo de la expansión de mercado del anime japonés
En 2015 el mercado de la animación japonesa alcanzó un récord histórico de ventas con una cifra total de 1.825.500.000.000 yenes (casi dos billones), y según estimaciones en 2016 habría superado los dos billones. La cinta de Shinkai Makoto Kimi no na wa (Tu nombre, estrenada en agosto de 2016) es la segunda película de animación más taquillera de la historia de Japón, tras el rotundo éxito de Sen to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro) de Miyazaki Hayao en 2001, y Kono sekai no katasumi ni (En un rincón de este mundo, estrenada en noviembre de 2016), del director Katabuchi Sunao, retrato de una joven inquebrantable ambientado en Kure, Hiroshima, a finales de la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido asimismo en un éxito de larga duración.
Para alegrar aún más el panorama, en el Festival Internacional de Cine de Annecy (Francia), celebrado en junio de 2017, Yoake tsugeru Rū no uta (Lu over the wall), dirigida por Yuasa Masaaki, fue la primera obra japonesa en llevarse un premio Cristal a la mejor película en 22 años, mientras que Kono sekai no katasumi ni se llevó el premio del jurado.
No obstante, pese a la ampliación del mercado de la animación y la alta valoración y el éxito que cosecha el anime en el mundo, las condiciones laborales, los salarios y los horarios de los jóvenes animadores que sustentan las producciones de anime continúan empeorando, y al parecer las empresas ni siquiera son capaces ya de formar a nuevos trabajadores.
Studio Ghibli busca nuevos artistas
En mayo de este año, cuatro años desde que Miyazaki Hayao anunciara que se retiraba de la producción de largometrajes, el director llenó de gozo a aficionados del mundo entero anunciando que había comenzado la preproducción de un nuevo largometraje. Al mismo tiempo el estudio hizo un llamamiento para contratar nuevo personal, y anunció que buscaba a nuevos talentos para contratos de tres años y 200.000 yenes mensuales. En las páginas de Facebook en inglés en las que se comparte información sobre trabajos de animación en todo el mundo se presentó también el anuncio de Ghibli. Sin embargo, el anuncio provocó un aluvión de comentarios negativos desde fuera del país acerca de las pésimas condiciones laborales de los animadores.
Según Irie Yasuhiro, director ejecutivo de JAniCA, la Asociación Japonesa de Creadores de Animación, “Cuando se divulgó el anuncio de Ghibli para buscar artistas en el extranjero, hubo una confusión. Se publicaron a nivel internacional las condiciones laborales nacionales, no se tradujo el hecho de que los recién contratados recibirían primero el entrenamiento necesario, y la gente pensó que Ghibli pensaba contratar a animadores profesionales con un sueldo de tan solo 200.000 yenes al mes. Aunque me pregunto si en el extranjero se dan casos en los que se pague a un nuevo trabajador en formación un salario equivalente a 200.000 yenes al mes”.
Según Irie, tanto Miyazaki como su colega Takahata recibieron el tipo de entrenamiento denominado OJT (on the job, “en el trabajo”) por parte de animadores más veteranos, en la época en la que pertenecían al Estudio Toei o a Telecom Animation Film. “La mayoría de los estudios japoneses carecen de la holgura necesaria hoy día para llevar a cabo este tipo de entrenamiento, y son pocas las empresas que lo ponen en práctica”.
Los novatos empiezan con el vídeo
JAniCA se fundó en 2007 con objetivos como la mejora de la situación y el estatus social de los animadores. Según las investigaciones que la asociación ha venido realizando en años recientes sobre los productores de animación, el salario medio de un animador novato ronda los 1.110.000 yenes anuales, menos de 100.000 al mes. En el mundo de la animación se llega a trabajar unas diez u once horas diarias, con un promedio de tan solo 4,6 días libres al mes. La media de sueldos en animación, 3.330.000 yenes anuales, presenta una gran diferencia con respecto a la industria en general (4.140.000 yenes).
Irie dice que “Está claro que el sueldo es bajo. El promedio que se paga a un dōgaman (un ilustrador de anime que se dedica a los dibujos intermedios, los fondos, la limpieza de la imagen y otras tareas menores, entre quienes abundan los jóvenes) por una ilustración es de 200 yenes. Si puede hacer cinco dibujos por hora, su salario pasa de los mil yenes, pero como promedio solo se llega a dos ilustraciones. Casi todas las empresas tienen un sistema de remuneración en forma de comisión. Algunos estudios pagan un salario mínimo de 50.000 yenes… Pero al mismo tiempo existe el problema de los largos horarios laborales, de entre 12 y 18 horas”.
Una de las tareas más importantes ya mencionada del dōgaman es dibujar el nakawari, los dibujos intermedios que se colocan entre los fotogramas originales dibujados por el gengaman, el artista principal. Usando un folioscopio (o flip book, en inglés) como ejemplo, el gengaman dibujaría el primer y último dibujos, así como los dibujos intermedios más importantes, y el dōgaman se encargaría de dibujar las imágenes restantes para crear un movimiento fluido. Los animadores jóvenes suelen empezar su carrera como encargados de este tipo de trabajo de vídeo.
Irie, quien ha trabajado en obras de anime tan populares como la serie Hagane no renkinjutsushi (Fullmetal Alchemist, 2009-2010), también comenzó su andadura en el mundo de la animación como dōgaman.
“Yo mismo comencé trabajando en vídeo durante dos años, cuando tenía 18, antes de pasar a hacer bocetos para los originales. En aquel momento, además de haber acumulado una buena cantidad de experiencia y buenos conocimientos sobre animación hasta cierto punto, tras años de trabajo, pude empezar a trabajar con los originales. Hoy día son muchos los novatos que empiezan a hacer copias limpias de originales sin haber tenido ese entrenamiento previo, simplemente porque son capaces de hacer trazos hermosos. Pero aunque sea ese el caso, ¿qué pasará si su próximo trabajo es dibujar originales? No sabrán qué hacer”.
La dependencia del extranjero: una espiral descendente
Irie señala que los jóvenes ya no se benefician de la experiencia con vídeo debido a que las empresas dependen ahora del extranjero para sus producciones. Estima que en la actualidad se confía a países como China y Corea del Sur entre un 80 % y un 90 % de los vídeos.
“Una razón es que el número de producciones de animación para televisión ha aumentado, así como el número de producciones trimestrales. Antes había muchas series que duraban todo un año, pero ahora casi todas son de tres meses de duración. Volver a empezar de cero cada tres meses afecta negativamente a la productividad. Se pierde fuerza, y hay que compensar la insuficiente mano de obra con talento extranjero”.
“Hay muchos jóvenes que abandonan la animación porque los sueldos son demasiado bajos y no pueden subsistir con ellos. Quienes quedan en la industria son aquellos que pueden vivir mantenidos por sus padres. Seguramente habrá muchos que, pese a tener mucho talento, se rindan por no contar con esa ayuda. Y dado que cada vez hay menos jóvenes que se dedican a las labores de vídeo, hay que encargar esos trabajos al extranjero; como resultado se crea una espiral descendente en la que no se puede formar debidamente a los jóvenes japoneses”.
“Hay personas que se gradúan en institutos, escuelas de formación profesional o universidades, o quienes tratan de abrirse camino en el mundo de la animación desde otros trabajos. Esos primeros dos años son importantes. Si pueden ganarse la vida únicamente trabajando con el vídeo, muchos más como ellos podrán ser entrenados”.
La formación de animadores jóvenes a nivel nacional
Recientemente Irie ha tenido oportunidad de explicar la situación actual de la industria del anime ante el Comité Estratégico de Promoción Cool Japan, del Partido Liberal Democrático, y en una reunión general de la multipartidista Unión de Parlamentarios para el Manga, el Anime y los Videojuegos.
En dichas ocasiones, algunos de los presentes le plantearon, en referencia a la dependencia de la animación japonesa hacia el extranjero, si no sería mejor encargar fuera lo que hubiera que encargar, como hacen otras industrias.
Irie sintió una crisis oculta en esa forma de pensar del parlamentario, y trató de explicarles la situación para lograr su comprensión. “Son China y Corea del Sur los países que están formando ahora a los nuevos gengaman, a base de las excelentes ilustraciones originales japonesas. Es como si el propio Japón estuviera fomentando la preparación de animadores en el extranjero. Por otro lado, a nivel nacional cada vez es más difícil formarse porque no se puede conseguir la oportunidad de trabajar con vídeo a partir de esos fantásticos originales. Si seguimos así, terminaremos dependiendo del extranjero para producir también los originales. Aunque se siga llamando japanimation (animación japonesa), la triste realidad será que ningún japonés tendrá parte en la producción de esas obras”.
Concretamente, las medidas de apoyo que JAniCA solicita consisten en un tratamiento preferencial para las productoras de animación en términos fiscales, subsidios para los dōgaman, ayudas monetarias, etc. Al mismo tiempo el concepto denominado “Centro General Nacional de Medios de Comunicación y Bellas Artes”, que apareció durante la época en que Asō Tarō era primer ministro y que fue tachado de simple “tienda pública de manga”, está siendo revisado bajo una nueva luz, como posible Centro Nacional de Manga. No se tratará simplemente de una caja vacía, sino de “Una institución educativa capaz de formar a los nuevos responsables de vídeo para que puedan adquirir todo tipo de habilidades (mediante clases sistemáticas a cargo de profesores invitados, estudio en grupo para aprender sobre los trabajos de otros departamentos, como fotografía, acabados, música, etc.), y que funcionar como un pilar formativo”, dice Irie.
La criba de las productoras
Mientras que el mercado de la animación se expande año tras año, los costes de producción por obra no han cambiado un ápice en los últimos veinte años. “Todo el mundo comprende que el trabajo en una productora es más fácil si aumentas los costes de producción, pero si por ejemplo dices que te gustaría que los costes fueran más altos se crea el miedo de que otra empresa se lleve el trabajo, así que no es algo que se pueda decir”, explica Irie.
La mayor parte de la animación japonesa sigue el denominado “modelo de comité de producción”, según el cual cooperan en una obra diversas empresas. Si una empresa solicita una subida de los costes de producción y el comité, por ejemplo, está formado por cinco empresas, aunque una acepte la subida no puede cambiar los costes sin la aprobación de las otras cuatro empresas. “Se trata de un sistema de repartir riesgos, según el cual no se ve con buenos ojos que una empresa destaque en la inversión. No es que el sistema en sí sea malo, sino que existe problemas a la hora de comunicar la situación de una producción. Las productoras, por su parte, deberían expresar sus opiniones de forma mucho más activa”.
En la actualidad existen unas 400 productoras de cierto tamaño, entre las cuales también se está dando una criba. MAPPA, productora responsable del reciente éxito Kono sekai no katasumi ni, ha comenzado recientemente a reclutar nuevos talentos. Y aunque en principio son contratos limitados, también existe la posibilidad de que se conviertan en contratos a tiempo completo, lo cual representa un antes y un después en la historia de la producción de anime.
“Las empresas que proporcionen condiciones favorables para el trabajador, como hace MAPPA, pueden lograr reunir a muchos trabajadores excelentes. Por otro lado, creo que las productoras que continúen haciendo las cosas como se han hecho hasta ahora, o las nuevas empresas, se verán en la situación de ser incapaces de reunir un buen equipo aunque reciban pedidos de producción. Quizá se empiecen a dar casos en los que viejas empresas de nombre conocido pierdan a sus excelentes productores, editores y responsables de vídeo, y la producción no pueda continuar”.
Un mundo en el que los jóvenes puedan perseguir sus sueños
Cuando los animadores jóvenes puedan ganarse la vida decentemente podrán crearse unos cimientos con los que continúen su trabajo durante muchos años. No solo el trabajo que tienen ante sí en estos momentos, sino también aquel relacionado con los sueños y ambiciones de trabajar con determinados animadores, directores, diseñadores de personajes, etc.
El propio Irie planea convertir en animación un cómic que dibujó el mismo, de título Halloween Pijama. Al parecer planea establecer el pago mínimo para la elaboración de imágenes de vídeo en 500 yenes, pese a tratarse de la primera entrega de un anime original.
“Ojalá los jóvenes continúen trabajando con motivación. Para ello, creo, la industria en su conjunto debe trabajar para mejorar las condiciones de trabajo y que puedan asegurarse un buen sueldo”.
Texto: equipo editorial de nippon.com
(Artículo traducido al español del original en japonés.)